Canela ©

By Karo_lovegood

33.7K 6.1K 17.6K

[COMPLETA]. La conocida teoría de los polos opuestos atrayéndose cierta vez toma poder en las relaciones, pe... More

Sinopsis
1. Un gran día
2. Es tu día
3. Piojo
4. No quiero un castigo
5. El idiota que ella dice que soy
6. Mi esencia favorita
7. No quiero ser más una niña herida
8. Ya no me odies
9. Cálmate, piojo
10. No puedo verla en todas partes
11. Estar enamorada de ese imbécil
12. No soy como él
13. No se trata de un juego
14. Es nuestra mesa
15. ¿Bailamos?
16. Está llena de sorpresas
17. Algo imposible
18. Pausa a tu juego
19. Canela
20. No gracias, Hestia
21. No es mi chica
22. ¿Nos llevamos bien?
23. Preocupada por la cuerda
24. Lo que sea por ti
25. Marcando territorio
26. Carterista
27. Esa cita
28. Tic-toc, linda
29. Hay otro chico
30. Lo admito
31. Yo siempre gano
32. Es fácil confiar cuando se trata de ti
33. Siempre vuelvo a pensar en él
34. Alguien se ha enamorado
35. Feliz navidad, Bonetti
36. Es la chica de la fiesta
37. Aida
38. Parte de la rutina
39. Eres la novia de mi hermano
40. Idioma Miller
41. "Quiero hablarte de algo"
42. Un fracaso
43. Naranja entera
44. Es su canción
45. Caramelo de ajo
46. No volveré a cruzarme en tu camino
47. ¿Mi novio?
48. Aliens, por favor, abdúzcanme
49. La copia exacta de James
50. Orgullo personificado
51. Maltrato animal
52. Supersticiones de abuela
53. Lunática
54. Ya tenías uno
55. Solo... un pedacito
56. Eres un osito panda
57. ¿Está soltero?
58. ¿Puedes abrazarme?
59. Es un mal chiste
60. Orangutanes cínicos
61. Te prometo que te quiero
62. No todo podía ser perfecto
63. ¿Mis ojos mienten?
64. Los planes para mi muerte
65. No puedo seguir engañando a ambos
66. Jugar a la casita
67. Su humor, mi enemigo
68. Su enamorado es Liam
69. Lo que ambos sentimos
70. Hay muchas formas de amar
71. Nuevamente lo detesto
Extra: Chrisand
72. Me haces daño
73. Jodidamente manipulable
74. Soy un títere
75. Sinónimo de dolor
76. No conozco de razones
77. Te quiero conmigo
78. Eres más que eso
79. Criadero de anfibios
80. Huele a canela, así como tú
81. Piezas similares de un puzzle
82. No estoy enamorado de ti
83. No pienses que te esperaré toda la vida
84. Un panda colgando de tus llaves
85. También el mar es muy cambiante
87. El final de nuestra canción
88. Tu apodo en mi café
89. Aún no termina tu día
90. Espinas en tu corazón
91. Será un reto
92. Ahora soy un egoísta decepcionado
93. Déjà vu
94. Uno, sin dejar de ser dos
Epílogo
Agradecimientos
Extra 1: Como el resto de tu vida
Anuncio

86. Que me pruebe lo que quiera

182 34 112
By Karo_lovegood

Trago grueso sin dejar de mirarlo. Liam guiñe tranquilo, esbozando esa sonrisa segura que jamás lo abandona mientras yo no puedo ni soportar los nervios.

—Aquí están —anuncia la vivaz señora, que sale del baño captando nuestra atención.

Giro con lentitud cuando Liam voltea y la veo acercarse con dos toallas blancas dobladas en sus manos. May entrega una a cada uno, sonriente, y luego se queda parada frente a nosotros.

—Gracias —decimos al unísono, mientras tomamos las toallas con las que procedemos a secarnos el rostro.

May sonríe todavía más.

—Vamos, a ducharse —alienta aplaudiendo—. Limpiaré esto y les haré algo de comer rápido, porque dejé al viejo solo y no me puedo quedar mucho.

—No es necesario, tía, vengo preparado. —Niega el chico, hablándole dulcemente.

—No te pregunté, cariño... —manifiesta ella con gracia cuando da media vuelta para encaminarse a la cocina.

—Bien, ya sé que perderé el tiempo al insistir. Eres igual a Beth. ¿Cómo está Anthony? —inquiere Liam luego de poner los ojos en blanco.

Supongo que es ese viejo del que la señora May habló.

—Con sus achaques, ya sabes, pero feliz. Él ya está preparado —comunica sin detenerse. Me doy cuenta de que su voz suena un poco apagada—. Pero bueno... Noah estuvo preguntando por ti hace unos días porque no habían venido ni lo has llamado, supongo que ya lo verás mañana. Ahora pasen al baño de abajo para que se quiten la ropa y no mojen todo arriba, luego hablamos
—solicita al vernos de nuevo, sonriente, después sigue su camino.

Miro a Liam, que niega con la cabeza sonriendo, y juntos nos dirigimos al baño, el cual se encuentra al otro lado de la cocina.

Lo dejo pasar delante de mí, no solo para que me guíe, sino porque las últimas palabras que me dijo me dejan nerviosa y con las piernas flaqueando. No quiero que se burle de mis torpes pasos.

Liam ingresa y después de que hago lo mismo, cierra la puerta a mis espaldas. Ya lo he visto con poca ropa en más de una ocasión, así que no se cohíbe al despojarse de lo que trae puesto una vez más, quedando en ropa interior. Yo también hago lo mismo luego de dejar la toalla sobre el lavabo, la tomo de vuelta cuando estoy con el bañador y espero a que él termine.

Cuando estamos listos, cojo los celulares de ambos. Liam apila la ropa a un lado y salimos para dirigirnos a su habitación, con los cuerpo rodeados por las toallas y descalzos, aun en contra de mi voluntad.

No digo nada durante ese camino que se me hace excesivamente corto, porque no sé si sus palabras iban en serio o solo bromeaba conmigo, y no sé qué podría pasar. Es algo que me detengo a meditar.

No es que me moleste hacerlo, la verdad, pero me deja desarmada que él quiera hacer estas cosas conmigo, más aún porque no puedo engañarme al decir que yo no quiero. Esos pensamientos han estado muy presentes últimamente, torturándome.

—Ve antes si quieres, yo puedo bañarme en el otro —dice cuando abre su puerta, sacándome de mis pensamientos insoportables.

Ingreso y lo miro, arrugando la frente.

¿Solo bromeaba?

—Sé lo que estás pensando —añade ante mi silencio, mientras abre su mochila para extraer ropa de ella. Saca un short de algodón azul marino y me mira de vuelta—. No bromeaba con lo que te dije, es solo que me parece que estás incómoda y no es eso lo que quiero. Además, debes saberlo, bañarme contigo no es lo único que me encantaría hacer —asevera y muerdo mi labio con nerviosismo.

¿Qué será lo que pretende este hombre?

—No estoy incómoda —señalo apresurada, intentando parecer segura sin que mi voz se trabe—. Me tomaste por sorpresa, eso es todo. Igual lo haremos con lo que llevamos puesto, ¿no, lindo?

—Claro, bonita —afirma, sonriendo con sinceridad.

Asiento para hacerle ver que estoy de acuerdo y lo sigo, luego dejar los celulares sobre la cómoda y de tomar mis implementos de aseo y las sandalias igual que él, que también coge dos toallas limpias de un cajón y el resto de su ropa.

Liam saca un jabón nuevo de la gabeta del lavabo y abre la ducha del cubículo de paredes transparentes para regular la temperatura. Ingreso antes que él con el bañador aún puesto y lo examino en silencio. Hay espacio para cuatro personas en este lugar.

—¿Estás bien? —pregunta al entrar, cerrando la puerta corrediza detrás.

—Estoy más que bien —confirmo, mientras me meto debajo de la regadera, esa que deja caer la lluvia artificial con abundancia, pero en delicadas y finas gotas—. ¿Hace cuánto tiempo planeabas traerme aquí?

—Lo decidí justo ayer en la mañana luego de meditarlo mucho. Quería pasar el cumpleaños contigo solos y procurar que pases un día genial. No sabía qué hacer y aunque sé que esto no te encanta, me pareció que podría ser una buena idea.

—Es una genial idea aunque me hayas mentido —reclamo bromista, viéndolo sonreír—. Entonces... ¿Tienes planes?

—Tengo planes —confirma entre suaves asentimientos, acercándose con lentos e infernales pasos hacia mí hasta detenerse y rodear mi cintura descubierta con sus brazos—. Pero no hablaremos de eso ahora.

—De acuerdo... ¿Y por qué quisiste que me bañara contigo? No te atrevas a decirme que para ahorrar agua, ya he visto esa excusa en televisión muchas veces —amenazo.

—No necesito excusas, ya te lo dije —contesta con petulancia, sonriendo de lado y encogiéndose de hombros.

Entrecierro los ojos y lo miro recelosa, él ríe.

—¿Qué planea tu retorcida mente? —lo reto, y con eso solo consigo que sonría más.

Él no deja de mirar mis ojos intensamente.

—Te sudarían hasta las manos si fueses capaz de leer mis pensamientos, Canela —susurra, antes de inclinarse un poco para besarme de nuevo, pero se detiene un instante—. No tienes idea de lo que quiero hacer.

Agradezco que me sujete, porque podría haberme derrumbado de inmediato, aunque no literalmente. Hablo de un derrumbe de mis fortalezas.

No digo nada, solo respondo a la sintonía de sus delicados besos mientras el contacto de nuestras bocas, esas que ya se conocen a la perfección, continúa.

Sé lo que él quiere, creo que es lo mismo que yo a este episodio de nuestra relación, y sin embargo, siento que no deja de ser delicado. Sus besos son cándidos; no van encaminados a una situación más pasional aunque sé que ambos estamos controlando lo que sentimos para no avanzar, y eso me encanta de él. No me toca donde no debe y sigue yendo con calma solo para no hacerme sentir mal a mí, pero no sabe que hace tiempo esto no se me hace incómodo.

Quiero avanzar más, pero un tema me limita.

Se separa luego de unos minutos y sonríe, pero no dice nada más acerca de esas palabras que otra vez me dejan sin respuesta, solo se dedica a sacarse el agua del mar, lavarse con jabón igual que yo y ayudarme a quitar la arena que él mismo dejó en mi cabello, echándome shampoo y masajeando mi cuero cabelludo con movimientos rítmicos y pausados.

Movimientos rítmicos y pausados... con sus manos. Son sus manos...

—¿Qué tanto piensas? —interroga burlón, terminando de sacar la espuma de su cabello sin dejar de mirarme—. No será en abusar de mí, ¿verdad? May está abajo, puedo gritar por ayuda en cualquier momento.

No le reclamo, solo agradezco internamente que él tampoco sea capaz de leer mis pensamientos, porque quedaría muy mal a su vista.

—Eres insoportable —lo acuso riendo, él ríe todavía más.

Cierra el grifo cuando los dos estamos listos y abre la puerta para tomar las toallas que dejó colgando en el barandal afuera, me extiende una que tomo agradecida y me seco por encima, pues aún tengo el bañador que resulta un poco inoportuno ahora para sacarme bien.

—Voy a salir para que te lo quites, desde afuera no se ve nada. Luego vas hasta la habitación para que te vistas, yo lo haré aquí.

—Está bien, gracias —musito, él sale del cubículo con la toalla rodeando desde su cintura para abajo.

Esa imagen de su torso y tonificados brazos desnudos, cubiertos por pequeñas gotas de agua que resbalan con fluidez recorriendo su cuerpo hasta detenerse en el borde de la toalla, me dejan envidiosa y con la boca seca por todas las representaciones que justo ahora deciden volver a presentarse en mi mente, pero me contengo. No puedo solo halarlo y despojarlo de ese paño sin más para hacer cumplir mis libidinales deseos.

Suspiro aliviada cuando lo veo salir y rápidamente me quito el bañador de dos piezas. Lo exprimo para evitar que gotee demasiada agua y me cubro con la toalla de nuevo para salir, él espera de brazos cruzados, apoyado de espaldas al lavado y mostrando su bonita sonrisa. Dejo la ropa mojada, le indico que me daré prisa en vestirme y salgo.

Me aplico crema en el cuerpo, me coloco la pijama de short verde aqua y me ubico en la cama para ponerme los calcetines, y mientras él termina de vestirse, consigo mis sandalias de andar por casa para calzarme, dejando a un lado las que usé para la ducha.

—Vamos con May —anuncia cuando sale. Lleva un conjunto de short azul y una camiseta blanca que tiene un bolsillo del mismo color de su pantalón corto, igual que las mangas cortas.

Le digo que espere unos minutos mientras me peino y él baja para llevar la ropa mojada a otro lugar, y luego lo alcanzo al pie de la escalera, desde donde escuchamos algunas voces.

Ingresamos juntos a la cocina y veo que May, que conversa con un castaño más o menos de nuestra edad, ya terminó de preparar algo no solo para nosotros. Aunque ahora que veo todo, lo dudo, pues no creo que le haya alcanzado el tiempo.

—¡Ah!, niños. Pensé que prepararles algo no me daría tiempo, así que llamé a Noah y él regresó en el camino para traerles algo —informa cuando se percata de nuestra presencia—. ¿Hamburguesas está bien?

—Perfercto, tía, gracias —apunta Liam, sonriente. Confirmo asintiendo—. ¿Ya te casaste con Tiffany? —pregunta con gracia al chico, el cual me examina sin disimulo, logrando incomodarme al verme expuesta.

—¿Tengo cara de ser tonto? —cuestiona el otro, serio y apuntando su propio rostro.

—Hasta los dientes, hermano —contesta Liam, tomando mi mano para arrastrarme a la mesa y que me ubique a su lado. El chico bufa—. ¿Por qué no has ido a ver a la abuela? Cuando la llamé ayer me dijo que eras un desconsiderado e imbécil.

—¡Ay!, Beth. No creo que me haya dicho imbécil, pero aunque lo hubiera hecho la perdono... ¡Cómo la amo! —comenta el chico con ensoñación, aunque su tono se escucha falso y el guiño que me muestra lo confirma. Quiere molestar a la señora.

—Tu abuela soy yo, muchacho del diablo. Vamos respetando un poco —reprende May, sentándose frente a nosotros con unas servilletas.

Todos reímos.

—Te amo, Maita, lo sabes —asegura sonriéndole, luego me mira—. No parece que tengan intenciones de presentarnos, así que lo haré yo. Soy Noah, primo lejano de este imbécil que supongo, es tu novio.

—Hola, soy Arya —digo con una débil sonrisa, porque las últimas palabras que soltó me revuelven el estómago—. Liam y yo... Eh... nosotros no...

—Ella es más que mi novia —responde el aludido con seguridad, a la vez que voltea para mirarme.

Le devuelvo la sonrisa y luego recibo la hamburguesa de Macdonald que la señora me extiende junto a unas papas fritas. Le agradezco y voy a comer, pero las siguientes palabras que suelta Noah con picardía, hacen que detenga mis manos en el aire con la comida.

—Uh... ¿Están comprometidos?

Sostengo la comida cerca de mi cavidad y oscilo entre uno y otro sin mover la cabeza, a la espera de una respuesta.

¿Qué clase de pregunta es esa?

—No, pero pronto —asevera Liam y lo miro de nuevo. Él se mantiene despreocupado, ahora dando una mordida a su hamburguesa tras pronunciar las palabras. Me mira un instante en el que guiñe y le habla a su primo luego de tragar—. ¿Qué hay de ti? ¿Todavía sigues con Tiffany?

—Sí, y ni idea de por qué.

—No hables así, Noah —reprende la señora con molestia, con un tono que denota decepción.

Liam no dice nada y yo solo miro al chico, que rueda los con hartazgo. Parece que no es la primera vez que tienen esta conversación y se exhibe fogueado.

—No estoy diciendo nada que no sea cierto, lo sabes tan bien como yo —justifica Noah. Deja su hamburguesa a un lado y mira a su abuela con seriedad—. Odio que también estés de acuerdo con esto. ¡Estamos en el siglo veintiuno, maldita sea!

—Esto es solo por tu futuro, hijo, algún día lo vas a entender —argumenta May, intentando apaciguar la tensión y la molestia de su nieto con un suave tono de voz, pero no lo consigue.

Noah bufa y Liam y yo continuamos en silencio. No entiendo qué es lo que pasa y me siento realmente incómoda de estar presenciando un problema familiar que no tiene que ver conmigo ni me incumbe, pero la mano de Liam sobre mi pierna me impide levantarme. Permanezco viéndolo y solo puedo llegar a sentir un poco de pena por el chico, porque me parece que este tema le molesta y se siente incomprendido en un asunto que sin duda se aprecia delicado.

—Me vale mierda un futuro para el que no vislumbro una sombra de felicidad. Míralos, May, míralos a ellos. No tengo ni diez minutos viéndolos y ya puedo ver que están locos el uno por el otro. Liam habla de compromiso con gusto y yo, a mi edad y en este maldito siglo me veo obligado por mis padres a casarme con la mujer más superficial, infantil y egoísta que existe en el mundo y solo por procurar tener un estatus que a mí me importa una mierda, por mantener la estabilidad de una empresa que puede sostenerse en pie con esfuerzo y sin caer en la hipocresía, en la mediocridad y mejor, donde no esté yo como la víctima.

—Noah, por favor... —suplica May con la voz quebrada.

Su nieto se pone de pie sin dejar de mirarla y luego nos mira.

—Lamento haber hecho el ridículo delante de ti, Arya, no es esta mi faceta común. No espero que lo entiendas, solo... —Suspira con pesadez—. No importa, es un placer ver que tú sí haces feliz a mi primo —comenta sincero y le sonrío, gesto que él me devuelve antes de ver a Liam—. Te veo después, idiota, no te olvides de los pobres y llámame.

—Pasaré a hablarte mañana temprano unos minutos para que te desahogues, infeliz. Madruga, porque es el cumpleaños de Arya y tenemos planes —explica.

Noah niega con la cabeza y me muestra otra sonrisa.

—Mejor pasaré a verte en dos días para ponernos al día, dale a ella su día que merece y dile a Anna que prepare esa pizza que es su especialidad —exije y da media vuelta para irse—. Buenas noches.

Liam musita que comprendió y ve a su tía igual que yo, que nos mira con vergüenza porque su nieto no comió, dejó su comida en la mesa y salió de casa dando un portazo. Afortunadamente ya dejó de llover, porque podría prestarse para una escena dramática de telenovela mexicana.

—Lo siento, tía...

—No, yo lo siento —interrumpe la señora. Veo que una pesada lágrima resbala por su mejilla izquierda y ella la limpia con rapidez para seguir, aunque con voz lastimera—. Él tiene tanta razón. Ni siquiera en mis tiempos me pasó y no es justo que tenga que vivirlo siendo tan joven y lleno de energía. Todo esto lo ha consumido y se ha distanciado de todos, solo se mantiene al lado de Anthony por ser el único que está de su lado, pero el viejo se nos puede ir en cualquier momento y esto lo tiene devastado también. Yo... creo que estoy siendo muy injusta. Noah no merece esto —analiza, mientras sus ojos dan rienda suelta a las lágrimas que se deslizan con fluidez.

Liam se levanta para acercarse a ella y le dice algunas cosas para alentarla, yo solo miro la escena sin saber qué hacer al respecto.

Creo que algunas veces se me ha dado bien ayudar a las personas a hacer contención, pero esta vez simplemente no puedo. Me siento paralizada y mi apoyo está del lado de Noah aun cuando no lo conozco, supongo que eso es lo que me limita. No puedo imaginar casarme con una persona a la que no amo y que ni siquiera soporto, mucho menos cuando el motivo que hay en medio es absurdo. No estamos inmersos en la cultura indú, y sin embargo, esa sigue pareciéndome extremista y radical.

—Iré a hablar con él —anuncia May cuando logra calmarse, mientras Liam vuelve junto a mí—. Creo que todo este tiempo y con tantos problemas encima me olvidé de que mi niño también siente, todos lo hicimos. Supongo que lo que él más necesita es mi apoyo y ahora es cuando se lo voy a dar. Soy pésima abuela —se lamenta, pero no me parece que sea así y Liam se lo hace saber.

La señora se disculpa por la escena y tras envolver la cena de su nieto, se despide para irse a casa y hablar con él. Liam y yo le agradecemos por su ayuda y ella se va un poco más tranquila casi a las nueve de la noche, cuando nuevamente hay amenaza de lluvia.

Ambos perdimos el apatito, por lo que solo comemos las papas y guardamos las hamburguesas para que estas no se estropeen. Dudo mucho que podamos dormir temprano hoy, así que seguramente las comemos más tarde.

Mientras recogemos y limpiamos, Liam me cuenta que su primo tiene veintiún años y estudia leyes por imposición de sus padres, aunque a él le gusta el arte y diseño gráfico. Su padre tiene una empresa de ensamblaje automotriz igual que el abuelo de Liam y últimamente no ha estado en la mejor situación económica, es por eso que con otro socio acordaron obligar a sus hijos a casarse, porque Noah no tiene hermanos y no hay más opción, lo que ha traído muchos problemas al sistema familiar completo.

Él me dice que su abuelo quiso ayudarlos e invertir acciones con sus tíos, pero estos se negaron porque creen firmemente que su postura es la más razonable. También me habla de que su tío está siendo dializado desde hace seis meses y su pronóstico no es muy bueno, por eso la preocupación de la familia y el estado anímico de Noah.

Esta historia me deja incómoda. Me parece increíble que un padre no se interese por la felicidad de su hijo cuando eso debería ser lo más importante. Mi mamá siempre me ha dicho que desde que yo nací todo en su vida y la de papá pasó a segundo lugar y yo pensé que así debía ser en todas las familias.

Otra cosa es con relación al señor Anthony. Entiendo lo que es perder a una pieza importante porque yo perdí a mi abuelo hace un año, y creo que el asunto toma más poder por el hecho de que Noah siente que cada vez está más cercano a ser abandonado por el único apoyo que tiene en su familia, peor aún, porque está cerca para ver cómo se le va la vida y se desvanece poco a poco junto a ese vínculo.

No me parece que sea una mala persona, pero la vida no ha sido muy justa con él, y aunque así lo fuere, nadie merece pasar por esto.

—¿Y cómo es su novia? —curioseo, mientras sigo a Liam hasta el cuarto de lavado en el que él dejó la ropa mojada, porque le dije que sería bueno lavarla de una vez.

—Una pesadilla hecha realidad. Es bonita, pero caprichosa, manipuladora y arrogante. Noah es humilde y demasiado para ella, por eso también lo entiendo. Son novios desde hace tres años y creo que para este punto, si no se ha enamorado o siquiera encariñado con ella, sus padres deberían entender que no hay nada que hacer allí.

—¿Tú lo harías, de estar en su lugar? —pregunto interesada al llegar.

Liam me mira antes de sacar el jabón en polvo de la gabeta superior que está sobre la lavadora y niega seguro.

—Sé que mis padres jamás me harían algo así, pero en caso de que así fuese, no lo haría. Prefiero vivir en la miseria de por vida o incluso alejarme de ellos. Nunca podría perdonarles que sean tan egoístas como para arrebatarme la felicidad sin remordimiento para conseguir la suya —explica sereno, luego voltea para hacer los arreglos a la lavadora—. Entiendo muy bien a Noah. En su casa no se sentía bien, por eso se mudó con May hace años, allí se sentía más comprendido hasta ahora.

Yo también lo entiendo y se lo hago saber. Continúo con mis preguntas que él me responde durante bastante rato y cuando veo que va a meter mi chaqueta a la lavadora porque las demás prendas están secándose, lo detengo, porque recuerdo que dejé algo allí desde la mañana.

—¿Por qué lo tenías ahí? —pregunta confundido cuando consigo la cadena que me regaló, mientras vuelvo a ubicarme cerca de la puerta y él introduce la prenda en la máquina, luego me observa y camina hacia mí.

—Me lo iba a poner en la mañana, pero fuiste por mí y por las prisas olvidé decirte que me lo pusieras.

—Y dentro de poco iremos a la cama, no vas a necesitarlo. ¿Este es el que más te gusta? —interroga, tomando la cadena de mis manos sin quitármela.

—Todos me encantan, pero este es mi favorito.

—¿Por qué?

—Me parece fascinante el misterio del tiempo. Y la forma en la que Rowling juega con él en su obra y hace que los personajes lo usen para el bien, con un artefacto que además es en extremo lindo, me encanta mucho más —digo segura.

Liam sonríe con orgullo.

—¿Para qué lo usarías si fuese real? ¿Cambiarías algo de lo que ha pasado entre nosotros? —inquiere interesado.

—Claro que no, porque quizá no estaríamos aquí si algo se fuese dado de manera diferente... Lo usaría únicamente para besarte todas aquellas veces que antes no lo hice por tonta, y tal vez un poco más —garantizo—. Quizá también para golpearte alguna vez por imbécil, pero ese es un deseo mucho menos fuerte —añado bromista.

Liam suelta una carcajada mientras se acerca más a mí, deja la cadena y ahora sujeta mis caderas.

—Puedes besarme ahora y no necesitas el artefacto. No hay tiempo límite —sigiere con picardía, y sin duda lo obedezco.

Sonrío ante su galantería, introduzco la cadena en el bolsillo de su camiseta y me acerco para acortar la distancia que nos separa, rodeando su cuello con mis brazos para besarlo con avidez.

Liam me responde con la misma intensidad a este ósculo que escapa por mucho de ser delicado, hasta que tiempo después nos vemos interrumpidos por el sonido que emite la lavadora al detenerse.

Me alejo dejando al chico refunduñando y saco las prendas para dejarlas en el tendedero extensible de interior con su ayuda, luego limpiamos todo y vamos a la cocina por la cena que decidimos comer en la sala viendo una película animada bastante vieja, pero muy divertida y arraigada a los recuerdos de mi infancia.

Luego de recoger todo y apagar las luces, decidimos subir a la habitación. Ambos nos ubicamos en la fría cama, pero al no tener sueño, decido que es buen momento para jugar y busco en mi mochila el regalo que me dejó Rugge la noche anterior. No tenía intenciones de molestar a Liam con esto, pero el ver su cara de terror cuando vio que lo recibí, pensé que obligatoriamente tengo que fastidiarlo y por eso los guardé en mi bolso esta mañana.

—Ya te estabas tardando —murmura rodando los ojos—. ¿Cuál es tu cochino plan?

—Adivinanzas sencillas esta noche, luego subimos de nivel. Si no adivinas, comes una, si lo haces, la como yo —indico volviendo a su lado, que gruñe, mientras destapo la caja para sacar la ruleta que dejo a un lado. Lo miro y pienso un momento, intentando recordar las que siempre nos hacía mi abuelo a Rugge, Alessia y a mí—. Empiezo... Fui por él y nunca lo traje, ¿qué es?

Liam frunce el ceño y me mira intensamente en silencio por varios minutos, mientras analiza y gesticula la frase sin parar, moviendo sus dedos en el aire.

—El pan, de aquellos padres que se van con esa excusa y jamás vuelven —responde seguro, provocándome una carcajada.

Es ingenioso, pero no.

—No... Piensa un poco, Bonetti. Vamos, inténtalo —lo animo, pero él me indica que se rinde así de fácil por más que insisto—. Es el camino, tonto —aclaro decepcionada.

Exhala un bufido.

—¿Cómo se supone que sepa eso? Ponme pruebas infantiles, hoy no tengo fuerzas para pensar más que en ti —se excusa petulante, pero vuelvo a reír.

Ese tono seductor y ridículo me deja mal, pero no puedo mostrarme débil cuando lo que quiere es evitar que juguemos.

Él odia perder.

—Bueno, baboso, gira la ruleta y prueba tu ambrosía —señalo burlona, porque no me conviene que se disgregue ahora que perdió—. Tus excusas no son aceptadas en este momento.

Él vuelve a gruñir, pero obedece. Toma el artefacto entre sus manos y lo hace girar con rapidez, pero cubriéndolo para que yo no lo vea mientras murmura lo que me parece una oración al dios de la hamburguesa.

—Maldita sea —musita entre dientes—. La maldición de las plagas de Egipto se quedó corta con la suerte que tengo yo.

Me muevo un poco para ver y me río en su cara. Le salió huevo podrido, empezamos bien.

Liam identifica el color en la leyenda y lo toma de la cajita al conseguirlo. Me descojono aún más cuando sus facciones se contraen al introducir el caramelo a su boca y masticarlo. Los he probado antes y sé que su sabor es realmente insoportable y asqueroso, tanto que provoca náuseas, gesto que él me deja más que claro justo ahora.

—¡Qué puto asco! —se queja asqueado, formando muecas extrañas con sus labios—. Te toca, y ojalá te salga el mismo por odiarme tanto —anuncia tras beber un largo trago de agua—. Silva sin labios, corre sin pies, en la espalda te pega y no lo ves. ¿Qué es? —emite con burla, feliz por lo que considera su inminente victoria.

Entrecierro los ojos y lo analizo. Me parece haberlo oído antes de boca de mi abuelo, solo que con otra estructura.

Ahora agradezco a Ángelo por aquellas horas y humillaciones a las que nos sometimos Ruggero y yo por esas pruebas que no éramos capaces de adivinar.

—¡El viento! —exclamo, segura y emocionada por mi respuesta acertada.

Liam suelta un grito exasperado y con mucho entusiasmo le vuelvo a entregar la ruleta. Lo hace girar y lloriquea una vez más, porque ahora le salió una de mocos que, aunque no he probado antes, estoy segura de que no puede saber bien.

Vuelvo a reírme en su cara y lo detengo cuando intenta ponerse de pie para ir a escupir al baño. No puede ser tan cobarde.

—Me odias —me acusa con un puchero, pero sigo aunque me parece tierno.

—Continúo... Te haré una más fácil y que deberías saber, solo para que no llores. ¿Qué instrumento se puede oír, pero no ver ni tocar?

—Haber visto animaciones con Ann y estudiar música me ha servido de algo... Es la voz —dice de inmediato, alzando el mentón con orgullo.

Chasqueo la lengua aunque sabía que él ganaría y ahora tomo la ruleta, pero sonrío feliz. Me toca fresa y lo presumo con complacencia en sus narices.

—¿En serio? —reclama—. Luna, esa maldita cosa está poseída y conspirando en mi contra. ¿Desde cuándo haces brujería? ¿También estoy hechizado por un amarre?

—No, tonto, ya deja de lloriquear y haz la tuya —le animo después de reír estruendosamente de sus dramas.

Él rueda los ojos, pero sigue con su sonrisa endemoniada.

—Ni torcida ni inclinada tiene que estar la pared, para eso tengo plomada y me ayudo del nivel.

—No me hables en otro idioma —acuso frustada tras pensarlo un par de minutos, y eso le divierte más—. No te las puse tan difícil.

—Vamos, te he hablado de esto antes siempre que surgía tu interés por conocer todo, tienes que saberlo —afirma afablemente y formo un puchero que le hace reír.

Es cierto que recuerdo haber escuchado alguna de esas palabras antes de sus labios, pero son muchas cosas de las que hablo con él y le pregunto, así que es difícil acceder a la información en mi memoria cuando no estoy habituada al tema.

Me rindo, porque sé que no adivinaré por más que me esfuerce. Él me dice que era el albañil y ahora lo entiendo, usa su conocimiento teórico sobre contrucciones delante de una novata que se interesa más por la filosofía, el crimen, la mente y sus mecanismos.

¡Tramposo!

Esta vez Liam se ríe de mí porque no tengo la misma suerte y la ruleta me indica que debo comer de vómito.

Me quejo y lloriqueo porque es de las cosas que más odio en el mundo, pero decido que debo mostrarme fuerte y comerla aunque él con su bondad me sugiere que vuelva a girar la ruleta. Evidentemente quedo peor y me arrepiento de no obedecerlo, porque no puedo pasar de una tercera mordida antes de tragarla y salir corriendo al baño para lavarme y liberarme del asqueroso sabor, cosa que tampoco resulta aunque me lavo reiteradas veces sin parar.

—No puede estar tan mal —dice cuando vuelvo y me siento en la cama, extendiéndome un nuevo vaso de agua que trajo mientras me lavaba, pero se equivoca.

Mis ojos empañados lo enternecen y procura abrazarme desde atrás, yo se lo permito, agradeciendo que ya no se burle de mí. Tomo el contenido del vaso casi al completo y se lo devuelvo dándole las gracias.

—Es como vomitar y lo odio muchísimo, ya te lo había dicho.

—Fue tu idea jugar esto y sabías que íbamos a acabar mal, pero vamos, hazme la última difícil que seguro no adivinaré —solicita para complacerme, y eso me saca una sonrisa.

Accedo. Volteo para verlo a la cara y esta vez le hago otra que sé, logrará adivinar, porque es su mundo.

—Bien... Me rascan continuamente de forma muy placentera, mi voz es muy bien timbrada y mi cuerpo de madera.

—Lo hiciste fácil para dejarme ganar —asevera sonriendo, gesto que le devuelvo.

—No es así, y no te equivoques adrede entonces.

—Es la guitarra —afirma—. No tienes que comer otra cosa de esas, créeme que ya les he tomado asco desde antes y sé que no son divertidas.

—Es lo justo, no sientas lástima por mí —digo, tomando la ruleta de nuevo.

Liam me la quita. Hace girar la flecha con rapidez y sonríe cuando esta se detiene. Me mira y guiñe, porque ese sabor significa algo para ambos. Canela.

Toma la tarjeta para identificar el color del caramelo y al conseguirlo, lo busca en la caja. Coje el dulce, muerde la mitad y la otra la lleva a mi boca, yo la recibo, masticando y saboreando con lentitud ese sabor que me generó expectativas que ahora se desvanecen. Nunca lo había probado y en realidad creí que sería mágico, pero me equivoqué y Liam parece pensar lo mismo.

—Esperaba que tuviese buen sabor, pero sabes mejor tú —galantea al tragar, toma un poco de agua y también me ofrece.

Cuando le devuelvo el vaso y lo deja en la mesa de luz, se acerca más a mí, sus manos van a mi cintura y me mira a los ojos sin dejar de sonreír, debilitándome una vez más.

No le permito prolongar la tortura por más tiempo y con mis manos tirando de su cuello hacia mí, lo beso, porque también quiero comprobar que él sabe mejor que cualquier otra cosa que haya probado en el mundo, y es así.

Lo saboreo con calma y paciencia, porque quiero impregnarme de su escencia para no perderla nunca aunque él no esté junto a mí. Esta vez Liam me deja ser guía del momento y se deja llevar por mis labios y mis manos sin quejarse, devolviendo cada movimiento delicado, rítmico y armónico que aunque ya es bastante conocido, tiene un matiz de novedad en cada roce porque todo instante es disímil del otro, tal como me aseguró él en la playa.

Liam se separa con la respiración pesada y su pecho elevándose frenético. Une se frente a la mía y todavía sin el oxígeno suficiente en sus pulmones, habla en susurros sin dejar de sonreír.

—Necesito comprobar que tu piel y toda tú, tienen el mejor sabor con el que me deleitaré en la vida.

Sonrío. No digo nada y vuelvo a besarlo, porque justo ahora creo estar lista para esto y no conservo la voluntad suficiente para detenerlo, pues se la ha llevado en sus labios.

Que me pruebe lo que quiera.

___________________________________________________

¡Ratón! 💚

¿Qué tienes que decirme sobre este capítulo?

Me hizo sentir un poco de todo, menos rabia, pero sí miedo por lo que podría salir de esta última escena.

¿Qué opinas tú? ¿Crees que ya han esperado demasiado o que todavía no están listos? Házmelo saber.

Continue Reading

You'll Also Like

96K 9.3K 44
Sinopsis Cupido al meterse en graves problemas no le queda más que otra que cumplir con lo que su madre lo mando. Hacer enamorar a una chica. Lo mal...
122K 18.7K 25
❝Noah ha esperado demasiado para decirle a Verónica que siente algo por ella. Ahora, con un nuevo pretendiente en la carrera, es cuestión de tiempo a...
67K 2K 50
"me gustaría ser más cercana los chicos del club, pero supongo que todo seguirá siendo igual, no?"
439 78 18
"Todas las puertas son opacas y no siempre sabemos qué hay al otro lado" Fausto va a tener que aprender a vivir en un mundo en el que todo lo imagina...