Canela ©

By Karo_lovegood

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[COMPLETA]. La conocida teoría de los polos opuestos atrayéndose cierta vez toma poder en las relaciones, pe... More

Sinopsis
1. Un gran día
2. Es tu día
3. Piojo
4. No quiero un castigo
5. El idiota que ella dice que soy
6. Mi esencia favorita
7. No quiero ser más una niña herida
8. Ya no me odies
9. Cálmate, piojo
10. No puedo verla en todas partes
11. Estar enamorada de ese imbécil
12. No soy como él
13. No se trata de un juego
14. Es nuestra mesa
15. ¿Bailamos?
16. Está llena de sorpresas
17. Algo imposible
18. Pausa a tu juego
19. Canela
20. No gracias, Hestia
21. No es mi chica
22. ¿Nos llevamos bien?
23. Preocupada por la cuerda
24. Lo que sea por ti
25. Marcando territorio
26. Carterista
27. Esa cita
28. Tic-toc, linda
29. Hay otro chico
30. Lo admito
31. Yo siempre gano
32. Es fácil confiar cuando se trata de ti
33. Siempre vuelvo a pensar en él
34. Alguien se ha enamorado
35. Feliz navidad, Bonetti
36. Es la chica de la fiesta
37. Aida
38. Parte de la rutina
39. Eres la novia de mi hermano
40. Idioma Miller
41. "Quiero hablarte de algo"
42. Un fracaso
43. Naranja entera
44. Es su canción
45. Caramelo de ajo
46. No volveré a cruzarme en tu camino
47. ¿Mi novio?
48. Aliens, por favor, abdúzcanme
49. La copia exacta de James
50. Orgullo personificado
51. Maltrato animal
52. Supersticiones de abuela
53. Lunática
54. Ya tenías uno
55. Solo... un pedacito
56. Eres un osito panda
57. ¿Está soltero?
58. ¿Puedes abrazarme?
59. Es un mal chiste
60. Orangutanes cínicos
61. Te prometo que te quiero
62. No todo podía ser perfecto
63. ¿Mis ojos mienten?
64. Los planes para mi muerte
65. No puedo seguir engañando a ambos
66. Jugar a la casita
67. Su humor, mi enemigo
68. Su enamorado es Liam
69. Lo que ambos sentimos
70. Hay muchas formas de amar
71. Nuevamente lo detesto
Extra: Chrisand
72. Me haces daño
73. Jodidamente manipulable
74. Soy un títere
75. Sinónimo de dolor
76. No conozco de razones
77. Te quiero conmigo
78. Eres más que eso
79. Criadero de anfibios
80. Huele a canela, así como tú
81. Piezas similares de un puzzle
82. No estoy enamorado de ti
83. No pienses que te esperaré toda la vida
84. Un panda colgando de tus llaves
86. Que me pruebe lo que quiera
87. El final de nuestra canción
88. Tu apodo en mi café
89. Aún no termina tu día
90. Espinas en tu corazón
91. Será un reto
92. Ahora soy un egoísta decepcionado
93. Déjà vu
94. Uno, sin dejar de ser dos
Epílogo
Agradecimientos
Extra 1: Como el resto de tu vida
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85. También el mar es muy cambiante

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By Karo_lovegood

Me levanto de la cama apenas lo veo atravesar la puerta y me dirijo directamente hacia el armario. Allí tomo una mochila pequeña y en ella introduzco todo lo que considero necesario para un viaje como este: bañador, cremas, artículos de aseo personal y ropa de diario, además de una pijama. También llevo mis sandalias, un par de chaquetas gruesas, los guantes que me pidió, una bufanda por prevención y varios pares de calcetines, porque estos no me pueden faltar para dormir.

No entiendo qué uso podría darle a estas prendas gruesas en ese lugar, pero supongo que si me lo pidió es por alguna razón y no lo cuestiono. Tampoco me parece que el invierno sea la mejor época del año para ir a la playa, pero no me creo capaz de rechazar una invitación de Liam aunque sea de este tipo, mucho menos cuando él me lo plantea con tanto entusiasmo. Además, me encanta convivir con su familia.

A pesar de que no soy fanática de estos lugares, cierro el bolso ya listo muy emocionada por este viaje y lo dejo sobre el sofá para ahora prepararme de una vez.

Presiento que esto saldrá muy bien.

Al estar duchada y vestida minutos más tarde, camino hacia la mesita de luz y vuelvo a tomar la pintura que me obsequió hace horas. Una sonrisa se forma en mis labios sin que pueda evitarlo al examinarlo con detenimiento y solo puedo morder mi labio inferior para ocultar el gesto y no verme más tonta, aun cuando estoy sola en mi habitación.

Detrás del acetato nos vemos Liam y yo, sonriendo y abrazados, aun cuando estamos sentados en aquel tronco en el que me dijo que éramos las piezas de un puzzle que encajaban a la perfección pese a ser similares. Es absurdo si se lo piensa, pero su analogía tiene mucha razón.

Paso mis dedos con suavidad por la superficie y palpo su textura. Se siente suave porque tiene la protección del portaretratos, pero sé que la del dibujo es un poco rugosa, no solo por el tipo de cartulinas que suele usar Liam para este formato de pinturas, sino porque la mezcla del agua con las acuarelas lo deja de esa manera.

El sonido del celular me trae de vuelta a la realidad y dejo la pintura en su lugar para tomarlo y responder el mensaje. La ventana emergente me informa que es Ian y desbloqueo el aparato para leer lo que me dice, pero al deslizar el dedo por la pantalla me topo con la aplicación de notas y un texto escrito en ella.

Buenos días, amor. Pensé que sería bueno dejarte dormir un poco más y por eso no te desperté. Vendré por ti a las diez, asegúrate de llevar un abrigo grueso y mucho amor para darme. Te aseguro que lo pasaremos genial.

Te quiero. 💜

Sonrío a la pantalla y pienso en que de no haberme despertado por sus llaves, seguramente seguiría durmiendo hasta hace rato y no lo hubiera visto irse, pero este mensaje habría proporcionado un buen despertar de todos modos.

Dejo el texto en la aplicación y me traslado al WhatsApp, donde leo el texto sencillo de mi amigo.

Ian:
Buenos días, linda. Sé que tienes planes para hoy, así que pasaré a verte mañana en la tarde para dejarte ambos regalos. Espero que hayas tenido buena noche y que también lo pases bien con Liam. Te quiero.
8:52 am.

Frunzo el entrecejo por ese mensaje por una única razón: yo jamás le dije que saldría con Liam y no creo que él tampoco le haya dicho. Sin embargo, no digo nada al respecto. Le agradezco a mi amigo, le envío uno a mi mejor amiga para saber de ella y bajo a desayunar.

Me encuentro a toda mi familia en la cocina junto a Judith. Ella y mi primo desayunan, mientras conversan con mis padres sobre un tema al que deciden darle fin cuando ingreso a la habitación.

—Hola —saludo confundida.

Ellos me responden con entusiasmo al unísono, incrementando mi confusión.

No entiendo su actitud, pero tampoco les digo nada y me siento junto a la rubia para comer. Me sirvo un único waffle y lo como sin añadirle ningún otro ingrediente, porque así acostumbro a hacerlo para el desayuno, y luego tomo una manzana verde.

Hablamos de los regalos con mis padres durante un rato luego de desayunar, ellos nos entregan a Rugge y a mí los suyos y nosotros a ellos, y después espero a que pase el tiempo mientras veo a mi primo lucirse como niño.

Después de unos minutos todavía me encuentro en la sala, ahora revisando las fotos que nos hicimos la noche anterior, y en ese momento se me acercan todos, excepto Judith, porque su padre vino a recogerla hace un rato.

—Llevas todo, ¿verdad? —pregunta mamá cuando se sienta a mi lado. Asiento como respuesta, luego despego la vista del celular para mirarla. Ya estoy acostumbrada a esta situación en la que se preocupa de más—. Perfecto. Ya sabes lo que tienes que hacer entonces, debes...

—Lo sé, mamá, ayudar a Anna con todo, ser educada y gentil —interrumpo con un tono de cansancio.

—¿Qué? —cuestiona confundida, negando con la cabeza—. No, hace tiempo no te pido eso, sé que lo tienes bastante asimilado. Me refería a que mañana me llames cuando vengas para acá, no salgas de allá sin antes hacerme esa llamada.

—Claro, lo sé —aseguro, porque no se me hace extraño que me pida eso. Es para llevar el control y asegurarse de que todo en el camino vaya bien y de ese modo evitar preocuparse.

Papá también me habla sobre cómo debo actuar en caso de determinadas situaciones, me exije buen comportamiento y Rugge me advierte que vigile las manos de Liam. Me río, pero a los dos hombres no parece causarles mucha gracia.

Les prometo que todo estará bien y subo de vuelta a la habitación para buscar la mochila, porque ya falta poco para las diez y Liam debe estar por llegar. Él siempre se aparece minutos antes de la hora pautada.

Antes de irme, tomo la cadena que me dio como regalo y cojo el dije del giratiempo, porque es mi favorito. Camino en dirección al espejo para colocármelo, pero una llamada en el celular me frena en medio del camino y me regreso para ver que se trata de él, con cinco minutos de diferencia. Me anuncia que me espera abajo y cuelgo.

Guardo la cadena en el bolsillo de mi chaqueta de mezclilla, tomo la mochila junto a la bandolera marrón claro y bajo dando trompicones hacia la primera planta, donde lo encuentro riendo con Rugge. Hablan en susurros cuando me escuchan acercarme y luego se despiden, cosa que también hago antes de que los dos nos encaminemos hacia afuera.

Lo noto nervioso de camino a la calle, pero ya que me asegura que todo está bien cuando le pregunto el motivo, no insisto en el tema. No es la primera vez que salimos juntos, pero sí lo es con su familia y por más de un día, así que supongo que debe tratarse de eso.

—¿Vamos a tu casa ahora? —interrogo cuando llegamos al auto, mientras que él guarda en el asiento trasero la mochila que me quitó antes de salir de casa.

Liam me mira antes de contestar.

—Vamos directo. ¿No olvidas nada?

Niego como respuesta, él abre mi puerta y ambos subimos para que de inmediato inicie la marcha, nuevamente parlanchín como me encanta.

Coloca su música con volumen bajo y hablamos de todo un poco. Él me cuenta sobre los regalos de su familia cuando le pregunto y sobre todo de Arianna, que según me dice, solo pide videojuegos para su consola. También me habla de que nuestros amigos estuvieron tonteando insoportablemente durante el camino y yo solo puedo reírme.

Sé lo fastidiosa que es Yul cuando alguien le gusta y también sé cómo se pone cuando tiene resaca, así que no quiero ni imaginarme cómo habrá estado esa escena. Mucho menos con Max, que es tan parecido a ella. Eso debió ser la intensidad duplicada.

Liam conduce durante casi cincuenta minutos desde Marina antes de parar en una estación de servicio para cargar el auto de combustible.

—¿Tienes hambre? Podemos comprar algo aquí, porque no haremos más paradas hasta llegar en una hora. Al menos un dulce o algo —sugiere cuando pasa su turno, luego de cargar con gasolina y desviar el auto hacia uno de los costados, viéndome al girar su torso hacia mí.

—Si tú tienes hambre podemos ir por algo. Yo no tengo, pero podríamos ver si hay alguna pastelería cerca y comprar donas —apunto, sonriendo con inocencia al mostrar mis dientes.

Liam sonríe negando con la cabeza y luego vuelve a girar, apaga el auto, extrae la llave del contacto y me invita a bajar. Tomo dinero del pequeño bolso que traje y lo alcanzo en la acera, donde él me espera.

—No sé ni para qué te pregunto, estás obsesionada —me molesta cuando iniciamos la marcha, después de que tomo su mano izquierda—. No puedes solo suplir cualquier comida con donas.

—Claro que puedo. Según Barbie, puedo ser lo que quiera ser —argumento.

Liam suelta una carcajada.

—Estás loca, eso no tiene nada que ver.

—Claro que sí, podría comer donas hasta convertirme en una.

—Estarías rodeada de hormigas todo el tiempo —añade, burlándose de mí y la mueca que formo, porque sabe del temor y repugnancia que le tengo a esos animales.

—¡No! No te atrevas a volver a mencionar a esos monstruos en mi presencia. No te lo perdonaré jamás, Liam, jamás —dramatizo cuando llegamos a nuestro destino, que afortunadamente no está muy lejos del auto.

Él suelta otra carcajada, mientras abre la puerta y me deja paso delante.

Paseamos por el local unos minutos examinando los dulces, hasta que de igual modo compramos donas porque yo me resisto a comer algo más, además de unas bebidas que llevamos, luego volvemos al auto y Liam no demora en ponerse en marcha de nuevo.

—Ahora, testaruda, ¿me explicas cómo puedes combinar donas con eso? —pregunta de camino, burlón, refiriéndose a mi bebida que tomo con presunción.

Es cierto que el té helado de durazno y las donas no combinan a la perfección, pero es mi favorito y él lo sabe perfectamente hace tiempo. Pienso que puedo combinar esto con lo que sea.

—Así como tú tomas café con galletas y mantequilla, monstruo —contraataco.

Él bufa.

—Por favor, Luna, eso es lo más normal del mundo. Mis abuelos te lo pueden decir, son seres sabios como yo —presume, antes de volver a morder la dona que sostiene en su mano derecha con una servilleta, pues con la izquierda maneja el volante.

—Claro, no lo dudo de tus abuelos. Pero de ti, bueno... A propósito —digo, incorporándome en el asiento al recordar—. ¿Tienen un departamento? ¿Dónde nos quedaremos? No me has dicho nada al respecto... No habrá nadie más que tu familia, ¿verdad?

—Ya se me había hecho extraño que no estuvieses de preguntona antes como siempre —comenta, molestándome de nuevo—. Pero sí... Viene toda mi familia, de hecho, la familia de mamá —contesta despreocupado, consiguiendo que lo mire al instante con sorpresa y evite morder mi dona, a la cual dejo en su caja que se encuentra sobre el reposa brazos. Liam termina la suya de un gran mordisco.

—¿¡Qué!? —bramo. Él emite un sonido desde el fondo de su garganta, afirmando—. ¿Por qué no me dijiste nada, Liam? ¡Qué vergüenza...! Yo no... yo no estoy preparada p-para conocer a toda tu familia, me da mucho miedo y-y... yo...

—Hey, cálmate —me interrumpe al tragar, hablando dulcemente. Me ve un segundo para tomar mi mano izquierda y luego vuelve a mirar a la carretera sin soltarme—. Te preocupas demasiado. ¿Por qué te daría pena o miedo? ¿Eres una delincuente o un monstruo chupa mocos?

—No, pero tú me dijiste que tenías una tía que... que ella era horrible y... ¿Qué pasa si no le agrado?

—A ella no le agrada nadie.

—¡Liam! —reclamo, porque la simpleza con la que me dice esas palabras me desespera. Él solo suelta una risotada—. No es gracioso.

—No te preocupes por agradarle a Evelyn, tú eres maravillosa. Además, lo que ella piense no es importante, lo que interesa acá es que yo te quiera.

—Pero es tu familia, claro que es importante —insisto.

Liam suelta una risa nasal y me mira otra vez.

—No lo es, solo importan los abuelos y ellos ya te adoran incluso sin conocerte. De cualquier modo estaba bromeando, ninguno de ellos vendrá, no te preocupes —asegura, y solo así respiro tranquila.

Vuelvo a tomar mi dona y termino de comerla con calma. Solo como dos esta vez, y él, que siempre me está criticando, se come las cuatro restantes sin respirar. Me dice que no desayunó por las prisas, y así lo entiendo.

Sé que mi mamá le ofreció desayuno porque me lo dijo, pero él se negó a recibirlo con la excusa de que tenía muchas cosas que hacer.

Después de más de una hora en carretera, Liam finalmente ingresa a una zona residencial abierta y bastante moderna en apariencia, constituida por construcciones de este estilo y de diversos tamaños que varían incluso de niveles. Algunas tienen paredes de madera en su totalidad, pero otras cuentan con grandes y oscuros ventanales de cristal de piezas completas que cumplen con esta función. Todas parecen tener estacionamiento abierto, porque ninguna tiene cerca exterior, y poseen hermosos jardines bien cuidados y podados.

Liam estaciona frente a una estructura de estas que se encuentra casi en medio de la zona residencial, es de dos pisos y de las que posee paredes de cristal en el segundo nivel, donde también hay un balcón con vista a la calle. Tiene espacio para estacionar dos autos en el exterior, sobre la superficie de cemento y adoquines creada únicamente para esta área de la casa y el camino que guía a la puerta, pues este es del mismo material.

A cada lado del camino de piedras hay diversos árboles de jardín y flores, y el piso está cubierto de grama reluciente.

—Puedes bajar, no somos caníbales por acá —bromea Liam.

Volteo a mirarlo desde el asiento trasero, donde él está tomando mi mochila.

Me doy cuenta de que llevo rato embelesada con la belleza arquitectónica cuando veo que él también tiene su mochila y otra más grande en el piso. Bajo del auto con premura, cuelgo mi pequeño bolso del hombro y camino hasta su ubicación para ayudarlo, Liam solo me deja tomar mi equipaje.

—¿Puedes abrir, por favor? —consulta y asiento, tomando el manojo de llaves que extrajo de su pantalón y ahora me extiende con su mano izquierda—. Es la tercera, amor, la que queda en medio —informa, porque son cinco en total.

Veo que toma los dos bolsos y me sigue, mientras yo camino hacia la puerta sin dejar de admirar la casa.

Tiene una especie de porche con techo, pero no hay ningún mueble en él, solo una pequeña palmera de interior. La puerta doble de cristal se encuentra más hacia el fondo en la pared frontal derecha, pero centrada, pues la izquierda se expande más hacia adelante por lo que supongo, es una habitación.

Cuando abro la puerta e ingreso, me quedo muda por la decoración. Le dejo espacio a Liam para que entre y permanezco en mi lugar, observando cada detalle. Es un espacio amplio con concepto abierto. Lo primero que se ve al ingresar es el living, muy grande y espacioso en esa habitación grande de la izquierda que intuí desde el exterior, en él hay una chimenea a gas de lajas muy grande que conecta ambos pisos, porque el segundo nivel es abierto en el área de la sala y deja vista al primero desde el balcón interno.

El piso es de madera oscura y las paredes claras. Los sofás son en tonos oscuros con cojines blancos y alguno que otro sillón amarillo, en medio de este espacio se encuentra una enorme alfombra blanca sobre la que reposa una mesa de café de cristal y hay una pantalla de televisión grande, también pegada a la pared de la chimenea, igual que varias pinturas modernas. Además, me percato de la presencia de muchas plantas vivas a dondequiera que se mire.

Al otro lado de la casa está el salón comedor, muy grande también y con los mismos tonos, solo que allí hay algunos adornos en color verde turquesa al igual que la alfombra y cortinas que cubren la puerta corrediza enorme del fondo. En él hay lugar para ocho personas.

Al lado de este está la cocina de concepto abierto, que tiene tonalidades blancas, con azulejos grises y cajones azúl marino con tiradores de barra dorados. Tiene una isla enorme en medio con encimeras de cuarzo jaspeado y tres sillas altas. También hay un pequeño comedor con banco acolchado ubicado en una esquina junto a otra ventana.

Me percato de que todo luce impecable y muy ordenado, y ahora no me quiero ir.

—Es hermoso aquí, Liam. ¿Es de tus padres? —pregunto, siguiéndolo por un pasillo al fondo de la cocina que nos lleva a las escaleras de madera, por las cuales subimos luego de que él deja algunas cosas y alimentos sin preparar en los cajones.

—Algo así. Es de los abuelos en realidad, pero hace muchos años que ellos no vienen seguido y me dejaron la llave.

—¿Te dejaron o le dejaron a tus padres?

—A mí. Adoro este lugar —añade con entusiasmo, mientras abre una puerta que da a un dormitorio con cama de dos plazas y sábanas blancas al que ingresamos en el segundo piso—. Vengo desde que tengo uso de razón y jamás me quería ir. Han hecho remodelaciones, claro, pero la escencia, el olor, nada se pierde... Es hermoso —concluye, dejando una mochila sobre una cómoda de madera oscura, luego me quita la mía y la coloca a un lado, junto a mi pequeño bolso.

Yo sonrío. Me encanta oírlo hablar de algo con tanta pasión.

—Es muy hermoso —confirmo—. ¿Vienes con tu familia seguido?

—Venimos cada año en el verano y después de navidad, pero en diciembre del año pasado no lo hicimos porque yo tenía que presentarme en la fiesta de la novia de James. Para el verano mi papá siguió trabajando y no pudimos pasar.

—¿James tenía novia? No sabía —inquiero sorprendida, paseando la mirada por la decoración de la habitación, que también cuenta con paredes de madera clara y un balcón tras las puertas corredizas de cristal, mismo que da a la calle.

—Terminaron hace un tiempo, ella lo engañaba con Max.

—¿Qué? —casi grito, ahora viéndolo. Tiene que estar bromeando.

—Él no lo sabía —contesta, riendo por mi reacción, luego me explica los detalles, mientras abandonamos el cuarto para que me guíe a recorrer la casa.

Lo escucho con atención sin dejar de apreciar el lugar.

Tiene dos habitaciones en el primer nivel y tres en el segundo, y en la que entramos es la suya, una de las más grandes. La casa posee cuatro baños, uno de los cuales está en su cuarto, y una sala más pequeña que usan como salón de juegos. También hay lavandería y en el patio, cubierto por una cantidad exuberante de flores y palmeras, se ubica una piscina de tamaño promedio con muebles de exterior en las adyacencias.

Me sorprende que la piscina está limpia considerando que hace más de un año no vienen aquí y me genera curiosidad, además de que todo está impecable, y por eso le pregunto. Liam me cuenta que sus abuelos tienen a dos empleados que se encargan de mantener en orden todo en la casa en cuanto a limpieza y jardinería, pues la zona es bastante segura y ese aspecto no genera angustia. También me dice que una hermana de su abuelo —a la cual planea llevarme a conocer— vive cerca en otra de las casas y ella suele supervisar.

Cuando terminamos el recorrido, me dice que podemos ir a comer fuera además de dar un paseo por la playa. Yo acepto, porque a eso vinimos. Me cambio los zapatos y juntos salimos, recorriendo a pies la residencia que está a un lado del mar.

Me dispongo a examinar las calles cuando voy de su mano, pero me percato de que nos estamos alejando a comer y faltan algunas personas que no nos acompañan y a quienes ni siquiera he visto.

—¿Tus padres demorarán mucho en llegar? Creí que ya estarían aquí y todavía no los veo. ¿No deberíamos esperarlos para comer juntos? —consulto curiosa tras caminar algunos metros, mirándolo.

Liam me mira y sonríe con timidez, diría que hasta temeroso.

—De hecho... ellos no vendrán —musita con inocencia.

Me detengo, haciendo que él pare también.

—¿Por qué? ¿Les pasó algo?

—No, solo no vendrán. Su visita a la playa jamás estuvo en los planes. Es solo que... Bueno, tenía planes y temía que tus padres se negaran si les decía que solo seríamos tú y yo, así que te lo dije de ese modo para que tú no mintieras.

—Me mentiste. ¿También le mentiste a mis padres? —interrogo exaltada. Esto podría acabar mal y no quiero problemas. Él niega—. Liam, no, si se enteran podrían enojarse con los dos y no dejarme salir contigo, pensarán que yo mentí y-y...

—No se enojarán. Mamá no quiso encubrirme, por eso me convenció y hablé con ellos sobre mis planes. Están al tanto de que solo somos tú y yo —explica seguro para intentar calmarme, pero un atisbo de pena asoma en su mirada al instante—. No te molesta, ¿o sí?

—Eres increíble, Bonetti... Por eso estaban actuando extraño en la mañana y me pidieron que cuide tus movimientos —añado riendo, y aunque su expresión me hace dudar de que la actitud de mi familia se deba a eso, vuelvo a tomar su mano y lo halo para continuar la marcha—. Claro que no me molesta, solo me impresiona. ¿Por qué no me dijiste antes?

—Quería dejarlo en sorpresa para evitar que te arrepientas.

—Jamás me negaría, menos podría arrepentirme —aseguro.

Liam sonríe con complacencia y dejamos de lado el tema.

Este ser me llevará al psiquiatra, y no será precisamente como visitante.

Observo con fascinación cada una de las casas mientras caminamos. Jamás había venido a esta playa, y aunque no me encantan estos espacios, estoy segura de que disfrutaría mucho de vivir en una zona como esta. Es tranquila, limpia y sin mucha concurrencia. Incluso el olor del mar que llega hasta aquí con el fresco hálito que hace mover mi cabello, me resulta bastante agradable.

Cuando al fin mis pies cubiertos por sandalias tocan la arena, vuelvo a asombrarme. La playa está repleta de personas que disfrutan en sus mundos particulares y del sol, que hoy decidió instalarse y calentar en su esplendor para dejar el ambiente con la temperatura ideal, pero dudo que permanezca así por mucho tiempo, pues llovería según los pronósticos.

Muchos se bañan, los niños juegan dentro del agua y los adultos conversan, mientras yo no hago más que sentirme extraña en el buen sentido. Jamás en la vida habría imaginado visitar un lugar como este al lado de Liam, sin embargo, lo estoy disfrutando mucho.

Entramos a un restaurante después de diez minutos de caminata y pedimos de comer algo ligero. Yo no tengo mucha hambre pese a que son casi las cuatro de la tarde, pero Liam sí, y decidimos pasar un largo momento allí.

Comemos entre charlas y luego de un rato decidimos acercarnos más a la playa. Paseamos por algunas tiendas de dulces y otros artículos y cuando terminamos, nos percatamos de que el sol decidió ocultarse bajo las nubes negras. La brisa ahora es más fría con el clima a once grados y ya mi piel comienza a sentirla con facilidad, no obstante, decidimos acercarnos al agua.

Nos sentamos en la orilla, dejamos los celulares a un lado y ambos nos despojamos de los zapatos para ver el mar más cómodos.

Muchas personas se han ido retirando, supongo que por la hora y también por la amenaza de lluvia, pero algunos jóvenes todavía permanecen en el lugar, despreocupados por cualquier fenómeno natural que planee presentarse.

Nosotros nos mantenemos en silencio viendo a los alrededores. La brisa fúrica mueve mi cabello con agilidad y ni siquiera eso me molesta. Me siento extrañamente tranquila.

—¿Y qué pasó con esa canción para... Janet? ¿La cantaste? Cuéntame más —solicito cuando recuerdo la historia de James, para romper el silencio.

Asiente al girar a verme.

—Sí, porque todavía no le había dicho a Jam. Igual la pieza quedó en el olvido con el tiempo, él le guarda tanto rencor como a ella y no puedo culparlo.

—Tampoco yo. Pero me alegra que no lo haya tomado contra Max, él no tenía la culpa de nada. No lo puedo creer... ¿Cómo alguien puede engañar a James? Es una dulzura de chico, es muy tierno, humilde y responsable. Se merece lo mejor —comento.

Liam secunda mi opinión.

—No supo quererlo. De todos modos ahora él está muy bien, fue ella quien perdió.

—Y perdió mucho —analizo—. Estoy feliz de que lo haya superado y de que esté con Deisy, siento que de algún modo se están ayudando el uno al otro. Eso es muy bonito y se lo merecen... Ellos me encantan.

—A mí me encantas tú —añade con coquetería, sonriendo de lado.

—Tú a mí no, eres muy feo —lo molesto. Liam se hace el ofendido y se desquita, tomando un puñado de arena que deja caer en mi cabello—. ¡Hey! —chillo. Él ríe, luego me pide con la mirada que me retracte o de este modo continuará—. Bien, sí me encantas.

—Así no, debes decir: me encantas demasiado porque eres el más lindo, tienes los gustos más asombrosos del mundo y envidio tus hermosas pestañas —recita serio y suelto una carcajada.

—No diré eso... —niego rotundamente, pero me retracto al instante—. ¡No, no! —grito para frenarlo, porque lo veo mover sus manos en dirección a mis costados para hacerme cosquillas—. ¡Lo diré, lo diré!

—Espero entonces...

—Odioso insoportable —murmuro, luego sonrío con inocencia cuando me mira amenazante—. Me encantas demasiado porque... ¿eres el más lindo? —pregunto dudosa, él asiente y sigo fastidiada—. Tienes los gustos más asombrosos del mundo y envidio tus hermosas pestañas. Fin, ridículo manipulador... Draco.

—Así se habla. Te dejaré pasar la sarta de insultos solo por la época. Ya sabes, para no arruinar esto de las fiestas —culmina guiñándome.

Le saco la lengua y él se ríe, luego vuelve a fijar su mirada al frente porque no digo nada más.

Imito su acción y observo el mar de nuevo, ahora percatándome de que tres chicos que posiblemente tengan nuestra edad, se bañan frente a nosotros; juegan entre sí echándose agua en la cara y Liam se ríe de ellos. Se lo ve bastante fascinado por ese juego que incluso se percibe inocente.

Su risa me reinicia y volteo hacia un lado para verlo, él todavía admira el agua como el arte que es y sin decir nada, con sus facciones relajadas y tan tranquilo que incluso me hace sentir cálida y segura.

—¿Por qué te gusta tanto aquí? —consulto, captando su atención tras un tiempo.

Liam sonríe y me mira a los ojos por varios segundos, tomándose el tiempo para responder a mi pregunta.

—No sé, la verdad. Siempre haces preguntas para las que no tengo respuestas certeras y no sabes lo que eso me encanta, pero es difícil responderte... Siento que esta en particular, es como si me preguntaras qué veo en ti, y podría decírtelo, pero creo que no me entenderías y que no acabaría nunca.

—No creo que sea tan difícil —digo apenada, procurando obviar sus últimas palabras que me revuelven todo.

—Lo es —confirma, moviéndose un poco para quedar a mis espaldas y abrazarme desde atrás, posando su mentón en mi hombro izquierdo. Sus piernas abiertas quedan arqueadas a mis costados—. Cuando estoy aquí, es como estar contigo. Se siente diferente a lo que es la rutina... hay calidez y mucha paz, pero con ese equilibrio perfecto de diversión y frescura natural que jamás te falta. También el mar es muy cambiante. A veces es frío, otras es cálido y en ocasiones tiene la mezcla utópica de ambos igual que tú, y eso es lo que me gusta. No siempre se siente igual estar aquí, y contigo, también me siento distinto cada vez.

Suspiro cuando termina la explicación que me dio con su voz serena, luego volteo y no hago más que besarlo. Él siempre me deja sin palabras y aunque a veces me arrepiento de preguntar tanto, no puedo negar que el efecto que me dejan sus vocablos me hacen sentir muy bien y que este arrepentimiento se esfume al instante. Me siento en casa.

Todo el tiempo lo supe, las palabras de Liam tienen mucho poder.

—No sé qué decir —digo cuando nos separamos.

Él todavía sujeta mi rostro y sonríe, mientras niega, luego pasa mi cabello detrás de la oreja.

—No tienes que decir nada... —susurra, me besa un poco más y se aparta—. Va a llover y deberíamos volver, pero no quiero irme sin antes entrar al agua. ¿Vienes conmigo? Solo un rato, sé que no te gusta —asegura y lo medito. No pierdo nada con hacerlo.

Acepto. Liam sonríe satisfecho y se levanta para despojarse de su reloj y demás prendas hasta quedar en ropa interior, luego me indica que haga lo mismo. Afortunadamente, tengo el bañador debajo porque me lo coloqué por prevención en la mañana, así que no es mucho problema, con excepción de que no tenemos alguna toalla y el frío será insoportable al salir.

Le resto importancia de todos modos y me expongo al frío al quedar casi desnuda. Liam me mira con los ojos chispeantes, y cuando vuelve a la realidad, toma la ropa de ambos y la deja debajo de una tienda que se encuentra detrás -permanente y perteneciente a la playa- junto a nuestros celulares y demás pertenencias, luego me toma de la mano para arrastrarme al agua.

Chillo un poco cuando mis piernas descubiertas tocan el agua porque debido al clima se encuentra bastante fría, pero a él no parece molestarle ni un poco.

Me dejo guiar más hacia el centro sin decir nada y cuando llegamos a una zona en la que el agua cubre hasta la mitad de mi torso, nos detenemos. Me sumerjo para mojar todo mi cuerpo y de este modo acostumbrarme a la temperatura. Poco a poco lo consigo, mientras continúo mirándolo.

Liam se aleja un poco para nadar y yo permanezco en mi lugar bajo el agua, temblando debajo de esta y sintiendo el rítmico baile que provocan las olas en mi cuerpo con sus movimientos ondulantes.

Luego de un rato en el que estamos bastante acoplados al ambiente, la fría brisa comienza a molestarme como siempre. Sobre todo porque la temperatura bajó, los truenos se han intensificado y sé que no tardará mucho en comenzar a llover, por lo que le digo a Liam que deberíamos volver a la casa de sus abuelos. Él acepta, pero me pide que esperemos dos minutos más cuando se acerca a mí.

—Me encanta tanto que estés aquí, conmigo —confiesa, rondeando mi cintura con sus brazos, a la vez que apoya su frente sobre la mía.

Se dispone a besarme en ese instante en el que empieza a caer la lluvia sobre nuestros cuerpos mojados. Sonríe, y como el agua no es limitante para él, prosigue con su tarea, aferrándome a su cuerpo como si no quisiera dejarme ir.

Me besa intensamente, y estar en esta situación con él brindándome su calor y sus caricias, bajo el mar y a solas, me enciende de nuevo, y no es que últimamente esa sea una reacción muy difícil. Mi cuerpo ahora está actuando de otra manera cuando nos acercamos de este modo y sé que no pasará mucho tiempo en el que ya ninguno de los dos será capaz de contenerse, pero hoy no será.

—Deberíamos volver, Liam —insisto apartándome—. Hay mucha brisa y me asusta que las olas puedan crecer como consecuencia.

Murmura una queja, pero acepta que tengo razón y salimos del agua. Nos metemos debajo de la tienda y nos vestimos con rapidez, pero es en vano, porque está lloviendo copiosamente y nuestra ropa queda empapada en minutos. Cubrimos los celulares lo mejor que podemos y caminamos con apremio de vuelta a la casa, esta vez nos toma menos de diez minutos llegar por las prisas y encontrarnos con las luces encendidas.

—Es raro —musita Liam, mientras abre la puerta que ya no tiene seguro.

Al otro lado nos recibe una señora de piel pálida, muy delgada y con el cabello cano hasta los hombros. Es bastante bonita y sus arrugas no me impiden verlo.

Ella sonríe abiertamente al ver a Liam y casi corre a abrazarlo.

—¡Mi amor, qué lindo y grande estás! —saluda entusiasmada, tomando el rostro de Liam para besar su frente varias veces—. Hace tiempo no te veía —añade con tristeza cuando se aparta, pero sin soltarlo, como si realmente le pesara que Liam no pasara a verla. Luego sonríe de nuevo—. Tu abuela me dijo que vendrías hoy y pasé a saludar, pero no estaban y creí que habían ido al mar. ¡Mira cómo los dejó el agua!

—Hola, tía May —responde Liam con cariño—. Tuvimos problemas este año para venir. Iba a pasar a verte en un rato.

—No te preocupes, cielo, lo sé. —Le resta importancia, después se fija en mí a detalle y se acerca sonriente—. Hola, preciosa, supongo que debes ser Arya. Beth me habló de que tienes a nuestro pequeño muy enamorado. Soy May Lange —articula, besando mi frente con cariño también.

—Es un placer, señora —contesto entumecida. No solo por este cálido recibimiento o el resultado que deja el frío en mi cuerpo, sino por esas palabras que Liam no negó, él solo sonríe.

—Bueno, vamos, entren ya. Voy a traerles toallas para que no se queden allí, deben ducharse si no queremos enfermarmos —dice enérgica. Da media vuelta y se encamina hacia uno de los baños de la primera planta.

Veo que Liam ríe por la actitud de la mayor y se dispone a despojarse de sus zapatos, por lo que también hago lo mismo.

—Ella es genial, pero ya te darás cuenta en un rato —comenta. Se levanta y gira por completo para mirarme intensamente por varios segundos, se relame los labios, muerde el inferior en el proceso y luego procede a atentar contra mi vida—. Ahora iremos a mi habitación, entrarás a la ducha conmigo y nos bañaremos juntos —propone tranquilo.

No quiero hacer nada, más que aceptar, incluso aunque no sea con la intención de ahorrar agua.

___________________________________________________

¿Alguien se negaría a esa propuesta de Liam? Ya no corremos el riesgo de ir a prisión las que somos mayores de edad. 😉

Aun así, no te despojes de la ropa todavía y esperemos a ver si Arya nos quita el puesto en el baño.

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