Capítulo 6: Se Merece Todo Lo Malo En Esta Vida.

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ARTHUR


Actualidad...


Desperté y me pasé las manos por el rostro, miré a mi lado y vi una cabellera cobriza, me levanté despacio de la cama, tomé mi ropa y salí de ahí para irme a mi piso.



Iba en el auto camino al edificio de la empresa, cuando se puso a llover torrencial, enseguida pensé en que Catalina tiene que caminar al edificio desde el metro, me enojé enseguida al pensar en Catalina, maldita sea.

Me bajé del auto y entré al edificio, me subí en el ascensor vacío, pero antes de cerrar apareció una mano, la miré fijo a los ojos, solo se giró y presionó el botón para cerrar las puertas del ascensor, al quedar los dos solos aquí dentro puedo sentir su olor, me acomodé el cuello de la camisa incomodo como si su olor me estuviera afectando, pero el ascensor se detuvo en el piso uno, en donde se suben muchas personas en este horario, pero Catalina se quedó en el principio para no retroceder hasta a mi, y acabo de darme cuenta de que está completamente seca y se subió en el estacionamiento como yo, de seguro que con el dinero que ya le he dado anteriormente se compró un auto.

Comenzaron a bajar personas de a poco, el ascensor comenzó a quedar algo vacío, Catalina se apoyó en una muralla para dejar bajar personas y me miró a los ojos, pero me quitó la vista enseguida nerviosa girándose en dirección a las puertas.
Bajaron más personas, dió el espacio, pero no se giró, y quedan solo dos personas más, volví a sentir el inconfundible olor de su perfume, no lo ha cambiado y eso me trae recuerdos, su olor me atrae lindos recuerdos que al finalizar en esos recuerdos terminan en dolor. La observé atento, ha cambiado su forma de vestir, ha cambiado su peinado, demuestra más madurez, a quien quiere engañar vestida así, quiere hacerse ver como una mujer madura, pero yo sé cómo es ella verdaderamente.

El ascensor se detuvo en nuestro piso y ambos bajamos sin dirigirnos la palabra, y creo que es el momento perfecto para comenzar a hacer de su vida un infierno.

— Cuando uno se encuentra con alguien que conoce, se saluda, es por respeto y educación, por si no lo sabías — se detuvo — Sobre todo si es tu jefe — se giró mirándome.

— Buenos días señor Cruz — respondió con desagrado volviéndose a girar.

— Te encargarás de llevarme café, los papeles que te entregue Erika y lo que yo te pida a mi oficina — dije prepotente, se frenó sin girarse, me puse a caminar sin esperar una respuesta. Al llegar al fondo del pasillo Erika enseguida se puso de pie.

— Buenos días señor Cruz.

— Erika, la señorita Hernández se encargará de todo, para que se te aliviane la carga — le cerré un ojo y me asintió — A y lo otro — me asintió atenta — ¿Catalina Hernández solicito permiso de estacionamiento?

— Si, lo solicitó ayer señor Cruz.

— ¿Qué número es?

— El A10 — levanté mis cejas.

— ¿Estás segura? — Erika asintió, ¿Cómo sabe estos datos tan rápido?

— Si señor, aquí sale que era uno de los pocos disponibles, que todos los pisos B y C estaban solicitados, por eso se le otorgó un A.

— ¿Por algo en especial? Se supone que un trabajador, cuando no hay cupo, arrienda un estacionamiento afuera, o simplemente no viene en vehículo, sobretodo si es simplemente una pasante.

— Lo pidió por una razón especial, pero no sale especificado el por qué — me quedé concentrado pensando, interesante que Erika sepa tanto y que Catalina esté estacionada a mi lado, junto a mi, interesante.

La Culpa Fue De Tus Ojos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora