Capítulo 11

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Abrí los ojos lentamente. Observé el ambiente a mi alrededor. Hacía un poco de frío, había aire acondicionado. Me desperté —como si no hubiera bebido nada— en la cama de Noah, al parecer se ha hecho una costumbre.

Una costumbre muy buena, querida.

Te concedo la razón, otra vez, mi querida conciencia.

No estoy muy segura de lo que pasó en la noche, al menos estaba vestida. Recuerdo vagamente haber visto una película de terror con el boxeador. Parece mentira que haya estado abrazado a mí todo el tiempo que vimos la película hasta quedarnos dormidos. La peli era de dos niñas gemelas, creo que ellas eran asesinas o hacían que las muertes parecieran suicidios, no lo recuerdo con exactitud.

Al entrar en la zona de la sala lo primero en que se fijaron mis ojos fue la figura masculina de Leo durmiendo en el sofá marrón.

Me acerqué a él con todas la intenciones de despertarlo bruscamente. Me lo pensé un momento antes de hacer algo tan malo. Un gran: «HAZLO» me gritaba mi malvada mente. Sonreí con malicia.

—¡¡¡LEVÁNTATE!!! —le grité cerca de su oído. Sí, muy malvado. Aunque hay cosas peores. Por ejemplo la vez que le hice creer a mi hermano que mis padres y yo éramos producto de su imaginación. El pobre Aaron lloró por una semana entera—. ¡YA AMANECIÓ! ¡LEO!

El mensajero se levantó de golpe soltando un gritillo de horror, asustado, hiperventilando. Creo que sí me pasé un poco.

—Eres una mala cuñada —se quejó Leo, llevándose una mano a la cabeza.

—¿Duele? —le pregunté fingiendo preocupación.

—Mucho —se limitó a responder.

—Ay, pues que pena —dije yo, con el mismo tono fingido de preocupación por él y con cara de: No me interesa—. ¡Fuera de aquí! Ahora.

—Esta es la casa de mi hermano —recalcó, como si nada.

—Pero también es mi casa. ¡Largo!

—Me voy a quejar de este maltrato hacia mi persona —habló y se marchó a saber a cuál lugar.

El grandioso e importante evento de los LeBern sería dentro de dos días y aún no tengo el vestido. Espero que cuando Liam se despierte me lleve. Pero... Se supone que es un evento, lo cual quiere decir que puedo llevar invitadas a la fiesta. Y tenía a las chicas perfectas para eso.

Envié un mensaje de texto a Sara y Alissa. Les dije que vinieran a mi casa para esperar el despertar del boxeador juntas y les expliqué a ambas que iríamos de compras para ir al evento de los LeBern. La único que no sabía pero sospechaba era que me encontraría con varios famosos. Por esto debíamos ir bien presentables.

Las dos chicas llegaron juntas a mi casa, justo como siempre hacían.

***

En cuanto entramos los cuatro a la tienda nos vimos rodeados de cientos de hermosos vestidos completamente diferentes. Las paredes estaban pintadas de blanco. A la izquierda estaban los probadores. Para ser más exacta, habían tres probadores. Estos tenían una cortina azul oscura respectivamente. Noah se sentó frente a los probadores con aburrimiento. Y a esperar. Nosotras nos encargamos de todo.

Mi decisión entre tantos vestidos preciosos fue uno dorado con los tirantes de cadenas, una en cada lado y contaba con escote en forma de arco. El vestido llegaba hasta el suelo. Era bastante sencillo pero elegante. Me metí con ese vestido al último de los probadores. En el probador de ropa había un espejo de cuerpo completo y unos ganchos en una de las paredes para colocar ahí la ropa que ya tenías puesta antes. Colgué el vestido dorado en uno de esos ganchos y pacientemente me quité la ropa. Salí luego de ponerme el hermoso y sencillo vestido. Impresionantemente las chicas y yo salimos al mismo tiempo.

TRILOGÍA: AMOR ALQUILADO✔️Where stories live. Discover now