20 - 'El corazón roto'

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(Friendly reminder de que, después de este capítulo, todavía falta el epílogo!!!)

20

El corazón roto

Honestamente, sigo sin entender lo que acaba de pasar.

Hace un momento estaba contenta. Alexa acababa de quitarme mis maldiciones de una vez por todas. Después de muchos años, me he sentido liberada. Y entonces...

La palabra deseos no deja de retumbarme en la cabeza. Alexa quiere unos deseos. Unos deseos que cree que le debo por haber roto mis tres maldiciones. El problema es que ni siquiera estoy segura de que dárselos esté en mi poder.

Apoyo las manos en el suelo nevado y me impulso hacia arriba. Sin embargo, no llego a ponerme de pie. Estoy esperando para ver quién hace el primer movimiento. A unos metros de mí, veo que Trev medio inconsciente sobre la nieve, todavía con las manos atadas tras la espalda. A su lado, Leanne, la madre de Ramson, parece preparada para saltar hacia delante en cualquier momento.

Cuando mi mirada se cruza con la de Foster, contengo la respiración. Parece tan confuso como yo y eso me da miedo. Normalmente, es quien le pone lógica a todos los problemas. Si ni tan solo él puede hacerlo... bueno, no sé muy bien cómo decirlo...

Estamos jodidos.

Sí, buen resumen.

Barislav es el primero en ponerse de pie, y por primera vez no me da miedo en absoluto. Tiene las manos levantadas como si fuera a negociar con alguien, y pronto descubro que se trata de Alexa. Ella sigue en el suelo. Le cae sangre por el cuello, pero no sé dónde se ha herido.

No veo a Ramson. Mierda.

Mala señal.

—¿Braemar? —pregunta Alexa, histérica, y se pone de pie de un salto—. ¡¿Por qué nos has traído aquí?!

—Escúchame —dice lentamente Barislav—, sé que te piensas que sabes cómo funcionan las maldiciones, pero no es así. Puedo ayudarte, si así lo quieres.

—¡No quiero nada de ti!

Su mirada pasea entre todos los presentes hasta que se detiene sobre mí. Asustada, me quedo muy quieta. No sé bajo qué lógica, pero una parte de mi cerebro se piensa que, si me muevo poco, se olvidará de mi existencia.

Di que sí, hay que probarlo todo.

—Escúchame —insiste Barislav con su habitual tono suave, aunque ella no aparta la mirada—, la chica no puede concederte tus deseos.

—¡He roto sus maldiciones! —salta ella por fin—. En cuanto rompes una maldición, se te concede un deseo. ¡Siempre ha funcionado así!

—Solo en fantasmas, Alexa.

La hechicera se vuelve hacia él. Por primera vez desde que ha empezado esta locura, parece confusa.

—Hay dos tipos de maldiciones en el mundo —sigue hablando Barislav, y poco a poco se va acercando a ella—. Están las que imponemos nosotros, los hechiceros, a los seres vivos. Esas son fáciles de romper. Y luego, de vez en cuando, muere alguien con una cuenta pendiente. Y ahí es donde se forma una maldición natural, sin magia de por medio, que crea una unión entre este mundo y el siguiente. Es en la rotura de esa unión, cuando liberas al fantasma ayudándole, que se te concede un deseo.

Hace una pausa para señalarme. Alexa sigue en silencio.

—La chica está viva. La has liberado, sí, pero no te va a conceder ningún deseo. Lamento que tu plan no haya funcionado, querida.

El rey de las sombras #2Where stories live. Discover now