Capítulo 11:

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La mañana transcurrió tranquila, mis clases apenas me daban tiempo de disociarme, una asignatura detrás de la otra con el pequeño intervalo de tiempo entre el cambio de un turno y el otro para salir corriendo de un salón al siguiente. En la tarde tuve una sesión de fotos en el centro comercial que duró más de cuatro horas. Regresé entrada la noche a la casa, mi abuela ya me tenía listo el baño y la cena.

No piensen que la tenía de sirvienta, no, incluso le propuse contratar a alguien para que se encargara de los quehaceres del hogar, a lo que se negó rotundamente debido a los hechos extraordinarios que ocurrían. Y contratar a un ser mágico para que lo hiciera contrariaba las normas que ella misma estableció para su vida.

Su retiro mágico la estaba asfixiando, eventos sobrenaturales, inexplicables ante la lógica, eran todo lo contrario a lo que buscaba cuando decidió vivir como humana sin magia. Y no quería cambiar eso, por lo menos no en lo que le restaba de vida. Si había accedido a hacerlo era para cumplir su promesa de mantenerme alejado de la magia, pero eso se arruinó cuando conocí a Sunny. Se la pasaba hablando de que un día no estaría, que estaba lista para partir, yo prefería hacer caso omiso a esos comentarios. Solo me quedaban ella y Sunny.

Laura recibió una jugosa oferta de trabajo para una agencia de modelaje en Europa, nuestra amistad se desenvolvía de forma virtual. No es que me quejase, más que nadie adoraba las redes y las facilidades que proveían las nuevas tecnologías. Por ser virtual no era menos real que estar sentados cara a cara, sin embargo, aún existía un pequeño abismo entre la realidad y lo virtual.

Scott traía a Sunny a través de las puertas casi a diario por unas horas, su excusa era la universidad de su hermana y su preparación para el futuro. Incluso Armin tuvo que intervenir, evidentemente para apoyarnos y traer a su novio a la tierra. Iniciado este curso logramos convencerlo de que le permitiera estudiar su último año en mi misma universidad. Fue todo un logro cuando el añorado «Sí» salió de los labios de ese chico. Al punto de que lo abracé, obvio, ese momento de éxtasis estuvo sucedido por mucha vergüenza y negación.

No puedo decir que nuestra relación era buena, solo he de admitir que Sunny tenía razón cuando dijo: Algún día no solo lo entenderás, lo apoyarás.

Tenía tanta razón, porque en ese instante era yo quien deseaba cuidarla y protegerla con garras y dientes. Sunny siempre fue tan sensible, delicada, frágil, que daba terror incluso apretarla en un abrazo. No podía evitar pensar en que la podría romper algún día, lastimarla con mis arranques de mal humor y celos hacia su hermano.

Una tarde, durante una visita, Sunny me regaló un pañuelo tejido por ella misma. Uso hilo blanco, azul y amarillo para confeccionar otra de sus nubes raras, cielo, nube y sol en ese orden. Lo coloqué como una reliquia en un cuadro para protegerlo y lo colgué sobre mi cama. Creía que de esa forma la tendría más cerca, aunque fuera un poquito.

Envidiaba mucho a Scott, él podía estar a su lado todos los días y a toda hora. No tenía límites absurdos de tiempo, ni que hablar con ella mediante chats. El tiempo de interacción que nos permitían apenas nos bastaba para que ella retocara con su magia de edición mis imágenes y les diera un toque más artístico. Desde que la cámara con mi hermano fueron encerrados en la bóveda y nuestra conexión se interrumpió, mis trabajos perdieron un poco de calidad. Mínima cosa, a pesar de que yo lo notaba demasiado, los clientes lo pasaban por alto.

En una sesión de psicología me hicieron una pregunta muy curiosa:

—¿Por qué te aferras tanto a Sunny?

—No lo sé —admití—. Todo en ella me parece fabuloso. Su compañía más que necesaria es insustituible.

—Y Scott interfiere en que ella esté siempre a tu lado, ¿por eso lo odias?

Mundos en línea [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora