EN EL ARMARIO (+18↔GAY)

By XimeSenSen

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La historia comienza con una persona huyendo de lo que lo rodea y encontrando finalmente refugio dentro del a... More

ADVERTENCIA.
El chico en el armario.
Cita en el armario.
Pasión en armario.
"Únicamente sexo" en el armario.
Límites en el armario.
Señales en el armario.
Cambios en el armario.
Diferencias en el armario.
Nuevas reglas en el armario.
Apuestas en el armario.
Emociones en el armario.
Cercanía en el armario.
Domando una bestia en el armario.
Soluciones en el armario.
Posesividad en el armario
Ocupados en el armario.
Dificultades en el armario.
Honestidad en el armario.
Intrusos en el armario.
Rompiendo reglas en el armario
Rompiendo corazones en el armario.
NOTA
Arrepentimiento en el armario.
Distancia en el armario (1/2)
Distancia en el armario (2/2)
Malas noticias en el armario.
Reencuentros en el armario

Lujuria en el armario.

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By XimeSenSen

Narrador omnisciente.

Stefan en cuestión de segundos acortó toda distancia y levantó a Calem sin cuidado de su camiseta; por instinto éste tomó el brazo de Stefan.

Su presencia emanaba un aura tan dominante que por un momento dudó si realmente era buena idea dejar a ese enorme sujeto poseerlo, pero para qué iba mentir, cada molécula de su cuerpo estaba de acuerdo con la idea de sentir la voracidad de su sexual y duro colega.

Stefan empujó a Calem contra el sillón y giró su cuerpo, como si de un maniquí se tratase, quedando detrás del menor y viendo ese firme cuerpo a su disposición.

—Oy-Oye... —gruñó el joven, no iba a dejar que Stefan lo intimidara o sometiera fácilmente.

Una consumida sonrisa se formó en el contrario y apoyando su mano en medio de la espalda de Calem lo empujó duramente contra el sofá.

Se acercó a su oído, con una inusual e inquietante calma, erizándole la piel al chico inmovilizado bajo esas grandes manos.

—¿Crees que luego de excitarme, rechazarme, volver a calentarme y finalmente pedirme sexo; yo iba a obedecer, ser gentil y paciente contigo? —Calem tragó saliva y su aguerrida mirada ardía cuando por el rabillo de su ojo vio fijamente a Stefan.

—No te atrevas a subestimarme, o a mi cuerpo —siseó orgullosamente, acaparando toda la atención de Stefan y provocando que un escalofrío placentero recorriera su trabajada espalda.

—Vaya, de verdad quieres que te folle duro ¿Tan caliente estás, exvirgen? —se deshizo bruscamente de la ropa que cubría la parte baja de Calem y cuando éste quiso levantarse apoyando sus manos en el sofá, Stefan lo notó y con fuerza tomó sus brazos.

Una corriente eléctrica se expandió por el torrente sanguíneo de Calem cuando sintió la fiereza con la que Stefan lo estaba sujetando y apoyando en su trasero esa gran erección, todavía dentro de sus pantalones.

Desató esa parte de su mente donde perder no era una opción, su lado competitivo ardía cada vez que Stefan se desenvolvía con dureza y sonrió competitivamente.

Antes de poder hablar, la lengua de Stefan rozó la exquisita y suave nuca de Calem, contrayéndose por acto reflejo y soltando un jadeo.

—¿Ya estás así con simples preliminares? Tu cuerpo se ha vuelto un desastre lujurioso y codicioso ¿No crees, enano? —Tomó la erección de Calem con una de sus manos y comenzó a estimular su erección.

—¿Es lo mejor... que puedes hacer? —Lo desafío jadeante, el orgullo era mayor a la vergüenza, aunque sus mejillas estaban bastante rojas luego de soltar aquello, o quizá era por la excitación, tal vez ambas.

Instantáneamente se arrepintió de su osadía, los previamente humedecidos dedos de Stefan entraron sin cuidado alguno, siendo dos a la vez.

—¡Ah, e-esp... ¡Ah! —Cubrió su boca y se encogió sobre su pecho en el sofá, la velocidad y fuerza con la que Stefan estaba penetrando con sus largos dedos su dilatada entrada lo hacía temblar de placer.

—Jodido pervertido, en los armarios sentí algo similar, pero ¿Puede que te guste cuando soy un bastardo con tu cuerpo? —inquirió con una voz altanera y ronca, haciendo que los ojos de Calem se pusieran en blanco cuando arremetió contra su próstata una y otra vez.

—¡Ah! No es... —Llevó una de sus manos a la zona alrededor de su entrada, misma que era estimulada por su colega, sintiendo ahora con sus propios dedos como los de Stefan entraban y salían impunemente de él.

—Oh vaya, me succionas y miras con tanto placer ¿Dónde quedó tu altanería inicial? —manifestó complacido, portando una sonrisa triunfal—. No importa, ambas me gustan.

Besó su nuca, inclinándose y apoyando su cuerpo entero en ese pequeño chico, parecía consumir y acaparar cada parte de Calem, sin darle espacio para ver o pensar en nada que no fuese él.

—Te quiero... —susurró Calem, embriagado por el calor de su cuerpo, un ardor que subía hasta su cabeza y no lo dejaba razonar su comportamiento.

Eso hizo palpitar más fuerte el corazón de Stefan, tanto que creyó que explotaría, aumentando también su erección.

Lo tomó del rostro con su mano libre y paralelamente introdujo un tercer dedo en su diminuto acompañante.

—¿Qué? —cuestionó, ocultando su desastre emocional con falso desinterés.

Los ojos de Calem estaban fuertemente presionados porque no quería gemir tan alto y al abrirlos se encontró con el atractivo y masculino rostro de Stefan, demandando una explicación, viéndolo fijamente con esos tajantes ojos verdes con un ligero atisbo de gris en ellos.

Quedó en blanco unos instantes, culpando al calor del momento por sus palabras.

—Te quiero... dentro de mí —ordenó al recuperar algo de su cordura, queriendo apagar ese vapor y fuego en su interior, que nublaba sus ideas, llenaba su cabeza de pensamientos sobre Stefan, incoherentes y prohibidos pensamientos.

Stefan sintió una punzada en su entrepierna al oír aquello, aunque también una incomodidad en su pecho, ya que esa no era la respuesta que más deseaba escuchar.

De ese modo sus mejillas enrojecieron ligeramente, nada a comparación del fuerte carmesí tiñendo la bella cara de Calem, que sentía espasmos musculares al estar cerca de llegar al orgasmo.

Delirante y erótico, rogándole con el ligero pero desesperado vaivén de su cadera que Stefan apagase el inmenso ardor que se extendía por doquier y terminaba en su parte baja.

Ignoró lo que no podía solucionar en ese instante y se centró en lo que sí podía hacer majestuosamente: complacer al lujurioso y adictivo cuerpo de Calem.

La excitación en Stefan estaba luchando peligrosamente con su fuerza de voluntad mientras sentía el semen de Calem escurrir entre sus dedos. Casi cede a sus instintos, pensando en deshacerse de su ropa y no dejarlo ir por el resto de  la noche, pero estábamos hablando de un hombre muy orgulloso.

Se irguió y respiró dificultosamente, el exhausto joven sobre el sofa también se encontraba queriendo retomar el aliento, recuperándose de un intenso orgasmo.

Formó una distancia entre ambos y el frío por la separación regresó la mente de Calem a la tierra los mortales. Miró a Stefan, sus ojos decían claramente "¿Acaso no vas a continuar?", provocando una sonrisa en el hombre de pie.

—Me voy —informó y limpió sus manos con un trapo que había sobre la mesita de centro.

—¿Perdón? —inquirió Calem, sin dar crédito a lo que oía.

—Te perdono, pero igual me iré —finalizó, tomando su saco y peinando su cabello de manera simple y desprolija.

—¿No pasarás la noche? —Esta vez, su voz salió algo desanimada.

Cubrió su parte baja con sus manos, todavía de rodillas sobre el sofa, guiando sus ojos a los de Stefan.

—Te dije que me haría cargo de mi calentura yo mismo, soy un hombre de palabra —soltó sarcástico y Calem empuñó sus manos.

—¡Que rencoroso e inmaduro eres! —gritó, haciendo una mueca al recordar que era tarde y no debía molestar a sus vecinos.

—Juro que disfruto más de lo que imaginas ver cómo enfureces porque no te la meteré hoy, se me pone dura solo de ver las ganas que tienes de que te folle —dijo sin pudor y Calem enrojeció hasta la frente.

—¡No te- —aclaró su garganta—. No te necesito para esto, puedo atenderme solo igual que tú, vete si quieres, da igual. —Stefan se apoyó en el marco de la puerta y lo observó, humedeciendo sus labios con soberbia.

—Ninguno de los aparatitos que tienes en el maletín puede compararse a mí follándote, pero inténtalo, muero por verte frustrado metiendo porquerías en tu trasero. —Calem apretó la quijada y levantó su barbilla desafiante.

—Ya vete, si no te quedas por algo tan estúpido como mis cambios de humor entonces no me interesa dormir contigo hoy —manifestó irritado.

Siendo honesto estaba molesto porque quería dormir junto a Stefan, pero no le daría el gusto de decirle aquello, de todas formas se iría.

—No te lo hago hasta el final porque tengo trabajo que hacer estos días, cosas que requieren de mi tiempo completo —informó, de alguna manera Calem lograba poco a poco que Stefan hablara y se expresara más, infinitamente más que al conocerse, el antiguo Stefan no creía necesario dar ningún tipo de explicación.

—¿Trabajo? —Culpar de su partida únicamente al trabajo e ignorar su alterado corazón era una opción muy viable, ya que no se iba solo por trabajo.

Sin embargo, decidió decir algo bastante arriesgado y ver qué sucedería:

—Si me tientas un poco más... mandaré todo al carajo y te tendré toda la noche despierto, no dormiremos en absoluto, no después de ver lo erótico que estás hoy... Solo pídemelo —confesó con suma honestidad, tomando por sorpresa a Calem.

Una extraña timidez se apoderó de él y sus hombros se encogieron ligeramente.

—S-Si es por la empresa... esta bien, continuaremos en otro momento —contestó.

Demasiado serio y aplicado cuando se trataba del trabajo.

—Lo sabía. —Era de esperarse de Calem, solo le quedó suspirar y sonreír al darse cuenta que lo conocía tanto como para adivinar qué pensaría al respecto—. Bien, si ya dejaste de lloriquear me largo, diviértete con tus verguitas de hule.

Salió sin siquiera darle tiempo a Calem a refutar y el joven deseoso pero satisfecho luego de su orgasmo, se desplomó sobre el sofa, notando que estaba muy cansado como para ir hasta el baño y ducharse, durmiéndose finalmente allí.

Podría parecerle un insensible al irse de ese modo, pero Stefan sabía que no podía fallarle a su piso y debía darlo todo en su trabajo. A pesar de saberlo y entender que no podría quedarse más tiempo, decidió darle algo de placer a Calem, consentirlo y tocarlo, con el resto del tiempo juntos. Decidió darle prioridad al deseo de complacer a Calem y sus necesidades que las suyas, siendo algo increíble para ese hombre.

—Esto es nuevo —comentó Tamara, la castaña y alta compañera de Calem, llevando una barra nutritiva a su boca.

Ella y Toby miraron fijamente a Calem, que comía un sándwich en su pequeño cubículo, tranquilo y hasta desanimado.

—¿Pasó algo? —Le preguntó Samantha apareciendo entre sus colegas y sosteniendo su taza de café con fuerza, mientras acomodaba con su mano libre su largo y salvaje cabello.

—¿Mmh? —Calem elevó la cabeza—. No, es decir —suspiró—, solía comer con alguien afuera y ahora es un poco... solitario. —Levantó su cabeza y notó la sorpresa en el rostro de sus compañeros.

—Ay, el amor joven —soltó casi en un suspiro Tamara, con ya 30 años y muchos fracasos amorosos.

—Tampoco hables como si fueras tan vieja —contestó Toby y ella jaló con fuerza de su oreja— ¡Auch, ou!

—¿Cómo que "tan" vieja, niñato atrevido? —chasqueó su lengua y Calem rió, siendo visto por los presentes.

—Creí que no te caíamos bien... —habló la amiga de Tamara, con un tono algo solitario.

—¿Cómo que no? —Samantha lo abrazó por el hombro— Este chico es genial. —Calem sintió el peso sobre su prótesis y cerró uno de sus ojos.

—G-Gracias, si me disculpan iré al baño un momento —sonrió como usualmente hacía, de manera social y tranquila, pero no muy honesta.

—Y ahí va. —Lo observaron yendo a paso calmo y serio en dirección al pasillo—. Siempre pone una rara distancia, pero no creo que sea porque nos odie —Finalizó Tamara.

—Es como si en el fondo fuera muy sociable y sus ojos desearan hablar y reír con nosotros, pero a su vez se sintiera culpable o raro haciéndolo —aseveró Samantha.

—¿Es algún tipo de intuición femenina? Porque no entiendo nada —lloriqueó Toby.

—¿Tan temprano y llorando? —La suave voz del jefe Vaughan lo hizo levantar su rostro.

Cuando se acercó Toby cerró sus ojos y retrocedió, creyendo que intentaría consolarlo. Al abrirlos se encontró con su jefe viéndolo pacíficamente.

—Jefe... ¿Por qué solo mima a Dagger? —Vaughan pestañeó varias veces, asombrado.

—¿Disculpa? —inquirió, por otra parte Tamara, Sofía y Samantha tenían una charla ajena a esta situación y no les prestaban atención.

—Si él estuviera triste o lo viese llorando, usted lo consolaría. —Vaughan sonrió al oírlo.

—Él no lloraría.

Toby levantó la mirada y el rostro de Vaughan estaba a dos pasos del suyo, inamovible e inmutable.

—Es que no lo puedo evitar —dijo infantil y secó sus mejillas.

—No dije que estuviese mal llorar, no entorpeces el trabajo y es hasta habitual verte hacerlo —rió bajo y Toby frunció sus rosados labios.

—¡Jefe! —chilló y se cruzó de brazos.

—Eres muy transparente, gracias a ello cuando estás mal tus colegas te ayudan o animan, lo malo de guardar todo para uno mismo es no aceptar ayuda —dijo el mayor, pensando en Calem y en él mismo.

—Calem nunca busca ayuda, quizá por eso...

—No es la razón por la que suelo acariciar a Dagger, es simplemente porque le gusta que lo haga. Nadie lo ha notado realmente, pero los conozco muy bien, a cada uno de ustedes, tanto como para saber que si te mimo y consiento demasiado creerás que siento lástima, que estoy siendo blando contigo y como sueles cometer tantos errores y fallos, sentirás que estoy tratándote con superioridad.

—P-Pero ¿Cómo? ¿Cómo puede saber... —Vaughan sonrió nuevamente, con sus ojos casi cerrados y Toby no daba crédito a lo acertado que era su jefe.

—No hay algo de ustedes que no haya estudiado, este piso no es tranquilo por simple suerte, la armonía es necesaria para un trabajo eficiente. Tú, Calem, la señorita Fox, todos aquí dan todo de sí y por ello adecúo mi forma de tratar a cada uno de ustedes, brindando lo mejor de mí para pulir lo mejor de ustedes, ese es mi trabajo. Tú necesitas que sea estricto contigo y Calem necesita... —«un amigo» pensó— relajarse un poco, y yo seré lo que ustedes necesiten.

—Usted es increíble, cuando creí que no podía ser mejor usted se supera a sí mismo, seguro debe ser capricornio —comentó Toby, formando una rara mueca en Vaughan—. Gracias por valorar mi trabajo, aunque a veces ocasione problemas.

—Solo por esta vez —susurró y llevó una mano al cabello de Toby, peinándolo tranquilamente—. Nunca menospreciaría tu esfuerzo, eres torpe, pero no te das por vencido sin importar cuánto llores. Y, por alguna razón, supongo que me gusta acariciar a otros.

Quitó su mano y llevó su dedo índice a sus propios labios, a modo de silencio.

—Pero eso será nuestro secreto —retomó su seria postura y Toby sonrió—. Casi termina el descanso, no holgazanees.

—Shes sir —dijo Toby, con su pésima pronunciación de inglés, refiriéndose a "yes sir"—. En el horóscopo dice que se avecinan cambios interesantes para usted, jefe ¿O era para Géminis? —balbuceaba al retomar sus labores.

Mientras tanto en los baños masculinos, Calem se sentó en el váter y lentamente se quitó su prótesis, masajeando la zona superior de su pierna, donde la tela estaba rota y rozaba con la prótesis y su piel.

Varias semanas pasaron, donde Stefan siquiera tuvo tiempo para intercambiar algo que no sean simples mensaje o hacer cortas llamadas a su colega sexual, donde su voz se escucha estresada y decidida, por lo que Calem no quiso insistir demasiado y darle espacio para que trabajase duro.

Pero eso no evitaba que lo extrañase, demasiado y constantemente, de hecho.

Joey estaba de viaje hacia semanas,  con una de sus colegas estilistas asistieron a una convención fuera de la cuidad y dieron unos cursos cortos. Calem por otro lado se dedicaba a cumplir su jornada con excelencia y gracias a ello ya hacía más de un mes que tampoco veía a au amiga.

Cada día se hacía más y más solitario, llegando a pensar en aceptar las invitaciones a bares y salidas grupales de sus compañeras, pero no creía tener ánimo tampoco, lo que él quería era alguien con quien ver películas, comer, hablar de sus largos días de trabajo, que lo tocasen... que Stefan lo hiciera.

Con ese pensamiento su rostro enrojeció y se apresuró en alistarse y salir del baño, regresando a sus deberes.

Se acercó a Vaughan, sonrió y su jefe le devolvió el gesto, miró a Samantha y esta le guiñó un ojo con una sonrisa laboriosa mientras guiaba a una de sus subordinadas a organizar su papeleo. Divisó a sus colegas en su mayoría alegres, otros cansados y algunos perdidos en algún pensamiento absurdo, agradeciendo profundamente su piso y tener la fortuna de poder trabajar.

Días después todos hablaban del devastador éxito que consiguieron los poderosos integrantes de marketing y cómo restauraron la excelencia de su nombre con un arriesgado proyecto.

Tantos comentarios hubo, que entre ellos inevitablemente el nombre de Stefan surgió. Calem conectó algunos cabos, no todos, pero entendió que Stefan no estaba en el piso de contaduría.

Sintió que el salvaje y competitivo marketing le quedaba mejor a su colega sexual, sonriendo con ternura al imaginarlo en una jungla con más vikingos y cavernícolas de su misma especie.

Se alegró tanto que al salir del trabajo lo primero que hizo fue llamar a Stefan (suponiendo que iría al bar a modo de festejo, donde muchos empleados irían a celebrar en grupos). Pero éste lo estaba esperando en la entrada de la empresa y anonadado colgó, viendo esa gran espalda apoyada despreocupadamente en la entrada de cristal.

—¿Qué estás...

—¡Vamos a celebrar! Estoy tan jodido de trajes, etiquetas y no poder mandar a todos a la verga, vamos a tomar unas cervezas, enano bocón. —Lo abrazó por su hombro y ese mínimo contacto aceleró el pulso de Calem.

Hacía tanto no era tocado por Stefan, que sentir su imponente fragancia, el contacto de su cuerpo a través de la tela y esa calidez, experimentó una corriente eléctrica pasar por su comuna vertebral.

—¡He-Hey! —Tomó una mínima distancia y carraspeó la garganta—. Me enteré que lo lograron, sabía que nuestros jefes no iban a dejar que mancharan así la reputación de Sovereign, también lo hiciste muy bien. —Ladeó su rostro con una sonrisa llena de aprobación y orgullo—. Nunca creí verte esforzarte tanto, te felicito.

—No me interesa nada de la empresa, pero mi puesto lo tomo en serio —admitió—. También creo que tu obsesión por el trabajo es ligeramente... contagiosa, que asco —ironizó revolviendo su cabello bruscamente.

Ver a Calem esforzarse tanto, lo impulsaba a querer dar más de sí mismo. Eso no impedía que siguiese evitando otras responsabilidades para con su padre o hermano mayor, a los cuales constantemente evadía.

Decidieron ir a un bar lejano de la empresa, ya que Stefan no era social o amistoso en absoluto con sus empleados y quería celebrar a solas con Calem.

Sin contar que supuso que el cortés y perfecto jefe de piso de Calem iría, sin ganas de ver a su colega prácticamente rezandole y dándole ofrendas con la mirada, cual Dios. Quería toda su atención después de tanto tiempo.

Caminaron hacia el estacionamiento en busca del auto de Stefan, cuando una llamada lo hizo fruncir su ceño.

—Diablos ¿Ahora qué mierda quieres? —gruñó al contestarle a su hermano mayor.

—«Necesito que firmes unos documentos, ahora mismo.»

—Mañana lo haré, ya me fui, jódete.

—«Lo debo entregar ahora, es tu irresponsabilidad no haber revisado los papeles que dejé en tu escritorio hoy. Estar feliz por una victoria no justifica que te desentiendas de las demás tareas.»

—Maldito sádico de mierda ¿Cómo carajo iba a saberlo si no me lo dices? Lo hiciste a propósito porque no he asistido a las reuniones contigo, el tío y el viejo —gruñía molesto, mientras Calem intentaba no meterse en una conversación ajena y Cristopher sonreía con sorna desde su oficina.

—«¿Me consideras alguien vengativo? Oh, creo que me duele el corazón al oírte, hermanito.» —siseó con una tranquila y demoníaca voz, erizando de mala manera la piel de Stefan al recordar lo cínico que es el demonio que tenía por hermano.

—Cállate —escupió tocando el puente de su nariz y bufó—. Iré, solo porque no quiero que tengas una excusa para hacerme ver tu horrenda cara de puto mañana. —Peinó su cabello hacia atrás, colgó sin más y estiró sus brazos.

Su relación no era mala, solo algo inusual, pero ¿Qué familia era perfecta o considerada "normal" realmente? Se querían a su extraña manera.

—¿Todo esta bien? —cuestionó su colega.

—Tengo que atender algunos asuntos y mandar al carajo a alguien, nos veremos luego —dijo, dejando a Calem de pie frente al estacionamiento.

Todavía faltaba mucho por domesticar a esa bestia sin modales, siquiera se despidió o le explicó concretamente lo que pasó, pero para ser Stefan fue bastante comunicativo.

Calem después del asombro inicial, caminó irritado hasta au casa, pensando en golpear a Stefan cada vez que no se despedirse correctamente al irse.

Aunque, siendo honestos, lo que le ofuscaba era no poder verlo, pensar que finalmente iban a poder estar a solas y que el plan se cancelara fue lo que le había molestado.

Horas más tarde, un animado y a su vez cansado Stefan se dirigía pacíficamente a la casa de su colega sexual, llevándose una gran sorpresa al entrar en su habitación.

Minutos atrás Calem había llegado al límite de su aburrimiento, recostado en la cama y con una mano en su vientre, recordó los labios de Stefan bajar por esa zona hasta su pequeña hilera de vellos.

"Es demasiado seductor, esto de aquí está goteando para mí" recordó aquellas palabras, junto a la victoriosa y deseosa sonrisa de Stefan antes de lamer su pene y una electricidad descendió hasta su entrepierna.

—Di-Diablos —gimió, apretando sus labios con molestia, maldecía internamente no haber podido tener sexo apropiadamente la última vez que Stefan estuvo en su casa.

Creyó que era el único deseándolo y extrañándolo de esa manera tan intensa... una errada forma de pensar, ambos se deseaban más de lo que admitían en voz alta.

Con memorias sobre sus encuentros con Stefan estaba cerca de conseguir una buena erección, pero no se sentía del todo bien, no era suficiente.

Por primera vez recordó los juguetes que Joey le obsequió, tímidamente, con cierta vergüenza y duda, portando esa expresión de niño que esta a punto de desobedecer, de hacer una travesura.

Tomó finalmente un objeto alargado, ligeramente grueso y rugoso, con un botón particular que encendía su funcionamiento y comenzaba la vibración.

No era muy grande, Joey fue considerada con su amigo al darle uno que creyó del tamaño apropiado, si supiera que su pareja sexual iba a opacar tanto al consolador, le hubiese dado otras medidas.

Pero a Calem le pareció perfecto, ya que no estaba acostumbrado a masturbarse analmente y mucho menos con objetos, comenzó lentamente, embarrunando con vaselina el objeto y ejerciendo presión. Comenzó despacio, al principio desconcertado y rígido, para dejarse llevar suavemente por el deseo de su cuerpo.

"¿Una verga de juguete podrá satisfacerte? No lo creo" por un segundo imaginó a Stefan susurrando  aquello en su oído y sujetándolo por detrás.

—Stefan... —susurró deseoso, casi suplicando.

El chapoteo y calor rápidamente inundaron la habitación. Ya no estaba pensando en nada más que en el placer que sentía e imaginaba cómo Stefan recorría uno a uno los rincones de su piel.

Un gemido más se ahogó en su garganta, apoyando el peso de su cuerpo sobre sus rodillas, su trasero elevado y su pecho rozando contra las suaves sábanas. Acariciaba con necesidad su erección, mientras sus caderas se movían junto a su otra mano sujetando el consolador que se adentraba cada vez más en su semidilatada entrada.

"Vamos, aguantas más que esto, un poco más duro, más adentro" Los obscenos pensamientos de Calem llenos de Stefan y su demandante voz, llena de lujuria y voracidad.

—Stefan —gimió nuevamente, esta vez, siendo oído por otra persona.

Cuando vio en dirección a la puerta allí estaba el recién nombrado, de pie, impávido, callado e inexpresivo como nunca antes, cerrando de repente la puerta que anteriormente había abierto en busca de Calem.

«Joder eso fue tan excitante y lascivo que ya estoy duro, joder, joder, joder, calma... Espera ¿Calma? ¿Por qué? Literalmente esta rogando ser follado y quiero metérsela ahora mismo.» pensó con su cuerpo moviéndose por sí mismo.

Entró de nuevo en la habitación y Calem estaba con su bata mal puesta, abriendo la ventana y parecía querer saltar por ella, con una pierna y parte de su brazo fuera.

—¡Qué diablos? —exclamó el mayor, anonadado por la imagen inicial.

—¡Pues me mato! ¿¡Qué no ves, estúpido!? —decía incoherencias, claramente saltar no era su objetivo.

Stefan levantó sus cejas y dió un pequeño puño en la palma de su mano.

—Ya veo, planeas entrar por la ventana de tu vecino animalista y desde ahí escapar de mí ¿verdad? —su cara decía "¿Cómo lo supo?"— Tú nunca huyes ¿Se te pegaron mis malas mañas también?

Sin duda eso lo indignó y se irguió orgulloso.

—¡C-Cállate! Deja de joder mi orgullo o empezaré a enojarme cuando vea tu abusiva cara de vikingo. ¿Por qué siempre las cosas más penosas me suceden frente a ti?

—Supongo que es porque soy con quién más tiempo pasas —dicho eso lo tomó de la cintura y levantó su rostro hacia él, viendo esos grandes ojos llenos de lágrimas e impotencia—. Fue lindo. Endemoniadamente lindo. Quiero follarte. —Intentó replicar, pero no le salían palabras por lo rojo que estaba— Me calentó mucho verte así, vamos Calem...

Al terminar su frase tiró del brazo de Calem, ambos cayeron sobre la cama y Stefan se puso sobre el pequeño animalito bajo sus garras, mismo que parecía luchar por tomar distancia.

Se encogió un poco en sus hombros cuando Stefan besó su pecho descubierto por el forcejeo y lo mal atada que estaba su bata.

—Ah-Ah —sollozó y cubrió su boca.

—Joder, estás muy sensible ahora mismo. —Se gozó al soltar aquello y Calem enrojeció casi hasta perder la conciencia.

—Ni siquiera me mires. ¿Por qué no tocas la puerta antes de entrar a la ha-habitación? Bestia sin modales —balbuceaba de manera tierna y atípica para Calem, pero esto era demasiado, por lejos la situación más vergonzosa que había vivido.

—Dilo otra vez —pidió de manera algo autoritaria, mientras besaba su cuerpo expuesto y lo sentía temblar debajo de sí.

—¿Q-Qué? ¿Quieres pelear?

—Mi nombre, dilo como antes —sentenció, clavando sus dedos en los costados de la cadera de Calem.

—N-N... —aclaró su garganta e infló su pecho— No pienso hacerlo, perdí toda mi confianza hoy, solo deja que me recupere. Vete. Hoy no lo haremos, fin.

—Luego de semanas de abstinencia no puede ser que pienses así, lo oí y vi claramente, me deseas desesperarme —manifestó humedeciendo sus labios.

—Pero estabas muy ocupada trabajando y quería apoyarte, si solo no hubieses entrado no me habrías visto tan patético y, ¡ahg! ¡Esto es tu culp... —El terror se formó en su cara y Stefan solo pudo imaginar por sus facciones cómo el estómago de Calem se encogía con pánico— N-No quise decir eso. No es tu culpa, yo debí asegurar la puerta. No fue...

—¿Qué pendejada dices? —Mordió con fuerza el hombro de Calem, haciendo que éste jalara de su cabello.

—¡Oye! —Lo miró fijamente.

—Fue mi error, esto y lo anterior —admitió tranquilamente—, yo entré sin avisar, claro que es mi culpa, idiota. —Creyó que rompería en llamando por el desastre emocional reflejado en sus iris.

Rogó para sus adentros poder expresarse correctamente por una bendita vez en su vida y que lo que sentía llegase a Calem.

—Déjame tomar responsabilidad... —Eso hizo que sus ojos reflejaran incredulidad y sorpresa.

—¿Qué?

—Te interrumpí, hasta hice que comenzaras a... —Frunció sus cejas y  Stefan carraspeó—. Bueno, provoqué que "casi" rompieras en llanto. Te haré terminar como es debido, te compensaré de la única forma que puedo: dándote un jodido y buen sexo.

Bajó bruscamente por su pecho, desajustado la única prenda que lo cubría y exponiendo ese tembloroso y apetecible cuerpo. Lamió de manera dominante cada sentimiento, podía prácticamente saborear como su piel se erizaba.

Le fue imposible resistirse con sus pequeñas manos en los hombros de Stefan, contrayendo esos tonificados muslos, hasta que finalmente dijo algo:

—No te burles de esto después, me enojaré de verdad contigo y no volveré a...

—Que te masturbaras gimiendo mi nombre es lo más romántico que he visto. No me dan ganas de reír para nada —confesó honestamente.

—¿Quién diría que eso es romántico? Dios, eres un completo desastre.

—No sé por qué estás tan avergonzado, cuando yo lo hago... también pienso en ti —dijo con normalidad, enrojeciendo el rosto de Calem y aumentando su sentido de posesividad hacia Stefan, imaginándolo pensando en él al tocarse.

Esa atónita y complacida mirada caló hasta el fondo del pecho de Stefan, demasiado hermoso para ignorarlo, expresiones que solo él conocía.

Tomó una de sus piernas y las abrió, encontrándose con su erección casi inexistente. Llegó hasta esa fina capa de bellos con su mano, siendo seguido por su rostro mientras se inclinaba peligrosamente hacia la intimidad de Calem.

Tomó con su mano libre su miembro, deslizó su lengua desde la base hasta su punta. Por el contacto húmedo y caliente reaccionó, del mismo modo que un gemido salió de su garganta.

—N-No quiero —titubeó Calem.

—Yo sé que sí.

—No sabes nada —habló altivo.

—Joder que sí, te conozco. Las pocas veces que apartas la mirada es por vergüenza, no por rechazo. Cuando rechazas algo o lo odias tus ojos parecen llamas, levantas el rostro y te plantas inamovible sin lugar a objeciones. Peleas con uñas y dientes. Ardes de una forma diferente cuando enojas. Y no me ves así. Percibo que sí quieres, jodido enano mentiroso. —Se separó un poco, levantándose sobre sus antebrazos— Pero... si me equivoco, si de verdad no quieres y malinterpreté las señales, pararé todo el rollo aquí.

El mayor sabía que si no quisiera se lo haría saber, porque se conocían lo suficiente, entendían sus cuerpos y deseos más profundos en el sexo, también cuándo no continuar.

Estaba listo para detenerse si los ojos de Calem expresasen un real rechazo o desagrado, cosa que para nada vio Stefan cuando introdujo ese miembro en su demandante y vulgar boca.

«Sin contar que alzaría su voz, me golpearía y mandaría al diablo, a menos que suceda algo como con ese puto asqueroso viejo, que lo amenazó y acorraló semanas atrás. Al chico nunca le tembló la voz para ponerme a mí o a cualquiera en su lugar, cosa que adoro jodidamente de Calem.» pensó para sus adentros

—Ha-Hablas más de lo que follas ¿Te lo han dicho? —contraatacó el precioso y valiente chico que tanto enloquecía a Stefan.

Llegó hasta la base y al regresar a su punta succionó ligeramente, haciéndolo contraer su abdomen y mirarlo deseoso.

—Un culo angelical me lo dijo una vez —susurró con una sonrisa victoriosa, para retomar el sexo oral que le estaba dando a Calem y sintiendo su miembro vibrar en la calidez de su cavidad bucal.

Hizo que Calem succionara uno de sus dedos y seguido el otro. Más y más sonidos indecorosos se formaban de ambos. Bajó la mano de sus labios hasta esa palpitante y humedecida entrada, introduciendo uno tras otro, viendo cómo curvaba su espalda y dicha acción hizo que su pene entrara más en la boca de Stefan.

Se separó justo a tiempo cuando sintió a Calem jalar de su cabello, no quería terminar en su boca y se corrió sobre su propio abdomen.

—Eso es mucho, parece que estuviste conteniéndote todo este tiempo... lindo —dijo esto último casi inaudible, levantando su barbilla con deseo.

—Yo también... también lo haré —afirmó, sentándose con mucha dificultad y acercándose a la gran erección de Stefan dentro de su pantalón.

Se deshizo sin cuidado ni problemas de la ropa, siendo seguido con la mirada por Calem, joven con una mirada llena de un increíble deseo y, ¿algo más?

—No pienses que voy a fingir caballerosidad o preguntar "¿Estás seguro?" Pff, ya era hora exvirgen, ven y esfuérzate.

Estando en la famosa pose del 69 Stefan observó el miembro de Calem frente a sus ojos y levantó la parte superior de su rostro, deleitándose con la rosada entrada de Calem que se contraía cada vez que Stefan probaba y consentía su erección con la lengua.

El mayor levantó una ceja al percatarse que su virilidad no estaba siendo atendida por Calem como era de esperarse.

—Oye... ¿Y? ¿Esperas algún árbitro que te de la orden de inicio o qué?

—Te odio —dijo por lo bajo.

Éste lo miró, miró su cuerpo y rápidamente entendió qué había sucedido.

—No puede ser... ¡No llegas! —rió a todo pulmón— Puto enano. —Calem tomó el miembro de Stefan con fuerza y este contrajo el abdomen—. Joder —maldijo excitado.

Calem viéndolo tan complacido con su tacto se dio cuenta que también era necesitado por Stefan, que fue extrañado por él, aunque de sexo se tratase.

Alejó su cadera del rostro de Stefan y éste se sentó lentamente a medida que  Calem acercaba insinuante su pelvis a la suya.

—D-Diablos... —jadeó al intentar autopenetrarse, sentándose sobre ese grueso miembro y dándola la espalda a Stefan.

Pero esto recién empezaba y los dedos de Stefan lo tomaron por su cintura, hundiéndose lenta y duramente dentro de él.

— ¡Ah nh! —Su voz salió como un grito silenciado en su garganta.

—Estás tan húmedo aquí, lleno de lubricante, se siente como si acabaras de tener sexo con otro —gruñó de manera seductora y desafiante, mordiendo su nuca—. Si fuese real estaría irritado, pero pensarlo como una fantasía o juego me excita ¿No te parece algo muy sucio?

La erección de Calem vibró fuertemente y sus muslos se contrajeron sin que pudiera evitarlo.

—Oh, estás duro otra vez, que pervertido, te pone que diga cosas sucias para ti —susurró al erguirse y enterrarse completamente.

—¡Ah! ¡N-No te, ah, no muevas... —suplicó con los dedos de sus manos extendidos casi acalambrados y, contrariamente, los de su pie presionados con fuerza.

—Nunca estuve tan dentro de ti, en esta posición puedo abrir tu hermoso trasero y moverte a mi antojo —aseveró con su voz ronca, consumido por el momento.

—No seas t-tan arrogante ah... he aprendido mucho en-en estos meses —mordió sus propios labios y comenzó a mover su cadera de arriba abajo, suavemente.

Cada vez que se levantaba aprovecha para tomar una bocanada de aire y al defender clavaba sus dedos en los antebrazos de Stefan, que lo sujetaban por su cadera.

—Porque tienes al mejor maestro —jadeó complacido— ¿Quieres ser penetrado por mí?

—N-No digas... de esa forma...

—Já, bien, lo diré de manera educada si eso quieres —susurró con malicia y Calem lo vio sobre su hombro—: sé que te gusta cuando todo tu interior se expande dolorosamente mientras ejerzo presión en tu pequeño y tembloroso cuerpo... He llegado a pensar que algún día algo se romperá aquí... —Apoyó su enorme mano en ese suave vientre e intensificó el vaivén de su cadera— Cuando toco tu estómago y puedo sentir cómo cada embestida hace estragos en tus entrañas, hace que pierda la puta cabeza y no pueda parar.

Calem estiró su cabeza hacia atrás y abrió sus labios en busca de oxígeno, las palabras y movimientos de Stefan lograban quitarle el aliento.

—Duele —jadeó sin pensar—, pero lo vuelves placentero. —Tomó la mano de Stefan, siendo una y otra vez embestido por éste—. Puedes ah, hacer lo que quieras... por hoy... o quizá solo porque eres tú, siempre se siente tan bien, te extrañé tanto —sollozó aquello, embriagado por la lujuria.

—Voy a enterar tan profundo dentro de ti que no podrás siquiera respirar —amenazó un desbordado y consumido Stefan, chocando cada vez más fuerte sus cuerpos.

Los gemidos de Calem pronto parecieron gritos de completo placer, acompañados por espasmos y movimientos a juego con los de su compañero.

Su cuerpo cedió y apoyó el peso de su espalda en el pecho de Stefan, todavía sentado sobre la cama. Lo tomó del cuello con cierta delicadeza atípica, para luego arrojarlo sin mucho cuidado sobre la cama, sin siquiera salir de su interior inclinó a Calem boca abajo contra las sábanas, besando vehementemente su cuello.

Podía ver lo mucho que lo sentía, como cada parte de su cuerpo era gustosamente profanado por él y cómo su insaciable muchacho correspondía cada movimiento.

Entre caricias, gemidos se unían una y otra vez entre las sábanas, únicamente ellos dos, olvidando por completo su alrededor y dejándose llevar durante horas.

Estar separados y sin poder disfrutar el uno de otro por varias semanas, hizo que su reencuentro fuese demasiado intenso.

Cercanos a su último orgasmo, algo llamó la atención de la casi inconciente mente de Calem, un sonido en particular que rechinaba cada vez más fuerte, lo ignoró al correrse, pero a medida que Stefan aumentaba su fireza, el sonido empeoraba y Calem se levantó sobre sus brazos, siendo nuevamente sujetado por los brazos de Stefan.

—E-Espera, escucha...

—Imposible, estoy por correrme dentro de tu adolorido culo... —espetó imponente y Calem entrecerró sus ojos al recibir una fuerte mordida en su hombro.

—Te voy a... ¡Ah! —Ese espeso y tibio líquido se deslizó por su muslo y las últimas embestidas de Stefan fueron mucho más duras que todas las anteriores.

Un estruendo resonó en la habitación, casi provocando que se cayeran de la cama por la sacudida.

—Creo que... —Salió sin cudiado de Calem y éste se contrajo levemente por el ardor. Miró y asintió—. Rompimos la cama.

—Ahhh, que animal, te dije que pararas porque oí un ruido y era la pata del coso, de la... —balbuceó en shock— ¡La cama!

—Es la primera vez que rompo una, seguro porque es vieja y barata, pero igual es como una especie de logro en el sexo —sonrió como un niño caprichoso—. Oye enano, rompimos  la cama —Lo sujetó por sus hombros haciéndole un gancho con su brazo y ambos cayeron sobre la inclinada superficie.

—Inmaduro, no deberías alegrarte —rió sin querer, viendo la pícara expresión de su gigantesco colega y sintiendo el calor particular de su cuerpo.

—Te compraré una nueva, no te preocupes y estés todo inquieto por una estupidez. —Calem se irguió y clavó su altanera expresión en Stefan.

—Como dijiste, "rompimos la cama", ambos, no te lleves todo el crédito, lo arreglaré. —Intentó alcanzar la prótesis para ponerse de pie, pero un gran calambre entumeció la parte inferior de su cuerpo—. ¡Auh!

—Primera vez que te veo tan adolorido, estás fuera de forma, enano. —Una endemoniada mirada se clavó en la nuca de Stefan y vio la muerte a sus espaldas.

Seguido una patada lo arrojó de la cama y se levantó riendo.

—¡Fuera de forma tu culo! Nunca lo hicimos tanto tiempo, así de d-duro, no te atrevas a culparme por sentir los estragos de todo lo que... hicimos... —calló cuando notó la satisfacción y placer en Stefan, con su espalda erguida y una mano sobre sus codiciados labios.

—Jodidamente sexy oírte hablar así —admitió y se inclinó hasta el rostro de Calem—. No estaría mal que fueses más vulgar y explícito un día. —Calem lo alejó con su pie en el pecho de Stefan y éste se encogió de hombros con diversión.

—Abre la puerta de ese clóset, arriba de todo hay unos apuntes, libros y  álbumes, saca algúnos y traelos aquí para enderezar la pata rota de la cama, se arruinó el cosito ese donde van los tornillos —explicó— que unen la pata a la base, así que usaremos unos álbumes y apuntes viejos para arreglarlo.

—¿Por qué te uniste a la empresa? Con semejante talento para la carpintería y el reparado de cosas del hogar, tanto potencial —bromeaba a medida que sacaba lo que necesitaba.

Calem pensaba salir de la cama y ayudar, pero Stefan sin problemas levantó la cama con el joven sobre ésta y colocó una pila de libros en su lugar y voilá, como nueva.

Calem puso una mano en su barbilla y ladeó su rostro.

—Tiene su toque rústico —dijo como si fuese algún crítico de arte.

—Su toque de pobreza, eso tiene —siseó cómico Stefan y se dirigió a la ducha.

Luego de haberse aseado, llegó el turno de Calem, el cual caminó como pudo hasta la ducha y limpió apropiadamente su cuerpo.

Cualquier otro no hubiese podido siquiera pararse luego de semejante encuentro, los moretones y marcas por todo su cuerpo lo confirmaban, pero estábamos hablando de Calem Dagger y ese hombre no aceptaba la derrota fácilmente.

Su teléfono móvil comenzó a sonar mientras continuaba en la ducha, llamando la atención de Stefan que "jugaba" con Anpan (si esconderle su juguete favorito con forma de pájaro y verlo buscarlo por todas partes contase como un juego, claro)

—Oye, enano, tu móvil suena, te llama un tal... ¿Marc? —Calem corrió con desesperación ese corto tramo, siquiera se colocó apropiadamente su prótesis y le arrebató el móvil bruscamente.

—No lo toques —demandó casi gritandolo en voz baja, asombrando a Stefan.

Miró el aparato en sus manos temblorosas y la desolación en su expresión, el pánico y los nervios. No era una ocasión especial, no tenía por qué llamar, esto era inédito y extraño.

Con todo el valor de su ser contestó y llevó el móvil a su oído, pálido e inquieto.

—¿H-Hola? —habló entrecortado.

Stefan jamás lo había visto así, de hecho, le recordó a las expresiones que hacía Calem al creer que por su culpa otros se perjudicarían, pero esta era la más desolada que había visto.

Encogió sus hombros, sujetando con ambas manos su móvil y sus ojos comenzaron a humedecerse por no recibir respuesta. Quizá su hermano estaba callado y nervioso también, supuso que era posible que lo hubiese llamado para hablar, tal vez solo quería oír de su hermanito y cómo lo estaba haciendo en la cuidad, una charla casual como antes. Después de tantos años de distancia, tal vez esta ocasión iba a empezar un cambio para mejor... o eso pensó Calem.

—¿Marc? —insistió, oyendo ruidos de fondo al otro lado de la línea.

—«Hey, tu bolsillo brilla, tu móvil parece estar desbloqueado» —dijo una voz desconocida—. «Creo que es una llamada

—«Vaya, déjame ver... »—Le contestó Marc a aquella voz.

Calem cubrió su boca con una mano y se encogió todavía más, sus lágrimas comenzaron a salir y esos grandes ojos se abrieron de repente cuando oyó, casi en un murmullo decepcionado, la palabra "Calem" de la boca de su amado hermano mayor.

La llamada se cortó y el menor no podía moverse, simplemente dejó caer sus brazos y el peso de su cuerpo, siendo sostenido por un desconcertado Stefan.

Estaba tan absorto en la situación que olvidó que estaba frente a sus ojos, la preocupación en su contrario era palpable, eso lo bajó de sus cavilaciones y recuerdos, llenando su mente y corazón con un increíble temor.

—Por favor... No me odies —suplicó, el altivo y orgulloso Calem estaba fuera de sí, mostrándole nuevamente una de sus peores facetas a Stefan, pero no podía detenerse—, aunque todos lo hagan, aunque lo merezca y haga cosas estúpidas que desapruebes, por favor, déjame ser egoísta contigo y pedirte que no me rechaces nunca, déjame ser yo sin miedo a ser odiado por ti, eres al único que... —un sorpresivo y fuerte abrazo lo hizo dar lugar al silencio.

Calló, abrumado por recibir una muestra de afecto que no fuese sexual y por iniciativa propia del mismísimo Stefan.

Por otra parte Stefan seguía asombrado por ver debilidades en el positivo y aguerrido chico que no se dejaba intimidar por nada, al parecer gran parte de sus miedos provenían de la voz al otro lado del teléfono, el tal Marc.

—Eres un dolor de cabeza, neurótico del trabajo, caprichoso y orgulloso enano y aún así me agrada todo eso de ti. No jodas. No dudes en ser egoísta conmigo, no te odiaré, jamás lo haría, porque esta es la única forma en que sé... —«querer» pensó— la forma en la que soy.

Una vez ambos se sentaron en la cama, con más calma, Calem recuperó la compostura.

—Definitivamente tenía razón, tienes un imán para verme en los momentos más bajos y patéticos —rió ligeramente avergonzado.

Stefan no dijo nada e absoluto y Calem frotó su rostro con desgano.

—Lamento que hayas tenido que verme de ese modo.

—Déjalo, no lo pienses tanto, a mí no me molesta particularmente, desde un inicio estaba claro que ambos estábamos algo jodidos. Hay cosas de las que no estamos orgullosos o nos jode hablarlas, desenterrar esas mierdas, no te obligaré a hacerlo, no necesito oírte si no tienes ganas de mostrar más lados que no quieres enseñarme —dijo sin más, abriendo las sábanas (ya cambiadas y limpias) para recostarse.

—¿Te quedarás hoy?

—Por supuesto, vieja y todo sigue siendo cómoda —halagó de alguna manera la cama y acomodó su cabeza en una de las almohadas.

No iba a admitir que lo extrañó tanto que no quería irse. Pero siendo Stefan suficiente honesto fue que dijera un cumplido sobre la cama.

—Es mi hermano —dijo tajante Calem.

Su contrario curvó una de sus cejas y apoyó sus manos detrás de su cabeza, poniéndose cómodo para prestarle más atención.

—Marc es mi único hermano, el mayor, cuando tuve mi accidente... —suspiró e hizo una pausa— Cuando todo se destruyó a mi alrededor, él fue devorado por mis malas decisiones y arrastrado conmigo.

Se recostó junto a Stefan y acercó su rostro a su costado.

—¿Tienes ganas de escuchar una vieja historia? —preguntó tranquilamente.

Stefan asintió, deseaba desde hacía mucho tiempo conocer esa historia en particular.


¡Amores!
Esta vez vine con dos capítulos, porque en realidad era uno solo de 14.000 palabras y dije OK VAMOS A DIVIDIRLO PORQUE ESTO ES MUY LARGO y fin, eso pasó.

En estos días subo el siguiente♥

Espero saber sus opiniones y leer sus lindos comentarios, gracias por el apoyo♥

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