Epílogo:

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21 de abril de 2023

Un alboroto, literal. Corriendo, haciendo malabares para no chocar unos con otros, a pesar de verse el avance en la decoración, la casa seguía siendo un caos.

¿Nunca se han casado? Una boda, por más simple que sea, siempre va a estar acompañada de mucho estrés y locura momentánea.

Mi abuela se encargaba de las flores y los adornos en forma de corazón junto a su incansable amiga, la doctora Sunny.

Ralph había viajado a la tierra, acompañado de Ynnu, para encargarse de la música y atender a los invitados.

Scott y Armin por su parte, formaron con su magia unos efectos especiales increíbles en el jardín. Las personas que pasaban por la calle pensarían que era alguna máquina de tecnología súperavanzada. Ellos habían logrado que el ambiente se impregnara de olor a rosas y el aire simulara como si cayeran pequeñas florecitas que no ensuciaban el suelo, ya que eran solo un efecto.

Kolie no había podido asistir por estar demasiado ocupada con los asuntos de Lyuvov, era una lástima, pero ella era una reina muy, pero muy responsable. Su regalo fue todo el buffet de la ceremonia, contrato a los chefs más prestigiosos del país.

Laura viajó de Europa solo para asistir y apoyar con los preparativos, se encargó de toda la parte fotográfica.

Cuando todo estuvo listo y yo estaba a punto de colapsar por los nervios, llegó el Padre, por cierto, uno de Lyuvov. Teníamos pocos invitados, la mayoría eran seres mágicos. La única que faltaba en el grupo era mi amada Sunny que se estaba preparando.

¡Cinco minutos de atraso! ¡Diez! ¡Media hora! Creí que se había arrepentido a última hora.

Todo mi estrés finalizó cuando la vi llegar con su vestido blanco de cola enorme que se arrastraba por el suelo. A su lado Scott la sostenía del brazo con fuerza, ella también estaba nerviosa. Armin la había maquillado y se veía espléndida. Normalmente, era muy bonita, pero aquel día parecía una diosa.

—No te voy a pedir que la cuides, que se casen, no significa que yo deje de hacerlo —advirtió Scott dedicándome una sonrisa relajada.

No éramos amigos, pero si nos tolerábamos un poquito.

Frente al Padre, cada uno leyó sus votos:

—Mi nubecita rara —comencé sosteniendo sus manos delicadas—. Prometo que te amaré profundamente con todo mi corazón, que te seré fiel hasta el último día de nuestras vidas, que estaré a tu lado en las buenas y en las malas, como hemos hecho hasta ahora. Juro que sería capaz de dar mi alma por la tuya una y mil veces con tal que cuidarte. Te respetaré, compartiré todos los momentos de tu vida. Te apoyaré con tus sueños y haré posibles tus anhelos. Te amaré por siempre, y sabes que no rompo mis promesas.

—Mi Cloud —respondió ella—. Prometo que tu nube jamás volverá a ser gris, que no te sentirás solo porque voy a estar a tu lado por cualquier vía. Que voy a amarte, respetarte y también cuidarte hasta el último de nuestros días. Y quiero felicitarte mi vida, en unos meses... —hizo una pausa y suspiró—, seremos papás.

No puedo describir con palabras como me sentí con esa declaración. Fue corta, precisa, pero impactante. Tendríamos un bebé, nuestro destino estaba más atado que nunca con una gruesa cuerda llamada amor.

Mundos en línea [Finalizada]Where stories live. Discover now