DÍA 29: Cambió mi suerte

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ALBA POV

¿Por qué tarda tanto?

Miro el reloj otra vez y veo que lleva casi dos horas fuera cuando normalmente no llega ni a una hora el tiempo que tarda en hacer la compra.

¿Dónde se ha metido?

Como esté tardando más por mi culpa, porque no quiere estar en casa, y encima le pase algo, el enfado que hemos tenido esta mañana no va a ser nada en comparación al cabreo que me voy a pillar.

¿Cómo puede un día que ha empezado tan jodidamente bien, torcerse tanto?


10 horas antes...

Me hago un nudo con los cordones de los pantalones cortos de chándal mientras ando por el pasillo en dirección a la cocina. No estoy segura de si Natalia tiene pensado hacer ejercicio hoy, pero a mí me apetece lo que viene siendo nada. Después de la foto de ayer me apetece más otra clase de ejercicio.

En los escasos segundos que tardo en llegar desde la puerta del pasillo hasta el taburete donde ella está sentada esperándome, me da tiempo a repasar esa foto en mi mente por lo menos tres veces.

– Buenos días – saluda cuando me ve entrar, girando la cabeza para mostrarme una sonrisa.

– Estoy viendo el vídeo del deporte preparado en la tele, así que tan buenos no son – suelta una risita mientras se gira hacia mí del todo y yo me acerco más para dejar un beso en su mejilla. – Buenos días.

Antes de que me pueda alejar, rodea mi cuerpo y me acerca del todo a ella para darme un abrazo al que no me resisto. Hundo la cabeza en el hueco de su cuello y lo rodeo con mis brazos para que entienda que no me quiero mover. Qué bien huele siempre. Dejo un par de besos cortos en el huequito de piel que deja su camiseta al lado de su hombro y me aparto bajando los brazos, aunque sin acabar de separarme de su cuerpo. Ella aún me sujeta con sus manos en mi cintura.

– Te he dejado un zumo preparado por si quieres – dice después de quedarnos unos segundos mirándonos así de cerquita.

– Gracias, pero creo que me voy a hacer un café o me voy a quedar dormida aquí de pie.

– ¿Has dormido mal? – pregunta con una preocupación que me hace sonreír. Bonita.

– No, solo que he dormido poco.

– ¿Y eso?

– Le estuve dando vueltas a una cosa – vuelvo a acercarme y apoyo la cabeza en su hombro, notando cómo se le eriza la piel del cuello al notar mi respiración por haber quedado mis labios a escasos milímetros de ella.

– Si te apetece puedes contármelo.

– Tampoco descarto que haya sido por esa foto que me mandaste – ignoro su oferta porque aún estoy pensando en cómo sacar el tema sin que parezca lo que no es. – Desde luego que era para quedarse despierta mirándola.

Me inclino para que mis labios se posen sobre su piel, invadida por la necesidad de aumentar el contacto entre nuestros cuerpos que ya bastante unidos están, ya que sigue sentada sobre el taburete y yo, de pie entre sus piernas, estoy totalmente apoyada sobre ella, con sus brazos a mi alrededor. Por mucho que le eche la culpa al sexo... estas ganas de tocarla todo el rato sin que tenga que ver con follar tendría que estudiarlas, no es muy normal. Joder Alba, que son las nueve y media de la mañana y ya estáis así.

– ¿Te gustó? – yo asiento, rozando aún más su cuello en el proceso. – Y... ¿la miraste mucho rato?

– Un montón – son ahora mis dientes los que prueban su piel.

CuarentenaWhere stories live. Discover now