Capítulo 19 : Punto y a parte o seguido. .

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La ambulancia no tardó en llegar a la peluquería.

No soy médico pero acerté en mi diagnóstico.

La pobre señora sufría ataques epilépticos, y como minutos después nos explicaba su sobrina, se le debió de olvidar tomar la medicación.

Por suerte, los sanitarios controlaron la situación y nos tranquilizaron a todas diciendo que solo había sido un susto, que la tendrían unas horas en observación y luego volvería a su casa.

unavez nos quedamos solas en la peluquería, prepare tres tilas, bien cargadas, Luci y Vero aún temblaban del susto y para mi estaba siendo una mañana dura.

Estaba preocupada por la pobre Conchita, a la que no conocía, pero por la que sentía una gran empatía, pero sobre todo lo que tenía es un cabreo, una rabia en el cuerpo que solo me apetecía matar alguien, y ese alguien tiene unos ojos y una boca que me dejan fuera de juego. No, ahora no, me ha hecho daño, yo me había hecho ilusiones, pensé que con él todo sería distinto, que funcionaría. Pero solo eran eso ilusiones.

Mientras calentaba el agua para las tilas en el microondas, vi mi móvil que asomaba en el bolso y parpadeaba sin parar en un color rosa intenso. No quería mirarlo, y me centre en ver como las tazas giraban dentro del microondas. Pero ya se sabe la curiosidad mato al gato y terminé con el móvil entre mis manos.

Tenía ocho llamas perdidas de Aitor. Seguro que su ex, su novia o lo que cojones fuera ( perdón por la expresión), ya le habría contado que habíamos hablado y había quedado, como la estúpida que soy, con cara de lela cuando me contó que no era su dulce prima enferma, sino su ex novia, con la cuál compartía casa y a saber que más.

Tenía que dejar de pensar. Después de todo siempre he presumido de ser una mujer liberal, pues eso, unos meses de tonteo, diversión y buen sexo. Eso había sido todo y tenía que cortar de raíz. Lo último que necesitaba ahora es meterme en una relación que no va hacía ningún sitio y en la que el denominador común es el número tres. No no, una y no más santo Tomás.

Además de las llamadas veo que tengo un montón de whatsapps de Aitor, y queriendo lograr mi propósito borro la conversación sin leerlos, guardo mi movil en el bolso y después de despedirme de Luci y de Vero, me voy a casa. Demasiadas emociones en apenas unas horas.

Me pongo los cascos y sintonizo la cadena 100 en mi móvil, necesito desconectar, y que mejor que con buena música. Justo en ese momento suena Humanos a marte de Chayanne. Me encanta esa canción y sin darme cuenta poco a poco me voy relajando y el día, que había empezado tan mal, se va suavizando.

Después de algo más de un cuarto de hora caminando y cuatro o cinco canciones inmejorables, llego a la esquina del Súper de mi calle. A lo lejos veo mi portal y una silueta conocida sentada en el escalón. Estaba tan guapo, con unos pantalones vaqueros y una camisa negra que le quedaba como recién salido de cibeles. Pero no, estaba enfada, y no podía pasar por alto lo que había pasado. Así que en un movimiento rápido, evitando que me viera, volví sobre mis pasos y decidí que hoy no comería en casa. Llamaría a Luci y le propondría comer juntas. Estoy segura que aceptará, sobre todo después de lo de Conchita, seguro que querrá distraerse.

Después de dos llamadas sin obtener contestación, decido enviarle un whatsapp, quizás tenga el móvil en silencio o esté con alguna clienta.

Luci, te estoy llamado pero no me coges. ¿Te apetece comer gocho por ahí conmigo? Es que no quiero meterme en casa todo el día, y por supuesto hoy a la clínica no voy a volver... porfi, porfi...

Sigo caminando, sin rumbo fijo, con el móvil en la mano a la espera de la contestación de mi cuñada.

En menos de cinco minutos el teléfono comienza a vibrar en mis manos.

Todo pero NadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora