Capítulo 18. "Cabrón rencoroso."

203K 12.2K 1.7K
                                    

Hola! Si, teneis todo el derecho de matarme, para los que nolo sepan vivo en Oviedo , Asturias y son libres de pasar a darme una colleja bien grande por haber tardado tanto en subir. ¿Escusa? No se si se le puede llamar así, simplemente ha sido una mezcla de cero tiempo libre, agotamiento por los examenes, imaginación truncada y bueno un montón de cosas como las que os suelen pasar a vosotr@s :) 

Asique me disculpo, de verdad que siento haberos tenido así, intentaré subir otro capitulo antes del lunes y también de MQLHDG!

Espero que os gusteee! ♥♥♥♥

-¿Por qué grit...?- No necesitó terminar su pregunta y yo no necesité responderla porque en cuanto su vista se clavó en el móvil entre mis manos sus ojos se bañaron de entendimiento. Estábamos en la misma página.

-¿Separar lo sentimental de lo profesional decías? ¡Estás jodidamente quitándome este trabajo porque no quieres que trabaje con mi ex!- No grité como un condenada, más bien mis palabras salieron a trompicones, como un sonido gutural producto de la rabia contenida.

-No deberías haber cogido mi móvil, era una conversación ajena.- Intentaba sonar tranquilo, empezaba a darme cuenta de que Jace utilizaba esa tranquilidad y pausa para hacer pensar a los demás que lo tenía todo controlado y así sacar ventaja de la situación.

Qué pena que hubiese dado con una tía con ganas de arrancarle la cabeza y a la cual le daba igual su mierda de tranquilidad falsa.

-¿Ajena?  Y un cojón de camello, no es ajena cuando le quitas a tu... tu...lo que sea yo para ti, un trabajo por el que le acabas de reñir solo porque su ex es el representante con el tendrá que trabajar.

-¿Que más te da? Te daré otro mucho mejor donde no tendrás que soportar a ese idiota.- La manera en la que se apoyaba ligeramente contra la mesa y removía el contenido de su copa sin un mínimo atisbo de interés, como si la conversación que estábamos manteniendo  fuera de lo más estúpida pues él tenía solución para todo, no hacía sino más que enfurecerme.

Pero tenía que respirar. Respirar y tranquilizarme.

-No quiero otro, quiero que me des el que me ofreciste al principio sin tener en cuenta quien soy yo y quien es él. Ya me estas tratando de manera especial al darme un trabajo que no me he ganado, no seas encima quisquilloso con él, no es justo.

-¿Quieres ir con él o qué?- Preguntó cuando el vaso de cristal tallado rozó sus labios. No dio un trago al liquido ámbar hasta que la última palabra salió de su boca. Cuando lo hizo no pude más que preguntarme cuan mal sabría esa bebida pues la mueca de su cara me hacía pensar que su sabor no era tan agradable como parecía a través del cristal.

-No, simplemente quiero que mi trabajo no se vea influenciado por él. Ni por ti.

Era duro. Muy duro. Casi tanto como imposible que eso pasase, pero era necesario decirlo.

El choque de mi comentario fue visible en todo él.  Pasó a ignorarme a mí a ignorar a su copa para dedicarme toda su atención.

-¿Para qué?¿Para qué le veas, haga de tu viaje un asco y la negociación se complique?

-No tiene por que ir mal, somos adultos y yo puedo...

-¿Puedes qué?¿Llevarte bien con él,  ser cordial con quien te jodió de esa manera, con quien posiblemente te siga queriendo herir? Solo harías eso si siguieses teniendo sentimientos por él; dime Grecia, ¿Sigues sintiendo algo por él?

¿Lo hacía? Nunca había estado enamorada de Karl, siempre lo supe y siempre lo sabré, pero todo este odio... todo este odio venía de algún lado, me había herido y para eso hacía falta que hubiese habido sentimientos. ¿Le había cogido cariño? Eso estaba claro, tenía recuerdos con él, recuerdos bonitos, noches de risas, abrazos entre lagrimas y secretos compartidos. Karl no me había enamorado, pero había conseguido mi amistad y luego la había roto en mil pedazos. ¿Sentía algo por él? Sí, no sentía lo que Jace insinuaba pero si sentía cosas por Karl. Odio, dolor, rencor, vestigios de lo que un día había sido una buena amistad. Todo ello creando una gran maraña en mi interior que apenas me dejaba respirar.

Jefe, quiero un hijo suyo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora