Capítulo 4: Esa Noche.

832 90 15
                                    

ARTHUR



Sentí ruido en la escalera, abrí los ojos, Catalina está durmiendo sobre mi pecho, sonreí mirándola, vi mi teléfono al lado, lo tomé, miré la hora las cuatro de la mañana, ¡ay no! me tengo que ir, mañana trabajo, me iba a levantar asustado, hasta que de pronto leí "Sábado" en mi teléfono, me sentí idiota enseguida, hoy no trabajo, así que me relajé, no sé si Catalina tendrá que ir a trabajar, yo creo que si. Nos tapé, la apreté contra mi feliz y Catalina me abrazó, levantó su cabeza mirándome, sonrío, pero se giró durmiendo tomando mi brazo pasándolo por su cintura apegándose a mi, sentí que se me fue el aire al sentir su trasero contra mi cuerpo, mis latidos se dispararon.

— Abrázame — se quejó durmiendo, le hice caso, la abracé y me hundí en su cuello, huele exquisito, nos tapé de nuevo y me quedé dormido mientras la hacía caricias en su hermoso cabello, no puedo ser más feliz, estoy enamorado, y estoy siendo correspondido, por primera vez en la vida una chica me está mirando, siempre soñé con saber como se sentiría, y es algo inigualable e impagable. Encontré a mi princesa y está en mis brazos. La olí feliz sin dejar de acariciarla, prometo cuidarla, amarla y hacerla feliz toda la vida.








Siento una caricia en mi rostro, arrugué mi nariz moviendo mi cabeza y sentí una risa.

— Flaquito — abrí mis ojos, vi a Catalina sonriendo arrodillada en la cama mirándome, esta recién bañada y vestida — Eres muy hermoso sin anteojos y despeinado — sonreí, me entregó mis lentes y me los puse — Me tengo que ir a trabajar — me levanté asustado de la cama.

— Si, claro, lo siento, me pondré mis zapatos enseguida — Catalina se paró de la cama y se puso un abrigo — No sentí cuando te levantaste, lo siento por retrasarte — me puse mis zapatos rápido.

— Deja de decir "Lo siento" y aún estoy a tiempo — asentí acomodándome mis anteojos, tomé mi abrigo y mi teléfono — ¿Vamos?

— ¿Te gustaría que te fuera a dejar a tu trabajo? — la sonrisa de Catalina se ensanchó.

— ¿En serio harías algo tan romántico como eso?

— No sabía que eso era romántico.

— Lo detalles, gestos y tiempo como este, es lo más importante que le puedes regalar a una persona — sonreí mirándola y asentí.

— Entonces vamos — asintió, salimos de su piso y caminamos al Metro tomados de la mano.

En el metro me apoyé en una esquina y Catalina me abrazo, así que la abracé acariciando su cabello.

— ¿Hoy podrás salir? — me miró sorprendida.

— Si, mañana no trabajo — contestó con esa sonrisa que se convirtió en mis rayitos de luz.

— Bueno, es que como anoche nos besamos, te quería invitar a cenar esta noche, pero no como amigos, como algo más — asintió emocionada.

— Me encantaría — me tomó del rostro dándome un beso suave y simple al ir en el metro, sonreí, Catalina se apoyó en mi pecho y acaricié su cabello.

— Esta noche yo pasaré por ti, y te iré a dejar sana y salva a casa — se alejó de mi pecho.

— Eres el hombre perfecto Arthur — mis latidos se dispararon, siento que mi corazón podría salir por mi boca de tan feliz que soy en este momento — Mi flaquito.







Toqué el timbre en el piso donde está viviendo Catalina, estaba mirando el suelo intentando calmar los nervios, a lo mejor las flores son muy pronto, o demasiado, la puerta se abrió, iba a decir Hola, pero me quedé con la boca abierta mirando a Catalina.

La Culpa Fue De Tus Ojos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora