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Melody

De camino a nuestro nuevo hogar, en todo el camino no he dejado de llorar, primero porque no estaba lista para dejar el departamento y segundo porque recibí mi segundo castigo por niña berrinchuda. Daddy da castigos muy fuertes, mi colita está ardiendo y palpitando. Papi me echo una cremita para que no me duela, pero no está haciendo efecto. Son casi las ocho de la mañana, tenemos que llegar temprano para acomodar nuestras cosas antes de que los invitados llegaran después de la hora del almuerzo.

Voy en los asientos de atrás, mis Daddys están en los de adelante mirando hacia la carretera. Mis peluches más grandes me acompañan, estoy recargada en mi lindo Stitch y tengo del otro lado un lindo tigre que me recuerda a mis Daddys, también tengo un Baymax con su traje de robot.

—Nena, ya deja de llorar. Veras como te va a encantar nuestra casa—

—¿Y si no me gusta podremos regresar al departamento?—

—No— Dice mi Daddy muy serio haciéndome sacar más lágrimas.

—Ya déjala, Alen— Papi lo regaña —Ya mi amor, tranquila. Todo será igual que antes, estaremos solo los tres en nuestro nido de amor, así como tú lo dices—

—¿Me lo prometes?— Extiendo mi mano dejando ver mi meñique.

—Te lo prometo— Sujeta mi meñique con el suyo —Mi linda princesa, mereces vivir en un castillo—

—Pero yo no quiero vivir en un castillo, son muy grandes—

—Pero no negaras que eres una princesa— Rio, la verdad es que soy la princesa de mis Daddys —¿Ves? Te encanta que te llamemos así—

Me sonrojo, oculto mi rostro en mi Stitch. Papi ríe un poco, regresa su vista a la carretera. Mi llanto había desaparecido, Papi siempre lograr calmarme. Cuando llegue le pediré disculpas a Daddy, el no tiene la culpa de nada y yo como una niña muy malcriada le grite muy feo.

—Ya llegamos nena— Escucho la voz de Papi.

Abren la puerta, alguno de ellos saca mis peluches y otro me saca poniéndome en su cintura. Enrollo mis brazos en su cuello, sé que es mi Daddy por su olor. Me alejo un poco para mirar y veo la hermosa casa, vaya que no es lo que me esperaba, porque de verdad creía que vería una mansión gigante, pero esto es más acogedor y pequeño, es de un tamaño medio. Me agrada.

—¿Creías que ibas a ver una mansión?— Pregunta mi Daddy, asiento con la cabeza —No necesitamos una mansión para vivir solo tres personas—

—Me gusta mucho, es bonita y se ve que es amplia— Sonrió. Miro a mi Daddy y hago mi mejor cara de cachorrito arrepentido —Daddy perdóname, no quise gritarte—

—Eso no lo vi cuando lo hiciste— Me mira con rudeza —Te has comportado muy mal, Melody y lo sabes. Debería de cancelar la reunión y mantenerte en la esquina por una hora—

—!No! Daddy no lo hagas— Hago puchero —Seré buena, te prometo que no volveré a gritar—

—Lo acabas de hacer hace unos segundos—

Gimoteo —Daddy, no seas malo con tu Baby—

—Mi Baby ha sido una niña mala que le grita a su Daddy. Debería de azotarte de nuevo porque de verdad que estoy molesto contigo señorita— Me aprieta más a su cuerpo.

—No Daddy, mis pompis no— Llevo mis manos a mi trasero para protegerlos.

—¿Entonces que castigo debería de elegir? ¿Tiempo en el rincón? ¿Sin dulces? O quizás ¿Dormir por una semana sola en tu habitación?—

Mis Dos DaddysWhere stories live. Discover now