Cuarentena

fuckingOT

1M 39.3K 12.2K

Natalia y Alba no se conocen pero acaban pasando la cuarentena juntas. Habrá que buscar algo con lo que entre... Еще

Estado de alarma I
Estado de alarma II
DÍA 1: Primero de apocalipsis
DÍA 2: Maldito bicho
DÍA 3: Paticorta vs patilarga
DÍA 4: No te tires a un facha
DÍA 5: El juego del gato y el ratón
DÍA 6: Chin-chin
DÍA 7: Aclaremos una cosa
DÍA 8: No todo lo hago tierno
DÍA 9: Mi puerta está abierta
DÍA 10: Tocada y hundida
DÍA 11: Bájalo del todo
DÍA 12: No digas nada
DÍA 13: Hay que ser valiente
DÍA 14: ¿Del 1 al 10?
DÍA 15: Llorando corazones
DÍA 16: Something about you
DÍA 17: La nueva normalidad
DÍA 18: Pintura mural o grafiti ilegal
DÍA 19: Ojalá ganen los buenos
DÍA 20: Va contra las normas
DÍA 21: Primera señal
DÍA 22: Vamos a la ducha
DÍA 23: El freno de mano
DÍA 24: Misión cumplida
DÍA 25: Profe Natalia
DÍA 26: Irresistiblemente apetecible
DÍA 27: Borrar el límite
DÍA 28: No me llames amiga
DÍA 29: Cambió mi suerte
DÍA 30: El estúpido plan
DÍA 31: Entrar en calor
DÍA 32: Por un beso
DÍA 33: Yo no quería
DÍA 34: Fan número uno
DÍA 35: Bendito infierno
DÍA 36: Un beso de cita
DÍA 37: Kilómetro cero
DÍA 38: La burbuja va a explotar
DÍA 39: A través de la pared
DÍA 40: Confío en ti
DÍA 44: Modo luna de miel
DÍA 52: Debe ser 50/50
DÍA 56: Cámara oculta
DÍA 65: Lucecitas de Navidad
DÍA 73: Mujer florero
DÍA 93: Comedia romántica
DÍA 100: La nube más alta
DÍA 134: Jugar en equipo
DÍA 148: No me sueltes
DÍA 173: Casilla de salida
DÍA 239: Los ojos nunca mienten
DÍA 274: Mal presentimiento
DÍA 485: Las historias de amor...
DÍA 486: ...no tienen final
DÍA 518: Mi recuerdo favorito
DÍA 2689: Hoy y siempre
DÍA 2690: Treinta mil días

DÍA 41: ¿Y ahora qué?

25.9K 829 294
fuckingOT

ALBA POV

No necesito ni un solo segundo para notar antes que ninguna otra cosa al despertar, los brazos de Natalia rodeando mi cintura. Con la sonrisa plantada en mi cara desde este momento, me giro sobre mí misma para poder ver su carita de frente al abrir los ojos, pero antes de hacerlo, me acerco a tientas y acaricio con mi nariz sus suaves facciones. Tras dejar un diminuto beso en su mejilla, abro por fin los ojos para ver su moflete aplastado en la almohada, sus labios entreabiertos y la paz de estar durmiendo muy a gusto reflejada en su gesto.

Después de unos segundos observando la belleza cruda de su rostro, llevo la mano hasta ella y con un dedo acaricio su piel, provocando que frunza el ceño como un bebé molesto y mueva la cara contra la almohada para deshacerse del contacto que parece incordiarle. Sonrío ante su reacción y repito mi movimiento obteniendo la misma, lo que casi me hace reír en alto por su carita enfadada.

Divertida por cómo se revuelve cada vez que la toco, sigo un par de minutos más hasta que se cansa de mí y se mueve para alejarse de mi cuerpo, colocándose al otro lado del colchón. Será posible..., pienso sin dejar de mirar lo adorable que es ese bebé gigante durmiendo. Aprovechando la libertad de movimiento al no tener sus brazos sobre mi cuerpo, me levanto de la cama para subir un poco la persiana y que entre algo de luz, pero no mucha para que la morena no se enfade.

Rápidamente me vuelvo a meter bajo las sábanas queriendo recuperar el calor que he perdido al salir de ahí, y no porque haga frío, sino por el contraste de temperatura dentro de la cama y fuera. No me acerco al cuerpo de la morena, pero me elevo sobre mi hombro para disfrutar de las vistas mientras se despierta.

Ahora que hay más luz en la habitación, y después de haber estado molestándola, no tarda mucho en empezar a despejarse, y al cabo de unos minutos se lleva la mano a los ojos para restregárselos por el sueño, pero aún así no los abre.

Estira la mano sobre el hueco vacío en el colchón, y no es hasta que frunce el ceño de nuevo y eleva un poco la cabeza, que me doy cuenta de que está buscando mi cuerpo. Con miedo de que se asuste pensando que la he dejado sola en la cama de nuevo, rápidamente alargo mi brazo para agarrar su mano y que note que estoy aquí, tal y como prometí, porque no quiero estar en ningún otro sitio.

Su gesto se relaja en el instante en el que mi mano entra en contacto con la suya, y todavía sin abrir los ojos, se apoya de nuevo en la almohada dispuesta a luchar contra las ganas de despertarse del todo.

– No vale volver a dormirse – susurro acariciando su mano mientras me acerco a su cuerpo, haciendo que sonría al escuchar mi voz.

– No estoy durmiferunsdn – murmura de manera inentendible con la cara hundida en la almohada.

– ¿Qué has dicho?

Mi ronroneo en su cuello al apoyarme en su costado le hace volver a sonreír, y se da la vuelta para colocarse bocarriba, tirando de nuestras manos aún entrelazadas para que me pegue más a ella. Con medio cuerpo sobre el suyo, suelto mi mano para apoyarme en el colchón y empezar a dejar besitos pequeños y suaves por su cara.

– Más – pide cuando me detengo, a la vez que lleva sus manos a mi espalda para abrazarme.

– No hasta que abras los ojos.

Lo hace inmediatamente, provocándome una pequeña risa que amortiguo contra sus labios cuando la beso, haciendo que vuelva a cerrarlos. Al separarme de su boca recorro de nuevo su cara con mis labios, usando la misma suavidad a pesar de que sé que ya está despierta del todo. Cuando abre los ojos otra vez, el brillo que hay en ellos se cuela entre los resquicios de sueño para hacerme sentir enormemente afortunada porque alguien me mire así.

Subo la mano hasta su mejilla para acariciarla sin poder dejar de mirarle a los ojos, y después de que ella gire la cabeza para dar un beso rápido a mi mano, yo me inclino para atrapar su boca en un beso más profundo.

Lentamente saboreo sus labios, humedeciéndolos para eliminar la sequedad de la noche, y dejo un mordisco suave en uno de ellos cuando noto la mano de Natalia subir de mi espalda para enredarse en mi pelo indicando que no quiere que me aparte todavía.

Sin prisa por separarme, sigo disfrutando de sus labios entre los míos y de la manera en la que se mueve para intentar hacerse con el control. Se lo permito y me dejo hacer, porque soy incapaz de resistirme a la experta forma en la que me besa, me vuelve loca. Seguimos unos minutos besándonos, sin que ella deje de acariciar mi pelo igual que yo no dejo de acariciar su mejilla y su cuello, hasta que entre besos cortos nos separamos.

– Buenos días – murmuro rozando su nariz con la mía y provocando que se incline para dejar un par de picos en mis labios sonrientes.

– Buenísimos días, Albi.

Me aparto para tumbarme de lado mirando hacia ella, posición que imita sin separar la mano que tiene en mi espalda para que no pueda dejar demasiado espacio. Nada de espacio es lo que yo quiero. Con sus ojos recorriendo todos los rincones de mi cara, sube su mano para acariciarla con mimo, haciéndome cerrar los ojos y moverme para pegarme a su cuerpo otra vez, agarrando su camiseta y enterrando la cara en su cuello.

– ¿Tienes frío? – pregunta tirando de la sábana para cubrirnos bien.

– No, pero quiero estar más cerquita.

– ¿Ahora sí? Qué raro, con lo lejos que estabas cuando me he despertado – reprocha en broma.

– ¿Perdona? Eso ha sido culpa tuya – protesto separándome de su piel para apoyarme en el colchón y quedar por encima de ella. – Te has apartado de mí mientras dormías.

– Imposible.

– ¡Que sí!

– No te creo – sonríe por lo rápido que consigue picarme, a la vez que se incorpora para girarnos e ir tumbándome despacio sobre el colchón, poniéndose sobre mí.

– ¡Es verdad! Estabas encima de mí cuando me he despertado, he empezado a acariciarte y tú te has echado a un lado para que no te toque.

– ¿Para que no me toques? No suena como algo que yo haría – insiste divertida.

– ¡Naaat! Que te lo digo en serio, lo has hecho inconscientemente.

– No puede ser Albi, tengo a mi subconsciente muy bien entrenado para que busque tu contacto constantemente – explica sobre mis labios antes de dejar un beso en ellos.

– ¿Por eso ahora tu mano ha acabado en mi culo? – pregunto sonriendo mientras rodeo sus hombros con mis brazos, disfrutando del contacto de su mano que hace un momento estaba en mi espalda.

– No, en este caso estoy siendo muy consciente de dónde pongo mis manos.

Y precisamente sus manos en mi culo y mi nuca es lo que usa para empujarme hacia ella y besarme con ganas, haciendo que del impulso rodemos en la cama hasta que estoy completamente encima de ella, con mis rodillas a los lados de su cadera. Totalmente despejadas de la somnolienta sensación de acabar de despertar, nos frenamos menos con la intensidad del beso. Sus manos, ambas ya sobre mi culo, me aprietan contra ella a su gusto, movimientos a los que yo respondo con pequeños mordiscos en sus labios.

Tras unos minutos en los que nos vacilamos apartándonos cuando la otra quiere un beso para luego devolverlo con más ganas, alternándolos con picos, mordiscos, besos cortos y cualquier cosa que implique mantener nuestras bocas juntas, Natalia se separa para hablar, bajando sus manos para dejar caricias suaves sobre mis muslos desnudos que se encuentran a ambos lados de su cuerpo.

– ¿Sabes en qué estaba pensando?

– Besándome como lo estabas haciendo, espero que en mí, la verdad – me incorporo para quedar sentada sobre su cadera y me cruzo de brazos fingiendo enfado, haciendo que ella suelte una carcajada y se incorpore también para darme un pico.

– Yo pienso en besarte hasta cuando no lo estoy haciendo – agarrándome de las mejillas lo hace de nuevo y después se deja caer en el colchón otra vez, mirándome desde abajo. – Estaba pensando, además de en lo mucho que me gusta besarte, en que duermes más que un bebé recién nacido, pero cuando yo duermo contigo te sueles levantar tú antes que yo.

– Será que descanso tan bien a tu lado que no necesito tantas horas de sueño – no tarda en aparecer en su cara la sonrisa que iba buscando con mi explicación. – O que te estoy pegando mis costumbres y eres tú la que se levanta tarde. Y hablando de levantarse tarde...

– Dime.

– Tengo una mala noticia.

– ¿Yaaaaa? Pero si nos acabamos de despertar, no ha dado tiempo a que algo vaya mal – protesta con un puchero que deshago con mis labios, recreándome más de lo necesario.

– También tengo una buena noticia que te va a gustar mucho.

– Pfff, no sé yo si me convence esto de una de cal y otra de arena. Venga, la mala primero.

– Son las once menos diez, lo que quiere decir que ya no podemos salir a la calle porque el horario por la mañana era hasta las diez.

– ¡Alba! Qué susto, que pensaba que era algo malo de verdad – se queja haciéndome reír.

– ¡Es malo! Después de cuarenta días encerradas no hemos sido capaces de aprovechar la primera oportunidad de pisar la calle.

– No pasa nada, esta tarde salimos – le quita importancia acariciando mi espalda por dentro de la camiseta. – ¿Cuál es la buena noticia?

Sonrío antes de contestar inclinándome para pegarme a su pecho y dejo un par de besos en su cuello.

– Que ahora que se nos ha hecho tarde para salir, no hay ninguna razón de peso para movernos de la cama en toda la mañana.

–Mmm... pues sí que es una buena noticia – ronronea contra mi cuello mientras yo me dedico a besar el suyo.

– A no ser que tú quieras hacer alguna otra cosa. ¿Tienes ganas de desayunar? – pregunto llevando mis besos a lo largo de su mandíbula, sabiendo perfectamente lo que va a responder y sonriendo cuando lo hace.

– Tengo más ganas de quedarme aquí y desayunarte a ti.

– ¿Te das cuenta de lo predecibles que son tus respuestas siempre? – me río sobre sus labios.

– Perdón, es que entre lo guapísima que estás por las mañanas, que estás sentada encima de mí y que me estás besando por el cuello... se me nubla el cerebro y no me da para pensar nada más ocurrente.

Sonrío contra su piel por lo que ha dicho, queriendo comérmela enterita de lo bonita que es y dándome cuenta de que no hay ninguna razón para no hacerlo. Apoyo una mano al lado de su cabeza para separarme un poco mientras que la otra la coloco en su mejilla, llevando mi pulgar a su labio inferior para acariciarlo despacio.

– Hazme el amor, y lo dejo pasar por esta vez.

El jadeo producido por mis palabras choca con la punta de mi dedo que sigue sobre su labio. Cierra los ojos y traga saliva cuando vuelvo a besar su cuello, y a la vez que araña suavemente mi espalda con sus uñas cortas, habla de nuevo.

– Pídemelo otra vez.

Sabiendo que he provocado en ella el efecto que quería al elegir esas palabras, lamo su cuello hasta llegar al lóbulo de su oreja, atrapándolo entre mis labios y mordiéndolo después. Con mi dedo aún recorriendo su boca, me inclino un poco más para posar mis labios sobre su oreja y susurrarle al oído.

– Quiero que me hagas el amor ahora mismo, Natalia.



NATALIA POV

No sé si es el hecho de sentir su cuerpo sobre el mío, sus labios jugando con mi oreja, su dedo aún torturando mi labio, su voz, que todavía tiene restos de la ronquera de por la mañana, el susurro directo en mi oído pidiendo que le haga el amor, o el pequeño matiz de exigencia en sus palabras. Quizás sea todo a la vez lo que hace que ya sienta mi respiración más agitada de lo normal.

Enredo mi mano en su pelo cuando se pone de nuevo frente a mí para besarme, disfrutando de los jadeos que se le escapan cuando tiro un poquito más fuerte de sus mechones movida por las ganas que tengo de comérmela de arriba a abajo. No tarda el beso en subir de intensidad y, sin darnos tregua ni para respirar, nos devoramos hasta que ella se separa lo mínimo para poder mirarme con una sonrisa.

– No puedo parar de besarte – murmura apoyando su frente en la mía, volviendo a cerrar los ojos y suspirando como si se acabara de dar cuenta.

Sonrío colocando las manos en sus mejillas y las acariciándolas con mis dedos.

– No tienes que hacerlo.

Una sonrisa enorme aparece en su cara, a milímetros de la mía, y vuelve a murmurar, más para ella que para mí.

– No, no tengo que hacerlo.

De nuevo se inclina para juntar nuestras bocas, bajando considerablemente el ritmo pero impregnando el beso de una sensualidad que no me deja indiferente, especialmente cuando atrapar mi lengua con sus labios y torturarla con la suya se convierte en su objetivo.

El beso se vuelve lento y húmedo, y rápidamente pequeños sonidos de placer se empiezan a escapar de mi garganta, sonidos a los que se les suman los producidos por Alba cuando bajo mis dos manos a su culo y la aprieto contra mi cadera como sé que le encanta. Colando mis manos bajo la tela de sus pantalones cortos para poder tocar su piel, me empiezo a excitar al notar que se balancea suavemente contra mí, por lo que acompaño sus movimientos con apretones en la tersa carne de la que no separo mis manos.

Pronto ese suave balanceo se extiende por todo su cuerpo haciendo que se restriegue por todos lados contra el mío con sensualidad, lo que me provoca un aumento de temperatura suficientemente grande como para que quiera deshacerme de toda la ropa que llevamos, y eso es lo que hago.

Deslizo las manos por su espalda arrastrando su camiseta hacia arriba, y ella se incorpora para facilitarme el trabajo. Una vez está fuera de mi vista, es ella la que tira del borde de la mía para que desaparezca. A pesar de su intento de lanzarse a besar mi pecho, me las apaño para hacer que se tumbe en el colchón y ponerme yo encima para así poder tirar de sus pantalones y sus bragas, dejándola totalmente desnuda ante mí.

– Me encanta sentir cómo te arde la piel cuando te toco – confieso acariciando lentamente su abdomen, pasando por sus pechos y agarrando con suavidad su cuello mientras vuelvo a tumbarme sobre ella.

Para mi sorpresa, me aparta las manos de su cuerpo, pero antes de que me preocupe porque algo vaya mal, su abrasadora mirada me indica que no se trata de eso.

– Quítate las bragas o no vas a seguir tocándome.

El tono autoritario que usa me pone a mil y ella lo sabe, porque sería muy fácil que ella misma me las quitara, pero prefiere quedarse observando mientras yo me separo y la obedezco sin deshacer el contacto visual. Cuando las tiro a un lado, con un dedo me indica que vuelva a acercarme, y yo no tardo ni un segundo en volver a colocarme sobre ella.

Me agacho para besar el tatuaje de su pecho, incapaz de saltarme ese paso, para después subir saboreando con mi lengua su piel hasta su cuello, donde me dedico sin prisa a unir con besos sus lunares, probando todas las combinaciones posibles.

– Uff, Natalia... e-el cuello – jadea en mi oído haciendo que sonría contra su piel.

– ¿Te crees que eres la única que sabe encender a la otra? – me defiendo mordiendo en el punto que sé que la vuelve loca.

– Ahh Nat... ahí... es ahí – balbucea arañando mi espalda.

– Sé muy bien cómo ponerte cachonda, Albi – le susurro con voz ronca en el oído para provocarla.

Cambio de lado y ataco su cuello por el otro, recibiendo en el hombro sus mordiscos y besos como reacción a mi húmeda tortura que no cesa, sino que la complemento con pequeños pellizcos en sus pezones, aprovechando así para que el espacio que abro para meter la mano entre las dos haga que deje de notar contra los míos lo duros que los tiene, porque me distrae de mi misión de hacer que acabe mojada para mí.

Con la mano que había llevado a mi cabeza para asegurarse de que no dejaba de comerle el cuello, tira de mi pelo para volver a ponerme delante de ella y besarme desenfrenadamente.

– Yo también sé cómo ponerte cachonda – reprocha cuando libero sus labios para bajar hacia sus pechos, llevándome por el camino las gotitas de sudor que se le forman por el escote.

– ¿Ah, sí? – respondo justo antes de atrapar una de sus tetas con mi boca, atendiendo la otra con mi mano.

– Sí... siii – gime elevando la cadera buscando rozarse con mi cuerpo.

Sonrío por su reacción levantando la vista para admirar la forma en la que entrecierra los ojos y echa la cabeza para atrás.

– No sé, Albi... – finjo que no me convence mientras bajo la mano a su centro, tocándola lo justo para que su humedad se impregne en mis dedos y luego la aparto. – ¿Tanto como tú?

Cuando sus ojos regresan a los míos me llevo los dedos a la boca y los chupo mientras disfruto del fuego en su mirada.

– Más. Mucho más.

Y por el tono de su voz no dudo en que está dispuesta a demostrármelo.

Si algo he aprendido de todas las veces que nos hemos acostado, y sobre todo desde que me contó sus inseguridades sexuales, es que no hay nada que le guste más que ponerme cachonda y llevarme al límite. Le produce muchísima satisfacción la sensación de excitarme y ver cómo reacciono ante ella, así que ahora que la he provocado para que se empeñe en evidenciar cuánto me pone, me dejo hacer para que disfrute todo lo que quiera de lo mucho que me puede llegar a encender. Esta es mi manera de hacerte el amor, Albi.

Nos da la vuelta con habilidad y, sentada sobre mi cadera y apoyando las manos en mi abdomen, empieza un suave vaivén con el que me deja claro lo mojada que estaba ya y lo poco que me falta a mí para llegar al mismo nivel. Tengo que admitir que por mucho esto le guste a ella, tampoco se puede decir que yo vaya a pasármelo mal.

– Sé lo mucho que te gusta notar cómo me muevo sobre ti – dice agarrando mis manos para ponerlas sobre su culo. Ninguna mentira. – Y lo que te encanta cuando me ves tocarme – añade paseando sus manos por su cuerpo hasta llegar a sus tetas.

Impulsada por el deseo de lo que ven mis ojos, me incorporo para sustituir sus manos por mis labios, provocando que sus gemidos aumenten de volumen. Ahora no lo dice porque no lo está haciendo a propósito, pero cómo me pone escucharla gemir. Empuja mis hombros para tumbarme y se lanza sobre mí para no dejar ni un trocito de mi boca y mi cuello sin morder, chupar o besar.

– Al-Alba... mmm... por favor – suplico después de un rato sin parar de tocarnos, sintiendo que voy a explotar si no acabo.

– Por favor qué – exige jadeando incluso más que yo.

– Necesito má...más... – su boca sigue sin darme tregua, voy a enloquecer. – Ahhh... Alba... Alba.

– ¿Estás muy mojada?

– Es-estoy chorreando.

– ¿Chorreando?

– Por... por ti.

No necesita más incentivo que ese para bajar la mano a mi entrepierna y comprobarlo por sí misma. Notando sus dedos recorrer mis pliegues, rodeo su cuello con mis brazos para sujetarme e instintivamente abro más las piernas, elevando la cadera en busca de aún más contacto. No me tortura mucho más tiempo y en seguida esos dedos entran con fuerza en mí.

– Madre mía... joder, Alba... s-sí... más fuerte... Al...Al... ¡ALBA!

Aprieto mi abrazo en su cuerpo pegándola por completo a mí mientras el orgasmo me recorre cada célula del cuerpo. Respiro con fuerza enterrada en su cuello hasta que dejo de sentir mis músculos como si fueran de gelatina, y abro los ojos para encontrarme de frente con la sonrisita orgullosa de la rubia, que inmediatamente se me contagia.

– Un día me matas del gusto, Albi – suspiro agarrándola de las mejillas para atraerla y darle un beso suave cuando mi respiración regresa a niveles no orgásmicos.

– Y eso que no me has dejado acabar con las cosas que sé que te gustan – tira de mi labio con sus dientes, dejándome ver que esto no termina aquí. Se acerca a mi oído y susurra. – Sé lo mucho que te gusta comerme, y como has dicho que me querías desayunar... ahora no quiero que te dejes nada.

Sin darme opción a réplica se mueve con rapidez para colocar sus rodillas a los lados de mi cabeza y a mí se me hace la boca agua con la imagen de su centro tan mojado para mí. Me agarro a su cintura para que baje lo suficiente como para poder deslizar mi lengua entre sus pliegues, estimulando su clítoris con ganas y deleitándome con sus gemidos.

– ¿Sabes qué otra cosa te gusta mucho? – jadea frotándose contra mi boca.

– Tú, tú me gustas mucho.

Abro los ojos solo para ver su sonrisa al escucharme, que casi se le sale de la cara de tan grande que es, pero no comenta nada, simplemente sigue con su juego de provocación.

– Mi culo te gusta mucho.

Según lo dice, se da la vuelta para colocarse igual pero mirando hacia el otro lado, de manera que su culo queda prácticamente sobre mi cara. Una cosa tengo que admitir, y es que razón no le falta, me vuelve loca, así que sin esperar a nada me lanzo a besarlo, mordiéndolo con fuerza y compensando después con lamidas suaves. Para no desatender su entrepierna, subo la mano hasta ahí y le meto los dedos, lentamente primero, pero subiendo el ritmo rápidamente.

Mi excitación aumenta a la velocidad de la luz gracias a sus gemidos y los sonidos lascivos de mi mano y mi boca contra sus fluidos, sobre todo cuando Alba se agacha un poco para darme mejor acceso. Tanto es así, que no soy capaz de resistir la tentación de llevar mi mano libre a su espalda para incitarla a bajar del todo sobre mi cuerpo, sabiendo perfectamente donde va a acabar su boca.

– Ummm, Alba... sí... más... – pido como puedo hablando contra su centro cuando es ella la que atrapa mi clítoris para succionarlo de manera certera.

– No pares... joder, Natalia... no pares ahora – se queja por mi separación momentánea moviéndose contra mí.

Yo vuelvo a mi tarea y, aunque no es la posición más cómoda del mundo, nos da igual porque estamos las dos tan al límite que solo necesitamos unos segundos más para corrernos casi al mismo tiempo. Alba se desploma sobre mi cuerpo cuando los espasmos del suyo cesan, y con las últimas fuerzas que le deben quedar, se mueve para darse la vuelta de nuevo y tumbarse sobre mi pecho hundiendo la cabeza en el hueco de mi cuello.

Respiramos con fuerza y acompasadas, sin energía para decir nada hasta que pasan unos minutos en los que no dejo de acariciar su espalda desnuda. Suelto un gran suspiro y dejo un beso en su cabeza antes de volver a hablar.

– Eres jodidamente increíble.

No sé por qué pero mi comentario le hace gracia y suelta una risita mientras empieza a llenar mi piel de besitos diminutos, apenas son roces de sus labios.

– La credibilidad de los cumplidos que se hacen justo después de tener un orgasmo es prácticamente nula – explica separándose un poco para darme un beso rápido en los labios. – Y tú has tenido dos.

Frunzo el ceño por lo cabezota que es, siempre buscando excusas tontas para no creerse las verdades que le digo, y ella deshace mi gesto con sus labios.

– Eso te lo acabas de inventar.

– ¿Lo de los orgasmos? – sonríe haciéndose la tonta sin detener los besitos ahora por mi cuello.

– No, lo de los cumplidos.

– Sí, pero eso no quiere decir que sea mentira.

– Pues no estoy de acuerdo – protesto y ella se vuelve a reír.

– Pues a ver qué hacemos entonces.

– Bueno... si sigues con los mimos, – sonríe entre besos y añade también sus manos para acariciarme – estoy dispuesta a olvidar esta diferencia irreconciliable.

– Mmm – ronronea en mi cuello. – Creo que estoy dispuesta a intentarlo – aprieto mis brazos para sentir más su cuerpo, y ella sube los labios hasta mi oído para susurrarme. – Eres una yonki de los mimos después del sexo, que lo sepas.

– Sí soy – sonrío notando las cosquillitas que me hace. – Y ahora que te gusto, muchísimo más.

Se separa lo justo para ponerse en frente y mirarme, sin dejar de acariciar mi cara y sonriendo con ternura.

– Antes también me gustabas.

– Pero ahora lo sé. ¿A ver, dilo? – sonríe aún más y sé que, al igual que yo he hecho antes, ahora es ella la que me está consintiendo.

– Me gustas, Natalia.

– Un montón.

– Me gustas un montón – satisfecha por oírlo, me inclino hacia delante a dejar un pico en sus labios antes de que ella vuelva a hablar. – Y cada día que pasa ese montón se hace más grande.

El montón no sé, pero desde luego que mi corazón sí que se hace más grande al escuchar sus palabras. Dejamos los minutos correr mientras seguimos igual, con Alba deshaciéndose en caricias y besos y conmigo disfrutándolas como un bebé, hasta que siento que ella quiere moverse y bajarse de mi cuerpo, lo que yo impido apretando mi agarre.

– Nat, déjame porfa, que voy al baño.

– Jo Albi, siempre igual – protesto pero la libero de entre mis brazos.

– Es un segundo, te prometo que ahora sigo. Es que me meo muchísimo.

– Necesitas una vejiga más grande – bromeo mientras se pone de pie y alcanza una camiseta que ha ido a parar a la mesilla y que resulta que es la mía. Debería ser delito lo guapa que está con mi ropa.

– Llevo aguantando desde que he abierto los ojos, no te quejes tanto – sonríe en mi dirección.

– ¿Y por qué no has ido antes? – ahora me mira confusa, como si fuera una pregunta tonta.

– Por si justo te despertabas y pensabas que no estaba.

Me muerdo el labio para evitarlo, pero es imposible esconder la sonrisa que se forma en mis labios.

– Venga, ve. Y date prisa, que en cuanto vuelvas te voy a comer a besos.

Sonríe, se acerca a besarme muy brevemente, y después sale corriendo hacia la puerta.



ALBA POV

Al volver del baño encuentro a Natalia tumbada bocabajo, mirando el móvil y riéndose sola. Me concedo unos segundos para admirar desde la puerta la forma en la que se contraen los músculos de su cuerpo con las pequeñas carcajadas que suelta, y me muerdo el labio inconscientemente al pensar en la suerte que tengo de que alguien así quiera estar desnuda en mitad de mi cama.

Notando ya el picor en las manos por llevar unos minutos sin tocar su piel, me acerco y despacio me tumbo sobre su espalda, preguntándome si esta necesidad por su contacto se me va a pasar algún día o va a seguir yendo a más con el tiempo.

– Albi, mira.

Me asomo por su hombro para ver qué es lo que tanta gracia le está haciendo, y no me sorprendo cuando veo abierto el grupo con nuestra vecina.

MAMARRACHAS DEL 3º

*Juls*

CHICAAAAAAS (8:07)

QUE PODEMOS SALIR!! (8:07)

NO ME LO CREO VOY A LLORAR (8:08)

oye chicas a qué hora salimos? (8:14)

Gonzalo y yo estamos desayunando y preparándonos (8:14)

podemos ir los 4, separaditos por la calle y no pasa nada (8:14)

os venís no?? (8:21)

chicas? (8:25)

no me ignoréis, pedazo de mamarrachas (8:29)

bueno, nosotros saldremos como a las 9 para estar una horita y volver a las 10 (8:37)

vosotras haced como queráis (8:37)

pero qué hacéis que ni me estáis leyendo! (8:43)

es que a la rubia ni le llegan (8:44)

os parece bonito quedaros las dos dormidas el primer día que podemos salir? (8:49)

es que no sé si os habéis enterado pero... (8:49)

DESPUÉS DE 40 DÍAS PODEMOS SALIR!!! (8:49)

nos vamos, última oportunidad (8:57)

no os fundo el timbre porque soy buena amiga, pero esto no se hace :( (8:58)

<foto> (9:23)

<foto> (9:24)

vosotras os lo perdéis (9:24)

es que no me creo que sigáis sin leerme (10:09)

espero que hayáis aprovechado la mañana (10:28)

ya me contaréis qué era tan importante (11:13)

más os vale que haya merecido la pena (11:13)

– Puedes decirle de mi parte que ha merecido mucho la pena – murmuro pegando los labios a su oreja y haciendo que se ría.

– Sí, y de paso le mando un par de fotos como las que ha pasado de ellos en el parque, solo que la nuestra en la cama, conmigo desnuda y tú con mi camiseta.

– La matamos de un infarto.

Natalia vuelve a dirigir su atención a la pantalla para responder.

*yo*

tremendo monólogo amiga (12:23)

Bloquea el móvil tras contestar y estira el brazo para dejarlo sobre la mesilla de nuevo. Yo me muevo para tumbarme a su lado, pero se recoloca para que no haya espacio entre las dos, arrancándome una sonrisa más de las que hoy parece que tengo infinitas para ella.

Sin necesidad de pronunciar una palabra, sus ojos me miran con adoración, transmitiéndome tantas cosas bonitas que yo espero estar devolviéndole cada uno de esos sentimientos. Dejo un tierno beso en sus labios, y luego otro, y luego otro, porque como le he dicho antes, no hay ninguna razón para salir de esta cama en toda la mañana, así que eso hacemos. Nos quedamos ahí un par más de horas, disfrutando de esos besos que no van a más y de los orgasmos en los que acaban los besos que sí van a más.

Cuando pasa todo ese tiempo que a mí me parecen apenas unos minutos, sé que aunque no me apetece nada porque en los brazos de Natalia estoy muy a gusto, deberíamos levantarnos ya para comer y dejar de ignorar el hambre que tengo.

– Nat – la llamo con miedo de que se haya dormido porque lleva un rato muy callada.

– ¿Mmh?

– Es tarde ya, ¿nos levantamos?

– Mmh – vuelve a murmurar medio dormida.

– Venga, arriba – me separo para incorporarme pero ella en vez de imitarme, se gira y se abraza a la almohada, sacándome una sonrisa. – Yo voy a darme una ducha, ¿quieres venir?

– Mmh – seguro que ni siquiera me está escuchando.

– Bueno, ya sabes dónde estoy.

Le doy un besito en la mejilla y me levanto para coger una camiseta y unas bragas limpias, y me marcho al baño. Sin prisa, me relajo bajo el agua caliente intentando mantener la mente en blanco y descubriendo que cada vez que eso ocurre, se vuelve a llenar con imágenes de Natalia. De ella sonriéndome, de ella acariciándome, de ella enseñando sus dientecitos al reírse, de ella desnuda, de ella entre mis piernas... Vale suficiente, pienso cerrando el grifo una vez acabo para que mis pensamientos no sigan por ese camino. Madre mía, el encoñamiento que llevo encima.

A mi regreso a la habitación, la estampa que me encuentro derrite tanto mi corazón que temo que acabe escurriéndose hasta mis pies, y es que sin darme cuenta he debido dejar la puerta un poco abierta cuando he salido y Queen no ha dudado en venir a tumbarse a mi cama, haciéndose una bolita contra el cuerpo de Natalia, que ha pasado su brazo alrededor para abrazarla. Es que podría llorar de lo bonitas que son.

Cambio la idea de despertarla ya y prefiero dejar que descanse mientras hago algo de comer, pero antes de eso no me resisto a coger mi móvil y hacerles una foto para poder guardarme esa imagen tan tierna.

Cuando la comida ya casi está, oigo a Natalia venir por el pasillo y acercarse hasta que me rodea la cintura con sus brazos desde atrás, agachándose ligeramente para dar un beso en mi hombro y apoyar la cabeza ahí.

– Madre mía, qué bien huele.

– Es risotto.

– No me refería a eso – murmura acariciándome el cuello con su nariz y provocando que me encoja por las cosquillas. – Aunque reconozco que la comida también tiene muy buena pinta.

Me muerdo la sonrisa por lo zalamera que es, admitiendo en el fondo que me encanta que me regale los oídos y me haga la pelota. No se separa de mí en el par de minutos que tarda la comida en terminar de hacerse, y cuando está lista y apago el fuego, me doy la vuelta entre sus brazos para besar sus labios e intentar que con esa nueva dosis mi adicción esté controlada.

– Albi, yo te beso hasta que se me caigan los labios si quieres, – dice entre picos – pero después de comer mejor, que siento que me voy a desmayar del hambre que tengo.

Me aparto para comenzar a servir los platos, divertida por el gesto de disculpa que pone al separarnos.

– ¿Tan baja de energía te has quedado, Nat? Te hacía yo con más aguante, fíjate.

– No te pongas tan chulita que la que ha pedido tiempo muerto al final has sido tú – se pica.

– Por ti más que nada, que te notaba ya sin respiración.

– Claro, es difícil que me llegue aire a los pulmones cuando tengo la cara hundida en tu c...

– ¡Vale! Vale – me río por lo bruta que se pone solo por ganar.

– En tu cuello, malpensada – las dos sabemos que no era eso lo que iba a decir.

– Vamos a comer, anda.

– De comer estaba yo hablando.

– ¡Nat!

– Vaaaale, ya paro.

Pero no para, sino que se pasa toda la comida sacándome los colores mientras que yo finjo que me enfado solo para que después me haga la pelota con palabras bonitas. Al terminar, me doy cuenta de que necesito una siesta o no voy a tener fuerzas para ir a dar un paseíto por la tarde, así que me voy a mi cuarto mientras que Natalia, que está más descansada, se ofrece a recoger la cocina.

Al entrar en mi habitación, una cosa tan tonta como ver la cama desecha me arranca una de las sonrisas más grandes del día por todo lo que implica. Me van a doler los mofletes como siga así. No desaprovecho la oportunidad de darle a la morena un poco de su propia medicina y cojo mi móvil para subir una historia de las sábanas blancas totalmente revueltas.

Me meto en la cama y me arropo por el frío de no sentir el calor de Natalia al lado, y con paciencia me esfuerzo por encontrar una canción que le vaya bien de acompañamiento. Una vez encuentro la que me convence del todo, la añado a la historia junto con la frase "en las nubes" escrita en pequeñito a un lado, y la subo.

Sintiendo un agradable calorcito por dentro al pensar en lo contenta que me hace haber sido sincera con lo que siento por Natalia y haberme atrevido a confiar en ella, me quedo dormida hasta que un rato después ese mismo calorcito se produce gracias a los labios de la morena paseando por mi cara para despertarme. Aguanto un par de minutos disfrutando de sus caricias antes de abrir los ojos y encontrarme con el brillo de los suyos.

– Despertarme de la siesta no te va a llevar muy lejos conmigo, te voy avisando desde ya – paso mis manos por su nuca para que no se aleje.

– Tu carita está demasiado feliz para que te crea.

Su explicación choca contra mis labios, donde deja un beso lento y húmedo que me acelera el corazón tanto que roza niveles preocupantes, pero me olvido de eso y de todo cuando su lengua se abre paso para acabar de volverme loca.

– Joder – suspiro apoyando la frente en la suya sin abrir los ojos. – Si me vas a besar así puedes hacer lo que te dé la gana.

Escucho su risita justo antes de que vuelva a hacerlo, y yo tiro de mi agarre en su cuerpo para que se tumbe sobre mí. Cuando se separa de mi boca, dejándome con ganas de más, esconde la cara en el hueco de mi cuello, erizándome la piel al notar su respiración calmada rebotar en mi piel. Si esto va a ser siempre así que nos encierren diez años si quieren. Con un brazo rodeando sus hombros, subo la otra mano para acariciar su pelo, notando una ligera humedad, por lo que probablemente haya aprovechado este rato para ducharse.

– ¿Qué hora es?

– Casi las seis. Te he despertado porque antes has dicho que no querías dormir hasta tarde.

– Pues muy pronto no es – me río dejando un beso en su pelo.

– Ya... Lo he intentado hace un rato, pero estabas tan mona dormidita que no he sido capaz.

– Tú sí que eres mona.

Le hago separarse de mí para llenarle la cara de besos y al ver la enorme sonrisa que se le forma en la cara, pienso que es el momento perfecto para darle el dibujo que hice para ella. Se extraña cuando le pido que se aparte para poder levantarme, pero se sienta en la cama a lo indio con ilusión en la mirada al decirle que tengo una cosa para ella. Estoy segura de que ya no se acuerda de que me pidió esto, así que no puedo esperar para ver la sorpresa inundar su rostro.

Alcanzo el dibujo del escritorio y con los nervios apelotonándose en mi interior, se lo doy para que lo pueda ver. Se queda boquiabierta, literalmente, y tarda tanto en reaccionar que estoy a punto de empezar a preocuparme, pero sube la mirada de nuevo haciendo un puchero con sus labios.

– Alba, esto es increíble.



NATALIA POV

– ¿Te gusta de verdad? – pregunta con la duda reflejándose en su voz mientras se acerca para sentarse de rodillas frente a mí. – No tienes que hacerme la pelota, puedes ser sincera.

– No, no puedo ser sincera porque no me salen las palabras para la maravilla que es esto.

– Gracias Nat, pero tampoco hay que pasarse – se ríe nerviosa.

– Lo digo de verdad, me encanta, es perfecto. ¡Es que parece la foto revelada en vez de un dibujo!

– Me alegro de que te haya gustado – se ruboriza.

Con cuidado me giro para dejar el papel sobre la mesilla y que no se quede por la cama para que no se arrugue. De nuevo mirando hacia la rubia, le agarro de las muñecas para que se acerque más y la envuelvo en un abrazo con todas mis fuerzas.

– En cuanto se pueda salir a comprar voy a buscar un marco bonito y lo voy a colgar en la pared – le aseguro cuando aflojo un poco nuestra unión, sin dejar que se separe demasiado. – Y ni se te ocurra decir que estoy exagerando.

– Es tu regalo, puedes hacer lo que quieras con él – sonríe.

Satisfecha con su respuesta y con que no intente convencerme de lo contrario, nos pasamos otro rato tiradas en la cama hasta que a regañadientes nos levantamos para prepararnos para salir, a pesar de que hasta las ocho no podemos.

Al terminar, me siento en el sofá con la guitarra para hacer tiempo hasta que Alba acabe, porque se ha puesto a jugar con Queen y ahora me toca esperar, aunque al final se da prisa y solo pasan unos minutos de las ocho cuando aparece por el pasillo ya lista.

– ¡Ya estoy! Venga, vámonos.

– Joder Alba, qué guapa – le digo mientras guarda las llaves en su riñonera.

– Qué dices, si voy súper normal.

– ¿Y? Estás muy guapa.

– Tú también – se acerca a mí cuando me pongo de pie y dejo la guitarra en el sofá. – Aunque dudo que puedas no estarlo.

Nos ponemos las mascarillas y salimos por la puerta, juntas por primera vez. Notándose las ganas que tenemos de pisar la calle, bajamos rápidamente por las escaleras hasta que salimos del portal, quedándonos paradas al notar el aire fresco en la cara.

– ¿Y ahora qué? – dice Alba girándose a mirarme con intensidad, aunque no quiero pararme a pensar en el doble sentido de la pregunta.

– Ahora andamos.

Sonrío a pesar de que con la mascarilla no se nota mucho, y le hago un gesto con la cabeza para que nos dirijamos calle abajo, hacia el parque. Unos metros más adelante nos metemos a callejear por otro camino para evitar ir por la principal, ya que hay un montón de gente y preferimos evitarlo.

En una de esas calles estrechas, nos vemos obligadas a ir durante un par de minutos una detrás de la otra por el poco espacio que hay, y yo ya no sé a quién pedirle perdón por todos los pensamientos impuros que estoy teniendo al no separar mis ojos del culo de Alba. Seguro que son a medida, no puede ser que le queden tan bien esos pantalones, pienso tragando saliva al recordar los acontecimientos de esta mañana. ¿Y esa chaqueta? Que se lo quite todo menos eso y me haga lo que quiera. ¿"Give me a break"? A break es lo que necesito yo, sinceramente, porque me tiene que exploto a la mínima.

Por suerte o por desgracia no tardamos en salir a una calle más ancha en la que podemos ir al lado, y en unos minutos llegamos hasta el parque que hay cerca de casa. Emocionadas por el momento que tanto estábamos esperando, empezamos a recorrer los caminos del parque con tranquilidad, hablando y disfrutando de la sensación de libertad.

– ¿No te sientes rara? – comenta al cabo de un rato paseando en silencio.

– Un poco, es extraño estar haciendo algo tan normal como dar una vuelta con esta sensación de desahogo. Me siento casi como si estuviera haciendo algo que no debo.

– Sí, también, pero yo me refería a ti y a mí. Es... es la primera vez que estamos juntas fuera del piso – dice mirándome de reojo. – Es raro.

– ¿Pero raro bueno o raro malo?

– Raro bueno – se apresura a aclarar y noto la sonrisa bajo su mascarilla. – Raro muy bueno, ¿no?

– Sí, la verdad es que podría acostumbrarme.

– Es que ahora que vamos a poder ir haciendo más cosas cada vez, me apetece mucho descubrirnos en todos los ámbitos y en todos los sentidos.

– Ven – digo antes de responder tirando de su mano para salirnos del caminito y sentarnos en el césped al lado de un árbol. – Yo también tengo ganas de descubrir todo de ti, Albi, y lo único que quiero ahora mismo es que a ti te guste lo que veas de mí.

– Me va a gustar – responde al segundo y yo me río.

– No vale decirlo por adelantado, tienes que esperar.

– Vale, pero me va a gustar.

– Yo también tengo la corazonada de que me va a encantar cualquier cosa que tenga que ver contigo, pero lo que estoy diciendo es que si alguna de las dos siente que no es así cuando esto empiece a avanzar... no quiero que haya rencor ni que nos hagamos daño. Los sentimientos no se controlan, y si en vez de ir a más los nuestros acaban diluyéndose por alguna razón, aunque ahora nos parezca imposible, no pasa nada. Yo quiero que tú estés siempre lo mejor posible, aunque eso no me incluya a mí.

– Nat, entiendo lo que estás diciendo, incluso estoy de acuerdo, pero no me gusta estar escuchando esto ahora. Suena feo – dice frunciendo el ceño y yo sonrío ante la ternura que me ese gesto.

– Vale, tienes razón. Vamos a pensar en lo increíble que está siendo el día, ya habrá tiempo para otras cosas.

Nos quedamos ahí sentadas cambiando el rumbo de la conversación por uno mucho más agradable, más en sintonía con el mood que arrastramos desde que nos hemos levantado, hasta que se empieza a acercar la hora de volver a casa y nos volvemos a poner de pie para deshacer el camino que nos ha llevado hasta aquí.

Llegamos a casa de nuevo y tras quitarnos las mascarillas y lavarnos bien, decidimos que nos apetece cenar pronto para luego tirarnos en el sofá a hacer el vago, como si a lo largo del día hubiéramos hecho otra cosa que no fuera exactamente eso pero en la cama.

Estoy en la terraza fumando cuando veo a Alba volver de la habitación ya cambiada al pijama, que consiste en una simple camiseta larga y juraría que sin pantalones debajo, aunque no puedo verlo. Me quedo mirando mientras me acabo el cigarro, y aunque por un momento echo de menos los pantalones que llevaba antes, no hay nada como sus piernas desnudas perdiéndose por dentro de la camiseta y dejando volar mi imaginación.

Apago el cigarro y entro justo cuando está de espaldas a mí, por lo que rodeo su cintura y me agacho a besar su cuello. Me encanta abrazarla así. Se encoge un poco por las cosquillas, como siempre, y en seguida se da la vuelta para rodearme por la nuca con sus brazos y ponerse de puntillas para besarme lentamente. Vaya día llevamos, ya nos vale.

En medio del beso, bajo mis manos de su espalda baja hasta su culo y a través de la fina tela de la camiseta compruebo que tenía razón al pensar que no se había puesto pantalones. Sonrío rompiendo el beso y se separa para preguntarme con la mirada si me pasa algo, pero yo simplemente subo mis manos de nuevo para agarrar sus mejillas y seguir besándola un poco más.

Cuando ella reúne la suficiente fuerza de voluntad para apartarse de mí, porque yo no soy capaz, preparamos algo rápido de cenar y antes de que nos demos cuenta ya nos hemos acoplado en el sofá para poner una peli a la que no le hacemos caso. Yo, porque me concentro en las caricias que dejo por su espalda, su pelo y toda su piel que queda a mi alcance, y ella, porque está tan relajada tumbada sobre mi cuerpo que creo que se ha quedado dormida, aunque de vez en cuando se incorpora para darme algún beso corto, demostrándome que no.

– Oye Albi – digo después de un rato sabiendo que voy a romper el momento de paz en el que estamos pero pensando que va a ser divertido picar un poco a la rubia. Es mi hobby favorito.

– Dime.

– Que estaba pensando que tengo que darte la enhorabuena.

– ¿A mí? – pregunta confusa, incorporándose para mirarme extrañada. – ¿A mí por qué?

– Porque te estás haciendo una profesional de las indirectas, me alegro mucho que te tomes la molestia de subir cosas para mí. De hecho, – sigo hablando mientras me estiro para alcanzar mi móvil de la mesa, metiéndome en instagram para volver a ver la historia que subió antes – vamos a analizarla.

– Nooo, Nat, qué haces.

– Que sí, Albi, es que me ha gustado mucho.

– Natalia pero que no tienes que hablar de eso, que no te enteras – protesta como una niña pequeña. – Eso lo subo, tú lo ves sin decir nada y ya está. Qué vergüenza.

– Lo primero, la foto. ¿Tu cama desecha? Es que solo con eso ya es una indirecta de la hostia – empiezo a hablar ignorando sus protestas y haciendo que se agache para enterrar su cara en el hueco de mi cuello. – Ahora la frase, "en las nubes". Muy bien Albi, es una frase que se disimula genial porque parece que lo dices por la cama, así blandita y blanca, pero en realidad hace referencia al magnífico sexo que hemos tenido ahí toda la mañana.

Siento una pequeña risa contra mi piel y un diminuto asentimiento que hacen que no me crea sus siguientes palabras.

– Naaat... Para porfi, que me da vergüenza.

– Que no Albi, si está genial. Venga, ahora la canción. Confieso que he tenido que buscarla porque no la conocía, pero eso suma puntos, porque encima me descubres música nueva que me encanta.

Se incorpora del todo para sentarse sobre mi cadera mientras se cruza de brazos poniendo una cara de enfurruñada que me hace querer comérmela a besos.

Que lindo que es tenerte a mi lado y poder verte aquí. Podría haber escrito yo lo mismo sinceramente – digo leyendo la letra de la canción. – Brillas como la luna, eso es guay porque tú eres un solecito y complementarse es muy importante – explico exagerando mi seriedad, provocando que la sonrisita que se le empezaba a escarpar se vaya haciendo más grande. – Me das mucha fortuna aunque no lo puedas ver así. Pues no, no lo veo, pero oye que si a ti te gusto pues palante ehh, cada uno sabrá dónde se mete – bromeo y ella se inclina para darme un beso.

– Eres tontísima.

Qué curiosa la vida que te haya puesto aquí, qué fortuna la mía de tenerte junto a mí, espero que sea siempre así. Sí, sí y sí, al menos eso pienso yo – deshago el pucherito que se forma en sus labios con un beso rápido y sigo leyendo. – Me gusta tu sonrisa, combina con la mía. ¿A ver?

Dejo el móvil apoyado en el sofá y con dos dedos estiro la comisura de sus labios hacia arriba, a lo que ella responde echando la cabeza para atrás riéndose.

– Quita idiota – me aparta las manos y sonríe en grande, haciendo que yo lo haga también.

– Pues sí que combinan bien, sí. Somos goals de esas, pero en vez de matching outfits, pues matching sonrisas – digo arrancándole una carcajada.

– Eres una payasa – yo asiento antes de seguir.

El miedo desaparece cuando veo que tu amor crece. Lo primero me hace muy feliz si me dices que es verdad, pero luego hay una palabra un poco peligrosa, así que no nos vamos a detener mucho en esta parte – la miro de reojo para ver cómo se muerde el labio tapando su sonrisa. – Qué curiosa la vida que te haya puesto aquí, qué fortuna l... Bueno, esto se repite, así que ya está. Pues Nada Albi, muy bien. Un sobresaliente te pongo.

– Es un honor viniendo de la reina de las indirectas, ahora tienes que estar a la altura para responderme.

– Ah, ¿tengo que responderte? – me hago la tonta a pesar de que tengo la canción elegida desde la conversación que hemos tenido en el parque y la foto hecha desde que he salido a fumar a la terraza.

– Claro Nat, tienes que hacerme saber que has entendido que era una indirecta para ti, esto funciona así.

– Vale, vale. Si tú quieres que te responda, yo te respondo.

– Pero que no se note ehh, así como quien no quiere la cosa.

– Uff, lo haré lo mejor que pueda.

Volvemos a tumbarnos como antes para relajarnos de nuevo, pero mientras le hago cosquillitas en el brazo una duda viene a mi cabeza y es si ella va a querer que duerma en su cama. Me da miedo asumir que por haberlo hecho un día se tenga que convertir en rutina, pero tengo muchas ganas de volver a dormir abrazadita a su cuerpo.

Tampoco estoy segura de que todos los días vaya a tener ganas de hacerlo, pero ahora mismo no se me ocurre ningún sitio en el mundo donde vaya a descansar mejor que a su lado.

– ¿Se puede saber qué te pasa? – se incorpora al notar que me revuelvo en el sitio.

– Nada – disimulo regular y ella me mira entrecerrando los ojos como si estuviera analizando mi gesto.

– Estás nerviosa, y tú no te pones nerviosa.

– Es que... estaba pensando... Que si no quieres pues perfecto, pero a mí... Eso que si tú quieres pues... me... ¿Me invitas a dormir contigo hoy? – consigo decir tras un balbuceo impropio de mí, pero esos ojazos tan de cerca me ponen nerviosa. Sonríe con ternura antes de responderme.

– ¿Tú quieres?

– Sí.

– Entonces tienes pase VIP para dormir conmigo siempre que te apetezca.

– ¿Y si me apetece siempre?

– Pues vienes siempre – responde como si fuera algo simple y me besa para terminar de convencerme. – ¿Vamos ya?

– Vale, pero voy a cambiarme antes, que aún no me he puesto el pijama.

Aprovecho cuando voy a mi cuarto para subir la historia que había pensado, sabiendo que probablemente no la verá hasta mañana, y cuando estoy lista voy al suyo, donde me espera ya metida bajo las sábanas. Incapaces de resistirnos a una pequeña sesión de besos, nos entretenemos un rato antes de irnos a dormir definitivamente. 

Unos minutos después de quedarnos en silencio, quiero aclarar la última cosa que me quedaba pendiente hoy antes de poder dejarme llevar por el sueño, así que como sé que aún no se ha dormido del todo, lo digo en un susurro.

– Albi.

– Dime.

– Eres jodidamente increíble.



Продолжить чтение

Вам также понравится

847K 126K 101
Toda su vida fue visto de menos y tratado mal por las personas que decían ser su familia, estaba cansado de que todas las noches llorara por aunque s...
¡No Es Mío! Masi

Фанфик

600K 80.4K 46
Una sola noche. Dos mujeres lesbianas. ¿Un embarazo? ¡Imposible!
442K 27.7K 63
La Academia Oficial de Talentos le da la bienvenida a aquellos jóvenes a los que les han sido otorgados dones especiales, y desean desarrollarlos en...
8K 388 7
 Por alguna razón , He Yiju se convirtió en miembro del equipo que exploraba el nuevo mundo .   Era un mundo abandonado , con trillones de zombis , m...