Es un día cualquiera. Quizás martes, quizás miércoles, quizás no sea importante, pero quizás se desvele tarde o temprano igualmente. El tiempo pasa escurriéndose entre las palabras que lo describen, gota a gota, cayendo cual tortura china sobre un suelo que bien podría ser la frente de Juanjo, atrapado en los acontecimientos entre su cama y el tren. Un viaje cuyo fin está cerca, y que sin embargo distorsiona el significado de la distancia, moviéndose, pero no realmente. El despertador sonará pronto, pero eso es sólo una sinapsis, dando la señal al dedo que sujeta la pistola que dará la señal de salida. Una sinapsis a la que todavía le queda algo de camino, pero no tanto. Es sólo un paso más.
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