Capítulo 4

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Nos sentamos en el mismo sofá tranquilamente. Relajados y como si fuéramos la psicóloga y yo una pareja real. Supongo que sería lindo si fuera cierto. Pero no lo es, es una farsa total.

—¿Y en qué trabajas? —preguntó mi madrastra.

—Soy psicóloga —Cheryl respondió con naturalidad, sin soltarme la mano.

—¿Cómo se conocieron? —cuestionó mi hermano mayor. No parecía tragarse todo el cuento o tal vez sí y solo lo hacía para molestar.

—Nos conocimos en el parque, estaba paseando a Dag y al perro le agradó ella. Nos fuimos conociendo y eso fue todo —contesté mecánicamente. Vale, soy bueno inventando cosas de la nada.

La chica a mi lado me miró y me dedicó una tierna sonrisa de novia enamorada.

—Parece que se llevan muy bien —comentó Susie con su típico tono de víbora venenosa.

—Así es —afirmamos mi «novia» y yo al unísono.

Susie anunció que ya era momento de irse y los dos hombres obedecieron. Realmente fue lo mejor que pudo pasar en la tarde.

Mi buen humor desapareció en cuanto se fueron. Mi hermano no tenía la culpa de nada porque sufrió exactamente lo mismo que yo en mi niñez. Odio a la madrastra por hacer todo lo que nos hizo y también por manipular a mi padre para que confiara ciegamente en ella. Odio a mi papá por no ver quién es el realidad esa mujer.

Llamé a mi abogado para todo el asunto del contrato. Quería que todo fuera legal y no hacer nada mal hecho. El papel contenía las reglas que debían cumplirse por ambas partes. Al cabo de seis meses debía pagarle los cuarenta mil dólares y sería la última vez que nos viéramos, porque sí, uno de los dos debía irse de la casa y estaba dispuesto a ser yo. Con tanto dinero en mi cuenta bancaria —dinero que no utilizo para nada— podría comprarme todas las casas que me diera la gana. Pero Cheryl no. Ella no podía darse ese lujo.

El tiempo pasó y tengo entendido que Cheryl recibió una llamada y por esa razón saldría con esa persona. ¿Quién era esa persona? No lo sabía pero lo descubriría. Cuando llegó la hora de que ella se marchara de fiesta, me encontraba en el sofá mirando el celular. Me limité dedicarle una mirada tipo: «recuerda no llegar tarde».

Un auto vino a recogerla. Conducía una mujer. ¿Será posible que sea lesbiana y por eso no se fija en mí?

Puede ser posible. Quizás el mundo te las está cobrando por romperle el corazón a muchas chicas.

Descarto esa posibilidad. Confío en mi suerte.

Las dos chicas se abrazaron. No hubo indicios de algo raro. Ellas eran amigas. Era la primera vez que veía a Cheryl con una amiga. Quizás se conocieron cerca.

***

Esperé con las luces apagadas, nuevamente, a que la chica llegara a casa. Otra vez me encontraba en el sofá. Me había quedado dormido un rato. La puerta se abrió. El gritillo por el susto de Cheryl resonó en la sala de estar.

—Juro que te mataré si vuelves a asustarme así —amenazó Cheryl. Noté que bebió mucho gracias a su tono de voz—. ¿Y por qué hay dos Liam Noah?

Y eso último lo confirmó.

—Haz bebido demasiado, mi querida lectora favorita —murmuré con diversión.

Ella negó con la cabeza e ignoró como le había dicho.

—Venga, vamos a dormir. Pasaré por alto que rompiste la regla de no llegar tarde a casa —indiqué yo, levantándome del sofá.

TRILOGÍA: AMOR ALQUILADO✔️Where stories live. Discover now