Seduciendo a mi Jefe

By Clau_Llerena

1.3M 66.4K 4K

¿Cuáles son las consecuencias por ofender a tu jefe? Pues llevarte llevarte la follada de tu vida. En el asc... More

Capítulo uno
Capítulo dos
Capítulo tres
Capítulo cuatro
Capítulo cinco
Capítulo seis
Capítulo siete
Capítulo ocho
Capítulo nueve
Capítulo diez
Capítulo once
Capítulo doce
Capítulo trece
Capítulo catorce
Capítulo quince
Capítulo dieciséis
Capítulo diecisiete
Capítulo dieciocho
Capítulo diecinueve
Capítulo veinte
Capítulo veintiuno
Capítulo veintitrés
Capítulo veinticuatro
Capítulo veinticinco
Capítulo veintiséis
Capítulo veintisiete
Capítulo veintiocho
Capítulo veintinueve
Capítulo treinta
Capítulo treinta y uno
Capítulo treinta y dos
Capítulo treinta y tres
Capítulo treinta y cuatro
Capítulo treinta y cinco
Capítulo treinta y seis
Capítulo treinta y siete
Capítulo treinta y ocho
Epílogo
Agradecimientos
Nueva historia
Dudas
Más de Seduciendo a mi Jefe
Grupo de WhatsApp
EL JEFE SEDUCIDO
PREFACIO: CUANDO LA PASIÓN NO ES SUFICIENTE
1.UN EXTRAÑO EPISODIO
2.LA ASISTENTE DE MI HERMANO
3.TENSIÓN SEXUAL
4.EL TAN ANHELADO ÉXTASIS
SEDUCIDO POR MI ALUMNA
1. GROGUI
2. TRATO HECHO
3. LA CURIOSIDAD MATÓ AL GATO
4. ¿QUIÉN ES ESE HOMBRE?
5. DOS POR UNO
6. UNA MALA IDEA
7. AHOGADOS EN DESEO
8. ME HE VUELTO LOCA
9. OLVIDAR
10. SOLO SEXO
11. DOS PÁJAROS DE UN TIRO
12. EXPLOSIÓN

Capítulo veintidós

22.8K 1.3K 55
By Clau_Llerena


— Estás muy callada —declara—. ¿Sucede algo?

Me aferro a su agarre y dejo que nos guíe al compás de la música. He intentando por todos los medios distraerme y olvidar el desafortunado encuentro, pero ha sido una misión imposible. Cuatro años y aún continúa afectándome. ¿Dejará de hacerlo algún día?

— Todo está bien —hago lo posible por que mi afirmación parezca verdadera—. He disfrutado de la fiesta más de lo que pensaba hacerlo.

— Entonces Riley puede darse por satisfecha.

— La noto un poco decaída —comento en un intento de desviar el tema—. ¿Conoces el motivo?

Niega—. Quizá te parezca altiva y extrovertida —expone—. Pero en realidad es muy reservada. No ha sido la misma desde que volvió de Francia.

Suspiro—. Algo me dice que dejó un amor en ese lugar.

La observo. Conozco esa mirada a la perfección. Es la misma que antes contemplaba en el espejo cada mañana.

De repente, una opresora fatiga se apodera de mí.

— ¿Te sientes bien? —cuestiona mi novio—. Estás muy pálida.

— Solo un poco cansada —le resto importancia mientras respiro pausadamente—. Necesito ir al baño.

— Iré a avisar a Clarke que prepare el auto —reacciona rápidamente.

— No tenemos que irnos —replico. Es su cumpleaños.

— Yo también estoy cansado, Amy —admite, aunque no le creo del todo—. Además, muero por disfrutar de esa fiesta privada.

Sonrío nostálgica—. De acuerdo —adjudico.
— Te esperaré afuera —me notifica antes de besarme.

A toda máquina corro hacia el sanitario. Ya en él, tomo agua del grifo y me mojo la frente y la nuca.

— Demasiadas emociones en un día —admito prestando atención a mi rostro pálido en el espejo.

Me seco las manos y me dispongo a salir cuando alguien irrumpe en el local—. ¿Pensabas irte sin hablar conmigo?

Su presencia me descoloca, pero me recompongo fácilmente. No soy la chica ingenua que conoció tiempo atrás.

— Tú y yo no tenemos nada que hablar —declaro con firmeza—. Entre nosotros las palabras se agotaron hace mucho tiempo. Te encargaste de ello personalmente.

— Mientes —contrataca acercándose peligrosamente—. Aún tenemos una conversación pendiente, un asunto en común.

— A ti y a mí nada nos une —replico con fiereza—. Absolutamente nada.

— ¿Qué hay de nuestro hijo?

Sin apenas meditarlo, arremeto contra él y le proporciono una bofetada con todas mis fuerzas. Son tantos años de furia acumulada, de resentimientos y he descargado mi frustración con esa acción. En estos momentos, me gustaría gritar tan fuerte hasta destrozar mis cuerdas vocales.

— No te atrevas a mencionarle —noto el temblor en mi voz—. Nunca le quisiste. Negaste tu paternidad y me echaste de tu empresa sin siquiera pensártelo dos veces. No tienes derecho, no vales nada. Ni se te ocurra hablar de él, porque nunca fue tuyo.

Le aparto y salgo pitando de allí.

— Me arrepiento —me detiene en la puerta—. Me arrepiento de mis decisiones y mis actos. Sueño con ustedes todos los días. En verdad te amaba, Amy.

— ¡Tú no sabes amar! —exploto—. Quien ama no miente, no traiciona, no abusa y definitivamente no abandona—objeto—. Y tú nunca dejaste de hacerlo.

— Lo lamento —baja la cabeza en señal de rendición—. Lo he lamentado desde el día en que te eché de mi vida.

— Llegas cuatro años tarde —le reprocho—. Así que lo lamentarás el resto de tu vida.

— ¿Lo tuviste? —insiste en añadir sal a la herida.

Una lágrima se me escapa sin que pueda detenerla—. No debería responder. No lo mereces —hago una pausa antes de pronunciar mis siguientes palabras—. Puedes estar tranquilo, ese bebé, mi bebé —recalco—… no nació.

No me permito quedarme un segundo más. Echo a correr hacia la salida. Sin embargo, tengo que detenerme unos metros después debido a un leve mareo. Aunque la acción me permite calmar mis nervios, antes de atravesar el salón principal y despedirme solo de los más allegados.

***

— ¿Segura que estás bien? —vuelve a preguntar Daniel ya en su penthouse. No ha dejado de hacerlo. No he sabido disimular mis emociones muy bien.

Asiento—. Te amo, Daniel Gold —le beso con todas mis fuerzas. Necesito de su calor, de su confort—.Tú eres mi presente. Eso es todo lo que importa. Hazme el olvidar el pasado —prácticamente le suplico—. Hazme el amor, Daniel.

Él se detiene a observarme unos minutos y seguidamente, obedece. Comienza a quitarme la ropa mientras me pierdo en esos ojos dorados. Esas maravillosas gotas cristalinas que me cautivan, me enloquecen; pero sobre todo, me brindan todo el consuelo que necesito.

30 de septiembre de 2018

Becca habla sobre temas banales, ignorando el estado de tensión de ambas. Ella troturada por la incertidumbre, y yo por mi reencuentro con el pasado. Apenas dormí anoche. Las pesadillas atormentaron mis sueños toda la noche. Ni siquiera la presencia de Daniel pudo hacerlas desaparecer.

— ¿Me contarás qué demonios te sucede? —a pesar de que se expresa en tono interrogativo, sus palabras son una clara exigencia. Al parecer su estado no es suficiente para ignorar el mío.

— Mi pasado, Becks —permito a mis pensamientos cobrar vida—. Cada vez que intento olvidarlo, algo me hace regresar a él.

— ¿Qué sucedió?

— Ya pasaron los cinco minutos —intento desviar el tema.

— No veremos esa prueba hasta que desembuches, Roldan —amenaza.

Emito un largo suspiro, hasta quedarme prácticamente sin aire en los pulmones—. Ayer volví a verle —dejo caer la bomba.

— ¿A quién? —pregunta confundida.

— A… él —ni siquiera puedo pronunciar su nombre. Sin embargo, mi mejor amiga logra entenderlo todo—. Se presentó como si no nos conociéramos —añado recordando su descaro.

— ¿Y su esposa? —indaga ella, estando al tanto de toda la historia.

— A su lado, como siempre —contesto. Sonrío irónica—. Incluso se atrevió a preguntar por su hijo. Si hubieras visto la posesividad con la que hablaba de él.

— ¡Maldito hijo de perra! —exclama mi amiga indignada—. ¿Pero cómo lo encontraste? ¿Dónde?

— En la fiesta —contesto—. Es amigo de los Gold.

— ¡Me cago en todo lo que se menea…!

— Calma, Becks —intervengo oportunamente. Cuando se pone en modo ninja no hay quien la detenga—. En tu estado no es conveniente que te alteres.

— Eso aún no lo sabemos —objeta.

— Si lo sabes. Solo te niegas a creerlo.

— No me desvíes el tema —vuelve al ataque—. ¿Por qué no le cuentas a Daniel de una vez?

— No estoy lista.

— ¿Lo estarás algún día? —resopla.

— No lo sé, Becks —me froto la cara con las manos y masajeo mis sienes. Me siento como si hubiera sido atropellada por un camión—. No lo sé.

— Ya sabes a dónde te llevan los secretos, Amy —me recuerda—. Además, ese tipo se merece un buen puñetazo.

— Puñetazo no sé —replico—. Pero buen bofetón sí que le di.
Ella jadea de la sorpresa— ¿En serio?

Confirmo con un movimiento de cabeza—. Habrá tenido que buscar una buena justificación para el moretón con que debe haber amanecido —me burlo.

— Pues hiciste muy bien —celebra mi acto de furia—. Ya hubiera querido tenerlo delante. Le partiría hasta la madre.

Incluso se pone en pie y adopta una posición de combate, lista para boxear.

— Calma, Bruce Lee —me burlo—. Probablemente estropearíamos la fiesta de Daniel con un velorio.

— Mi suegra infartaría del tirón.

Ambas reímos a carcajadas. Becca es maravillosa; sin importar la situación, es capaz de sacarme una sonrisa.

— Ya es hora —le recuerdo.

— No puedo —se encoje en el sofá—. No puedo mirar.

Pongo los ojos en blanco. Las dos sabemos el resultado que arrojará.

— Ya iré yo —digo antes de levantarme.

— ¿Y…? —pregunta impaciente.

— ¿Tú qué crees? —Le enseño las dos pruebas positivas—. ¿Debo felicitarte?

— Voy a tener un bebé —susurra para sí misma.

Es en este momento cuando comienza a creérselo

— Dirás otro bebé —aclaro.

— ¡Voy a tener un bebé! —exclama eufórica. En el fondo predecía su reacción—. Eloy se va a morir —se queja como toda una protagonista de una tragicomedia.

— Pero de felicidad —le sigo el juego—. En hora buena, Becks. Me alegro mucho. Tendré otro sobrino que consentir —minutos más tarde, ambas nos encontramos acurrucadas en el sofá llorando como cabras locas. Realmente estoy muy contenta por ella—. Mira —señalo mis lágrimas—. Ya me contagiaste tus hormonas.
No podemos dejar de reír hasta la saciedad.

1 de octubre de 2018

Resoplo molesta y a la vez resignada. Jamás aprenderé a cocinar. Supongo que al menos la salsa se puede salvar y podré comer unos macarrones decentes.

Escucho el timbre de la puerta y vuelvo a resongar.

<< Justo cuando decido meterme en la cocina >>

Me lavo las manos y corro hacia la puerta. Estoy hecha un desastre, pero no me importa. Mi abuela solía decir que para lucir hay que sufrir, y para comer hay que ensuciarse.

— Daniel —le saludo con un fugaz beso y le hago pasar.

— Vaya —se queda quieto, examinándome minuciosamente—. ¿Decidiste sacudir las telarañas?

Volteo la mirada y aparto unos mechones de cabello de mi frente con un soplido.

— Estaba cocinando —explico.
Mi novio deja ver esa caliente sonrisa que tanto me excita—. Eso lo explica todo —comenta en tono burlón—. Pero si pareces Cenicienta.

— ¿Vienes a probarme la zapatilla, precioso? —le sigo el juego. Esto es divertido.

— No la necesito —se acerca a mí y me roba un apasionado beso—. Sé que eres la princesa adecuada.

— Eso está mejor.

— Incluso, aunque ahora mismo parezca la caza ratones real —añade.

— Eres imposible —me quejo.

Intuyo que volverá a sonreír, pero adopta un gesto extraño.

— ¿Segura que estabas cocinando? —Pregunta resaltando el verbo—. En pasado.

De pronto, un olor muy desagradable entra en mis fosas nasales. Incluso logra revolverme el estómago.

— ¡La salsa! —recuerdo y salgo corriendo, dejando las burlas de mi chico detrás—. Mierda.

Apago el fogón y pongo el caldero bajo el grifo.

Lo que pretendía ser una salsa boloñesa, ahora es un engrudo negro pegado al fondo de la sartén.

<< Tengo que comprar una sartén nueva si no quiero ser asesinada >>

Tengo que echarme agua en la cara y luego aire para evitar expulsar mi desayuno. El olor es realmente desagradable.

Echo de menos a Erick.

Casi puedo verme hacer un puchero. Le extraño tanto. Él sí que sabe cocinar.

Cuando recojo el desastre y compruebo que no ocasionaré ningún incendio en la cocina, me dirijo a  la sala.

— ¡Juro que no volveré a cocinar jamás! —exclamo sentándome a su lado, frustrada por haber desperdiciado mi tarde en una comida inservible—. Por poco tengo que llamar a los bomberos. ¡Y todo por tu culpa! —intento molestarlo pero no me responde—. ¿Daniel?

— ¿Qué significa esto?

Le observo confundida. Luego desvío la mirada hacia sus manos y comprendo todo.

— Eso no es…

— Me dijiste que te cuidabas. ¿Era cierto? —inquiere.

— No pero…

— ¡¿No?! ¡Me mentiste! —trato de explicarle pero no me deja. De un salto se levanta del sofá—. ¡Confiaba en ti!

— Escúchame.

— ¡Por Dios! —exclama exasperado—. ¡¿Estás embarazada?

Sus palabras me duelen. Su gesto solo me enfurece.

— ¡Pues para tu fortuna, no estoy embarazada y nunca lo estaré! —grito con todas mis fuerzas. He abierto la cueva de Alí Babá.

— ¿Qué? —ahora parece confundido.
Suspiro. No quería decirle de esta forma.

— No puedo tener hijos, Daniel —admito.

— ¡¿Cómo…?! —cada vez le confundo más—. Pero… ¿Y…? ¿Qué hay de las pruebas?

— Son de Becca.

— ¿Rebecca está embarazada? —Asiento. Vuelve a sentarse—. Amy, yo… lo siento. Creo que enloquecí… Pensé que me habías mentido…

— Te dije que me cuidaba —interrumpo sus perífrasis—, porque no quería darte explicaciones. No estaba lista para contarte esa parte de mi vida. No uso ningún método anticonceptivo porque no lo necesito.

Él se muestra descolocado, pero al ver mi expresión se lanza a mis brazos. Suspiro aliviada al sentir el tacto de su piel, mi cuerpo arropado por el suyo. Su actitud realmente me asustó.
Me he vuelto adicta a él. No puedo perderle. Así que debo desembuchar la verdad.

— ¿Quieres contarme?

Asiento.

— No sé… por dónde empezar —admito.

— Por el principio, Amy —pronuncia su sugerencia con demasiada delicadeza.

— De acuerdo —contengo el aire y posteriormente, lo expulso lentamente—. Comencemos por el principio.

Continue Reading

You'll Also Like

6.7M 267K 69
Molly Johnson es una mesera y necesita juntar mucho dinero para salvar a su hermana. Axel Cavelli es un exitoso empresario y necesita una novia por t...
132K 28.4K 59
La mano del rubio se coló bajo la máscara del anbu acariciando su rostro suavemente, los azules lo veían con debilidad y un gran amor, Itachi se dejó...
142K 8.4K 53
Bad Boy x Good Girl [+14] Debí decir que no a penas propusieron la idea, soy un tonto. ¿Cómo esta chica pudo cambiar tan drásticamente mi forma de se...
Destino By ❤️

Fanfiction

47.5K 4.6K 9
Taeyong es un omega joven que ha tenido que acceder a comprometerse con un alfa adinerado, todo con el firme propósito de ayudar a su familia, Jaehyu...