¿Sabes de ese tipo de sensaciones donde tu mente no para quieta? Pensamiento tras pensamiento y haciéndote sentir peor en cada momento. Es como si fuera un reloj marcando la cuenta atrás para el peor de los finales. Tic tac, tic tac. Hasta que apareció ella y la calma llegó o al menos, hasta que el reloj diera la vuelta y comenzara otra vez su cuenta atrás. Y así fue.