"Bonito"

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Alex

Vuelvo a beber de mi vaso solo por evitar largarme de allí ya que sé que Derek me hará muchas preguntas y no quiero enfrentarme a él. Sabía Elena que no estaría en esa fiesta, las chicas eran todas... de un estilo diferente al suyo, la música horrible y la bebida demasiado asquerosa. Pero la había buscado de todas maneras, por el jardín, la planta baja, la parte de arriba. Había más de una chica con el pelo negro y largo, pero enseguida las descartaba, conocía su cuerpo a la perfección, y bastaba que fuese dos centímetros más baja para saber que no era ella.

— Pírate, ¿quieres?— Un chico aparta a una chica que estaba besando su cuello. Éste se gira hacia mí y se apoya en la barra ignorándola. Oculto mi sonrisa bebiendo de mi vaso.— Madre mía...— niega mirando su vaso, su mirada se encuentra con la mía y sonríe.

— Las tienes loquitas, macho.— Comento y él sonríe más.

— Qué suerte la mía.— sonríe torcidamente.

— Alex Sáenz.— alargo mi mano después de un breve silencio.

— Gonzalo.— me la estrecha.— ¿Te hace uno?— Me enseña su cajetilla de tabaco, asiento y salimos al exterior de la casa.

Al final, Gonzalo resulta ser lo más divertido de la noche, no me cuenta demasiadas cosas sobre su vida, pero si sobre su vida amorosa.

— Y entonces acabé liándome con ella y con su mejor amiga...

Me río por culpa del alcohol, pero no puedo evitar pensar que cualquiera de esas chicas a las que Gonzalo ha tratado tan mal podría ser Elena, o cualquiera de las que he tratado mal yo. De hecho, lo había hecho con Elena y creo que por primera vez en mi vida me avergüenzo del estilo de vida que había llevado durante años.

— ¿Y tú qué?— pregunta Gonzalo haciéndome un gesto con la cabeza.

— Yo hace mucho que no vivo de esa manera.— le doy una calada a mi cigarrillo. Dios, qué bien se sentía de nuevo después de tantos años, me calmaba una barbaridad, y aunque no se podía comparar con Elena ni de lejos, creo que podría valerme durante un rato.

— ¿Y eso por qué? No me creo que te hayas cansado de las titis.

— Me he enamorado.— comento sin darme cuenta.

— ¿Enamorado? El amor no existe, solo la necesidad de estar con alguien el resto de tu vida. A los chicos mujeriegos como tú y como yo nos pasa alguna vez en la vida, porque tenemos miedo de acabar solos.

Entorno los ojos mirando a Gonzalo, me caía bien ese chico pero como pusiese en duda un solo segundo el amor que sentía hacia Elena iba a acabar pegándole, y no era lo que quería. Hablar de Elena con un completo desconocido no me gustaba. Ella era tan íntima, tan mía, era algo que quería mantener solo para mí y ni siquiera sabía por qué había dicho eso.

— Tienes razón.— me muerdo la lengua diciendo lo que creo que le va a complacer.

— Encontrarás a otra.— me asegura.

No le miro y no respondo durante varios segundos.

— Sí.— musito al fin tirando mi cigarro al suelo.— Seguramente.

Elena

— Nena, despierta.— Alex me zarandea ligeramente.

— ¿Alex?— me incorporo extrañada, y me encuentro con sus suaves ojos verdosos y media sonrisa en su boca.

— Vas a llegar tarde a clase.— susurra.

— ¿Qué?

Me despierto sobresaltada y al segundo el despertador de Corina suena, aunque lo apaga enseguida.

Quédate conmigo #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora