El Internado Miethrickson ©

Von The-Good-Coffee

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El internado Miethrickson es el sitio a donde mandan a aquellos chicos problemáticos, aquellos de los que sus... Mehr

¡Advertencia!
◇Prólogo◇
◇Capítulo 1◇
◇Capitulo 2◇
◇Capítulo 3◇
◇Capítulo 4◇
◇Capítulo 5◇
◇Capítulo 6◇
◇Capítulo 7◇ [I]
◇Capítulo 7◇ [II]
◇Capítulo 8◇
◇Capítulo 9◇
◇Capítulo 10◇
◇Capítulo 11◇
◇Capítulo 12◇
◇Capítulo 13◇
◇Capítulo 14◇
◇Capítulo 16◇
◇Capítulo 17◇

◇Capítulo 15◇

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Von The-Good-Coffee


A veces tengo miedo de mi corazón, de su hambre constante de lo que sea que quiere. La forma en que se detiene y comienza otra vez.

-Edgar Allan Poe

***

Anya Smirnov:

Desde el suceso con el enmascarado no me he sentido del todo bien. Sentía que me estaban observando, que estaba siendo observada constantemente y aunque cuando estaba con Jade me olvidaba de esa sensación igual volvía a surgir cuando él se iba.

Me sentía en peligro, como sí algo fuese a atacarme en cualquier momento. Me repetía continuamente que nada pasaría, que estaba siendo exagerada y que tenía que tranquilizarme.

Hace rato había pasado la hora del almuerzo. Jade se había ido a hacer algo, pero no me había dicho que era ese algo. No sabía qué es lo que hacía cuando no estaba conmigo ¿iba a ver a alguien más? Porque ¿qué otra cosa se podría hacer en este lugar que no sea estar con otra persona? Yo estaba en la biblioteca, no había otro lugar recreativo/interesante.

Solté un suspiro y cerré el libro que estaba leyendo.

Debo dejar de pensar en ello, probablemente tan solo fue al baño. Me levanto y registro el libro que me llevaré. Camino tranquilamente entre los pasillos hacia no se dónde. Aún no podía creer lo que éramos, lo que todos acá significaban y que por eso mismo había alguien tratando de matarnos.

Eso me hizo tener escalofríos. Los vellos de mi cuello se levantaron y el presentimiento de estar siendo vigilada regresa nuevamente con más intensidad. Me doy vuelta sobre mi eje pero no encuentro nada fuera de lo normal, personas caminaban de aquí para allá concentrados todos en sus asuntos. Nadie parecía especialmente resignado en vigilarme.

Suelto un suspiro y vuelvo a mi camino. No tenía idea de porqué sentía que algo malo iba a pasar en cualquier momento, como si algo fuese a chocar contra el edificio y acabar con todos.

Tienes que estar tranquila Anya, nada malo te va a pasar. Estás rodeada de personas, es pleno día, hay cámaras y guardias. Es un lugar totalmente seguro ahora.

Anya.

Me tropiezo con mis propios pies al escuchar mi nombre en una ronca voz susurrada.

No mires atrás Anya.

Me volteo rápidamente, tan rápido que casi me caigo pero logro recuperar nuevamente el equilibrio. Veo para todos lados buscando la fuente de lo que escucho, pero no veo a nadie. Absolutamente nadie está cerca de mí.

Iremos a un lugar mejor.

—¿Quién-Quién ha dicho eso? —susurro a nadie en particular.

¿De verdad lo había escuchado o estaba en mi cabeza?

Aturdida comencé a caminar rápidamente.

Un lugar mejor.

Se repite haciendo que comience a correr y entre en la primera puerta que veo. Me apoyo en ella al cerrarlo como si las voces se quedaran detrás de ella. No entendía nada de lo que pasaba.

Miré al rededor dándome cuenta que me encontraba en uno de los baños del internado. Bien, necesitaba un respiro. Al menos no había entrado en el baño de los chicos.

Dejé el libro a un lado en la encimera del lavamanos. Abro el grifo dejando salir el agua, agarro entre mis manos y me echo en la cara. ¿Estaré escuchando voces? ¿Fue por no dormir bien? ¿Me estoy volviendo loca?

Cierro el chorro y al levantar la vista la aparto instintivamente de mi reflejo. No suelo mirarme en realidad, ni siquiera pienso en mi apariencia realmente. Se que no soy el estándar de belleza ni nada parecido. No soy alta más bien soy compacta, baja. Me encanta la comida, me encanta comer y generalmente lo hago cuando me estreso o estoy ansiosa.

Así que normalmente evito pensar en mis abultadas mejillas, en mis gruesos brazos, gruesas piernas, gruesa cintura...

Sacudo mi cabeza para quitar esos pensamientos de mi mente. Si no pienso en ello, no me perturbará, si no me perturba entonces no será un problema. Entonces tan solo tengo que ignorarlo y no hará daño.

Evito completamente mi reflejo en el espejo observando el lavabo. Estaba agarrando el libro para irme, tranquila de que ya no escuchaba a personas susurrandome, pero me había relajado demasiado rápido.

Una risa.

La risa de un niño resonaba en el lugar. ¿Qué hacía un niño en el baño? Eso era imposible, todas las puertas de los cubículos estaban abiertas, no había más nadie que yo aquí. Así que todo indicaba que la risa provenía de mi cabeza, pero es que se escuchaba tan real, se escuchaba como si realmente resonara desde afuera.

¡¿Qué me estaba pasando?!

Tapé mis orejas con mis manos cuando la risa aumentó en volumen, pero no funcionó para nada, lo que me confirmó que la estaba imaginando. Era tan fuerte que me dejaba aturdida. Resonaba como eco en un túnel golpeando las paredes de mi mente.

Un escalofrío recorrió mis brazos cuando la sensación de estar siendo observada regresó. Sentía que miles de pares de ojos estaban viéndome justo ahora, y el eco ensordecedor de las risas no disminuía ni un poco.

¡Mira, mira!

Gritó con insistencia la voz entusiasta del mismo niño, lo cual significó una tortura en mis oídos y mi cabeza la cual retumbaba como si una locomotora se hubiera instalado en mi cerebro.

¡Anya, mira!

—Basta —supliqué con agonía.

Cerré los ojos con desesperación y corrí hacia la puerta atravesandola a toda velocidad, mis pasos repercutían en mi pobre cabeza. No veía por donde iba, solo quería escapar de lo que me estaba pasando –lo cual no podía porque estaba en mi cabeza– y fue por eso mismo que choqué de lleno contra alguien.

—Ann —dice la voz sorprendida de Jade, el cual me sostiene para que no termine cayendome—. ¿Te encuentras bien?

Eso hizo que abriera mis ojos y subiera mi mirada para verlo. Sentía un sentimiento de real alivio al tenerlo en frente.

—Yo... —tragué grueso preguntándome si era lo correcto decirle lo que me estaba pasando. Las voces, la paranoia. Parecería una loca y a nadie le gustaban las locas. Entonces ahí fue que me di cuenta de que ya no estaba escuchando nada, no había risas ni la voz de un niño llamándome—. No lo sé —termino diciendo patéticamente dejando una expresión confundida en su bellísimo rostro.

Bajé lentamente las manos de mis orejas.

—Estás sangrando —dijo con un tono ansioso y preocupado, su seño se frunció en una expresión desasosegada. Sus manos abandonaron mi cintura –no me había dado cuenta de donde estaban sus manos, espero mo haberme sonrojado demasiado al percatarme– y se posaron con sorpresiva suavidad en mi rostro.

Yo aún estaba muy embobada para sopesar seriamente sus recientes palabras.

—¿Qué es lo que pasó? —preguntó él obligándome a reaccionar y a hacer mi cerebro maquinar correctamente.

—Yo... —murmuré aún aturdida por él y también por lo que había pasado. Pasó su dedo índice por debajo de mi oreja y acercó su dedo a él, en eso pude ver la sangre contrastando con su pálida piel.

¡Dios santo!

Hice lo mismo y observé el líquido carmesí en la yema de mi dedo, las alarmas en mi cabeza comenzando a sonar.

—Ann, ¿qué es lo que pasa? ¿Por qué habías salido corriendo del baño?

Me resistí o eso intenté hacer. No ayudó que su expresión luciera genuinamente preocupada por mí. ¡Por mí! Y tampoco que una de sus manos estuviera aún en mi mejilla sujetando mi rostro con delicadeza. Además de que sus azules ojos lucían extraordinarios estando así de cerca.

—Yo... —repetí nuevamente como una boba.

Mi corazón latía como un loco por nuestra cercanía. Tucum, tucum, tucum. Él olía tan bien. Tucum, tucum, tucum. Como a lluvia, ese delicioso olor cuando las gotas golpeaban el asfalto. ¡Tucum, tucum, tucum!

Tragué fuerte y respiré hondo con tal de organizarme.

—Te diré, pero tenemos que ir a un lugar más privado —murmuré tímidamente.

De repente pasó algo que en definitiva no me esperaba para nada: sus mejillas y orejas se pintaron de un rosa intenso. El rosa contrastaba maravillosamente con su pálida piel al igual que con sus maravillosos ojos azul bebé. Tan azules como los de Nastya que podían casi pasar por grises si mirabas desde lejos.

Mis mejillas también se calentaron al tener en cuenta lo que pudo haber pasado por su mente.

Alejó su mano de mi mejilla al igual que su mirada de la mía.

—Emm... —murmuró procediendo a aclarar su garganta. Por un momento pensé que diría que no—. Claro.

Dejo mi vista en el suelo sintiéndome abochornada.

Antes de poder decir algo me agarra de la mano y me lleva a no se dónde. Primero pensé que era hacia algún salón, pero seguimos de largo hacia el lado de las oficinas.

—¿A donde vamos? —pregunto completamente consciente del calor de su mano en la mía.

—Hace un tiempo encontré un lugar realmente hermoso en este piso —explica, aunque no me quedó muy claro pero decidí seguirlo sin agregar más nada.

Habíamos llegado al fondo del segundo piso del lado de las oficinas deteniendonos frente a una puerta común.

—Hemos llegado —anunció con acento antiguo y ostentoso, abrió la puerta de par en par y me señaló el interior teatralmente para que entre.

Aguanté la risa y pasé. Una sonrisa instalándose en mi rostro siendo su entusiasmo verdaderamente contagioso.

Observé el lugar con detalle. Era una habitación mediana, más bien larga hacia los lados, en realidad no había demasiados pasos entre la pared frente la puerta, como unos cinco solamente. Lo que se me hizo extraño fue que hubiera una enorme cortina que la cubría. Olía fuertemente a polvo y todo se encontraba oscuro.

—¿No hay luz? —pregunté dándome vuelta para verlo terminar de cerrar la puerta.

—Ya verás —se abstiene a decir dirigiéndose hacia la cortina.

—¿Eso es...? —empiezo a decir pero me detengo de inmediato cuando descubre la enorme ventana de piso a techo que se escondía detrás de la cortina.

Quedé boquiabierta al ver el paisaje que se extendía al frente de nosotros. No me había dado cuenta de que estaba avanzando hasta que había llegado justo al frente del vidrio. Si miraba hacia abajo podía ver el enorme patio de asfalto donde hacíamos educación física, pero lo increíble estaba justo al frente.

La extensión de bosque era maravillosa y parecía infinita, los árboles abundaban alrededor con sus copas llenas de nieve pareciendo una manta blanca constante que nos arropaba. Para más deleite estaba nevando justo ahora, era totalmente hermoso si evitabas concentrarte en los deterioros que ha hecho la humidad.

El cielo estaba completamente gris pareciendo enfermo y agónico. Los árboles estaban casi secos con pocas hojas. Si te concentrabas en los copos que caían te dabas cuenta de que no era la mejor idea salir para afuera y sacar la lengua para atrapar alguno.

—Es realmente...

—Hermoso y terrible de igual forma. —Termina Jade por mi haciendo que lleve mi atención a él. Sus palabras haciéndome entender que veía lo mismo que yo veía: devastación.

Él se encontraba a mi lado observando el paisaje atentamente, su mirada al frente dejandome ver con claridad su perfil.

Se veía descaradamente increíble, su mandíbula bien marcada sin un gramo de papada, su manzana de Adán lo hacía lucir varonil de una forma extraordinaria, su mentón sobresalía ligeramente, su labio superior era más delgado que el inferior pero sería un error considerar eso una imperfección ya que solo le añadía más atractivo al igual que pasaba con su nariz la cual era más bien un tanto ascendente, sus cejas no eran gruesas ni delgadas, su cabello era ligeramente corto a los costados y ligeramente largo al frente. Lo suficiente para que cayera en su frente.

Al parecer tanta atención de mi parte al detallarlo llamó su atención e hizo que volteara a verme. Sus ojos conectaron con los míos y de inmediato sentí que no podría despegar mi mirada de la suya aunque quisiera, era hipnótico y descarrilante lo fácil que me atrapaba.

Claro que la timidez pudo más y aparté la mirada volviéndola al frente.

Aclaré mi garganta para hablar: —¿Cómo es que ocultaron esta ventana tan maravillosa? Da la impresión de que pusieron este cuarto solo para que no se vea —comento ya que verdaderamente pareciera eso teniendo en cuenta las dimensiones del lugar.

—Probablemente porque era demasiado maravillosa para este lugar. Arruinaba la onda deprimente. —Sin poder evitarlo rio ante lo que dijo y veo de reojo como también sonríe. Entonces retrocede dos pasos, extiende sus manos y hace un cuadro con ellas como si estuviera enmarcando la vista—. Sip, grita esperanza y no queremos que ni siquiera sepan que significa eso.

Me cubro la boca al reír nuevamente.

—¿Esperanza? Ummm, ¿qué clase de hamburguesa es esa y con qué se come por favor? —Y logro que ría abiertamente por mi comentario.

Diosss. ¡Lo sabía!

Su risa es encantadora. Ronca y suave además de que se veía adorable cuando se formaban los dos hoyuelos en sus mejillas y mostraba su ardiente sonrisa. Podría haberme derretido justo ahora.

—Luces realmente increíble cuando sonríes —murmura de repente observandome atentamente, haciendo que deje de reír de inmediato. No me había esperado para nada eso. Mis mejillas se incendiaron furiosamente. No sabía que decir.

—Entonces, ¿me vas a contar que es lo que te inquietaba hace un rato? —pregunta cuando segundos le siguieron a su declaración. Me había quedado como boba sin saber como reaccionar. ¡Tonta! ¡Tonta! ¡Tonta!

Me había olvidado completamente del suceso en el baño, de las voces susurrando en mi mente. Un escalofrío se abrió paso por mi columna al acordarme.

Decido que tengo que contarle, sentía que sí no le contaba a nadie todo quedaría en mi cabeza y eso significaría que me estaba volviendo loca, aunque sí le contaba él podría pensar que me estaba volviendo loca. Al parecer era un perder/perder.

Tomé una bocanada de aire y decidí sentarme en el piso viendo hacia la ventana. Él siguió mi ejemplo sentándose a mi lado, su atención estaba concentrada en mí al igual que la mía en él.

—Probablemente pienses que me estoy volviendo loca —veo como alza una de sus cejas por cómo decidí empezar—. Escuchaba voces.

—¿Voces?

—Si. Yo... estaba saliendo de la biblioteca cuando escuché que me llamaban, pero no era nadie en realidad. Sonaba como si viniera de afuera pero... estaba en mi cabeza —aparté la mirada de él y conté todo mientras observaba el bosque lleno de nieve. Todavía no me sacaba la sensación del enmascarado estando a tan solo pasos de mí con un cuchillo. Tratando de hacerme daño. ¡Probablemente no estaría viva de no ser por Jade! —Ayer no te lo había dicho, pero gracias. Ya sabes... si no hubieras aparecido estoy segura de que el enmascarado me hubiera seguido persiguiendo y... —me atraganté un poco sin poder continuar.

—Ann no tienes que agradecer, no fue una clase de favor. —Dejo de jugar con mis manos para verlo— Es algo que haría sin dudarlo.

Muerdo mi labio sin saber que responder, de verdad quisiera saber que decir para no quedar como una estúpida, pero es que soy tan mala con las palabras que da pena. Abro mi boca para tratar de forzarlas a salir pero de ella no sale nada.

Así que en un arranque de valentía dejo mi mano sobre la suya y al parecer él queda tan sorprendido como yo de mi acto, pero su mano no tarda en voltearse y entrelazarse con la mía.

—Desearía saber que decir acerca de lo que te pasó en el baño, pero no tengo idea.

Suelto una pequeña risa contenida por la ironía. —Entiendo completamente el sentimiento. Tan solo tenía que contárselo a alguien.— Subo mis rodillas y apoyo mi mejilla en ellas para observarlo y se queda viendo al frente con el ceño fruncido como sí estuviera hundido en sus pensamientos.

—¿Debería decirle al guardia? —pregunto— Él parece saber bastante sobre lo que somos y de lo que somos capaces. Tal vez es parte de nuestra evolución escuchar voces —comento un tanto esperanzada aunque suene sin sentido.

—No, definitivamente no deberías decirle —contesta de inmediato.

—¿Por qué? Tal vez él—

—No creo —me corta de tajo.

Frunso el ceño confundida, y aunque quisiera indagar más termino por no hacerlo.

—¿Como es que encontraste este lugar?—, pregunté después de segundos de sepulcral silencio.

Él se tomó su tiempo para responder. —Fue hace unos siete meses. No hay muchas cosas que hacer por acá así que tan solo estaba vagando cuando lo descubrí. Ahora lo uso casi todo el tiempo, podría decir que es mi lugar para pensar.

Con eso obtuvo toda mi atención. Este era un lugar importante para él, eso se notaba. Ahora comprendía su entusiasmo al venir. Justo por eso una pregunta se formuló en mi mente, pero no sabía como formularla. La vergüenza atragantaba las palabras en mi garganta.

Tomé una respiración profunda.

—¿Y por qué enseñarmelo a mí? —pregunto al fin.

Voltea su rostro clavando su mirada en mí por unos cuantos segundos como si pensara en ello. Tanto que me hizo sentir nerviosa así que jugué distraídamente con mis manos y lamí mis labios y por un momento creí verlo bajar su vista a ellos pero fue tan rápido que seguro solo fue mi imaginación.

—Yo... no lo sé —termina por decir haciendo que baje mi vista un tanto desesperanzada, no se porqué había pensado que diría algo diferente. Lo observo de nuevo cuando aclara su garganta pasando su mano por su cabello quitandola de la mía—. No se, pero... yo... me siento realmente bien estando contigo, pero... —Veo como su manzana de Adán sube y baja cuando traga y mis alarmas se encienden de inmediato cuando se inclina hacia mí apoyando su mano a un lado para sostener su peso.— Pero no se porqué —suelta en un susurro, su rostro estando muy cerca mío haciendo que mi corazón comience a latir con desesperación—. Es... como sí todo estuviera contaminado y tú fueras una bocanada de oxígeno puro. —Y tomé una respiración profunda cuando con cierta timidez agarró un mechón de mi cabello y lo apartó de mi rostro.

Mi respiración era tormentosa y nerviosa al tenerlo así de cerca, me preocupaba que pudiera escuchar a mi corazón martillar tan ansiosamente contra mi pecho. Juraría que podía escuchar el suyo igual de nervioso pero seguramente solo era mi imaginación. Sin haberme dado cuenta mi mirada se encontraba en sus labios, los cuales se veían tan suaves. Y ¿era idea mía o él estaba más cerca? Y...

Los parlantes en la escuela se encendieron con un crujido y le dieron paso a la voz del director. Mi frente chocó contra la suya ante el susto de la interrupción. Me aparté rápidamente sintiendo mis orejas arder tanto que podría estar echando humo si fuese posible.

—...así que a los estudiantes se les recuerda que la próxima semana se realizará el baile de Premiación en honor a los comportamientos destacados. Que tengan buenos días de parte de la directiva.

Sobo mi pobre frente mientras escucho al director hablar. Se me había olvidado por completo el baile de Premiación que hacían cada año.

—Lo siento —murmura Jade haciendo que lo observe, dándome cuenta de que se ha parado. Me extiende su mano para ayudarme así que la tomo y me levanto.

—No... está bien —hago un ademán con la mano restandole importancia, notando el leve sonrojo que comenzaba a desaparecer de su rostro.

—Bueno yo... —Pasa una mano por su cabello despeinandolo un poco, haciendo que su bícep se flexione, haciendo ver que hay un buen desarrollo de músculo de parte de él, haciendo que... ¿cómo que hace calor aquí, no? Dios que estoy pensanso— Yo ya me tengo que ir. Ya sabes, debo hacer algunas cosas por ahí.

Asentí lentamente y mordí mi labio queriendo preguntar que cosas pero no tenía el valor para hacerlo. —Si... cosas... —murmuré viendo si tomaba la iniciativa de decirme.

—Ajá —frunció su ceño sin comprender—. Puedes quedarte acá todo lo que quieras —dejó una de sus manos en mi hombro al parecer no sabiendo como despedirse. Me dió una sonrisa de labios cerrados y se fue.

Por un momento me quedé viendo atónita la puerta segundos después de que se haya largado. ¡¿Qué había pasado acá?! Habían pasado muchas cosas, pero no sabía sí ponerles nombre. Me había dicho que le gustaba mi sonrisa –no directamente pero eso fue lo que dejó en claro–. Me había dicho que le gustaba estar conmigo, que era como un soplo de aire fresco para él. Había entrelazado su mano con la mía. Y ¡casi nos besamos! Solo que mi torpeza había entrado en acción y arruinó todo.

Suelto un suspiro encorvando mis hombros y apartando un mechón de cabello de mi cara al soplar. Me di vuelta decidida a quedarme viendo el desolado y maravilloso paisaje por ahora.

Me había quedado tanto tiempo acá que alcancé a ver maravillada como cielo alcanzaba el ocaso lentamente, viendo lo poco que se podía ver con toda la contaminación del cielo, viendo el leve tinte naranja rojizo. Esto definitivamente se debió de ver hermoso años atrás.

Lo que completaría esta maravillosa vista sería una taza de chocolate caliente con malvaviscos –aunque realmente nunca los había probado–, una manta y un buen libro.

El timbre que abisaba la cena sonó, así que me levanté y decidí irme.

Nastya no se había presentado para comer al igual que Jade, los había buscado por todas partes con la mirada pero no los encontré. La que me preocupaba era Nat, casi nunca comía como era debido y eso no era nada bueno. Ella es mi amiga y definitivamente no quería que le pasara nada malo como desnutrición o anemia. La falta de comida podía causarle úlceras en su estómago. Tendría que hablar con ella sobre eso.

Por suerte Isaac y Spencer se apiadaron de mí y decidieron hacerme compañía. Isaac me hizo reír con alguno de sus comentarios al igual que Spencer contando algo sobre algunas de las bromas que se hacían de vez en cuando.

—Recuerdo... recuerdo que... —decía Spencer interrumpiendose él mismo por su risa— que una vez puse caca en su almohada... casi se vomita encima.

—Eso no fue divertido —murmuró Isaac—. Al menos era falsa.

—Seguro —murmuró el rubio con un tono dejando ambas posibilidades abiertas.

Yo solo negué con una sonrisa divertida evitando reír.

Abrí la puerta lentamente cuando llegué a la habitación que comparto con Nastya y justo como había pensado estaba en su cama. Cerré al entrar y me acerqué.

—No fuiste a cenar —señalo lo obvio no con el tono adecuado como para sonar a reclamo. Debería ensayar mi voz reclamadora, no era muy buena para eso.

—No tenía hambre —murmura subiendo su vista a mí.

Quería replicar y darle una buena charla sobre su mala alimentación y el problema que podría causarle a su salud pero simplemente solté un suspiro.

—Ten —dejé una manzana sobre su block de dibujo—. No podía traer mucho sin que lo notaran —también saqué un agua de mi chaqueta y la dejé en su cama. Fui a la mía y crucé una de mis piernas observando a un lado.

Después de unos segundos Nat pregunta: —Muy bien, ¿de qué quieres hablar?

—¿A qué te refieres?

Ante mi pregunta ella sonríe ladinamente y me da una de sus miradas de "¿es enserio?" No supe a causa de qué era.

—Te conozco, cuando mueves el pie sin sesar significa que tienes algo que mueres por contar.

Dejé de mover mi pie de inmediato. Ni me había dado cuenta de que lo estaba haciendo.

—Muy bien —cedo y una sonrisa se instala inmediatamente en mi rostro, me levanté para contar mejor. No me podía quedar sentada—. Hoy pasó un gran avance entre Jade y yo.... si es que puedo llamarle "avance" —me detuve un momento pero después negué y seguí— Como sea, me llevó a un lugar genial.

—Espera, ¿hay un lugar genial en este lugar deprimente y suicida?

Ignoré lo que dijo. —Se veía casi todo el bosque, aunque estoy segura de que se vería mejor desde el quinto piso o la azotea incluso, pero no importa. Me dijo cosas lindas como, que lucía increíble cuando sonreía y también que se sentía en paz cuando estaba conmigo —le cuento caminando de un lado a otro sin dejar de sonreír—. Diría que hubo algo —comencé a saltar de un pie a otro con entusiasmo.

—¿Algo?

—¡Si, algo! Y tenía razón sobre su sonrisa y verías que luce adorable cuando se sonroja.

—¿Se sonrojó?

—¡Si! Y creo que casi, casi nos....nos besamos —mi cara arde de tan solo mencionarlo, pero no importa. Le podía contar a Nastya.

—¿Se besan?

—¡Si, casi! —mordí mi labio— Solo que el anuncio del director nos interrumpió.

—Ah si, el baile —soltó un bufido.

—Puede que esta vez si asista —murmuré volviendo a sentarme en la cama y apoyando mis manos en el colchón.

—¿Qué? Pero si es una basura, nos premian por buen comportamiento como sí fuésemos perros. ¿Qué pasará con quedarnos en la biblioteca y comer frituras?

—No lo sé —solté un suspiro—. Tal vez Jade quiera ir, tal vez me invite o no se... —murmuré haciéndome ilusiones sin poder parar.

Pero la verdad estar en biblioteca mientras comemos frituras de la máquina dispensadora y leo un libro también sonaba tentador.

Leo un libro...

Abrí mis párpados inmensamente y me paré de la cama.

—¡El libro! —exclamo.

—¿Qué libro? —preguntó Nastya claramente confundida.

—¡El libro! —agité mis manos como si eso explicara todo.

—¡¿Qué libro?! —preguntó también levantándose— Y no te atrevas a repetir nuevamente "¡el libro!" Que con eso no me explicas absolutamente nada —cerré mi boca porque era exactamente lo que iba a hacer.

—Dejé el libro en el baño... yo había registrado un libro para sacarlo de la biblioteca pero lo dejé en el baño cuando fui a... —Por un momento pensé en si debería decirle sobre las voces que había oído en el baño, pero terminé decidiendo que no tenía la suficiente importancia—...al baño —sonó más a pregunta que a respuesta.

—Ya es tarde para ir a buscarlo. Apuesto a que todos están en sus cuartos, no creo que te dejen entrar al edificio principal.

—Tengo que intentar, no puedo dejarlo ahí, podía pasarle algo.

—¿Cómo qué? No es un gato indefenso o algo así.

—No, pero se puede ensuciar o alguien lo puede romper o algo así. Yo soy responsable del libro y si se daña en mis cuidados la bibliotecaria no me dejara sacar más ninguno —hundí mis hombros.

—No puedes. ¡¿A caso olvidas que hay un loco con un cuchillo y una máscara sacada de espejito espejito donde estás y el cual está dispuesto a matar a cualquiera de nosotros?!

Eso sí me paralizó por un momento, pero negué y comencé a caminar hacia la puerta.

—Tengo que ir —afirmo.

—Nya... —Nat me agarró de la mano deteniendome, al final soltó un suspiro— te acompaño.

—No tienes que—

—Mejor cállate antes de que me arrepienta y termine encerrandote en este cuarto para que no salgas —volteó los ojos y yo no pude evitar sonreír.

—Será rápido —afirmé continuando con mi camino soltando su mano para abrir la puerta.

Resultó que era lo suficientemente temprano como para que aún no llegara el guardia pero lo suficientemente tarde para que todo estuviera desolado así que junto a Nastya subí al segundo piso.

Estábamos caminando hacia el baño en silencio, viendo a los lados a cada rato. Mi corazón retumbaba contra mi pecho con cierto nerviosismo al igual que las palmas de mi mano comenzaban a sudar. Mentiría si dijera que no estaba asustada ante la posibilidad de encontrarme frente a frente nuevamente con el enmascarado. Sobre todo con el lugar así de oscuro haciendo que sombras se precipitaran en el piso y que el resonar de nuestro pasos se amplificada diez veces más.

Miré de un lado a otro antes de cruzar una esquina, en el momento en que visualice la puerta del baño me relajé porque ya todo estaba casi hecho. Ya me veía regresando al cuarto como si nada hubiera pasado. Pero justo se escuchó un ruido a mi lado que hizo disparar mi adrenalina y hacer latir furiosamente mi corazón.

—¡Nastya! —exclamé cuando me di cuenta que había sido ella que estaba a mi lado y había mordido su manzana.

—¿Qué? Me dijiste que comiera.

Niego y suelto un suspiro dejando una mano en mi pecho sintiendo los latidos disminuir de a poco.

—¡Casi haces que me de un para cardiaco! —exclamo en voz baja.

—Bueno eso no es especialmente difícil —y sonríe con cierta burla.

Ignoro lo que dijo. —Iré a buscar el libro, tú quédate acá.

Mientras me encamino al baño me repito que debo estar tranquila, tan solo es agarrar el libro e irme y entonces todo estará bien y no pasará nada. No le ayudó a mis nervios que todo estuviera exageradamente oscuro, lo bueno es que a pesar de ello veía bien.

El libro estaba justamente donde lo había dejado. Caminé al lavamanos y agarré el libro, pero mi corazón se detuvo un segundo al encontrarme con la figura oscura y alta que se reflejaba en el espejo.

Estuve lista para gritar, había agarrado la bocanada de aire pero él fue más rápido. Agarró un puñado de mi cabello y golpeó mi cabeza contra el vidrio haciendo que se agrietara de inmediato. Solté un grito de terror y dolor, podía sentir la sangre caliente emanar de la herida. Me calló al poner su mano enguantada en mi boca y volvió a golpear mi frente contra el vidrio dejándome aturdida.

Esperé un tercer golpe, pero más bien su mano soltó bruscamente mi cabello, liberandome. Parpadee varias veces con tal de aclarar mi vista, la sangre chorreaba y caía en mis ojos, pero aún así pude ver a través del roto espejo como Nastya recibía un golpe en el rostro y como ella contraatacaba golpeándolo en la garganta con el libro que había tirada en el piso al ser atacada.

Por un momento se quedó al parecer tomando aire y con eso Nat pudo atacarlo al golpear su rodilla contra su entrepierna y su puño contra su estómago. Él se recuperó sorprendentemente rápido y le devolvió el ataque, le arrebató el libro y lo tiró al piso, agarró su mano y la torció bruscamente haciéndome escuchar el crujido del hueso al romperse. Nat soltó un alarido y trató de golpearlo con su otra mano, pero el enmascarado lo esquivó y le estampó un puño en la cara dejándola claramente aturdida.

—¡No! —exclamé.

Me di vuelta viendo el enfrentamiento con impotencia. De verdad no sabía que hacer, no aprobaba para nada la violencia, y aunque a veces participaba en la clase de combate hacía lo posible para no tener que usar la fuerza (fuerza que en realidad no tengo). Asi que sin saber que más hacer lo empujé.

Nastya aprovechó y puso su pie para que trpezara, esperé que se cayera pero tan solo dió unos traspiés, así que Nat impactó su rodilla contra la espalda de él. Pensé que se iba a dar vuelta para seguir peleando y completar lo que había venido a hacer, pero en cambio salió del baño y se fue.

—¡Cobarde! —exclamó Nat— ¡Ven acá que te parto el culo, imbecil lame anos!

—Nat, ¿estás bien? —pregunté acercándome a ella con rapidez y agarré su rostro entre mis manos teniendo que alzarlas.

—Si, si —murmuró con su respiración alterada imagino que debido a la pelea—. Solo... —tragó un poco y aclaró su garganta— ya se está curando, no fue demasiado.

—¡Pero tu mano! —exclamé al recordarlo. Agarré su mano con delicadeza dejando su rostro, viendo como se encontraba en un ángulo antinatural. Vi como hacía una mueca por el dolor—. Definitivamente está rota.

—Qué noticias tan buenas —murmuró con sarcasmo.

—¡¿Qué es todo este escándalo?! —exclamó una voz masculina y autoritaria antes de que pudiera contestarle a Nat.

Nos volteamos para descubrir a un guardia entrando en el baño.

—Yo...—murmuré sin saber exactamente que responder.

—¡Santa mierda! Como se nota que usted no hace bien su trabajo —exclamó ella con una expresión hastiada— Habiamos venido a buscar algo que se nos quedó en el baño y alguien trató de herirnos. Es obvio que estaba muy ocupado oliendose los huevos.

El guardia frunció el ceño pero de todas formas habló por su comunicador y llamó a más guardias al igual que al director.

Nos llevaron a la enfermería y ahí nos interrogaron, al parecer un puñado de policías se habían quedado en el internado debido a los asesinatos para así tratar de resolverlo y atrapar al culpable. A Nat le enyesaron la mano para que se curara y resultó que cuando llegué a la enfermería ya se había curado la herida en mi frente.

—Lo siento —susurré sacando los pies de la camilla cuando nos dejaron solas.

Dejó de ver el yeso en su mano para verme a mí.

—¿De qué hablas?

—Si no hubiera insistido en ir a buscar el libro no hubiera pasado nada de esto —me sentía verdaderamente culpable.

Negó y me regaló una sonrisa de labios cerrados. —No te tortures pensando en lo que hubiera o no pasado, eso no cambiará nada. Y no, no fue tu culpa.

—Pero el enmas—

—Después hablaremos de eso. Deberías descansar, ¿sí?

Asentí y me acosté de lado apretando los puños tratando de parar el temblor en mis manos. Todavía sentía el terror en mis entrañas por lo sucedido. Cada nervio crepitaba sin contemplación.

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