Capítulo 14

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Les dejo a Liam LeBern (padre de Liam Noah) en la multimedia.
Nadie:
Absolutamente nadie:
Yo diciendo que este libro jamás llegaría a los 40 votos y ya llegamos 😭😭😭😭 además de que este es mi libro más comentado. Realmente estoy orgullosa de este libro (hasta la fecha es mi mejor libro pero ya veremos en el futuro). Pero díganme: ¿quieren que haga un libro desde el punto de vista del boxeador?

Por alguna extraña razón ahora estoy en la misma casa del evento de los LeBern, compartiendo el desayuno con el señor y la señora LeBern junto a Leo y Noah. El celular de la víbora venenosa comenzó a sonar, producto de una llamada entrante. La mujer se levantó de la mesa al aire libre y fue a dentro de la casa para contestar. No sé si realmente me dieron ganas de ir al baño o fue la curiosidad por saber de quien era esa llamada. Sólo sé que dije que debía ir al baño. Noah —mi asustador profesional— me indicó con palabras hacia donde debía ir. Y adivinen qué: el baño era en el primer pasillo al fondo y a la derecha.

Seguí mi intuición, la cual me llevó a una puerta de madera. Una puerta de caoba para ser más específicos. Al lado había una maceta con una planta, un tipo de mini árbol. Acerqué mi oído a la puerta sin pensarlo dos veces. Desde afuera se escuchaba la voz de Susie. Me picaba la curiosidad. A mi alrededor no había nadie, ni siquiera algún empleado de la casa.

—... eres una incompetente... Nadie debe saber de ese lugar y mucho menos que yo soy la dueña de ese burdel... Si alguien se entera estás despedida... Echen a ese hombre de ahí, no permitan que maltrate a una de mis chicas... —parece que la mujer regañaba a alguien a través del celular—. ¡No me importa que sea un cliente habitual!

Palabra clave: burdel.

Esto va a ser la bomba.

Me pregunto qué pasaría si alguien se entera.

Me pregunto cuanto dinero me daría ella por guardar el secreto.

No puedo creer que haya descubierto el secreto de la víbora.

Después de unos cuantos reclamos más, la víbora colgó la llamada. Yo me reincorporé y mostré la sonrisa más arrogante que tenía cuando la madrastra abrió la puerta. Susie se sorprendió al verme frente a ella. Mostró una cara de horror cuando se dió cuenta de la situación. Me agarró por un brazo e hizo que entrara a la habitación. Cerró la puerta de un tirón. No pude aguantarlo más y solté una carcajada.

—¿Qué tanto escuchaste? —preguntó la señora en un tono amenazante. Patético.

—Lo suficiente.

—Escúchame bien —supuse que empezarían las amenazas y continuó—: Vas a sufrir mucho si abres la boca y no sólo tú, sino también toda tu familia.

—¿En serio cree que me amenaza? —cuestioné yo, divertida—. No estás en condiciones de amenazarme. Yo no te tengo miedo. Tú deberías temerme a mí. No tengo nada que perder. En cambio tú...

—No te atreverías —me subestimó, mirándome. Aún con su «firmeza» notaba que estaba asustada. Ahora no me arrepiento de haber estudiado psicología.

—... Tienes mucho que perder —continué—. ¿Qué pasaría si tu marido se enterara? Lo perderías todo. Mira, no sé por lo que hayas tenido que pasar, pero por ley si eres dueña de un burdel es porque fuiste prostituta alguna vez. Por lo tanto, me darás mucho dinero para que yo guarde silencio. Así tu secreto está a salvo conmigo.

—¿Qué clase de zorra eres? —interrogó con desdén la mujer.

—Una que sabe lo que hace —le respondí con naturalidad.

Esta perra está loca.

No sé por qué pero imaginé mi conciencia hablándome a lo meme.

—Tienes solamente tres días para conseguir mis cincuenta mil dólares —añadí.

—No haré eso —se negó.

—Pues prepárate para que todo salga a la luz —aclaré y me marché.

Salí afuera, sentía como si nada pudiera conmigo. Me sentía como una verdadera perra empoderada. Me senté en mi puesto como si nada y después de todo no fui al baño.

***

Pasó un mes y recibí mis cincuenta mil de parte de Susie. Últimamente no recibo muchas visitas de Sara. Alissa viene de vez en cuando. No lo sé, todo parece muy extraño en torno a la camarera y a su nuevo novio.

Leía distraídamente en el sofá. En realidad no le prestaba la atención necesaria al libro en mis manos. Dejé de leer. Siendo sincera no tenía ganas de hacer nada.

El Campeonato estaba cada vez más cerca y por esto pasaba más tiempo sola en casa. Noah entrenaba como loco. Leí las noticias, se enfrentaría al ex campeón del boxeo. Él obviamente quería ganar. Y el ex campeón quería venganza por ser despojado del puesto #1.

Honestamente aún no puedo creer que haya pasado un mes aquí. Mis padres ni siquiera saben que comparto la casa. Debería decirlo pero me preocupa la reacción de ellos. Mejor voy despacio.

Al final decidí llamarlos. Agarré mi celular el cual se encontraba a mi lado en el sofá. Marqué el número de mamá, respiré profundo y esperé. Mi madre descolgó al tercer tono cuando ya empezaba a desesperarme.

—Hola, hija —habló mi papá.

—Hola, padre —le saludé, feliz por hablar con él—. ¿Mi madre no está en casa?

—Sí, pero se está bañando —me informó mi padre.

—Ah, vale gracias. Por cierto tengo algo que decirte —expresé con nerviosismo. Mentalmente empecé a rezarle a todos los dioses habidos y por haber.

—¿Y eso sería...? —indagó él.

—Que tengo novio —solté de una.

—Okey.

—¿Okey? —repetí confusa—. ¿Ya? ¿Eso es todo? Pensaba que me ibas a echar la bronca.

—No voy a hacer eso. Tu madre lo hará —planteó y yo tragué en seco—. Ahora, háblame un poco sobre él.

—Bueno es atento, romántico, me quiere cosa que es lo más importante, es amable conmigo, se preocupa por mí y no me vas a creer quien es —expliqué.

—A ver, ¿quién es? —inquirió.

—Liam Noah LeBern, El Destructor —puntualicé.

Del otro lado se oyó una carcajada.

—Lo sabía —verbalicé soltando un bufido.

—Es imposible que seas la novia del campeón del boxeo —proclamó.

—De hecho no es imposible —manifestó el boxeador después de quitarme el teléfono de las manos.

—¡Oye! ¡Devuélvelo! —me quejé yo mientras él hablaba con mi padre.

—Así es, señor. No tiene de qué preocuparse... Lo he soportado hasta ahora... Me halaga, señor... No hay problema, padre —cortó la llamada.

—¡¿Padre?! —pregunté un poco furiosa.

—Me ha dicho que podía llamarle «padre» —dijo como si nada.

—¡Ni siquiera eres mi novio real! —le grité.

—Pero le haz dicho que lo soy.

TRILOGÍA: AMOR ALQUILADO✔️Where stories live. Discover now