N.
Yeonjun cerraba los ojos esperando desaparecer, pero no fue así.
—¿que has hecho? ¡¿Que es lo que hiciste, soobin?!
—lo siento...
—yeonjun tiene dos días y lo llevaré al cielo, los dejo—hace una pequeña reverencia antes de retirarse.
Yeonjun va hasta el sillón y se sienta lentamente en este, seguía atónito por lo que había pasado. Soobin lo sigue notando eso.
—era lo mejor... ¿No? ¿Por qué no me lo dijiste?
—¿por qué no me dijiste que ya sabías que te estabas yendo?
—por fin lo comprendiste... no lo sé, esperé que alguna voluntad divina me permitiría estar toda la vida contigo—voltea a verlo con lágrimas en los ojos.
—¿cómo te sientes? ¿Mejor? Tus poderes han regresado gracias a que firme eso.
—¡quería quedarme así contigo! Si regreso como humano... Voy a olvidarte...voy a volver a odiarte.
—lo sé... Volverás a recordar o tal vez no, todo lo que vivimos juntos en el pasado, pero lo que más duele es no verte nunca más, si no lo hacía, ibas a desaparecer y nunca más ibas regresar. Si renaces, voy a poder buscarte como lo hice siempre y voy a volver a enamorarte.
La promesa iba a seguir.
—sigo siendo un tonto ¿verdad? Sigo amándote aunque hagas todo esto, soobin... No voy a estar más contigo, ¿te das cuenta de todo lo que estás arriesgando?
—no me odies ¿esta bien? No quiero que renazcas como un perro o un cerdo, me arriesgo a muchas cosas, pero por lo menos quiero que vivas, te obligué a amarme y moriste muy joven por mi culpa, no quiero que eso vuelva a pasar.
Yeonjun.
No iba a verlo y de seguro iban a hacer que lo olvide. No quiero repetir este sufrimiento, sufrí recordando.
—tengo miedo de olvidarte cruzando ese puente, tengo mucho miedo.
—volveré a enamorarte, una y otra vez si es necesario, volveré a buscarte una y otra vez porque te amo y no me imagino una vida feliz si tú no estás a mi lado.
Abracé a soobin con mucha fuerza y derramé algunas lágrimas.
—Eres un tonto, sooba. Soobin tonto, no quiero que te sientas solo...
—ese también es mi castigo, la eterna soledad. Dios es cruel, muy cruel, jugó con nuestros destinos. Prométeme que cuando cruces el puente no me vas a olvidar, que va a ver algo tanto en tu cabeza y en tu corazón que me recuerde.
—no beberé de ningún agua y ningún puente me hará olvidarte. Voy a renacer y espero que no sea en un perro, hasta el último segundo antes de morir siempre te amé, aunque hicieras algo malo, siempre te amé y te seguiré amando.
Prometo no tomar la decisión de olvidarte.