Nuestra historia de amor (Grindeldore)

Capitulo 4

Después de ese día en el que Gellert y Albus fueron a comer juntos, se veían diario, pasaban mucho tiempo juntos y aún que no quisiera admitirlo, Albus era el primer amigo de Gellert, en Durmstrang sus "amigos" solo estaban con él por miedo, miedo a que Gellert les hiciera algo y él lo sabía, pero no le gustaba estar solo, se sentía abandonado cuando lo estaba, por esa razón nunca se alejó de esos amigos falsos.

(...)

Después de un tiempo, Gellert comenzó a leer muchos libros sobre las reliquias de la muerte, y se empezó a obsesionar con ellas, estaba seguro de que existían y estaba seguro de que iba a encontrarlas.

Según Gellert, cuando las encontrará, se convertiría en el amo de la muerte, gobernaría el mundo tanto mágico como no mágico, ese era su sueño, gobernar el mundo.

Cuando conoció a Albus, notó que él pensaba de manera muy similar a él, así que pensó que él podría ayudarlo a conseguir las reliquias de la muerte, además Albus quería venganza contra los muggles, por haber herido a su hermana y por haber causado que enviaran a su padre a Azkaban.

Gellert pensó que ese sentimiento de necesitar venganza, sería lo que haría que su plan para conseguir las reliquias funcionara.

Pero esta vez haría las cosas bien, no usaría a Albus para conseguir lo que quería, esta vez no, si algo había aprendido de sus años en Durmstrang era que al pedirle a otras personas que hicieran su trabajo o al usar a otras personas, solo las alejaba y se quedaba cada vez más solo, no quería que eso pasara con Albus, él era especial, lo había notado desde el momento en que lo conoció, él era diferente.

No quería hacerle daño, por más que quisiera las reliquias, sabía que no debía usar a Albus... a menos de que Albus quisiera ayudarlo, tal vez si le hablaba de lo grandioso que sería si ambos fueran amos de la muerte, querría ayudarlo.

"Si eso haré" pensó Gellert y sonrió, después de acostó en su cama y se durmió.

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