Andrew, a sus 19 años, sentía que cada día era una repetición de los anteriores, como si estuviera atrapado en un ciclo eterno de monotonía. El murmullo constante de la rutina había comenzado a desgastar su espíritu, dejándolo anhelando algo más, algo que despertara su corazón del sopor que había tomado. Cada mañana, se levantaba con la esperanza de que el día traería un giro inesperado, un atisbo de emoción que sacudiría la uniformidad de su existencia. En su búsqueda incansable por un cambio, Andrew había explorado las calles de su ciudad una y otra vez, buscando señales, oportunidades o incluso un encuentro fortuito que lo sacara de su letargo. La necesidad de hallar algo diferente, algo que rompiera las cadenas del aburrimiento, lo empujaba a cada esquina, cada rincón, en la esperanza de que el destino le concedería una nueva dirección. Pero en medio de su anhelo por algo distinto, Andrew no estaba solo. En una sincronía asombrosa, Itzel, de 18 años, también anhelaba una transformación en su propia vida. Cansada de una rutina que parecía envolverla como un abrazo asfixiante, soñaba con aventuras que la sacaran de su zona de confort. Cada noche, miraba las estrellas con una sensación de añoranza, preguntándose si alguna vez tendría la oportunidad de escapar de la existencia predecible que había tejido a su alrededor.
3 parts