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Reescrito <3
John B y yo corrimos hasta llegar a una de las casas en venta de Rose y, una vez allí, nos detuvimos para intentar recuperar la respiración.
—Escondámonos aquí —le propuse intentando regular mi respiración.
—¿Seguro que está vacía? —me preguntó preocupado y asentí con la cabeza mientras caminaba hacia la casa.
—Sí, la vende Rose —le dije y, una vez en la puerta, metí el código 0215 antes de abrir el candado—. El cumpleaños de mi padre —le expliqué mientras sacaba la llave del candado.
Abrí la puerta antes de escuchar la voz de un policía a lo lejos, así que, rápidamente, John B y yo entramos y cerramos la puerta tras nosotros. Ambos nos sentamos con la espalda apoyada en la puerta antes de que JB rodeara mis hombros con su brazo, acercándome a él.
En cuanto escuché los pasos de un policía acercarse, me tapé la boca con la mano, ya que mi respiración era aún algo agitada. Miró con la linterna el interior de la casa desde una ventana y, una vez se alejó, solté un suspiro aliviada. John B apoyó la cabeza en mi hombro antes de repetir mi gesto.
—Seguramente hayan ido hacia el Arrabal —le dije, haciendo que se tranquilizara.
—Vamos arriba —me propuso y, tras unos segundos, me levanté del suelo con su ayuda.
Ambos subimos al piso de arriba dados de la mano antes de asomarnos a la ventana para asegurarnos de que no había ningún policía por la zona, pero, lo que vimos me jodió mucho más que ver a un par de policías en la calle. Rafe y a Kelce estaban allí, buscándonos.
—Me gustaría saber en que momento pasó de leerme cuentos cuando no podía dormir a apuntarme con una pistola en la cabeza —le dije dolida, y John B me rodeó los hombros con un brazo antes de tirar de mi hacia un armario.
—Lo siento mucho —me susurró antes de darme un beso en la cabeza.
—Nada de esto es culpa tuya —le dije antes de darme la vuelta y abrazarlo con fuerza.
Él me devolvió el gesto soltando un suspiro aliviado.
—Me alegro de que estés aquí —me dijo y asentí con la cabeza.
—Yo también —le dije antes de separarnos y abrir las puertas del armario.
Hicimos una cama improvisada con unas colchas que había allí y nos tumbamos juntos, mirando el techo. Ambos suspiramos aliviados antes de acercarnos el uno al otro aún más. Recordé que aquella casa tenía constelaciones en el techo, así que saqué la linterna y lo alumbré.
—Wow —exclamó John B asombrado.
—Está guay, ¿eh? —le pregunté feliz de que hubiera conseguido tranquilizarlo un poco.
