Capítulo 19: Te Presento A La Dueña De Mi Corazón.

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CATALINA




Arthur quedó todo manchado dándole la comida a Merianne, nuestra hija lo agarraba de su camisa con las manos manchadas, pero en vez de molestarse, ambos reían, es increíble lo bien que me siento, todo este tiempo sentía una opresión en el pecho cargando con todo, pero ahora que veo a Merianne feliz con Arthur, me siento plena, es como si me hubiesen dado miles de masajes por el cuerpo.

— Tengo una camiseta tuya, te la traeré — me acerqué tomando un paño — Con este paño limpia las manos de Merianne, o si no seguirá dejando todo sucio.

— Gracias — tomó el paño y subí rápido  las escaleras buscando su camiseta, me fui a mi habitación, abrí el último cajón del mueble y vi su camiseta, sonreí tomándola, ahora volverá a tener su olor.

Bajé rápido las escaleras y al llegar abajo vi a Arthur sin la camisa sentado en el sofá, tiene a Merianne sentada en su regazo, me mordí el labio mirándolo, ay por qué se me pone el corazón así con él. Me miró y le quité la vista algo incomoda caminando hacia él.

— Está es — dejó a Merianne sentada a su lado, y tomó la camiseta riéndose.

— Esto no me entrará ahora — se puso de pie poniéndose la camiseta negra y se le apegó al cuerpo, siento que sus brazos van a rasgar la camiseta, me mordí el labio mirándolo, dios Catalina contrólate — Me aprieta demasiado, me molesta.

— Entonces quítatela, puedes estar sin camiseta, no me molesta — me miró intentando descifrar mi tono de voz que me salió demasiado alegre — O si quieres déjatela puesta — se la quitó y sonreí mirando su cuerpo, definitivamente con Arthur tendría todos los bebés que quisiera, me mordí el labio fascinada, ojalá no se quiera divorciar, no le pienso dar el divorcio, vi que movió su mano y reaccioné asustada — ¿Qué?

— Te estaba hablando — abrí mi boca sin saber qué decir — Limpiaré las manchas de mi camisa en el baño.

— No tranquilo, yo lo hago, pásamela, son pocas manchas, luego seco esa zona con secador de cabello y listo — asintió tomando la camisa entregándomela — Vigila a Merianne, no la muevas mucho, acaba de comer, puede vomitar si se mueve mucho, y no juegues cosas tan estimulantes que se acerca la hora de la siesta y comenzará a darle sueño.

— Entendido mamá Catalina — sonreí caminando al baño que está bajo la escalera, me llevé la camisa de Arthur a mi nariz, huele a paraíso, así olía su cama, sonreí bajando la camisa — ¿Qué estás haciendo? — me asusté y vi a Arthur con Merianne a mi lado — ¿Por qué hueles mi ropa?

— ¿Qué tiene de malo? — levantó sus hombros y me concentré en lavar las manchas que están en los antebrazos.

Luego de quitar lo mejor que pude cada mancha, sequé con el secador de cabello un poco, luego la sacudí, y volví a pasar aire caliente.

— La déjare tendida un momento aquí, para que se termine de secar, eran pocas manchas pero — me frené mirando el sofá, está Arthur durmiendo con Merianne en su pecho. Me acerqué despacio, se puede escuchar la respiración relajada de Merianne, le di un beso suave y me acerqué a darle un beso en la mejilla a Arthur, despertó moviéndose asustado — Lo siento — dije alejándome avergonzada — Solo quería decirte que si quieres ir a dormir con ella arriba a mi cama, para que duerman mejor y cómodos — asintió, abrazó a Merianne contra él y se levantó del sofá caminando hacia las escaleras.
Los seguí, al llegar a mi habitación bajé las maletas y los bolsos al suelo, abrí las tapas de la cama y se acostó con ella, Arthur se quitó los zapatos y los tapé.

La Culpa Fue De Tus Ojos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora