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Editado.
—John Booker Routledge, de conformidad con el artículo 14 del Estatuto de Carolina del Norte, se lo acusa de homicidio en primer grado con circunstancias agravantes. De ser declarado culpable, podría ser condenado a la pena de muerte —dijo la jueza y mis ojos se llenaron de lágrimas mientras sentía mi corazón romperse.
—Señoría, tiene 17 años —gritó JJ.
—Silencio en la sala —dijo ella.
Me levanté de mi sitio e intenté ir hacia John B, pero un agente me paró.
—¡John B! —grité.
—¡No la toques! —le gritó Kiara al agente que me detenía.
—Venga, Peyton, vámonos —me dijo mi hermana y entre ambas me llevaron hacia fuera.
Una vez fuera, todos empezaron a decir que era lo que tenía que pasar, que era la justicia o que se lo merecía y solo hacia que me hirviera la sangre.
—¿Es una broma? ¿Estamos en el infierno o...? —preguntó Kie.
—Nunca debimos volver a casa —dije con la cara llena de lágrimas.
—Se lo van a cargar, ya veréis —nos dijo JJ.
—Siento que haya pasado por esto. Menos mal que el sistema funciona —le dijo un hombre a mi padre.
—¿Te puedes callar? —le preguntó Kiara—. Claro que funciona, porque se hizo para proteger a gente como vosotros.
—Tendrá el juicio que se merece. El jurado decidirá —dijo el hombre de antes.
—¡Ni siquiera debería ir a juicio! —gritó Kie—. ¡Deberías ir tú, asesino! —le gritó a Ward—. Menuda jeta tienes para presentarte aquí.
—Entiendo que estés alterada —le dijo mi padre, si así podía llamarlo.
—¿Alterada? —le gritó Kiara muy cabreada.
—Sí, os tiene a todos engañados.
—Te vas a enterar —le gritó Kie antes de intentar abalanzarse contra él, pero el sheriff la detuvo.
—¿Queréis acabar detenido? ¡Entonces fuera!
—Que puta mierda —dijo Kie y me acerqué a ella.
—No merece la pena Kiara, vámonos —le dije dándole la mano para tranquilizarla.
—No es ninguna coincidencia que tus hijas se queden con nosotros —le gritó Kiara.
—Te aseguro que volverán —dijo Ward.
—Prefiero morir a vivir un minuto más bajo el mismo techo que tú —le dije mientras JJ me empujaba para salir de allí.
