CAPÍTULO 6

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                                LOUIS

Me pasé todo el camino hacia la escuela tratando de recordar su voz. Y su nombre –Alex–, que no dejaba de circular en mi cabeza, me hizo ponerle rostro de modelo.
—¿Qué tanto murmuras? –me dijo Zayn, el cual iba manejando.
Por primera vez, dejé mi motocicleta en casa y me fui en el coche con Zayn. Estábamos celebrando que se lo acababa de comprar con el dinero de una herencia que le dejó su tío abuelo. Él dice que jamás lo conoció, pero que, de haberlo hecho, le habría agradecido por adelantado el detalle.
Zayn siempre ha sido un suertudo. Hace no mucho se encontró un billete de quinientos pesos en la butaca del cine. En otra ocasión, en una fiesta de fin de curso de la prepa, un chico se le acercó de la nada y lo besó.
Cuando le preguntó porque lo había hecho, el chico le contó que acababa de cortar con el novio y necesitaba la experiencia para olvidarse de su entonces ex. "Nada personal, amigo. Fuiste el primero que me topé, eso es todo", le dijo el chico, muy quitado de la pena. Es el típico que se gana todas las quinielas cuando vamos al estadio. Tiene tanta suerte que en varias ocasiones he tratado de convencerlo de comprarse un boleto de lotería, pues estoy seguro de que al menos se gana un reintegro. Aunque sea un Melate. Pero él dice que no cree en la suerte y no le gusta tirar el dinero en sorteos arreglados. Que desperdicio.

—Nada, no he dicho nada.
Él me miró de reojo, como si no me creyera. Encendí el estéreo para acabar con la discusión antes de que empezara. No sabía el nombre de la canción, en la radio sonaba reggaeton.
—Trae buen sonido. –le dije.
—No chingues, apaga eso.
No tuvo que repetirlo, la verdad es que a ninguno de los dos nos gusta la música de moda.
—Mejor platícame del chico que conociste el fin. –le pregunté.
—Uy, no me vas a creer. Güey, es un bombón. Tiene unas piernas que para que te cuento y una sonrisa que te deja helado. Las cejas como me gustan y unos labios de esos a los que te quieres enchufar para cargar la pila. Además es buena onda.
—Lo escucho y no lo creo. –le contesto.
—¿Qué cosa?
—Pues que te clavaste.
—Estás loco, que clavado ni qué nada. Apenas lo conozco.
—Y yo te conozco a ti y jamás te he escuchado hablar de la sonrisa de alguien.
—Cállate que si sigues te....–me amenazó.
Se distrajo por menos de un segundo pero fue suficiente para chocar con el auto de enfrente que se detuvo en el semáforo.
—¡Mierda! Por andar diciendo estupideces–me volteó a ver.
—¿Es en serio que me vas a echar la culpa a mi?–solté una carcajada.
Típico de Zayn.
De pronto que vi que peló los ojos.
—¿Qué te pasa?
—No manches, no me lo vas a creer–dijo pálido, como si hubiera visto a un fantasma.
—¿Qué cosa?
—Es él.
—¿Él?
—Él, el de la sonrisa –lo dijo como si hubiera sucedido un milagro celestial.
—No me jodas. ¿El de la fiesta del fin de semana? –le dije–. ¿Hablas en serio?
—Ojalá y fuera broma.
Los dos miramos hacia el frente y vimos como el hombre que manejaba el auto descendió. Parecía furioso.
—O sea que...ese que viene con cara de querer partirnos la madre es...¿tu suegro? –le dije, mordiéndome el labio para no carcajearme.

ANÓNIMO ||TERMINADO||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora