UNA EXTRAÑA SENSACIÓN

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Todo empieza en los oscuros recovecos de Winstonville, donde las calles adoquinadas resonaban con ecos del pasado y las sombras danzaban en armonía con los secretos enterrados, se encontraba Damian. A sus 19 años, era un espectro solitario, un joven apuesto de mirada penetrante cuyos pasos parecían hundirse en el mismo suelo por el que caminaba. A causa de la muerte de su padre cuando el era apenas un niño y la muerte de su madre a sus 16 años, el había forjado su camino con determinación, trazando una senda silenciosa y enigmática en una ciudad donde cada rincón guardaba una historia oculta.

Su mirada, tranquila y profunda, se deslizaba sobre las calles con una intensidad que parecía escrutar cada detalle y cada sombra en busca de pistas y significados. Detrás de sus ojos, se ocultaban pensamientos insondables y reflexiones que trascendían la superficie de lo que se veía. Su semblante, a menudo tranquilo e imperturbable, apenas daba pistas sobre las emociones que latían en su interior.

En medio de la elegancia decadente de la noche en Winstonville, Damian era una figura solitaria, un enigma viviente que parecía flotar en la línea divisoria entre lo que se conocía y lo que permanecía oculto. Sus silencios eran más elocuentes que las palabras que podían pronunciar otros, y su presencia evocaba una aura de misterio que atraía las miradas curiosas de aquellos que intentaban entender qué secretos yacen bajo su superficie serena.

— Es algo tarde, talvez deba ir a casa — murmuró Damian.

El solo mantuvo su mirada fija en las solitarias calles de Winstonville, ya cubiertas por una espesa neblina que engullía los contornos y dejaba solo sombras difusas en su estela. La neblina, como un velo sutil y misterioso, envolvía cada rincón de la ciudad. En medio de esta atmósfera enigmática, Damian caminaba con pasos pausados hacia su hogar, que aguardaba un par de cuadras más adelante, como un refugio seguro en medio de la oscuridad.

A medida que avanzaba, la niebla se abría y se cerraba como cortinas fantasmales, revelando y ocultando fragmentos del paisaje urbano. Los faroles que luchaban por iluminar las calles añadían una luz tenue y parpadeante a la escena, arrojando sombras danzantes que parecían bailar al ritmo de sus pensamientos.

Sin embargo, algo rompió el velo de la neblina, un destello de vida en medio de la quietud. En el rincón de su visión periférica, Damian captó una figura. Una chica, etérea como un sueño, se materializó ante sus ojos en medio de la bruma. Sus cabello negro parecía fundirse con la neblina, y su presencia era como un misterio que había emergido de la niebla misma.

Aunque su mente luchó por discernir si era real o un producto de la imaginación, sus pasos se ralentizaron y finalmente se detuvieron. La chica, inmersa en sus propios pensamientos, no parecía darse cuenta de la presencia de Damian que se acercaba. Sus pasos eran delicados, como si caminara en un mundo aparte, ajena a la realidad tangible que la rodeaba. Fue entonces cuando dio unos pasos más hacia adelante, y un pequeño charco, resultado de las frecuentes lluvias en la zona, la tomó por sorpresa.

En un instante, el aire se llenó con el sonido de un resbalón y un ligero grito amortiguado. Damian no dudó ni un segundo. Sus instintos lo llevaron a lanzarse hacia adelante, como un guardián de la noche, para evitar que la chica impactara contra el suelo húmedo y resbaladizo. Sus brazos la rodearon con firmeza, deteniendo su caída en un abrazo inesperado.

La neblina pareció ceder ante ese momento, como si el misterio se hubiera transformado en un momento de claridad. Los ojos de Damian, fijos en los de la chica, reflejaban una mezcla de preocupación y sorpresa. La chica, en sus brazos, había pasado de ser un enigma lejano a una presencia real y tangible, y el encuentro que habían compartido en medio de la neblina había tomado una forma concreta y vívida, ella se veía tan frágil en los brazos de el, y Damian no pudo evitar detallarla, su cabello oscuro y negro como la noche, su piel blanca y suave cual porcelana, su cuerpo delgado, pero al mismo tiempo voluptuoso.

Ecos del SilencioUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum