9. Derecho de piso (2)

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—¿Syna? —preguntó Rex enarcando una ceja—. Me suena de algo...

—¿No lo recuerdas? —le preguntó Maga—. Cuando la infección comenzó, ellos fueron los primeros en brindar medidas de prevención a los ciudadanos.

Rex empezó a recordarlo poco a poco y su mente lo llevó a una escena particular.

Estaba en el comedor de su casa, junto a su familia. Su madre y su hermana. Los tres comían y compartían anécdotas de su día a día en una mesa redonda de madera que tenía una pata floja que, por falta de tiempo, Renzo no se molestó en reparar.

Antes de que el apocalipsis encontrara su punto más crítico, todo había empezado con pequeños indicios que se mostraban por las noticias. Lo que decía Maga era cierto, recodaba haber escuchado y leído sobre el equipo de investigación Syna cuando las primeras etapas de la infección empezaban a azotar el mundo.

En un principio no hubo infectados humanos. El virus, que se diseminó a lo largo del planeta, comenzó por infectar el reino vegetal, pudriendo ciertos sectores de bosques frondosos en algunos puntos distantes del planeta.

Uno de esos sitios había sido a unos pocos kilómetros de la ciudad dónde Renzo vivía.

En ese día de verano de agotante calor, él y su familia prestaban atención a las preocupantes noticias que destacaban en la televisión. Las imágenes mostraban a una reportera visitando las cercanías de un parque natural que ellos conocían muy bien.

El parque contenía un pequeño bosque que rodeaba un río, él y su familia a menudo paraban en ese sitio para festejar cumpleaños y reunirse con amistades; por lo que fue muy llamativo y difícil para ellos enterarse de que el bosque había muerto.

Fue la primera vez que escuchó sobre Syna, ya que uno de sus miembros fue entrevistado ese día para explicar la situación que se estaba viviendo. Una mujer que representaba a la empresa explicó que el bosque había sido «absorbido», por lo que se conocía como el «efecto Zero».

Dicho efecto tenía tres etapas particulares: muerte, detención y expansión.

La primera explicaba que las plantas emprendían un proceso de putrefacción acelerada, como si estuviesen muriendo y marchitándose, lo que le puede llegar a suceder a cualquier planta si es expuesta a condiciones no favorables, aunque según la experta, esto era solo en apariencia.

Si bien, era cierto que sus hojas y tallos perdían su color natural y se tornaban oscuras y similares cuando se marchitan, luego llegaba la segunda etapa que cambiaba todo aquello.

Esta constaba de un proceso que detenía su inminente fallecimiento. Llegaba un punto en dónde las plantas, árboles, arbustos, todo lo que era tocado por aquel efecto, dejaba de perder sus hojas y ramas, y, por lo contrario, otras nuevas empezaban a crecer.

Lo que los llevaba a la etapa final: expansión. En esta última, parecía que las plantas cobraban un nuevo propósito. Se unificaban entre ellas, se volvían más grandes y buscaban expandirse hacia nuevos horizontes. Lo que empezaba como una muerte lenta y tétrica, se volvía, en poco tiempo, en una lucha por abarcar más territorio del que podía.

Aquel pequeño bosque situado en el parque natural terminó extendiéndose de manera exponencial, hasta llegar a una población cercana. Recordó a los miembros de Syna incinerando todo el lugar para evitar que la expansión se prolongara. Así mismo, repitieron ese modus operandi en todos los rincones del mundo en dónde una o más plantas eran infectadas por el efecto Zero.

—Sí, ya lo recuerdo —dijo Rex, asintiendo—. ¿Entonces Syna sigue en pie?

—Exacto. Ahora son los encargados de sustentar a los grupos de supervivientes más grandes. Aunque no quiero agobiarlos con tanta información de golpe. —Maga hizo una mueca pensativa, buscando las mejores y más claras palabras—. Sepan lo siguiente. Si eres un grupo grande y consolidado, Syna se contactará y te ayudará brindándote refugio, provisiones y equipamiento, como estos relojes que acabo de darles. A cambio, todos los miembros de la nación, sus presidentes, políticos, fuerzas de seguridad, habitantes, y nuevos ingresantes como ustedes, debemos cumplir con... ¿Cómo decirlo? Un derecho de piso.

Zeta: El señor de los Zombis (Reboot)Where stories live. Discover now