Juntos ✧「 Lawlight 」

By SkCookieJ

37.4K 3K 10.4K

❛❛L cometió el peor error posible: en un impulso, evitó que Light recuperara sus recuerdos. No sabía precisam... More

Insomnio
Caos
Misterios, discusiones y un nuevo hogar
El cumpleaños de Light
De hábitos y convivencia
Un nuevo compañero felino
Entre la distancia y la verdad
Matsuda, idiota
Ryuzaki Rue: La Mansión Poltergeist
La mentira no puede ser mantenida si tus herejes te contradicen
Las brechas no dejan de serlo aun si las cubres con azúcar
Light Yagami en contra de Los Ángeles: el peor musical
Aviso importante: cancelación.

Sin poder evitarlo más

2.3K 217 645
By SkCookieJ

Light se lanzó hacia adelante sin pensarlo dos veces.

Que lo hiciera a tiempo fue otro tema.

Antes de que alcanzara a atraparlo, el detective cayó en un matorral. Alarmado y sin preocuparse por si destruía las plantas, las arrancó abriéndose paso. El mayor estaba suspendido en el aire gracias a unas ramas; con cuidado, lo arrastró afuera y se sentó de rodillas, colocándolo en su regazo con prisa.

—¡Oye, Ryuzaki!

Le sostuvo la cabeza, tomándole el pulso; se le quitó un peso de encima al conseguirlo. Tuvo pocos segundos para detallar su rostro, que lucía más intrigante de cerca, no obstante, se preocupó más en que L tenía múltiples raspones, espinas en la piel y la camisa rota.

—Esto será un problema. —Frunció el ceño.

L fue desvaneciéndose entre el ardor en el cuerpo y el debilitamiento por la alergia, apenas podía ver algunas luces y oír reclamos amortiguados de fondo. Se quedó dormido acomodándose sobre algo muy suave.

Por aproximadamente diez segundos.

—Oye, ¿puedes oírme? Ryuzaki... —Lo agitó suavemente.

Con la consciencia yendo y viniendo por el golpe y creyendo estar en su cuarto, ignoró que lo estuvieran llamando por lo enfermo que se encontraba. A medida que la voz de Light se hacía más clara, fue recobrando sus sentidos, y se percató de que esa no era su cama.

Abrió los ojos de golpe.

La mano de Light descansaba en su rostro. Lo primero que lo recibió fueron sus ojos preocupados y la cercanía en su dirección. Con un insólito nerviosismo, desvió la mirada arrugando las cejas.

—Ryuzaki... —Light suspiró aliviado—. Me asustaste.

Le dio su espacio, y el mayor se enderezó atolondrado, luchando con el cúmulo de sensaciones que se acumulaban su cuerpo. L se puso de pie con un molesto pitido en los oídos y tambaleándose; el mundo se volvía más borroso.

—Estás malherido. —Light fue detrás de él con gravedad.

—Eso me temo... —aseveró—. Eh... —Registró los alrededores en búsqueda del gato, y no lo halló— Que injusto, intento salvarlo y desaparece.

—Será mejor que entremos en cuanto antes.

Asintiendo, L arrastró los pies, pisando en el camino un cuerpo que se agitó bruscamente y fue corriendo escaleras arriba. Al oír los maullidos, soltó un gruñido amortiguado, culpando al felino por estar así. Se desplomó en su mueble sin fijarse en nada más.

Light lo examinó unos momentos. 

—Quédate aquí. —estableció.

Subió hacia el baño; pasados unos minutos, sus pasos se volvieron a oír . Se acomodó en la mesa delante de él, colocando un botiquín entre sus piernas.

—Siéntate para que pueda ayudarte.

—Aprecio tus intenciones, sin embargo, me veo en la obligación de negarme. —Estiró el brazo, transcribiendo en su computadora sin molestarse en ver la pantalla.

—¿Q-Qué haces?

—Trabajo.

—¡No puedes trabajar en esas condiciones!

—Ya lo estoy haciendo.

—¡Ryuzaki!

—Light, perdí bastante tiempo cuidando al gato.

—Si tus heridas se infectan vas a perder tiempo de vida. —contraatacó Light.

—Tengo la teoría de que el universo está tratando de recuperar su equilibrio tratando de matarnos constantemente, así que, no hay nada que podamos hacer en estos momentos. 

Light le cerró el portátil en la mano.

—Eso fue descortés. —Se quejó L desganado.

—Ryuzaki, no seas un dolor de cabeza y siéntate.

Resignándose, el detective le hizo caso luchando por no desmoronarse.

—Bueno, primero tendré que sacar las espinas de tu cuerpo. —Cogió unas pinzas.

—Las espinas... —L se alzó la camisa y observó sus brazos, abdomen y hombros llenos de ellas. ¿Por qué Watari habría escogido un jardín con flores así? —No, no tengo ganas; va a doler y conociéndote será peor. Ahora, si me disculpas; que tengas buenas noches, Light. —Llevándose la computadora a su dormitorio, estuvo a punto de cerrar la puerta, pero Light metió el pie.

—Tranquilízate, Ryuzaki —mitigó Light—. Solo acuéstate y deja que me encargue.

—No quiero. 

—Tus heridas se van a infectar.

—Bueno, ya será el destino...

—Solo hazlo.

Refunfuñando, L hizo lo indicado de mala gana.

—Eres muy injusto. —protestó L.

—No, tú eres infantil. —contradijo Light.

Hmm, doctor Yagami... —bromeó L.

—No soy doctor.

—Los doctores suelen ser más alegres. —L fingió decepción.

—Con pacientes insoportables no puedes pedir mucho.

—Si hago esto, ¿recibiré algo a cambio?

—Te traeré una piruleta si dejas de quejarte.

—Más te vale. —dijo L descontento.  

El castaño fue sacando púa por púa con cuidado, depositándolas sobre un recipiente.

—Auch.

—Lo siento...

—Auch.

Tsk...

El azabache tenía los labios en una firme línea recta resistiendo el impulso de golpearlo y escapar de ahí, para poder durar en paz aunque fuera por una mañana, un día, una semana; ya no importaba. Cada pellizco era peor que el anterior, y su habitual calma se estaba yendo rápidamente.

—Quítate la camisa. —ordenó Light, habiendo finalizado con los brazos.

—No.

—Ryuzaki... —advirtió Light.

—Son solo espinas, probablemente me acostumbre a vivir con ellas. —aseguró con desdén.

—Lo dudo.

L se iba ir, pero otro mareo lo invadió, viéndose obligado a permanecer ahí. Manteniéndose firme, el universitario resopló, y se le lanzó, haciendo todo lo posible para sacársela a la fuerza.

Inevitablemente, se la terminó de romper.

—Oh...

—Esa era mi camisa favorita. —espetó L amenazante.

—Ryuzaki... —dijo Light perplejo, con un pedazo de la camisa de L en mano—. No importa, son todas iguales. —La tiró sin importancia.

—Light, te daré una información valiosa... —informó L, impasible—. He estado practicando nuevos pasos de Capoeira, y planeo probarlos contigo.

—Generalmente, soy yo el que te golpea primero.

—¿Quieres variar? —L enarcó una ceja.

—No, gracias.

—Tus habilidades como médico son decepcionantes.

Light siguió arrancando las espinas. Al ir por el hombro, accidentalmente fue muy brusco. L no pudo evitar soltar un quejido.

—Te pido que te detengas ya mismo. 

—Ryuzaki... —Light titubeó— ¿Te duele mucho?

—Ah, no —negó con sarcasmo—. De hecho, es la sensación más placentera que he experimentado.

—Eh, del 1 al 10, ¿cómo calificarías tu dolor?

—¿Físico, o emocional? —gruñó mientras Light hacía un mohín.

—Muérdete la lengua. —sugirió Light.

—Va a sangrar, y si la muerdo muy fuerte, no podré comer mis golosinas.

—¿Cómo voy a ayudarte si no podemos avanzar?

—Bueno... —pensó L—. Lo único que viene a mi mente es apretar algo.

—El cojín.

—Muy débil.

—Algún objeto.

—Me lastimará.

—¿Entonces?

—Científicamente, es simple —señaló la mano de Light—. Eso.

—¿Qué?

Eran hechos obvios que se veían a diario en sitios confiables —las telenovelas de Watari—, y consideraba que Light debía sufrir al menos un poco de su dolor. Sería perfecto sostener su mano y aplastarla para que entendiera todo lo que tuvo que pasar.

—Me baso en hechos comprobados para esta teoría.

—Bueno... —Light extendió la mano dudoso.

Sus dedos se entrelazaron. A medida que Light seguía con lo suyo, L le enterraba las uñas en la palma reprimiendo el impulso de soltar barbaridades por el mal trabajo que estaba realizando. Light requirió de todo la paciencia del mundo para no apartarse hasta que no pudo más.

—¡Ay, Ryuzaki! —Light agitó la mano.

—Este es el 10% de lo que he sufrido hoy. —dijo L estoico.

Sin más alternativas, volvieron a unir sus manos y el detective repitió lo mismo que antes, liberando toda la frustración acumulada ante la mirada horrorizada de Light.

Insolente, esperó a que se acabara, y observó el contacto que mantenían, fijándose en la piel suave de Light y su mano gruesa, que encajaba con la suya perfectamente. Olvidándose de lo demás momentáneamente, lo envolvió una sensación de apego. Light aflojó el agarre y sus manos dejaron de estar juntas; el detective quedó con la suya al aire por un tiempo más, casi esperando algo.

—¿Ves? —dijo Light girando las pinzas.

¿Se acabó...?

Light se frotó ungüento en las manos y la aplicó sobre las heridas. El sentimiento regresó, y había algo en la forma que lo hacía que le proporcionó seguridad. Era una tontería, pero no le molestaba particularmente que Light se interesara lo suficiente por él como para hacer eso. Era estimulante.

Jamás, ni en cientos de años, hubiera autorizado a otra persona a que le pasaran las manos por el pecho, y sospechaba que Light probablemente nunca habría curado a más antes. L tampoco le mostraría a otros su cuerpo así, tan expuesto, pero notó que el castaño tenía cierta admiración por su escuálida figura. 

Si el universitario disfrutaba eso también, ¿por qué no aprovechar el momento?

—¿Mejor? —preguntó Light al acabar.

El dolor desapareció.

—Por lo visto, no eres tan mal doctor. —masculló el detective.

—Me alegro que te sientas mejor.

—Ya me sometí a tu maltrato físico; ahora dame mi piruleta.

Light se fue dando pasos fuertes y regresó, entregándosela.

—Es tu favorita porque pasaste cinco minutos sin decir nada.

L la lamió con devoción.

—Oye... —habló Light, indeciso— Considero que sería mejor regalar al gato —propuso—; lo tuyo no es criar mascotas.

—Lo nuestro —riñó L—, y no, no lo haré —desechó la posibilidad de inmediato—. Lidiaré con él.

—No tienes porqué, Ryuzaki.

—Es un reto personal.

Y cuando L tenía un desafío, no se rendía hasta superarlo.

—Bien... —aceptó Light de mala gana—. Pero más te vale que no haga desastres como los de hoy. —reprendió.

—Sí, sí, como diga doctor Yagami... —L rodó los ojos.

—Ryuzaki, no podré hacer esto todo el tiempo.

—Ah, no —negó L—; si lo harás —sonrió—. Esto es a lo que te sometiste cuando aceptaste venir a los Ángeles.

Light hizo una de las mejores cosas que sabía hacer: manipular. Aunque no fuera Kira podía hacerlo con él mismo sin darse cuenta, engañándose confiado de que podría con lo que fuera, porque así debía ser.

Acomodó los problemas a su favor de una manera en que las cosas concordaran, y así, seguir manteniendo todo en orden. Desde que capturaron a Higuchi, L le dejó esa semilla de duda en él, y no podía permitirse tal cosa. Con su mente, logró que todo encajara adecuadamente y se propuso olvidar esa amarga madrugada.

Él no se debilitaría por pensamientos sin fundamentos.

Se alejó de todo lo que no le servía, como las redes sociales, los vídeos innecesarios y las series que veía todo el tiempo. Regresó a la universidad —vía online—, empezó a hacer ejercicio y logró ajustar su horario de sueño.

El problema era que Gato desarrolló una manía con seguirlo. Una vez, estaba por llegar a las ciento cincuenta sentadillas en el gimnasio y el animal se le montó en la espalda; desconocía  el motivo de por qué no acabó con una fractura. Lo más insoportable era que, al menos tres días a la semana, se escabullía en su habitación para dormirse sobre él, yendo con Light a todas partes y refregándose en sus piernas.

Eventualmente, tuvo que acostumbrarse; no por eso dejaba de incomodarle.

Leía un libro clásico en el jardín trasero, sentado en una mesa bajo una sombrilla, mientras que L estaba alejado entrenando a su gato con un láser, esperando a que terminara de leer para debatir la historia como los genios que eran. Light iba en la mejor parte y estaba totalmente metido en ello, cuando a alguien se le ocurrió llamarlo por Facebook; rezongando, lo ignoró hasta que la persona comenzó a insistir.

Este mundo, su gente...Presionó una tecla.

—¡Light, al fin contestas! —protestó Sayu.

—Te dije que no me llames entre las tres treinta y las cuatro. —Pasó una página.

Lamento interrumpirte, pero es que necesito tu ayuda.

L agudizó el oído.

—Creí que estabas dejando la costumbre de que te hiciera las tareas...

¿¡Uh!? —dramatizó— ¿Cómo crees? Yo lo único que quiero es que me expliques... —gimoteó.

—¿Intentaste resolverlo tú sola?

No.

—Creo que deberías intentarlo, no siempre voy a consentirte.

—¡Pero esto es muy difícil!

—Estoy ocupado.

Light, esto en serio es grave. ¿Sabes qué hora es aquí?

—Las cinco de la mañana —contestó—. Deberías estar durmiendo.

¡Eso iba a hacer! —respondió alterada— ¡Y entonces, me acordé que tengo un examen en dos horas!

—Deberías ser más responsable. —regañó.

¡Es que se me olvidó! —exclamó— ¿¡Sabes qué es lo peor!? ¡Vale la mitad de la nota!

—Ay... —Cerró su libro, y se dignó a mirarla. Se perturbó.— ¿Qué te pasó...?

Sayu estaba despeinada, con ojeras y a punto de llorar. Su habitación se encontraba a oscuras, apenas iluminada por la luz del celular. Había hojas desparramadas en su cama y libros abiertos en páginas al azar esparcidos por el suelo.

Este es mi sufrimiento desde que te fuiste... —se lamentó— ¡Si repruebo, ya no podré usar la excusa de que el profesor nos odia a todos porque mi mamá ya no me cree! ¿¡Te das cuenta!?

—¿Has estado reprobando? —preguntó escandalizado.

No,no,no...bueno sí —se rindió— ¡Pero con esto lo puedo arreglar! —aclaró antes de que su hermano le sermoneara—. ¡Por favor Light, tienes que ayudarme o todo se va a acabar! ¡No más Hideki Ryuga, no más dramas y no más k-pop! —exclamó— ¡Mi vida dejará de tener sentido!

Tan manipuladora como el hermano. Dedujo L.

—Estás exagerando, el castigo no es tan malo, existen los libros.

Light... —Sayu estaba que echaba humo por las orejas—. ¡A ti nunca te han castigado, tonto! ¡Deja tu hora del nerd y ayúdame!

—Bueno, bueno... —Alzó las manos— ¿Qué no entiendes?

Nada.

El castaño hizo lo posible para que su hermana entendiera, y solo logró confundirla más. Los reclamos de fondo le impidieron a L enfocarse en su mascota, y la perdió de vista sin percatarse de ello.

—Entonces, tienes que despejar la operación- —explicaba Light.

El gato se metió debajo de la mesa sigilosamente, comenzando a morderlo y a chuparle el pie. Light lo apartó pateándolo suavemente las veces que pudo. El castaño sintió que el animal le fue sacando un calcetín y su expresión se tensó.

¿Está todo bien?

—No pasa nada. —Le dio una mirada a L de ''quita tu gato de aquí o verás''.

L no se inmutó, pendiente de arreglar el láser de Gato al que se le acababa la batería.

Bueno, continúa... —dijo nerviosa.

¿Por qué seguía si Sayu ni siquiera estaba entendiendo?

—Como estaba diciendo- —El gato lo babeó y pateó la mesa por inercia, con asco—. Ya me estoy hartando... —musitó— ¡Haz algo ya! —le exigió a L.

¿Eh? ¿Hay alguien contigo?

El felino le sacó un calcetín y salió corriendo hacia afuera.

—¡No mames! —Light fue tras él, tropezándose con la mesa en el proceso.

Olvidando la comida que le quedó encima a él y a su portátil, salió corriendo a perseguir al gato. El detective ignoró la conmoción hasta que distinguió de reojo los cupcakes  que había puesto ahí en el piso, junto a su malteada derramándose en el suelo hacia el desagüe. La computadora de Light echaba algunas chispas, pero seguía encendida.

—¡Ven acá, maldita sea! —Light gritó correteando por el jardín.

¿Light? ¡Light! —Oyó la voz de Sayu en el malogrado ordenador de Light.

L arregló la mesa y recogió los objetos tirados por doquier.

—Esta antigüedad aún sirve. —L pasó un dedo por la crema batida en el teclado.

Sayu no podía estar más desconcertada.

Uh... ¿quién eres? —preguntó—. No se ve nada.

L limpió la cámara.

—Haz que no estuve aquí... —dijo a punto de marcharse.

Espera... —parpadeó sorprendida— Oooh, ¡tú eres el sujeto!

El mayor se detuvo.

Vaya, esto es raro... —se desvió del tema—Finalmente puedo conocerte en persona —dijo—; bueno, no en persona, pero... —se rascó el cabello— Yo soy la hermana de Light: Sayu Yagami. ¡Y tu debes ser su compañero de la universidad! ¿no?

L se mantuvo en silencio, pensando su siguiente movimiento. Él no quería meterse en una conversación con un desconocido.

¿Cómo era tu nombre...? —divagó— Es que no lo sé; mi hermano anda de rebelde y ya no entiendo nada. Primero, se escapó con Misa y luego resulta que terminó en Los Ángeles contigo —parloteó intrincada— Mi padre ya se acostumbró a eso, ¿puedes creerlo?  Light siempre fue tan recto...—Tuvo una realización y chasqueó los dedos—. ¡Ah, ya sé! ¡Eras Ryuziki!

—Ryuzaki. —corrigió L aburrido.

¡Eso mismo! —coincidió—. Oye...¿a dónde fue mi hermano? En realidad, no tengo tiempo para esto... —dijo ansiosa.

—Se va a tardar. —Enfocó a Light intentando subirse a un árbol.

—¡Dame mi calcetín! —rugió Light.

El gato lo repudió, jugando con la prenda.

Caray...¿qué no puede buscar su calcetín en otro momento? ¿No ve que mi vida social está en juego? —clamó Sayu.

—Sí, está perdiendo el tiempo. —L odiaba los calcetines.

Oye, ¿tú debes ser inteligente, no?

—¿Qué te hace creer que soy inteligente? —Intentó escapar de la inminente conversación que se avecinaba.

Fuiste el estudiante con las notas más altas  —respondió—, aunque los rumores dicen que abandonaste la universidad, ¿es cierto?

—Ah, sí, me aburrí... —mintió.

Sayu respingó.

¡No puede ser! ¿Y qué vas a hacer? —preguntó Sayu— ¿Trabajar en Mc Donald's o algo así?

—Sí, ¿por qué no? —contestó, casual.

¡Pero vas a quedarte pobre!

—Pretendes que te ayude con tu tarea, ¿me equivoco? —concluyo, fastidiado.

Eh...no. —dijo avergonzada.

—No lo haré; dudo que tus capacidades deductivas te permitan aprender todo lo que necesitas en una hora. —manifestó.

Sayu hizo una mueca.

Ya ni modo... —se estiró—. Cuando le ponen letras a los números no entiendo nada...

—En realidad es fácil.

Las matemáticas apestan. —insultó—. Todas esas figuras geométricas y cosas tontas, ¿de que me sirven en la vida?

—Cada cosa existente tiene matemá-

Ya sé —cortó Sayu—. Mejor me resigno al fracaso...

—O solo haz trampa y ya. —L se bebió lo último de su batido de banana, descontento.

¿Trampa...?

—Sí —afirmó—; es simple, si no puedes resolverlo, usa el método que te convenga.

—A mi hermano no le va a gustar lo que me estás diciendo... —avisó, insegura.

—Tu hermano no está aquí. —L se encogió de hombros.

Está mal.

—El sistema educativo pretende hacer que cualquiera se crea inteligente haciendo que los estudiantes se aprendan cualquier cosa —mencionó—. Es mejor crear estrategias útiles que funcionen en la vida.

Sayu se quedó callada.

Vaya...¡qué cool eres! —halagó— ¿Sabes qué? ¡Tienes razón! —Agarró unos papeles y se puso a escribir todos los apuntes— Los meteré dentro de la cartuchera y nadie sospechará nada — Rió entre dientes con malicia.

—Que bien... —halagó sin ánimos.

¿Cómo son amigos ustedes dos? —fisgoneó, entrometida— Tu moral no es muy buena.

—Ya me acostumbré.

¿En serio? ¿Incluso cuando se pone a gritar creyendo que nadie lo escucha?

—Ah, sí, a eso también.

¿Te cuento un secreto? —L se acercó a la pantalla— Lo adoro, pero cuando empieza a hablar de ''il mindi isti pidridi, lis criminilis miricin mirir, ¡jistici!'' ¡No lo soporto!

Sayu Yagami se ganó su interés.

¿Se cree Kira o qué? 

—No creo que tu hermano aprecie escuchar que lo compares con semejante monstruo... —Se burló L.

Que ironía. 

Sí...oye, ¿te puedo confesar otra cosa?

—Ah, sí; no veo por qué no... —se resignó.

Desde que atraparon al Kira quinientos mil-

—Tercer Kira. —enfatizó L.

¡Eso! —Infló los cachetes—. En fin, cuando mi hermano nos dijo que se iría a Los Ángeles fue muy chocante, pero creo que era lo que necesitaba, el año pasado estaba más distante y seco con nosotros, algo me lo decía —La castaña observó a Light por la pantalla y sonrió nostálgicamente— Tiene muchos amigos, pero creo que ninguno le durará mucho, incluso con las novias es así —explicó—. Finalmente después de tantos años, vuelvo a verlo tan relajado...

—De hecho, siempre estamos en peligro de muerte.  —aclaró.

Sayu puso los ojos en blanco.

Es la primera vez que veo que le interesa tanto alguien  —continuó—. Incluso nos ha llegado a hablar de ti, y eres la única persona con la que ha subido fotos en algún tiempo.

¿Qué?

Porque ya sabes como es, es la típica persona que solo tiene  seis fotos de sí mismo ¡y tiene cinco mil seguidores aproximadamente! —se quejó—. Yo también quiero hacer eso. —pataleó.

¿A Light le importaban tanto las fotos que se tomaron? 

En fin, creo que eras lo que él necesitaba —terminó de decir— Me pregunto como lo haces, tal vez llame más seguido. —insinuó— Me agradas, ¡así que estás aprobado! —subió el pulgar.

El detective se puso un dedo en la boca, observando a Light a lo lejos rendido, intentando que el gato lo dejara quieto escondiéndole sus juguetes para que se distrayera y poder regresar.

Aunque pensara que nadie lo observaba, Light tenía una pequeña sonrisa cansada en el rostro, parece que se estaba divirtiendo; iluminado por la luz del atardecer, corriendo sin ninguna preocupación y siendo genuinamente él. En ese momento, L no pudo hacer nada para impedir una extraña ola de afecto, intriga por algo desconocido y anhelo.

Gruñó.

—Él era muy amargado... —L se desconectó del mundo, frustrado.

A partir de entonces, ese pequeño sentimiento lo acompañó.

—La situación ha cambiado —El detective habló después de un rato teniendo a Gato en su regazo mientras trabajaba en sus piernas—. Me molesta admitir que probablemente esto se va a complicar como predije...

¿Qué demonios había sido lo de aquella vez?

—Claro que, evidentemente se suponía que no tenía que ser en esa dirección. —Se mordió una uña—. Maldito seas, Light...

Él no era tonto, y lo que sintió esa tarde hace tantas semanas no fue normal. Con mayo al horizonte, esa chispa de atracción atracción se había mantenido. Él racionalizaba que sería temporal y por supuesto, algo normal, probablemente se trataba de una confusión por su poca experiencia social en la vida.

Y se lo estaba contando a un gato.

—Tendré que tomar medidas.

Observó atentamente su galería con Light.

Eliminado, eliminado, eliminado...

—Me tendré que desprender emocionalmente aunque al principio no haya querido —razonó, deshaciéndose de todo recuerdo que tuviera con Light y poniéndolo en un pendrive. Simplemente necesitaba no ver todos los días esas importunantes fotos y vídeos—Solo no tiene que darse cuenta y no soportaré reclamos innecesarios.

Buena suerte haciendo eso en tu propia casa. Le habría dicho Mello.

No podía venderla porque estaba obligado a permanecer en ella hasta que saliera la vacuna, la pandemia se acabara o Watari le fuera útil, cualquiera de las que pasara primero.

—Para mi beneficio, ahora tengo otro amigo... —miró al gato.

Su cantidad de amigos había aumentado a tres: Watari, quien prácticamente era su padre y con quien no se hablaba desde hacía bastante; Light, aquel que le producía problemas; y por eso, quedaba Gato por descarte.

Él y Gato se unieron más. Con el pasar del tiempo, L se volvió mejor dueño y ya no necesitó ayuda de Light para cuidarlo. Lo domesticó y fue entrenándolo enseñándole maniobras de todo tipo, a medida que se encargaba de sus otras necesidades. Se enorgulleció de ganar el desafío y demostrarle a todos lo que lo subestimaron que si pudo con el animal.

Es decir, Light.

La mayoría del día Gato se la pasaba durmiendo cerca suyo, y sino, pidiéndole comida. En las madrugadas el detective le ponía acertijos y evaluaba su inteligencia. Se había acostumbrado a su presencia en la mansión al fin y al cabo.

Incluso si siempre lo estresaba porque le daba alergia. Y ese tema en realidad no estaba mejorando en lo absoluto. Creyó que no volvería a tener una reacción como el día en el que se cayó del techo, pero no fue así. Inició con simples estornudos, y eventualmente siguió con mareos y un día le dio una tos horrible.

Lo que terminó en Watari reservándole una cita médica, obligándolo a realizarse otros chequeos también.

—Dime por qué estás aquí. —exigió L arrancando su auto a la clínica una fresca mañana.

—Watari me pidió que me asegurara que siguieras todo tal y como lo planeó. —respondió Light.

Watari, Watari, siempre Watari.

—Lo que no entiendo es por qué no has regalado al gato todavía; sería más fácil para nosotros.

Jugando con un estambre atrás, Gato era feliz ajeno a su plática.

—No —negó L por milésima vez luego de tantas semanas con lo mismo— ¿Y por qué lo trajiste?

—Va a destrozar la casa si lo dejamos solo.

Sí, lamentablemente es verdad.

—Dadoeso y más, es lógico decir que causa muchos problemas —espetó Light—. Insisto en que no podemos seguir con él.

—Ya te dije que se quedará, Light.

Se estacionó afuera y L refunfuñó una serie de incoherencias. Le harían radiografías incómodas, le preguntarían cosas que Watari no estaría ahí para responder y lo más desagradable era que lo vacunarían para que dejara de tener la alergia, ya que se hizo inmune a las pastillas que en realidad nunca le sirvieron.

Y como si esa salida no fuera lo suficientemente insoportable, un montón de gente afectada por el virus lo harían esperar por horas hasta que llegara su turno.

—Tengo un plan. —anunció L afuera, sondeando las circunstancias.

—¿Cómo que un plan? —Light soltó la puerta giratoria.

—Sobornaré a los médicos llamando su atención —estipuló—. Para eso, necesitaré tus habilidades de actuación.

—No te lo permitiré —se opuso Light—; y de ningún modo pienso ayudarte.

—Haremos el ''ayúdame''. —reveló L, desdichado.

—No voy a hacer menuda ridiculez, Ryuzaki  —se rehusó—. Espera como alguien decente.

Lo hicieron de todos modos.

—Te odio...—dijo Light cargando a L en sus brazos.

L odiaba más estar en esa posición.

—Ni siquiera soy pesado, tú, por otra parte...

—Pesamos lo mismo.

—Otra vez espiándome... —rumió.

—Claro, señor ''pongan cámaras en casa de un inocente'' —criticó.

—Te estás volviendo salvaje, Light. 

—No quiero hacer esto. —rebatió, esperanzado de evadir eso.

—Hazlo.

—Es contra la ley.

—Debería ser en contra de la ley obligarme a mí a ir al médico cuando no tiene caso.

El castaño suspiró y se armó de fuerza de voluntad. Dio una patada que casi tambalea las paredes a la puerta, alertando a los pacientes que se hallaban ahí. Entró corriendo a la velocidad de la luz.

Aquí vamos...

—¡Ayúdenme! ¡Mi amigo se está muriendo! —gritó lleno de pánico—. ¡Ayúdenme, por favor, sálvenlo!

Te mereces un Oscar, Light. Halagaría L más tarde.

Rápidamente, llegaron los paramédicos y colocaron a L en una camilla mientras Light caía de rodillas dramáticamente para darle peso a la escena. La gente se aglomeró alborotada y el castaño alegó que a L le había dado un infarto abruptamente y empezó a convulsionar.

Quiso arraigarse a la cama por siempre, pero la mirada harta de Light cuando nadie estaba observándolo le prometió silenciosamente que cuando saliera de su consulta tendrían una no muy agradable charla.

Al estar a punto de alcanzar el quirófano, L se enderezó en la camilla y los paramédicos frenaron, petrificados. Estupefactos, recibieron la paga de L. Él los amenazó para que  no dijeran ni una sola palabra o él personalmente se encargaría de que no consiguieran trabajo por el resto de sus vidas, o eso es lo que dio a entender si las miradas hablaran.

Realizado, entró al médico.

Las radiografías fueron eternas y la vacuna dolió a horrores. Lo peor fue que le habían dicho que tenía una deformación en la espalda que no se podría operar —ya lo sabía, muchas gracias—, y le mandaron una dieta sin dulces porque tenía prediabetes.

¿Cómo-era-eso-posible?

Todo, otra vez, gracias a Watari. De no ser por ese viaje habría usado sus capacidades deductivas como de costumbres y habría quemado las calorías necesarias. Pero dejarlo sin casos por tres meses puso en riesgo su vida innecesariamente, y ni siquiera haber vuelto a su ritmo normal lo arregló a tiempo.

Se lo avisaría y finalmente el anciano admitiría la derrota.

El problema era que si lo hacía, tendría que seguir la dieta.

No, esto solo me provocaría problemas ahora, mejor me deshago de la evidencia primero.

Salió del médico sin que lo vieran para no meterse en problemas legales y buscó a Light y a Gato para poder irse. Sujetó la carpeta con los resultados médicos, y sin duda, la tiró en el cesto de basura más cercano.

O eso hubiera querido hacer.

—Ryuzaki, ¡ jamás  volveré a hacer algo tan estúpido...! —apareció Light, y L se desconectó mentalmente para no oír sus reprimendas.

Tuvo que aguantar cinco minutos.

— ...¡Realmente estoy furioso contigo! —Lo agarró de la camisa. Añadió otros tres minutos—...Sin embargo, debo entender sus razones —Finalmente se calmó—. Solo no vuelvas a contar conmigo para tus inmadureces.

—Tú accediste. —respondió L al fin.

—Es que también me quería ir, los hospitales se han vuelto un desastre. —gruñó.

—Te has vuelto todo un criminal... 

—¿Y eso qué es? —Light señaló la carpeta, cansado.

—Mis resultados.

—Déjame ver.

—No.

Y eventualmente, discutieron hasta que Light logró arrebatárselos.

—Jesús, Ryuzaki... —Light los analizó espantado— Esto está mal. —volteó la ecografía—. Cualquiera se retiraría al ver esto...

—Te estás volviendo todo un comediante. —replicó L.

Light negó con la cabeza.

—¿Y este papel qué...? —Light lo leyó.

No. Light no podía ver su lista de alimentos para la dieta.

—No leerás eso. —Intentó quitárselo y Light lo impidió con un brazo.

—¿Prediabetes...? —inquirió espantado—. Ryuzaki, ¿te das cuenta de la gravedad de esto?

—Sí. —afirmó casual, derrotado.

—Te dije que cambiaras tus hábitos y no escuchaste... —Light quiso darse una palmada en la frente.

—Todavía tengo salvación, solo que no la seguiré. 

—Si lo harás, me aseguraré de eso. —articuló firme—. No dejaré que te pase nada.

Al diablo.  Light le estaba haciendo difícil seguir su plan.

Le contaría a Gato todas sus frustraciones en la noche.

Un momento...

—Light, ¿dónde está Gato?

Light se congeló.

—Mierda, es cierto... 

—¿Dónde está mi gato? —preguntó una vez más con un tono peligroso.

—Ryuzaki, hace rato sucedió algo...

No te atrevas a decirme que... 

—Se perdió.

bienvenidos al capitulo del fanservice 

el gato se perdió, L se enfermó, Light sigue guardándose todo y el 2020 no se acaba, pero hey, L se dio cuenta que sus sentimientos están cambiando despues de seis capitulos; algo bueno tenía que pasar!

y la cuñada lo aprobó 7uu7 vamo'bien.

por cierto wachense la portada nueva ahre. La cambié xq la otra era muy morada y me chocaba jsja. Tomémonos un momento para apreciar a L con ropa casual y gafas de sol, x dios ese hombre es demasiadO 

Continue Reading

You'll Also Like

34.1M 2.6M 91
Alexandra Carlin, es una chica recién graduada de la universidad, sin éxito en el campo laboral, es contratada por fin como secretaria del presidente...
28.5K 3.6K 48
Para muchas personas la presentación era el mejor momento de sus vidas, con tan solo diez años los niños sabrían cómo deberían vivir por el resto de...
164K 14.3K 60
Mirio está perdidamente enamorado de Tamaki, todo un simp, le acaricia el cabello, lo abraza más de lo usual, y muchas otras cosas bonitas le ha hech...
71.8K 4.7K 31
🌷 ; , TN, chica alegre que es muy sociable, en su corta vida se encuentra con Taehyung, un chico que solo hablaba con sus 4 amigos. 🍒 ; , Ella se...