Especial 1:

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Sunny Tristiae

Abril de 2016

Dibujaba en mi cuaderno el rostro de un hombre, el cual llevaba, varios días, grabado en mi mente. No recordaba conocerlo, ni sabía por qué su imagen me atormentaba de esa forma. Guiada únicamente por la necesidad inmediata de plasmar esa imagen en papel, realizaba el retrato.

Poco a poco comenzaron a ser visibles los rasgos masculinos, tenía un poco de acné juvenil en sus mejillas y frente; labios finos, siempre serio; cabello alborotado y largo que le cubría hasta encima de los ojos; su rostro era alargado y delgado; su mirada llena de dolor, me opacaba el alma al tenerlo tan presente.

Estaba totalmente concentrada, por lo que no me percaté de las nubes de tormenta que se arremolinaron en el cielo hasta que el aguacero me atrapó desprevenida. Comúnmente dibujaba en el patio de la Academia Lyuvov, a la intemperie, dejando que el olor de las flores ambientara mi espacio, el suave césped me acunara mientras dejaba volar la imaginación, la brisa acariciara mi piel y el bullicio de los adolescentes hormonales no interrumpiera mis momentos de creatividad. Casi nadie se agrupaba allí en las tardes por las clases, pero yo había decidido saltármelas porque me parecían demasiado aburridas.

El simple patio era mi lugar especial, luego de mi habitación, lograba concentrarme mejor que en el salón de arte totalmente equipado para que cualquier persona sin pizca de habilidad lograra dibujar una obra de arte, sin embargo, jamás necesite de esas prebendas para ser suficiente. Me enorgullecía de no tener magia, menos problemas, cero responsabilidades y vivir era mi única tarea.

Asistía a la única academia de todo el mundo Armin apta para personas sin magia como yo. Primera desventaja de vivir en un lugar donde las diferencias no las marca cuánto dinero tengas, si no cuanta magia puedas dominar. Aquí las personas como yo somos minoría, de cada mil parejas mágicas solo una se arriesga a tener dos hijos porque solo el primero heredará los poderes.

No son necesarias notas altas para acceder a la universidad. Las carreras son otorgadas por la representante del reino mágico en dependencia del nivel de magia que posea la familia. A pesar de que suena injusto, en un universo de magia, solo esta dicta las leyes. Además de que siempre existía la posibilidad de abandonar el mundo mágico y vivir en la tierra; sin embargo, el 90% de la población no mágica del mundo Armin siempre elegía quedarse.

Mis padres habían sido asesinados cuando yo tenía ocho años y Scott, mi hermano, dieciséis, así que a esa temprana edad se convirtió en ambos para mí. Siempre tuve cierta ventaja porque mi único familiar directo con vida estaba en el mayor rango de los magos, siendo valorado para convertirse en guardián de la realeza, por lo que solo necesitaba una carrera que llamara mi atención y sería mía. Me gustaba demasiado la fotografía y el diseño, estaba lista para graduarme en una de ellas.

Las tardes aburridas las pasaba dibujando, ya que no podía regresar a casa porque si mi hermano descubría mis fechorías me reprendería. La edificación más cercana para resguardarme de la lluvia se encontraba a unos escasos cincuenta metros, así que agarré mi cuaderno con fuerza, y recogí mis pertenencias lo mejor que pude para correr a refugiarme.

En mi carrera de vida o muerte bajo la lluvia sentí una presencia que me cubrió con un paraguas, de un segundo a otro dejé de mojarme, así que alcé la vista solo para tropezar con los ojos verde avellana de mi hermano que me observaba totalmente serio.

Estaba en problemas.

Las palabras se atoraron en mi garganta. Scott siempre fue un chico alto, atlético y con una personalidad distante, demasiado responsable, adoraba las reglas y seguirlas, por lo que su simple presencia convertía a un gigante en hormiga si estaba haciendo algo que no entraba en los parámetros correctos. Como era mi caso, era su polo opuesto, me atraía demasiado lo prohibido.

Mundos en línea [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora