Capítulo 13

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Holaaaa acá les dejo el capítulo de hoy. Quiero decirles que realmente me encanta leer los comentarios que me dejan. Gracias por el apoyo <3 les dejo a Nicole en la multimedia. Besosss

Los ladridos de Dag me despertaron en la mañana. Por mucho que ame a ese perro, odio ser despertada. Me dirigí al patio para ver que pasaba con el can. El Destructor aún dormía por lo que pude ver. Decidí soltar al perro, para que corriera un poco por el patio y husmeara en donde quisiera. Aunque hizo todo lo contrario. Al parecer dentro de su casita había una pelota de color verde, la recogió y la colocó en el fino césped a señal de: «quiero jugar contigo» o al menos eso entendí yo; no es como si fuera experta en perros.

Rodé los ojos y suspiré con pesadez.

Accedí a jugar después de todo. Tomé la pelota y la lancé a cualquier punto del patio. Le ordené que la atrapara. Dag echó a correr y unos segundos después ya estaba de vuelta con la pelota en su hocico. Repetí el mismo proceso un par de veces más. Admito que me estaba divirtiendo —y el animal también parecía divertirse— hasta que llegó Noah solamente a interrumpir.

—El desayuno está listo —anunció el boxeador.

—Lo siento, cariño —me agaché para quedar un poco a la altura del perro, el cual estaba sentado—. Mami debe irse —sacudí su pelaje.

Dag me olisqueó un poco y soltó un ladrido de aprobación.

—No puedo creer que te quiere más a tí y lo conoces desde hace solo dos semanas. Eso es injusto —se quejó el boxeador, llevándose una mano al corazón, ofendido.

Esbocé una sonrisa de triunfo y me fui a desayunar con él.

Luego del desayuno me preparé para ir a trabajar. Me vestí con el mismo estilo de siempre y me marché a la clínica. Para llegar tomé un taxi directo al lugar. Saludé a mis compañeros de trabajo y entré a mi respectiva oficina.

Como siempre el aburrimiento me consumía y me puse a dar vueltas en la silla giratoria. Que me digan infantil, pero esto es muy divertido. Cuando paré de dar vueltas —porque me había mareado— Noah llegó a la consulta. Él se sentó a mirarme en ese sofá que me trae muchos recuerdos no apto para menores sin decir nada. Pensé que hoy tampoco hablaría de sus problemas y por esa razón no insistí y me mantuve callada.

—¿Sabes por qué razón escogí «nuestra» casa? —preguntó el chico aún con los ojos en mí, dejándome desconcertada.

—Claro que no —me limité a responder.

—Yo nací allí —afirmó, lo que me dejó aún más atónita—. Ese fue mi hogar hasta que mi madre murió cuando tenía cinco años.

No sabía que responder.

No sabía que hacer.

No sabía cómo reaccionar.

—Yo... Lo siento mucho. No lo sabía —me disculpé. ¿Por qué? No tengo la menor idea.

—Tranquila, no es tu culpa —dijo con un tono de voz que nunca había escuchado en él. Un tono triste, quebrado. No sé describirlo.

—¿Por qué me estás contando todo esto? —quise saber.

—Hoy es su aniversario de muerte —contestó.

—En la mañana estabas bien. No lo entiendo —comenté. Me levanté de la silla y me senté a su lado.

—Supongo que oculto lo que siento demasiado bien —enunció—. Unos años después de la muerte de mi madre, mi padre conoció a Susie Park, mi madrastra. Leo también estaba un poco afectado con todo pero fue fuerte por mí. Yo... Siento que le debo algo. Digamos que Susie no tuvo hijos porque no podía y lo pagaba con nosotros dos, unos niños. A ella le gusta jugar pesado. Nos encerraba en cuartos oscuros, nos golpeaba, nos dejaba sin comer o simplemente no nos daba los cuidados que necesitábamos.

—Noah, eso es horrible. No tenía idea. Tu padre, ¿él no estaba al tanto del maltrato? —cuestioné.

—No, él sigue estando ciego. Hablamos con él sobre eso en su tiempo, pero optó por no creernos. Mi padre sigue confiando ciegamente en esa mujer —aclaró Noah.

No supe que más hacer. Soy pésima en esto de darle ánimos a las personas tristes. Solo pensé en abrazarlo. Y eso hice.

—Gracias —susurró él.

***

Había pasado un día desde que el boxeador decidió contarme un poco de su infancia.

Y te quejas de la tuya. La de Noah fue peor.

Mucho, muchísimo peor. Jamás imaginé eso. Sabía que la madrastra me daba mala espina pero esto. Esto no. Nunca me pasó por la mente abuso infantil.

Para sacarme de mis pensamientos —me había pasado toda la tarde de ayer pensando en el Noah niño, asustado junto a su hermano mayor— el timbre sonó. Me dirigí a la puerta y la abrí. Sara estaba de visita con un chico rubio. Sus facciones estaban bien definidas. Tenía músculos ligeramente marcados. Su cabello estaba despeinado. Los ojos eran oscuros.

¿Quién es este wey?

Ni idea.

—Holaaa —saludó la camarera con su característica felicidad.

—Pasen —ordené.

Ambos pasaron. El chico parece alegre. Tenía a mi mejor amiga agarrada de la mano. Supuse que serían pareja o algo así. Ahora esto hace más difícil el plan Lara pero debo ser agradable. Ella se sentó en el sofá marrón y yo en el otro frente a este. El rubio se limitó a imitarla.

—Bueno, él es Chris Müller. Mi nuevo novio —dijo Sarita, muy feliz.

—Hola —el chico sonrió nervioso.

—Tranquilo, no muerdo, Chris —bromeé un poco y le extendí la mano. Me caía bien pero como que algo no cuadraba.

Intenté buscar algo en sus ojos. Malicia tal vez. Necesitaba encontrar una excusa para alejarlo de Sara. No había nada. Es extraño.

—Y bien, ¿dónde vives? —empecé con el interrogatorio.

—Vivo en el mismo edificio que ella —respondió, rodeando los hombros de la chica con su brazo. Protector.

—Él descubrió mi embarazo y me ayudó con las niñas —puntualizó.

—Me alegra escuchar eso —sonreí—. ¿Desde hace cuanto tiempo están saliendo?

—Desde la fiesta —Sara respondió.

Noah entró por la puerta. Su paseo de la tarde con el can había llegado a su fin. Dag llegó landrándole a Chris. Mala señal. A ese perro todos le caen bien. El boxeador calló al animal mientras yo me fijaba en las expresiones del rubio. Chris miró al perro bien feo. Noté el salvajismo y agresividad en sus ojos. Quizás son solo alucinaciones mías.

—Eso fue extraño —Sara y yo concordamos.

—Lo fue. Dag no es así —dije yo.

De repente me sentí incómoda con el rubio ahí. No lo sé explicar con exactitud pero todo se sintió demasiado raro sin una explicación obvia.

Ellos se fueron en la noche. Agradecí eso mentalmente.

Antes de dormir, Noah me avisó que el Campeonato Mundial de Boxeo sería pronto. Él quería que yo fuera a verlo. Por la emoción de tan sólo pensar que vería una lucha en persona, acepté sin dudarlo.

TRILOGÍA: AMOR ALQUILADO✔️Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon