Él solo la observó marcharse sin decir una sola palabra, dentro de sí solo deseaba al menos una oración más por el solo hecho de volver a escuchar su voz. Se sentía mal por haberla dejado ir tan pronto, vaya si no poseía ningún remordimiento de haber golpeado aquel pastel, pues de no haberlo echo no la habría conocido. Algo dentro de él cobró vida cuando tocó su mano, pues nunca había sentido algo así y estaba dispuesto a que no fuera la última vez. Estaba dispuesto a encontrarse de nuevo con esos ojos caoba astillado tan profundos que podrían tocar su alma.