Capítulo 15 : La mezcla perfecta entre mujer y perezoso.

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Me despierto frotándome los ojos. Estoy relajada, feliz... estiro mi brazo hacia el otro lado de la cama, y estoy sola.

Busco a Aitor con la mirada por la habitación pero no le veo. Miro debajo de mis sábanas y compruebo que sigo desnuda. No fue un sueño. Todo ha sido real, una realidad magnifica que hace que todo mi cuerpo se estremezca solo de recordarlo.

Entonces escucho ruido en el salón, es la tele. Mi sonrisa vuelve a mi cara. No se ha ido, no me ha mentido.
Busco mis braguitas por el suelo de la habitación y me las pongo, luego cojo una camiseta que me queda de vestido. Se la compre a mi hermano hace unos años por su cumpleaños, y el muy desgraciado me la devolvió porque no le gustaba.

Ataviada con la camiseta masculina y descalza, me peino mi melena con la mano antes de ir hasta el salón. Me quedo apoyada en el quicio de la puerta mirando. Aitor está sentado en el sofá hojeando uno de mis libros mientras hace zaping en la tele. Lleva puestos sus pantalones vaqueros, algo caídos que me encantan, y parece que se ha compinchado con el diablo para tentarme, porque esta desnudo de cintura para arriba.

− Hola dormilona - dice mientras deja el libro y el mando sobre la mesa.

Me acerco sin decir nada hasta el sofá y me siento a horcajadas sobre él. Me encanta sentirle cerca y acomodarme entre sus brazos, hace que me sienta segura.

− Hola, ¿qué hacías?
− Nada, miraba cuales eran tus gustos literarios, por si también me ibas a sorprender, pero... debo decirte señorita que en este aspecto eres bastante predecible.
− ¿Ah sí? Muy bien listillo, y dime, ¿por qué soy predecible?
− La mayoría son novelas románticas y como no, tienes los tres libros de 50 Sombras de Grey.
− Ah ¿y eso es predecible para ti?
− Sí... No sé que tienen esas novelas, pero parece que os hubieran descubierto América con ellas.

Me río mientras que le acaricio el pecho con la mano.
− Es una historia de amor, un amor complicado entre dos personas muy distintas, con algunos toques de acción también y...
− Y sexo, no espera que se me olvida algo, también habla de sexo y de más sexo y de fustas además de más artilugios sadomasoquistas.
− Vaya vaya doctor, parece que te conoces bien la temática. ¿No será que te lo has leído?
− No, no me va ese estilo, además creo que es un libro más para mujeres. Lo que pasa es que ha creado tal epidemia, que es raro encontrar a la tía que no te haga un "estupendo" resumen de la historia. Creo que la gente se olvida de que es un libro y solo eso.
− No te lo voy a negar, pero si te soy sincera, si que me los he leído y me han entretenido pero, no me han llegado a convencer del todo. Pero basta de hablar de libros, tenemos una peli pendiente ¿no?
− Ah sí, sesión de cine mudo, estoy impaciente.

Me río y le beso en los labios antes de levantarme e ir a buscar la película de Nosferatu a la estantería.

Pongo el DVD y apago las luces del salón. Disfrutamos de la película los dos abrazados en el sofá. Me encanta esa complicidad. A pesar de todo el tiempo que duró mi relación con Carlos, nunca llegue a sentirme tan normal y cómoda. Hay algo en Aitor que me invita a no preocuparme en pensar y solo en sentir.

Me siento tan a gusto que mis ojos me fallan y no quieren mantenerse abiertos. Sin poder evitarlo me quedo dormida justo cuando el protagonista, Hutter, llega a la mansión del conde Orlok.

Empiezo a sentir pequeños besos en el cuello, en los hombros mientras que Aitor me masajea el pelo con cariño. Me encantaría despertarme así toda mi vida. Sería tan fácil acostumbrarse a esto.

Hago un pequeño gruñido y me giro para mirarle a la cara.
− Estaba preocupado - Me dice mientras me aparta unos mechones de pelo de mi cara.
− ¿Por qué? No no me lo digas... te asustaste con la peli. Si seguro que es eso.
− Pero bueno, ¿Qué concepto tienes de mi?- dice mientras me regala una sonrisa llena de picardía - Pues no listilla, la película me gusto, no era eso lo que me preocupaba, en realidad es que dudo de que seas humana.

No puedo parar de reír, río y río a la vez que me abalanzo sobre él y le tapo la boca con mi mano. Pero hay algo que no cálculo bien, y es que Aitor tiene mucha más fuerza que yo y terminamos tirados en la alfombra de el salón. Él está sobre mi y nuestras manos están entrelazadas por encima de mi cabeza.
− Aclárame eso valiente, ¿cómo que no soy humana? - digo mientras intento que me suelte sin mucho éxito.
− Pues... verás. Has dormido la siesta y aún así te quedas sopa poco más que al principio de la peli. ¿Que quieres que piense? Creo señorita que eres una mezcla perfecta entre mujer y perezoso.
− Aitor.... suéltame para que te de una enorme paliza. ¿sabes lo feos que son esos bichos?
− ¿el qué? - dice sin poder dejar de reírse - ¿la mujer o el perezoso?

Me revuelvo y me deshago de sus manos, cuando consigo levantarme siento como Aitor me coge desde atrás y me tumba en el sofá. Y en apenas un segundo vuelvo a tener lo encima de mi. Esta vez sus manos acarician mi cara y mi pelo.
− No seas tonta morena. Eres preciosa y me encanta ese punto de perezoso. Te hace ser adorable. Y que sepas que a mi esos "bichos" no me parecen feos, y las mujeres me encantan... - luego se hunde en mi cuello y comienza a besarme de una manera tortuosa.
− Aitor...
− No, no digas nada. - Nuestras bocas se buscan y se besan, con pasión y desesperación, cómo si hiciera años que no se encontraran.

Justo cuando más absortos estábamos el uno con el otro, un sonido inunda la casa. Es el móvil de Aitor.
− Lo siento cielo, pero puede ser de la clínica.

Le observo mientras camina hacia la cocina, donde este mediodía habíamos dejado olvidados nuestros móviles. Me siento en el sofá y le escucho mientras habla.

− ¿Pero que ha pasado? ... Bueno no tardo, en nada estoy en casa. Ya hablamos, tranquilas.
− ¿Pasa algo? - le pregunto preocupada mientras me acerco a él.
− Es Sonia, mi madre dice que lleva toda la tarde sin dejar de llorar, y ya no saben que hacer para tranquilizarla.
− Pobre chica, después de todo lo que ha pasado no me extraña que se sienta así.
Venga Aitor - cojo el polo que traía puesto y muy a mi pesar, porque dejare de ver ese cuerpo que me nubla la razón , se lo doy para que se vista - Tu prima te necesita, no tiene que ser fácil después de tantos meses en coma.
− Tengo que decirte algo sobre Sonia... - dice mientras se termina de vestir.
− Aitor.. no quiero saber nada, de verdad. Ya te he robado demasiado tiempo, venga no tardes, esa chica te necesita.
− Pero...
− No hay peros que valgan... - le empujo hacia la puerta y le beso en los labios, un beso rápido pero profundo, como si necesitara dejarle huella, antes e que se fuera.
− Julia yo...
− No seas pesado doctor, cuando Sonia este mejor me llamas ¿vale?
− Sí, te llamo. Ha estado genial.
− Anda vete antes de que me ponga colorada.

Y después de un último beso, veo como se aleja por las escaleras. Siento una sensación rara, algo que nunca había sentido. Es como la necesidad de correr tras él y obligarlo a que vuelva. Pero luego pensaba en esa chica y todo lo que debía de estar sufriendo, y me alegraba de haberle animado a irse.

Todo pero NadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora