9 REGLAS (L. S.)

By GEORGIAROSE230710

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Es 1986. El dueño del hospital psiquiátrico WAHNSINN, Louis Tomlinson, recibe a noticia de que miles de manic... More

Prólogo
CAPÍTULO I
CAPÍTULO III
CAPÍTULO IV
CAPÍTULO V
CAPÍTULO VI
CAPÍTULO VII
CAPÍTULO VIII
CAPÍTULO IX
CAPÍTULO X
CAPÍTULO XI
CAPÍTULO XII
CAPÍTULO XIII
CAPÍTULO XIV
CAPÍTULO XV
CAPÍTULO XVI
CAPÍTULO XVII
CAPÍTULO XVIII
CAPÍTULO XIX
CAPÍTULO XX
CAPÍTULO FINAL
EPÍLOGO
Parte II (Especial O.S.)
ꕥ Nota ꕥ

CAPÍTULO II

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By GEORGIAROSE230710

Louis aventó la carpeta a su escritorio con brusquedad. No pudo seguir leyendo. Con tan solo recordar el rostro de la chica, la imagen que recorrió todos los periódicos de Londres, no podía dejar de odiarse a si mismo, de odiar a Harry. A los Styles en general. El hombre miró su reloj, eran pasadas las 10 de la noche, se suponía que su jornada acabaría a las 9:30, pero todavía faltaba su recorrido nocturno, el momento donde más se sentía poderoso, cuando todos sus pacientes dormían y él podía pasear por los turbios pasillos de su hospital, oliendo el cloro que bañaba sus pisos, buscando cualquier rastro de humedad, suciedad o cualquier cosa con la cual poderse quejar, poder despedir a algún enfermero o simplemente para que los pacientes que aún siguieran despiertos pudieran ver su rostro, alzado como siempre y demostrando superioridad. Ese era Louis Tomlinson, un hombre que creía que por tener el hospital más codiciado a sus manos, podía tener el control absoluto. Hasta pensaba que tenía el control de su propio corazón, de su alma.

Salió de su oficina con cautela y vio a todos lados, para encontrarse con Flecker, la cual continuaba en su propio escritorio revisando unas carpetas, se veía sumamente concentrada, pero el psicólogo decidió acercarse a ella - Caroline, ¿Qué hace a esta hora? Debería irse, no se preocupe.

- Oh disculpe, es que no quería molestarlo, escuché que estaba leyendo unos análisis médicos y no quise interferir. Cuando el enfermero Payne se fue de su oficina me dejó este sobre que olvidó darle - la mujer sacó de un cajón un sobre viejo, el cual la anterior enfermera de Harry le había proporcionado al enfermero con horas de anticipación - dijo que tenía que ver con los Styles y que era exclusivamente para usted.

Louis toma la carta imaginando lo que podría venir dentro. No pensaba que pudiera ser dinero, el sobre estaba muy viejo, así que supuso que era una carta y sólo eso - Muchas gracias señorita Flecker, puede irse, yo cerraré aquí - Tomlinson le sonríe de una manera especial a la secretaria y ella le regresa la sonrisa mientras tomaba su bolso y se dirigía a la salida.

Louis tomó el sobre y lo depositó en su bolsillo, pensó entonces, que lo mejor sería ver lo que había dentro llegando a casa. Entonces decidido bajó a los pasillos. Abrió la puerta de seguridad con la contraseña que sólo los enfermeros, seguridad y él sabían, y ahí fue cuando entró. Esa noche se sentía diferente, aturdido, nervioso. Pero aún así nunca perdió su compostura. Sus manos temblaban e intentaba camuflajear su leve temor aclarándose la garganta. Caminó, lenta pero seguramente, analizando cada espacio, cada detalle, cada puerta. Escuchó murmuros, risas, balbuceos, lo de siempre, de todas las noches.

El hombre acabó con su recorrido finalmente, regresó a su oficina a recoger su maletín y se fue en su auto de camino a casa. Llegó exhausto y se acurrucó en su cama sin quitarse su traje, sentía la espalda tan pesada por toda la información que había recibido que no pensaba mover un centímetro más de su cuerpo, pero entonces vio como Lilian, la cual ya se encontraba en un profundo sueño, se mueve entre sueños hacia él, abrazándolo del estómago y recargando su cabeza en el pecho del ojiazul. Louis se movió un poco para tener movilidad, y entonces recordó el sobre. Aunque odiaba con su vida a los Styles, necesitaba conocer lo que había dentro de dicho sobre, por lo que, como pudo, logró sacarlo de su bolsillo y lo abrió por encima de la cabeza de su esposa.

Sacó una hoja, la cuál se encontraba amarillenta por el tiempo que llevaba de seguro adentro. Desdobló el papel y leyó con atención lo que se encontraba dentro:


Noviembre, 1983

De: Bernd Styles

Para: Manicomio de Doncaster... u otros.

Como lo escuchó por las noticias, periódicos y otros medios de comunicación, mi segundo hijo, Harry Styles recibió una sentencia en el juzgado hace un poco más de una semana, pero debido a su estado mental de salud se pidió que se ingresara inmediatamente a un manicomio. Pido de favor que, si mi hijo es trasladado a otro centro, que esta carta sea enviada al mismo. Harry es peligroso, después de lo que él realizó no será el mismo, es por ello que lo mejor será seguir ciertas reglas para que las cosas no se salgan de control. Específicamente nueve. 9 reglas:

1.- Las pastillas de Ziprasidona son sumamente esenciales. Mínimo 3 al día para calmar sus fuertes alucinaciones.

2.- Styles escogerá con quién charlar. No se le puede obligar a expresar palabra con alguien que no sea de su agrado, ya sea paciente o enfermero.

3.- Necesitan un traductor alemán.

4.- Nunca se le dejará solo por más de 6 horas para evitar cualquier percance.

5.- Sólo puede estar acompañado de su persona cuando esté al aire libre.

6.- Cuando delire jamás se le debe de tomar en cuenta. Sus alucinaciones lo hacen decir cosas sin sentido.

7.- Harry decidirá quién estará a su cargo. Esa se convertirá en SU persona dentro del establecimiento y deberá de estar para él cuando lo necesite.

8.- Agresiones físicas totalmente permitidas en caso de ser necesarias.

9.- Nunca mencionar el nombre de su hermana cuando él esté presente y jamás llamarlo por su apellido. Harry o Edward son las únicas opciones para llamarlo.

Espero que no encontremos percances con mi hijo, cualquier cosa que necesite puede contactar a mi asistente, el señor Malik, el cual estará al tanto de las noticias de Harry.

- Bernd Styles.


Louis intentaba contener la risa para no despertar a su esposa. Le parecía absurdo todo lo que leía ¿Traductor alemán? ¿Ziprasidona? ¿Agresiones? Simplemente no podía hacerle caso a tan estúpida carta. La dobló con cuidado y la volvió a meter en el sobre para dejarla en su mesa de noche y acurrucarse con su esposa para quedarse profundamente dormido.


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Las camas en el hospital eran más cómodas que en su antigua habitación del manicomio, aún así el estar en un lugar nuevo, diferente y sin duda algo aterrador no dejó dormir a Harry. Intentaba cerrar sus ojos, pensar que no se encontraba ahí, que estaba en el patio de su antigua casa, tomando té con Gemma, jugando con ella, contándole anécdotas de sus lujosos viajes. Quería volver a ser el Harry de antes, pero ese ya no existía, él sólo era un caparazón de lo que alguna vez logró ser. Ahora todo el que lo mirara lo recordaba con odio, ira, terror. Él se encontraba en posición fetal, con sus ojos bien cerrados y la respiración más fuerte que siempre. No le habían dado su medicamento aún.

- Harry, ¿Por qué lo hiciste? - la voz había vuelto. Harry colocó sus duras y rasposas manos en sus oídos para dejar de escucharla, pero ese sonido no se encontraba en el exterior, estaba en su cabeza - ¿Por qué no me ayudaste?

- ¡No, no, no! - las lágrimas regresaron. Eran gruesas, quemaban con el tacto con su piel - ¡Verpiss dich! - abrió los ojos, volteó a la puerta y la vio. Estaba ahí, parada, con el vestido azul con el cuál él se despidió de ella tres años atrás. A su mente le encantaba joderle la vida a Harry, regresando al día en que su vida se arruinó, viendo una y otra vez la muerte de su hermana. El rizado comenzó a mecerse en la misma cama mientras evitaba ver a Gemma parada justo a su lado, mirándolo con tristeza. Sus ojos color miel se clavaban en Harry, haciendo que él se estremeciera, pero cuando sintió un leve rayo de sol entrar a su habitación, la chica se esfumó, dejándolo solo.

Harry se levantó con lentitud de su cama, se tronó el cuello con sus ojos cerrados y se acercó a la puerta para ver si había alguien que pudiese darle su medicamento. Abrió la ventanilla de su puerta y asomó levemente la cabeza, dejando sobresalir un par de mechones de cabello; volteó a todos lados y vio al mismo hombre que lo recibió en su llegada. No lo quería a él, pero era el único presente, caminaba con lentitud, probablemente esperando a que se despertaran los demás - ¿Cómo te llamas? - preguntó con su voz rasposa, lenta y arrastrada. Liam volteó enseguida, quedando estático por el llamado de Styles, pero aún así se acercó a él mientras tragaba saliva.

- Mi nombre es Liam Payne, seré su enfermero personal - contestó el enfermero estando cara a cara con Harry - creo que es hora de su medicamento, para su suerte aquí lo tengo - saca de su bolsillo un pequeño bote transparente que dejaba notar unas pastillas color anaranjado. Liam sacó una del frasco y se la extendió - tómela, se sentirá mejor.

- No - respondió cortante, negando el medicamento - al jefe.

- ¿Jefe?

- Quiero hablar con el. Al dueño.

- Lo siento, el señor To... quiero decir, el dueño no habla con los pacientes, yo me encargaré de que usted tome su medicamento y estaremos bien.

- ¿No la han leído cierto? - Harry comenzaba a calentarse de ira, no le gustaba que no siguieran las órdenes, aunque definitivamente no estaba de acuerdo con todas las reglas, había unas cuantas las cuáles necesitaba que se siguieran al pie de la letra, una, por supuesto, era tener a su persona. Necesitaba a su persona. No conocía la dueño, pero con sólo notar su poder al pararse a observar a las afueras del hospital, y al ver su glorioso perfil pasar por su habitación la noche anterior, sabía que él tenía que serlo. Él y sólo él - ¡Al dueño! ¡Scheisse!

- ¿Qué dijo? - Liam se confundió, escuchó algo, una palabra, la cual el no entendió al salir de la boca de Harry - bueno, no importa, el dueño aún no llega, hablaré con él y veré que puedo hacer, pero no prometo nada - Liam sabía que Louis diría que no, número uno, por su regla de los pacientes, y número dos, porque es Harry - tome la pastilla y hablaré con él - Payne introdujo su brazo por la ventanilla acercando la píldora. Harry se la arrebató bruscamente y la tomó con fuerza mientras empuñaba su cara para pasársela. Luego sólo se acercó a la puerta para cerrar la ventanilla en el rostro del enfermero y se tumbó en su cama de nuevo mirando al techo. Tenía que conseguir conocer al dueño. Hacerlo su persona en el hospital. Era su única forma de sentirse protegido.

En cuanto Liam sintió el aire que provocó el golpe de la ventanilla corrió pavorizado. Necesitaba ver a Louis, saber si había leído la carta, tenía un alto miedo de que su amigo haya hecho algo con esta, sabiendo que venía de los Styles. Subió las blancas y pulcras escaleras y llegó hasta el cuarto piso, donde se encontraba la oficina de Louis. Para su sorpresa, este estaba llegando y se encontraba abriendo la puerta de su despacho. Traía consigo un traje azul marino, como siempre, confeccionado a su medida. Su cabello peinado hacia atrás lo hacía notar con más superioridad, tal y como a él le gustaba. Liam se aclaró la garganta para llamar la atención de Louis, cosa que funcionó pues pegó un leve brinco y volteó con rapidez hacia sus espaldas. Sonrió al verlo - ¡Liam! ¿Qué haces aquí tan temprano? ¿No te toca guardia? - Louis abre la puerta del despacho finalmente y deja entrar a su amigo para después sentarse en su cómoda silla.

- ¿Viste lo que había dentro del sobre? ¿Caroline te lo dio?

Louis soltó una risa irónica mientras negaba con la cabeza. Sacó de su bolsillo el sobre y lo tiró a su escritorio - Es pura mierda, intentan lavarle el cerebro al que lo lea, Doncaster les creyó, yo no pienso seguir sus reglas. Además, ¿Creen que voy a utilizar mi capital en un traductor Alemán? ¿Para qué? Esto no es una escuelita para que al niño le enseñen otro idioma - Louis recordó otra cosa y comenzó a carcajearse - Y luego quieren que tenga una "Persona" como si fuera su puta mascota o que se yo.

- Tú - respondió con seriedad - Harry dijo que quería al dueño.

Louis intenta aguantarse la risa, pero no puede evitar volver a carcajearse - eso es la mayor mierda que he escuchado en mi vida, ni loco me acerco a ese... ese....

- Asesino - dijo por él - sé que no lo dirás Louis. Yo me encargaré de él.

- Gracias Liam, en serio.

- ¿Puedo leer la carta? Me dio mucha intriga cuando me la entregaron.

- Si, ten - responde el ojiazul deslizando la carta por el escritorio hasta sus manos. Liam la toma y la comienza a leer.

- ¿Ziprasidona? ¿Traductor? Mierda Louis, es decir, si tienes el dinero para pagar estas cosas, pero es que este medicamento es 10 veces más fuerte que el que implantamos en los esquizofrénicos, y tres veces al día... definitivamente Styles se encuentra grave.

- No me interesa, tú sigue dándole lo que ya tienen prescrito. No vamos a seguir esas normas, no me tomarán el pelo.


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Tres días. Tres duros días para el Wahnsinn. Ningún paciente estaba a salvo, ningún paciente podía estar tranquilo, no mientras escucharan los gritos ensordecedores de Harry, esos que no se detuvieron por 72 largas horas. Harry se sentía agobiado, necesitaba a la persona que lo calmara, pero ningún enfermero en el sitio lo haría. Necesitaba a su persona, y su mente ya la había escogido, no podía simplemente decidirse por Liam, el cuál estaba buscando su bienestar las 24 horas, es que simplemente no lo sentía. Necesitaba a aquella figura que vio por la ventana, y mientras él no llegue, él no saldría de su habitación, no importaba tener que estar viendo a Gemma parada junto a él, intentando hablarle, tocarle o simplemente haciendo presencia en su habitación, la cual para el rizado parecía más una celda que otra cosa. Una prisión.

- Louis tienes que hacer algo al respecto, llama a los...

- ¡No voy a llamar a su familia! - gritó Louis escuchando el grito de Harry, el cual decía con la voz gruesa que se fueran de ahí, probablemente a los enfermeros que intentaban, por milésima vez, ingresar a su cuarto sin éxito alguno - y ma...

- No vamos a matar a nadie Louis, acordamos mucho tiempo atrás no hacerlo, dijiste que no querías seguir los pasos de tu padre.

- Ya se que no, te iba a decir que matarlo no era una opción - Louis se paró de su silla y miró a Payne a los ojos. Estaba decidido - Voy a entrar. Pero sólo será una vez, se tranquilizará y todo seguirá de acuerdo al plan. Pero necesito que te quedes afuera esperándome, antes de que yo mismo lo quiera matar con mis manos.

- Louis, no, no estás listo.

- Lo estoy, no sabes cuánto tiempo he intentado separarme lo más que pueda de los Styles desde que mataron a Gemma, pero parece que el destino me quiere cerca de ellos, y precisamente del peor. A ver que resulta encontrarme con su puto asesino.

- ¿Seguro? Louis es que me da miedo que...

- Que nada, no es como si no tuviera estudios sobre el tema, estudié para ser un psicólogo.

- Es que Harry no parece necesitar un psicólogo, y menos uno sin experiencia, tu nunca has tratado a nadie, gracias a la herencia - Liam hace un gesto con sus manos dando a entender que la herencia era el hospital - de tu padre, nunca pudiste ser psicólogo, ¿Cómo sabes que esto irá bien?

- No lo sé Liam, no lo sé. Pero sólo entraré ahí una vez y ya. Sólo para conocer la razón por la cuál quiere que yo vaya, ni él me conoce ni yo a él.

Liam suspiró en forma de derrota, no quería que Tomlinson fuera a ver a Harry, sabía que el tema era abrumador para él y temía porque Louis intentara atentar contra Styles, le atemorizaba bastante volver a pasar por lo mismo que pasó cuando el papá de Louis estaba con vida.

Louis se jaló el traje hacia abajo para ajustarlo y caminó decidido hacia la salida de su oficina. Abrió la puerta con detenimiento dejando pasar a Liam por enfrente de él. Al salir notaron como Flecker ya había llegado a su puesto - Buenos días Caroline - expresó Louis con seriedad.

- Buenos días señor Tomlinson, ¿A dónde se dirige?

- Asuntos... asuntos personales - respondió. Y no mentía.

La mujer sólo asintió dejando que ambos hombres tomaran camino. Bajaron las escaleras con lentitud, a Louis le sudaban las manos, sentía que el camino era eterno, la espalda le pesaba y sentía como se agitaba con su caminar, sintiendo como si sus pies estuvieran clavándose en el suelo para no dejarlo entrar a los pasillos. Podía escuchar su propio corazón palpitar, pero nunca bajó la cabeza, nunca se dejó rebajar por ninguna mirada. Los pacientes por un momento se quedaron en silencio, todos mirando a Louis, el cual por primera vez en su vida había bajado de día. No todos estaban en sus cuartos, algunos se encontraban en las salas, y otros en el patio, pero el único sonido que se lograba percibir por encima de otros, era el llanto proveniente de la habitación de Harry, pareciese como si su garganta se fuera a desgarrar con los ruidos que sobresaltaban sus venas.

- Harry - dijo Liam en voz alta al encontrarse justo en frente de su puerta. Louis miró por primera vez hacia abajo, tenía la ventanilla justo sobre su rostro y le causaba un conflicto enorme el tener que ver su rostro - tú ganas... te traje al dueño.

Harry se encontraba sentado abrazando sus piernas recargado en la puerta para que nadie se atreviera a intentar siquiera abrirla, pero al escuchar a Liam decir que el dueño del hospital estaba con él, pegó un brinco y observó por su ventanilla. Lo vio. Vio a Louis. Él psicólogo miraba hacia abajo, pero aún así sus ojos azules lo cautivaron demasiado, su pequeña nariz, la forma en la que tenía acomodada el cabello. Harry pudo jurar en ese momento que jamás había visto a un hombre tan elegante y hermoso como Louis. Tragó saliva y se rascó la nariz, alejándose de la puerta para que Liam pudiese abrirla.

Louis levantó la mirada al momento en que la puerta se abrió. Se sentía temeroso, pero intentó que dichos sentimientos no lo agobiaran, por lo que decidido entró, y lo miró. Sintió la misma pesadez que el día en que el camión del manicomio arribó en su hospital. Los ojos de Harry penetraban hasta la parte más oscura de él. Se sintió pequeño con su presencia, nunca se había sentido así - ¿Dueño? - preguntó Harry frunciendo el ceño.

- Si - respondió Louis aclarándose la garganta, no pudo verlo por mucho tiempo a los ojos - ¿Para qué el escándalo? ¿Qué necesita de mí?

- Tu... tu eres mi persona ahora - dijo cortante, entrelazando sus brazos y mirando de pies a cabeza a Louis. Él sólo soltó una carcajada.

- Jamás, sólo vine por esta vez, estoy violando mi propio código por tu culpa.

- ¿Código? - Harry se confundió, decidió entonces sentarse en la orilla de su pobre cama - siéntate, te veo cansado.

- N... no, estoy bien - respondió Louis intentando pararse lo más lejos de él. No se dio cuenta que sus manos comenzaron a temblar, y su frente sudaba a chorros.

- Tienes miedo - espetó - todos tienen miedo.

Louis ríe irónico - Si mataste a tu propia hermana, quién no te tendría miedo - dijo entre dientes, pero no bastó como para que Harry no escuchara.

- ¿Qué? - Harry se levanta y se acerca dominante hacia Louis, su respiración comenzó a acrecentar, dejando a Louis sin aliento, sus azules se posaron en sus verdes, no podía escapar de su mirada - ¡Ich habe sie nich getöet! - gritó en un desespero alzando sus manos con furor. Ni él sabía porque lo había dicho, pero como ya todo el mundo sabía, el cerebro de Harry no era muy funcional, de seguro solo deliraba.

- ¿Qué mierda? ¿Qué dijiste? - Louis se alejó con miedo hacia la salida de la habitación y comenzó a tocar con terror, no quería acercarse más a Harry, necesitaba salir de ahí.

- NO, no te vayas - Harry se frustró - no quiero... no quiero asustar, sólo sigan las reglas y estaremos bien, no me puedes dejar solo.

- ¿Por qué? ¿Por qué tu podrido cerebro decidió que es una buena idea que alguien como yo te cuide de tus propios demonios? 

- Una semana, una semana - repitió - ven diario por una semana, si no quieres después, sólo intentaré buscar a otra persona - hasta el mismo Harry se impresionó por lo el mismo dijo, las palabras fluyeron por si solas, ni siquiera tuvo que pensarlo - Por favor... - Harry intentó continuar, pero no conocía su nombre.

- Louis

- Louis - repitió. Pero en ese momento sintió un tacto en su espalda, Harry volteó hacia atrás y se encontró con el rostro de su hermana, lo miraba contenta, orgullosa mientras sobaba la espalda de su hermano con suma delicadeza - vete, vete en serio...

- ¿Disculpa? - Louis se indigna - me acabas de decir que quieres que me...

- Gemma, vete...

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