Lucía Petterson no era la princesa. Ella no era la protagonista, nunca lo fue. No era la chica fea que se quedaba con el chico guapo, no era la zorra que tenía otra oportunidad con un buen chico que sabía que era dulce por dentro, no era la niña ruda que se enamoraba del bueno, ni era la buena del chico malo. Lucía no había nacido para ser la princesa, ni la protagonista, ni la chica especial. Y estaba lista para ello. Segundo Libro de "¿Obsesión o Amor?"
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