Siempre me molestaba aquella risita escandalosa que tenía y acostumbraba a sacar a mitad de las clases, esos ojos brillosos que tanto me juzgaban, esos cabellos rizados que siempre revelaban su estado de ánimo. Sin saber que un día ya no la escucharía más, sin saber que esos ojos brillosos ya no me observaban y aquellos cabellos, ya no me revelaban cómo estabas. Ahora no sé dónde estás, sin embargo, espero que estés bien. Aquí me tienes, escribiendo un libro sobre ti. Aún te extraño.
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