14. Acacia

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Entre vampiros existen parejas destinadas, el hecho de poseer una vida más extensa nos vuelve aptos para encontrar a aquella persona que nos complementa ya sea que compartan el mismo rango de edad o posean distintivos siglos de diferencia. Las parejas destinadas es un dato que se conoce desde la antigüedad, pero que solamente aquellos que pertenecen a la realeza conocen ocultando dicho conocimiento a su gente por el simple hecho de mantenerlos en control dentro de un mundo gobernado por hombres machistas.

Se sabe que el padre o hijo varón próximo a ser rey son quienes eligen a quien este desposara como futura reina, muchas de las cuales llegan a conocer a su pareja destinada a quien son obligadas a olvidar pese a que su esposo el rey copule con otras mujeres.



El hecho de desconocer de este dato vuelve a los individuos incapaces de comprender lo que los envuelve tras presentarse en el momento de encontrarse cercanos a su pareja destinada, lo cual describiría como una inexplicable atracción muchas veces imperceptible o ignorada ante su desconocimiento, pero que con el tiempo dicha sensación incrementa volviéndose extrañamente doloroso permanecer alejado de esa persona.

En el mundo en el que vivo pocos o nadie tiene la oportunidad de permanecer al lado de su pareja destinada lo cual conlleva a una vida sumamente dolorosa, ello ya que entre más lejos permanezcan el dolor paulatinamente se vuelve una necesidad, se te dificulta respirar, pierdes la concentración y son síntomas que solo hombres de gran poder son capaces de percibir al ser los únicos con el conocimiento de ello. Por desgracia para mujeres como yo eso conlleva a maltrato y noches de dolor físico, pero sin duda no se compara a su ausencia.



Por años he sido precavida, no lo miro más de lo necesario, no sé si él sabe de mí, pero cuando sus ojos parecen posarse en mi persona me es imposible evitar una sonrisa en mi rostro, aunque aquello no evita el dolor que siento y que incrementa cuando esta junto a su esposa. Las caricias que le proporciona, la delicadeza y ternura en su mirada, aquella sonrisa que solo aparece cuando la observa.

Como mujer he aprendido a conocer mi cuerpo, mi madre ayudo en ello, una mujer violentada por mi padre como muchas otras. Procrear es siempre el propósito de ellos y su deseo siempre son varones, niños que pretenden formar a su imagen. Los embarazos nunca faltan, a veces concurridos hasta obtener al varón, otras con tal de obtener poder.

En mi familia somos tres, a la mayor mi padre la entrego en matrimonio, ella murió. El menor fue un varón, consiguió a una mujer de gran familia, en cuanto a mí me vendió sin dudar al actual rey quien mostró su interés un siglo antes de nuestro matrimonio, aquel a quien ahora llaman mi esposo.

Con el tiempo he aprendido a manipularlo, lo suficiente para no salir herida ni embarazada hasta el momento. Como ya dije conozco mi cuerpo y he aprendido a reconocer cuando este se aproxima a la fertilidad lo cual ocurre únicamente tres veces cada siglo. Cuando ese momento se avecina el apetito incrementa, consumimos más sangre de lo habitual y el deseo carnal acrecienta, aunque con dificultad he logrado engañar y resistirme a la necesidad de copular, después de todo es peor mantenerme lejos de él, al menos hasta ese día.

En una fiesta y con la ausencia de mi esposo logré acercarme a él, simplemente me coloque a su lado y su aroma se volvió aún más embriagador, en algún momento su brazo rozo el mío recorriendo estática por todo mi cuerpo, desee aún más su contacto y al voltear a verlo sus ojos ya me observaban, ahí me di cuenta de que él también lo sentía.



El tiempo transcurría y el dolor incrementaba, en ocasiones lloraba volviéndose insoportable su ausencia y para aliviar aquel dolor recurrí al peligro. Las miradas se convirtieron en roces, cuando eso ya no fue suficiente comenzamos a escabullirnos y glorioso fue el día en que sus labios se posaron sobre los míos, su calidez envolviéndome, su calidez alejándose.

Posterior a aquel beso no lo vi por mucho tiempo, moría poco a poco y grande fue mi desilusión cuando me enteré del motivo de su ausencia, su esposa le había dado un hijo.

Lloré tras la noticia, el corazón me dolía y peor fue cuando lo vi por primera vez con aquel bebe en brazos, la ilusión con que lo miraba, la alegría que la ahora familia reflejaban. No obstante, cuando levanto la mirada y sus ojos se posaron en los míos toda aquella felicidad se esfumo.

El dolor persistía, aun así, opte por olvidarlo, pero el aroma y el recuerdo de su tacto prevalecían. Me centré en evitarlo, no mirarlo resultaba cada vez más complicado, sentía como me rompía hasta que un día huyendo de su presencia sin percatarme de un momento a otro lo tuve frente a mí. Su tacto en mi mano me dejo sin respirar, di un paso atrás cuando el pretendió acercarse y retiré mi mano de la suya. Negue cuando pretendió hablar.

—Tienes una familia -exclame negando.

—Te amo.

Su respuesta curvo mis labios en una sonrisa con melancolía, no deseaba interponerme, aunque el fuese mi pareja, intenté aclararle aquello, nada pude hacer cuando sus manos sostuvieron mi rostro, nada, tan solo observarlo. Mis ojos se cerraron cuando su frente toco la mía, lágrimas fluyeron por si solas y una vez más sentí sus labios sobre los míos, me inste a disfrutarlo pensando que ese sería el último.

Sus manos descendieron a mi cuello, la mía acaricio su mejilla. En algún punto nuestros cuerpos se pegaron y nuestros labios se despegaron ante la falta de aire. No abrí mis ojos en ningún momento deseando guardar aquel momento. Sentí como la electricidad recorría mi cuerpo cuando la punta de su nariz descendió de la mandíbula a mi cuello, la calidez de su aliento en ese punto...

Cuando sus dientes rasgaron mi piel di un respingo, la necesidad de alejarlo me abrumo y el miedo se apodero de mí, pero en poco otra sensación luchaba por poseer mi cuerpo, una que no sentía cuando mi esposo me mordía, una que no se comparaba a la excitación que sentía cuando los momentos de fertilidad se presentaban.

Gemidos expulsaron mis labios, mis manos pidieron más de él y su miembro ya endurecido comenzó a restregarse en mi zona ya humedecida, ese día me hizo suya. Esa noche ambos huimos del Reino de las Sombras.

Compromiso roto #dyjawards24Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin