Meliflua

By xaturna

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¿Quién creería que un simple hashtag era lo suficientemente poderoso como para hacer que una escritora termin... More

ANTES DE LEER
E P Í G R A F E
P R E F A C I O
CAPÍTULO 01
CAPÍTULO 02
CAPÍTULO 03
CAPÍTULO 04
CAPÍTULO 05
CAPÍTULO 06
CAPÍTULO 07
CAPÍTULO 08
CAPÍTULO 09
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPÍTULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22
CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 24
CAPÍTULO 25
CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 27
CAPÍTULO 28
CAPÍTULO 29
CAPÍTULO 30
CAPÍTULO 31
CAPÍTULO 33
CAPITULO 34
CAPÍTULO 35
CAPÍTULO 36
CAPÍTULO 37
CAPÍTULO 38
CAPÍTULO 39
CAPÍTULO 40
CAPÍTULO 41
CAPÍTULO 42
CAPÍTULO 43
CAPÍTULO 44
CAPÍTULO 45
E X T R A
A G R A D E C I M I E N T O S

CAPÍTULO 32

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By xaturna


Inolvidable

Murmullos era lo único que podía oír desde mi asiento.

Los hombres desconocidos me habían amarrado y vendado, me habían subido a un transporte y llevábamos lo que parecía una eternidad en viaje, estaba segura de que íbamos a irnos de Maldonado.

Mi cabeza se sacudía cada vez que el transporte se movía por demás y mis lágrimas me acompañaban a cada lado.

Las personas hablaban pero estaba tan inestable que siquiera podía llegar a escuchar una oración completa, y no porque me hubieran hecho algo, simplemente no podía dejar de pensar y temblar.

¿Iba a conocer al asesino? ¿Querían plata de mis padres? ¿Mis padre pagarían por mi libertad?

Preguntas, preguntas y más preguntas, y no podía conseguir ni una maldita repuesta temblando sobre aquel vehículo.

Fue solamente cuestión de tiempo para que me dejaran bajar y me obligaran a caminar algunos metros, por suerte no habían llegado a la violencia, no sabía si eso era porque estaba colaborando bastante o simplemente no estaba en sus planes.

Avanzamos por un piso sumamente liso, tal vez, si no me tuvieran agarrada de cada lado, hubiera resbalado.

Caminábamos en silencio, tanto que la situación hasta se me hacía aún más atemorizante de lo que ya era.

Podía oír algunas gotas que caían a un ritmo torturante a las que nos acercábamos con cada paso.

Sentía que mis pies se iban a enredar por la confusión en cualquier momento y me aterrorizaba la idea de qué podrían hacerme por el simple hecho de tropezar, no sabía a qué se suponía que me estaba enfrentando.

En cuestión de segundos mis pies se chocaron con algo que sonó bastante hueco y las personas que tenía a mis lados me forzaron a sentarme sobre aquel objeto, supuse que era una silla.

Noté que, tras eso, muchos pasos resonaron alejándose de mí y, la única presencia que sentía a mi lado, me quitó aquella extraña venda de la cabeza.

—No te preocupes— murmuró el hombre antes de guardarse el objeto.

Sin mover mucho mi rostro contemplé de reojo aquel desgastado lugar. Las paredes eran de ladrillo, tenían musgo entre ellos y el techo estaba tan oscuro que se veía igual de aterrador que en mi imaginación.

Regresé mi mirada hacia las personas que aguardaban a un lado de un extraño marco de puerta, pero el hombre a mi lado se mantuvo ahí, claro que siquiera podía ver su rostro.

Mi piel se erizó justo antes de que una nueva persona, imponente, entrara a la sala; sonreía con malicia. Era tan cínico.

Llevaba un traje negro y un reloj dorado en su muñeca, mientras que en su mano sostenía un vaso solamente con tres dedos y, entonces, elevó ambas cejas con lentitud hacia mí, esperando algo.

—¿Esa entrada es lo suficientemente buena como para ser parte de alguno de tus libros?

No le contesté y tragué duro, tenía ganas de vomitar.

Continuó avanzando por la sala con aquellos hombres observándolo bajo sus mascaras; dejó su bebida con uno de ellos.

Caminó hacia mí, con una seguridad que no dudaba que tuviera y, cuando nos encontramos lo suficientemente cerca, disminuyó su altura para quedar frente a mi rostro.

Traté de no mirarlo.

Con su dedo índice y el del medio elevó mi rostro desde la mandíbula, esperando encontrarse con mis ojos y logró su cometido.

Sus ojos verdes conectaron con los míos y solo fue cuestión de tiempo antes de que su sonrisa se ensanchara aún más y su mirada comenzara a brillar.

Sentí el impulso de escupirlo, es más, hasta de dejar salir todo mi vomito reprimido sobre su rostro, pero no era mi estilo.

Me daba asco aquel lugar, me daban asco las personas que me habían traído, me daba asco él, me daba asco el estar casi desnuda frente a ellos. No entendía qué quería, pero de alguna forma lo presentía.

El hombre quitó su mirada de mi rostro y llevó un dedo hacia mi clavícula, para luego trazar una línea recta sobre mi piel.

—A tu madre le fascina que pase mis labios por ahí.

Automáticamente cerré mis ojos tratando de no recrear esa idea en mi imaginación.

Pero entonces sentí terror con respecto a ella. ¿Estaría bien? ¿Celal me había llevado a ese lugar porque los Badiaga no habían pagado la deuda? ¿Mataría a mi madre frente a mí? ¿Cómo podía llegar a salvarnos yo sola?

—¿Y mamá?— cuestioné en un murmullo.

El elevó las cejas ante su mención.

—Tan bien como puede estar la esposa de un millonario.

Elevó ambos hombros.

Bien, esto no era por ella.

Suspiré.

—¿Entonces para qué estoy atada sobre una silla?

Sonaba bastante segura pero me espantaban todas las posibles respuestas.

—Hace unos días un informante me comentó que estuviste hablando con...— suspiró—. Con mi hijo. Necesito que me digas qué te dijo.

—¿Sobre qué?

—¿De qué hablaron?— replicó.

—De muchas cosas.

El hombre, que anteriormente ya había retrocedido para hablarme, volvió a aproximarse a mi rostro y, esta vez, elevó mi cara con violencia hacia él.

Tragué de forma automática.

—A ver, Pepper menor. Me parece que no estás entendiendo. Te tenemos atada, lejos de cualquier lugar, casi en bolas y estás rodeada de hombres a los que nos chupa un huevo tener que lastimar esta linda carita, así que hablá. ¿Qué estuvieron hablando con Rayhan de mí?

—Nada.

Quité mi rostro de su mano con fuerza y suspiró.

—Bueno.

Se alejó y fruncí el ceño.

¿Eso era todo?

—¿Ya me puedo ir?

Ante mi pregunta soltó una sonora carcajada irónica, yo solo lo contemplé.

—¿Todavía no entendiste?— me dio miedo negar—. En este trabajo no nos gusta dejar clavos sueltos, así que nuestro único clavito en unas horas visitará el cielito, o el infiernito, quién sabe. Pero sí es seguro que mañana te encuentren ahogada en algún lago— aclaró alejándose.

Sentí una lágrima caer a través de mi ojo izquierdo y no permití que se liberara ni una más, hace algunas horas había pensado en esto, en el fin, ahora estaba aún más condenada y no tenía derecho a quejarme.

Pero entonces Rayhan atravesó el umbral sacudiendo su cabello y se detuvo, por solamente algunos segundos, para observarme tratando de entender la situación y luego avanzó con decisión, y quizás que hasta enojo, hacia mí.

Celal se interpuso ante él con aquella estúpida y cínica sonrisa.

—¿Qué mierda hacés?— cuestionó Rayhan a su padre.

El hombre me echó una mirada de reojo.

—Trabajo.

La rabia del universitario pareció incrementar.

—Dijiste que con ella no, ¿acaso ya no sos más en duque de las verdades?— atacó.

El hombre de traje soltó una estruendorosa carcajada.

—Vos dijiste que no contarías nada, a nadie. Estamos a mano.

—Yo sí cumplí mi palabra.

—No te creo una mierda, Rayhan— fue su única respuesta.

—Papá, ¿creés que ella sería capaz de estar ahí sentada si supiera por lo menos un poco? ¿Creés que ella tendría la capacidad mental como para soportar tanto y que no estuvieras preso?

Celal no me contempló, ni le contestó al instante, pero noté que su expresión de seguridad se desarmó durante un segundo.

¿Tanto dudaban de mi fortaleza?

El padre se alejó en silencio de su hijo y luego formuló con absoluta serendidad: —Igual estará muerta en la mañana.

Ante esa afirmación Rayhan volvió a caminar hacia mí y los hombres de su padre lo hicieron en sintonía, para detenerlo, pero Celal ya se estaba alejando.

—Si no vuelvo en una hora llamarán a la policía y le mostrarán la ubicación exacta de toda tu contaduría y apuntes, y no voy a volver sin Mía.

El hombre de traje se detuvo, pero se mantuvo a espaldas de nosotros.

—Si me entero de una mínima información dada a la policía los voy a matar a los dos, no me importa que seas mi hijo y me importa muy poco que sufran sus madres.

Y se marchó con sus hombres siguiéndole el paso.

Rayhan se apuró en agacharse detrás de mí para desatar el nudo que no me permitía mover mis manos.

—¿Estás bien? ¿Te hicieron algo?— cuestionó a mi espalda.

—Estoy bien.

Me soltó y llevé mis manos al frente para sacudirlas un poco, y lograr sentir que tenía mi normativa movilidad.

Rayhan a mi lado se quitó su suéter con lentitud y yo me paré, volviendo a sentir aquel piso resbaloso bajo mis pies.

El universitario me extendió la prenda y no dudé ni por un segundo al ponérmela, aunque sin dejarme hacerlo por completo me abrazó con fuerza, tanta que no me dejó mover mis brazos para devolverle el gesto.

—Creí que cuando llegara ibas a estar muerta— murmuró sobre mi cabello.

Yo no contesté, en sí siquiera esperaba su aparición, tenía mi muerte asumida.

Siendo rodeada en los brazos de Rayhan y con su suéter cualquier rastro de frío me había abandonado, aunque el abrazo no fuera por esa razón.

El universitario suspiró y se alejó un poco de mí, pero enredó sus dedos con los míos y comenzó a avanzar mientras sacaba unas llaves de su bolsillo.

Al salir de aquel terrorífico lugar observé el campo que nos rodeaba, ni un solo auto o persona se encontraba por la zona; ellos ya se habían ido.

—¿Cómo supiste que estaba acá?

Rayhan tenía la vista fija en el objeto que estaba en su mano y sonó una alarma antes de que se regresara a mirarme.

—Le pedí a un amigo que me avisara si te querían hacer algo— se detuvo—. Mientras yo viva él no te va a hacer nada, Mía. Espero que eso quede claro.

¿Su amigo era el que me habló?

Un calor agradable se extendió en mí tras oír eso, un calor que hasta me quitó algunos miedos.

El universitario volvió a continuar el camino y, cuando doblamos junto a aquella casa, un auto negro y descapotable esperaba por nosotros.

—No sabía que tenías auto— comenté.

Lo vi sonreír pero sin regresarme la mirada.

—No sabés muchas cosas, Mía Pepper— formuló antes de abrir la puerta de su auto.

Subí a un lado de él y solamente comenzó su camino luego de encender los parlantes.

El viento me acariciaba el rostro y un golpe de adrenalina quiso que me parara y me dejara llevar, pero era más inteligente que ese impulso.

Llegamos a dónde, finalmente, había civilización y observé la mano de Rayhan apoyada en el volante, con aquel reloj brillante y un dedo dando golpecitos al ritmo de la música.

—¿No te sientes como...— me miró—. ¿Poderoso?

Sonrió.

—Nunca había amenazado a mi padre.

Me recosté en el asiento y me dejé absorber por aquel ambiente, por aquella música tan movida, por aquel viento tan suave, por aquella compañía tan cómoda.

Sobreviví.

Fue solo cuestión de algunos minutos para llegar a la fantástica casa de Rayhan Celal.

Me sentía en alguna clase de viaje astral mientras subía aquellos escalones siguiendo sus pasos y él me echaba algunas miradas cada tanto.

Al llegar a aquella alta puerta de madera comenzó a revolver su bolsillo trasero para, finalmente, tomar la llave.

Tras ingresar a su casa aguardé a que cerrara y luego volteó para continuar el recorrido, pero chocó conmigo, que no le estaba dejando mucho espacio para salir.

—Disculpam...— quiso formular, pero salté a sus labios.

No podía quitarme esa sensación de poder, esa sensación de inmortalidad, y sentir sus labios sobre los míos solo lo incrementaba. Rayhan no tardó para nada en devolverme el beso y mucho menos en colocar su gran mano sobre mi cintura.

Su lengua acarició la mía y sentí como la temperatura de mi cuerpo comenzaba a elevarse. Rayhan sabía a chicle de fresa.

No estaba segura de cuántas veces nuestros labios se habían cruzado, pero parecían las suficientes como para que él supiera dejarme fuera de mí con tan solo un movimiento. Con velocidad llevé mis manos tras su cuello y lo atraje a mí hasta oír como su respiración se agitaba. La mía se entrecortó al pensar que eso estaba ocurriendo gracias a mí.

Antes de siquiera poder notarlo mi cuerpo estaba sobre la pared del pasillo, con Rayhan obstruyéndome cualquier salida de nosotros, con Rayhan saboreando toda la esencia de mis ganas de él.

Mordió por un segundo mi labio inferior, pero fue el tiempo suficiente para dejarme soltar un suspiro. Pude observar al castaño cerrar sus ojos e inclinar su cabeza hacia atrás antes de volver a besarme, con aún más brutalidad que la vez anterior, y no me negué en devolvérselo de la misma forma.

Sus manos ejercieron algo de fuerza en mi cintura presionándome hacia él. Mi piel se erizó por completo al sentirlo tan de cerca.

Y, entonces, comenzamos a avanzar por el pasillo, ni siquiera notaba cómo, estaba tan perdida en la suavidad sus labios, en el calor de su cuerpo, en el cuidado de sus toques. Al doblar por el pasillo sentí un leve dolor en la espalda por el borde de la pared, pero lo reemplacé rápidamente al pararme de puntillas para aproximarme aún más a él, si es que eso era posible.

Nunca me había sentido con tanta necesidad de algo hasta que deseé con todo mi ser amanecer desnuda con vista al techo de Rayhan.

El universitario se alejó de mí, desprendiendo mis manos de su cuello y lo contemplé impaciente. Bajó su mano izquierda con gran velocidad y se quitó su remera negra en menos de cinco segundos, dejando su piel expuesta. Observé su piel bronceada, sus abdominales marcados y luego se volvió a abalanzar hacia mí. Sus manos se afirmaron en mi cintura antes de que pudiera regresar a su cuello, así que me conformé con el contacto de su suave piel desnuda, con descender con mis dedos sobre su cuerpo. Las manos de Rayhan también comenzaron a descender sobre mí, con suavidad, hasta podía sentir la alta temperatura de sus dedos infiltrándose en mí sobre la tela del suéter.

Nuestros labios iban y venían en una clase de danza para nada romántica, pero que me estaba removiendo las entrañas. Todo se sentía lejano al oír sus latidos acelerados sintonizándose con los míos; no había nada que realmente pudiera detenernos.

Sus yemas hicieron contacto con la piel desnuda de mi cadera y me alejé un segundo de sus labios para permitirme regular mi respiración. Lo observé contemplarme con los ojos entrecerrados, se veía tan increíble. Volví a impulsarme hacia él, pero esta vez con mis manos nuevamente rodeando su cuello.

Sus manos habían abarcado del todo la parte trasera de mis piernas, por los muslos, y ejerció una leve presión que nos acercó aún más, una leve presión que me obligó a contemplarlo para confirmar que todo lo que me estaba generando era real. Rayhan nos separó nuevamente para volver a impulsarme y esta vez me dejé llevar dando un pequeño salto, para que pudiera sostenerme.

Sonreí sobre sus labios. ¿Por qué mierda se sentía tan bien si siquiera se trataba de amor?

Nos observamos mutuamente durante algunos segundos mientras regularizábamos nuestras respiraciones, pero esos segundos se estaban volviendo eternos. Así que lo atraje otra vez a mí, desde el cuello, besándolo con fuerza, y él me respondió con la misma ansia. Realmente necesitaba eso.

Por un segundo mi espalda estaba nuevamente rozando la pared, pero Rayhan avanzó por su casa, sin dejar de acoplar nuestros labios. Me sentó sobre un mueble que siquiera me tomé el tiempo para contemplar y llevó sus manos hacia mi espalda baja, pero no tiró de mí hacia él cómo anhelaba, por lo que bajé mis manos hacia su espalda, tratando de atraerlo yo. Separó nuestros labios.

Miré como el verde de sus ojos casi no era visible por sus grandes pupilas.

Tomé una larga respiración mientras su nariz rozaba la mía. Él no dejaba de observar mis labios, yo no dejaba de observar aquella mirada que jamás había recibido en mi vida, era inexplicable el poder que me transmitía, la seguridad.

—¿Alguna vez hiciste algo así?— susurró.

En aquel momento hasta ese simple susurro me generó un escalofrío que me obligó a cerrar mis ojos.

Elevé mi rostro hacia él para contestar: —Nunca.

Se alejó un poco, dejando como único contacto sus manos sobre el suéter en mi espalda.

Todavía estaba a tiempo de detenernos, pero Rayhan me estremecía tanto, me alejaba de mis cinco sentidos con solo dos caricias. Realmente no me importaba si aquello era bueno o malo.

—¿Y querés seguir?

—Sí— murmuré, acercándome nuevamente a sus labios.

Pero Rayhan no me imitó. Alejó sus manos de mi espalda y las apoyó sobre mis rodillas, con suavidad, transmitiéndome aquella alta temperatura que siempre lo acompañaba. Sus dedos comenzaron a subir con delicadeza por mi piel y mi respiración se entrecortó llegó al borde de mi suéter. Rayhan me contemplaba ansioso, y yo asentí frenéticamente sin dudarlo.

Comenzó a subir el suéter con delicadeza y yo estiré mis brazos para que sea más sencillo su trabajo, y así fue, la prenda terminó en algún lugar de aquella oscura habitación.

El universitario bajó su mirada a mi sostén negro, para luego volver a llevar sus manos a mi espalda baja, ahora sí aproximándome aún más a él, dejando en contacto nuestras pieles desnudas y nuestros latidos acelerados.

Aún con su mano derecha sobre mí comenzó a pasear sus yemas por la piel de mi cintura, con demasiada lentitud, como si estuviera disfrutando cada centímetro de mi piel, subiendo y subiendo hasta rozar la parte inferior de mi sostén, y sonrió con muchísima levedad mientras jugaba acariciando la tela de mi espalda; en ese momento noté que no había podido dejar de mirar sus labios, ni regular mi respiración.

Se salteó la prenda y luego, repentinamente, enredó sus dedos en mi cabello, invitándome a llevar mi cabeza hacia atrás, dejando mi cuello completamente expuesto hacia él. Dejó un húmedo beso sobre mi mejilla y luego la mordió burlón. Sonreí.

Rayhan avanzó unos centímetros hacia mi oído.

—Si nuestras huidas van a terminar así, podríamos escapar del mundo más seguido— murmuró con complicidad.

Se dirigió nuevamente a mi rostro y retomó la zona de mi mejilla para comenzar a descender desde allí, dejando besos pausados y pequeñas cosquillas estremecedoras en el recorrido.

Aquella noche, dejándome ir entre sus sabanas, descubrí que Rayhan jamás sería el amor de mi vida, pero siempre sería inolvidable.

———————

Holis. Primero que nada perdón por demorar tanto actualizando, fue mi cumpleaños y estaba en otra JJAJSJQJA.
De pasada aprovecho para preguntarles, ¿tienen favorito? Es decir, entre Rayhan y Liam. No sé si alguien me va a contestar pero tenía esa duda ajsjjq.

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