Capítulo 4:

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Desorientado, con la vista desenfocada y sin la más remota idea de dónde me encontraba desperté. Me costó bastante poder aclarar la mirada para observar a mí alrededor. Logré distinguir el desteñido verde de una cortina de hospital que me encerraba en un cuadrante de dos metros por uno. Evidentemente acostado sobre la camilla de un hospital. No solo me dolía la cabeza, sino todo el cuerpo. Como si me hubiesen pasado por una trituradora y luego colocado allí en ese silencioso y apretado sitio.

Poco a poco los recuerdos desagradables retornaron a mi mente.

(...)

—Ja —Scott soltó una carcajada—. Soy y siempre seré una pesadilla que te arrepentirás de conocer. Te lo aseguro.

Luego de eso su puño impactó contra mi rostro haciéndome perder el equilibrio. Caí al suelo, una de mis piernas quedó atascada bajo la bicicleta. Avanzó y se colocó sobre el vehículo presionando fuerte contra la pierna, el dolor fue inmediato e insoportable. Apenas me dio tiempo a reaccionar cuando volvió a golpear, ni siquiera logré defenderme, a duras penas cubrí mi rostro para que no continuara lastimando esa zona. Mis brazos y abdomen recibieron múltiples puñetazos uno detrás de otro con una fuerza tal que creí que de una lograría atravesarme en algún momento.

(...)

De esa forma terminé en una camilla de hospital inconsciente.

Un leve quejido se escapó de mis labios al intentar sentarme. Mi pierna izquierda totalmente enyesada proyectaba punzadas que subían por mi cuerpo y hacía eco en mi cerebro palpitante. Levanté el camisón y tenía todo el abdomen morado e inflamado. Maldije y miré al techo.

¿Cómo había permitido que me golpearan de ese modo? ¡Maldito Scott! Juré vengarme en cuanto me recuperase. Ese estúpido no iba a salirse con las suya. ¡¿Qué diablos le había hecho para justificar sus actos?!

Una enfermera llegó con suero y me sonrió. Vestida con su característico uniforme blanco, su piel lechosa, con algunas pecas formando una especie de corazón en su rostro y el cabello rojo. Era delgada, de baja estatura, tuvo que colocarse de puntitas para alcanzar el suero viejo y colorar el nuevo.

—Hola, Señor Nubilium. ¿Cómo se siente? —Canturreó mientras acomodaba la sábana de la camilla que con mis movimientos se había desdoblado.

—Fatal —la voz me tembló.

—Le puse un nuevo suero, sus órganos internos sufrieron lesiones muy serias por lo que no es recomendable darle alimentos sólidos. Un médico vendrá a verlo de inmediato.

—Gracias.

No tardó ni dos minutos, regresó acompañada de una doctora. Una mujer que le sacaba dos cabezas por encima, sumándole los zapatos altos que, evidentemente, incrementaban su altura. Llevaba el cabello rubio recogido en un peinado fino. Lucía muy profesional, a juzgar por las joyas que usaba, aretes y cadena elegante de oro con un símbolo un tanto extraño del cual desconocía el significado. Una especie de L muy elaborada con una S en un extremo.

—Buenas tardes, ¿Cloudin Nubilium? —Preguntó leyendo la historia clínica.

—Sí —afirmé con la voz demasiado débil, por lo que aclaré mi garganta.

—Es un alivio que despertara...

—¿Cuánto tiempo estuve así? —la interrumpí.

—Usted llegó desfallecido, tuvimos que medicarlo de inmediato y proveerle varias transfusiones de sangre. Es un milagro que esté vivo —explicó evadiendo mi pregunta.

—No respondió mi pregunta, doctora. ¿Cuánto tiempo estuve así? —insistí.

—Lleva inconsciente dieciocho días —informó sin despegar los ojos del papel.

Mundos en línea [Finalizada]Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang