#3. ¿Cómo carajo pudo saber dónde es mi casa?
-¿¡Qué haces aquí!? –Exclamé en un susurro para que Zoe no se despertara-.
Mason. En mi ventana. ¿Cómo carajo pudo saber dónde es mi casa? ¿Qué le pasa a este tipo? Está loco. Mason estaba en el árbol del patio trasero que choca con mi ventana, estaba vestido igual que en la tarde.
-Solo te seguí, esperé a que todos se durmieran y subí a este árbol. Por cierto, lindo pijamas –rió por lo bajo-.
Mi pijama es de ositos y lunas.
-¡Vete! Ahora –le ordené un poco furiosa-.
-¿Qué pasa si no? –Se recostó en la rama que estaba sentado colocando las manos por detrás de su cabeza-.
-Llamaré a mi padre.
-Uy… que miedo, será mejor que me vaya –dijo con obvio sarcasmo-. ¿Y quién es tu padre?
-Un policía, para ser exacta él que te detesta.
-Carajo, al diablo con mi suerte –se sentó de nuevo-. ¿Estoy en la casa de un policía?
-Exacto, así que largo…
-Hola ¿Mason cierto? –Llegó Zoe a mi lado, un poco adormilada-.
-Sí, hola… -se quedó esperando respuesta-.
-Zoe –completó-.
-No es tiempo de conocerse –me quejé-. Es tiempo de que saques tu sucio trasero de mi árbol y te vayas –sonreí de la manera más falsa posible-.
Brus empezó a ladrar.
Genial.
-¿Qué pasa aquí? –Llegó mi padre y ambas volvimos a ver hacia la puerta.
-Nada papá… Solo Brus empezó a ladrar y nos despertamos –papá no me creyó y se asomó a la ventana abierta, Mason se había ido-. Lo ves –le dije un poco nerviosa-.
-Está bien, buenas noches a ambas –dijo y se retiró-.
Suspiramos aliviadas.
-No tienes el coraje de decirle a tu padre –volvió a aparecer en el árbol-.
-¿Me estás diciendo cobarde?
-No, no te lo tomes así, solo que no quieres que me vaya.
-Ya quisieras –rodé los ojos-.
-¿Y bien? ¿Qué tal si nos conocemos? Ya sabes mi nombre, ¿el tuyo?
-No te lo diré.
-Se llama Taylor –dijo Zoe-.
-¡Zoe! –Le reclamé-.
-Bien Taylor ¿Cuándo nos podemos ver?
-En tus sueños saldré contigo –me crucé de brazos-.
-Bien, mañana en el mismo lugar que hoy, bueno técnicamente ayer porque es la una de la madrugada, y no lleves a tu perro.
-No, no iré
-Sí irás, adiós –se lanzó de la rama, cayó en pie al suelo y salió corriendo-.
-No iré, no le daré el gusto –le dije a Zoe-.
-Es demasiado guapo… Tengo una idea.
-¿Cuál?
-Juega con él.
-Qué asco, no.
-No hablo de esa manera, hablo de que se nota que es un mujeriego y que juega con las chicas, como quiere hacer contigo, así que TÚ vas a jugar con él. Mañana, es decir hoy, lo que sea. Se verán, te harás la difícil, como siempre, pero lo dejarás con la boca abierta, después se verán de nuevo… -la interrumpí-.
-No lo haré, hazlo tú.
-No, él te quiere a ti.
-Bien, continúa.
-Después se verán de nuevo, él te quiere conocer, así que se lo harás difícil, una prueba por una respuesta… Tú le haces una prueba cualquiera, él una pregunta y al terminar la prueba le respondes la pregunta, puedes responderlas con mentiras, después de todo es un juego…
-No lo sé, eres muy ingeniosa, lo pensaré. Vamos a dormir.
Fuimos a dormir y me quedé pensando en eso.
No está mal, es decir, él es mujeriego, pero yo no me dejo así de fácil, sinceramente me gusta la idea de dejarle claro que con las chicas no se juega, si no quiere que jueguen con él.
(…)
Cuando despertamos eran las 8 y media de la mañana, Zoe se bañó y se cambió, luego se fue. Bajé a desayunar y luego me bañé, fui a ver televisión durante casi una hora y me aburrí y me puse a leer.
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(Foto de Mason)
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