— ¿Quieres ver una película? — Pregunta Noah recostándose a mi lado.
Llevamos quizás una hora aquí solos. Él había atendido una llamada de su secretaria que duró más menos seis minutos y luego hablamos de algunas cosillas como por ejemplo, su trabajo, si tenemos los mismos gustos, ridiculeces que hemos hecho, y un sin fin de cosas que no pueden tener etiquetas porque no tienen un sentido claro.
— Claro, pero ¿Estás seguro de querer quedarte acá? — Miro sus movimientos.
— Sí, ¿Por qué? — Me mira.
— Porque siento que te limito a la diversión. — Frunce el ceño.
— ¿Que me limitas? — Asiento. — ¿Pero qué dices? — Sonríe. — No me limitas a nada. Me gusta estar contigo, aquí o en donde sea. ¿Sabes? — Me agrada esta versión más madura de él. — Ahora, ¿Película de qué tienes ganas de ver?
— Hmm. — Lo pienso un poco. — ¿Terror? — Me siento un poco con cuidado de no botar el frío gel junto a mi pie.
— Ven. — Habla el hombre a mi derecha. — Pon tus piernas aquí. — Él al recordar que tengo la compresa, se va un poco hacia adelante y con mucha delicadeza toma ambos pies. — Si esto no mejora, o te llevo a ver al médico o le digo a uno que te venga a ver. ¿Bueno? — Ruedo los ojos.
— No, pero gracias. — Pone mis piernas sobre las suyas.
— ¿Cómo que no? — Su ceño está fruncido. — ¿Sigues aún con esa terquedad de no preocuparte por ti? — Respira profundamente tratando de controlar un posible impulso.
— Mejor no hablemos de esto. — Siento mi celular vibrar. Me estiro hasta el velador con Noah agarrando firmemente mis piernas para no caer. Tomo el móvil y leo la pantalla. Dice Sam. Atiendo. — ¿Si?— Pregunto.
— Al fin contesta la señorita. — Dice. — ¿Recibiste el email? — Frunzo en ceño.
— No he revisado mi correo. —Muy irresponsable de mi parte estando en la universidad
— Mi niña. — Habla fuerte. — El jueves tenemos examen y el viernes tenemos que presentar el proyecto de legislación empresarial.— Mi cuerpo se tensa.
— ¿Evaluación de qué? — Hago obvia referencia al examen. Siento nervios. Siempre me pongo nerviosa ante una prueba. En cambio hablar frente a personas se me da bastante bien, y el proyecto del que habla es uno que se tenía que realizar en pareja y eso éramos, pero de eso estaba más tranquila puesto que lo llevábamos haciendo desde hace unas dos semanas y está casi listo.
— Álgebra. — Coño. — Amiga, eso no es lo peor.— En vez de ser unos días de de descanso y diversión, estoy pasando todas las emociones opuestas.
— ¿Qué ocurre? — Pongo mi mano desocupada sobre mi ceja y ojo derecho, mientras que con la mano contraria sujeto el móvil sobre mi oreja.
— La evaluación se tiene que realizar presencialmente. — Que horrible es esta mierda. — No hay chance para hacerlo vía internet. — Lo sé. — Y sabes que ese proyecto es una nota que cubre la mitad del semestre.
— Lo sé, lo sé. — Respiro fuerte. — Ya veré que hacer.
— Sé que estás en esas humildes vacaciones. — Sonrío. — Pero necesito que vengas lo antes posible para que nos organicemos.
— Veré la forma de llegar mañana. — Escucho un suspiro de alivio.
— Vale. — Se queda en silencio un momento. — Empieza a revisar tus emails, para que no estemos como ahora. Y oye.
— ¿Dime? — Pregunto.
— Ya tengo a tres profesores en mi lista de homicidios. — Tose y yo rio.
— Creo que yo también debo tener esa lista.
— Así es preciosa. — Suspira — Bueno, hablamos luego. Te quiero. — Hace sonar un beso. — Nos vemos. — Canturrea.
— Y yo te quiero a ti. — Abro los ojos que sin darme cuenta, tenía cerrados.
Cuelgo.
— ¿Que sucede? — Pregunta Noah.
— Noah necesito escuchar algo positivo de tu boca. — Lo miro fijamente.
— Eres exageradamente hermosa. — Ruedo los ojos. De mi garganta brota una risa nerviosa.
— No me refiero a eso. — Tapo un poco sus ojos con una mano. — Tengo que hacerte una pregunta y necesito que la respuesta sea la que ayude.
— Pregúntame. — Miro sus ojos, y vaya que hermosura.
— Necesito volver a la ciudad. — Frunce el ceño
— ¿Y eso por qué? — Pregunta.
— Tengo examen presencial. — Me tiro para atrás. — Y debo entrega un proyecto.
— Hmm. — Deja de observarme.
— ¿Cabe la posibilidad de que pueda tomar un vuelo a casa mañana? — Me acerco y tomó su rostro entre mis manos. Hago que me mire. — Por favor dime que sí. — Su mirar iba de abajo hacia arriba.
— Llamaré al aeropuerto para fijar un aterrizaje y hablaré con el piloto. — Enredé mis brazos en su cuello y lo atraje hacia a mi.
— Gracias, gracias, gracias. — Dije repetidas veces. — Acabas de salvarme de una grande. —Una mano se pone en mi espalda y la otra se mantiene en mi pierna.
— No te muevas mucho que puedes dañarte. — Me separo un poco y lo observo.
— Te preocupas mucho. — Sonrío.
— Siempre. Tenlo por seguro. — Besa la puntita de mi nariz.
La cercanía se hacía más pronunciada, tanto así, que sentía su respirar. Lo sentía y lo escuchaba. Me gustaba esto, era como retroceder el tiempo y revivir todos los momentos agradables y lindos que pasé con él.
Tocan la puerta poniéndome en alerta. Salgo de aquella burbuja y me alejo de Noah. Él muy cómodamente se posa a mi lado y toma el control riendo por mi reacción, mientras yo estaba toda paranoica como si hubiese cometido un delito.
— Permiso. — Entra Jennifer. — Perdón la interrupción, pero los chicos te llaman, Noah. — El nombrado se levanta colocando nuevamente mis pies con suma pulcritud sobre el cojín.
— No lo muevas tanto. — Me dice y vuelve con Jennifer. — ¿Sucedió algo? — Ella levanta ambos hombros.
— No lo sé, yo vine para hacerle compañía a la muchacha. — Rio.
— Vale. — Dice él.
Noah se retira y Jenny con cuidado ocupa el lugar donde estaba susodicho.
— ¿Qué hacíais? — Pregunta pícara.
— Íbamos a ver una película. — Desde hace un buen rato.
— Tú y yo sabemos perfectamente que uno empieza viendo la película y termina creando el kamasutra dos punto cero. — Me echo a reír.
— Tienes razón. — Levanta las cejas. — Pero este no es el caso.
Ríe.
[...]
— Esto de ser futura mamá, me salva de entrar a un infierno universitario. — Ruedo los ojos.
— No es tan malo. — Le digo a Jennifer. — A veces es hasta divertido, otras agotador, pero al fin de cuentas no es desagradable señorita. — Le hablo con voz de adulto. Vira sus ojos.
— Mi niña, apenas llegues, envíame un mensaje. — Asiento. — Me dijeron que estarías llegando a eso de las ocho de la tarde. — Vuelvo a asentir. — Cuídate y no te sobre exijas tanto.
— Ya mamá. — Me pega en la frente. Rio. — Tranquila que avisaré.
— Bien. — Me da un beso en la mejilla. — Nos vemos la semana entrante.
— Nos vemos sexy mamá. — Me doy la vuelta y subo las escaleras de avión con sutileza. El pie aún me molesta un poco.
Me quito las zapatillas y me acomodo en un asiento.
Noah aparece por la puerta en la que acabo de entrar y se acerca hasta mi asiento.
— Llegarás aproximadamente a las ocho de la tarde. Avísanos que llegaste. Cualquier problema de atención u otro, me lo notificas, ¿Está bien? — Asiento. — Cuídate hermosa. — Besa mi frente. — No fuerces tanto el pie y piénsate lo de ir al médico. — Asiento aunque yo misma lo arregle. — Nos veremos allá. — Me vuelve a besar, sólo que ahora en la mejilla.
— Cuídense ustedes también y diviértanse. — Asiente y se vuelve recto para caminar hacia la salida.
Todo pasa muy rápido. La puerta es cerrada y por altavoz anuncian que dentro de unos minutos estaremos despegando. Al rato pidieron que abrochara mi cinturón y esos minutos se hicieron nada.
Estoy nerviosa y con algo de miedo. Es la primera vez que viajo sola en un avión, literalmente y sin contar a los pilotos y azafata.
El tiempo comenzó a pasar y yo lo aproveché para estudiar un poco de álgebra, ya que revisé el temario con todo lo que entraría en el examen. Hacer esto hizo que mi tiempo diera la impresión de avanzar más rápido, claramente no se apresuró, pero si lo sentí así.
Eso fue una cosa, las turbulencias fueron otro punto.
Cada vez que el avión se movía alteradamente, imaginaba una muerte próxima, y nuevamente la muerte misma estaba ahí esperando para servirme merienda.
El viaje no es muy largo, pero si es muy agotador, y más luego que tendré que subir a un auto y tardaré otra hora en llegar a mi apartamento.
Cuando el avión aterrizó sentí que todos mis "pecados" salían por mis orificios superiores. Sentí que vomitaría todo por la presión de la gravedad. Fue algo genial, no mentiré. Fue como sentir esa adrenalina de subir a juegos de parques de diversiones, aunque realmente no lo haga porque mi miedo me limita.
Al bajar tardamos un poco en ubicarnos, o mejor dicho, yo tardé un poco en situarme.
Me hicieron entrega de mis cosas y me guiaron a un coche blanco y nuevamente un viaje.
Mi cabeza dolía debido a varios factores, y el principal. No dormir desde hace muchas horas y estudiar como loca.
El tiempo de viaje fue menor a la vez pasada. Demoramos quizás cuarenta minutos y ya estábamos en la puerta de mi edificio.
Me bajé junto al conductor. Él bajó mis pertenencias y se ofreció llevarlas al departamento. Me negué, y le agradecí. Posterior a eso me ayudó hasta recepción y luego se fue.
Subí a mi hogar y me recosté en mi sofá. Miré la hora del móvil siendo las nueve de la noche.
Le escribí a Jennifer.
Querida amoga.
Amiga*
Ya llegué, estoy bien. Muerta de hambre y muy cansada. Comeré algo, repasaré mi estudio, me bañaré e iré a dormir para llegar mañana con energía a rendir el examen.
Si no respondo es por una de lo ya nombrado.
Te quiero. Salúdame a todos!
A los dos minutos me responde.
Que bueno que llegaste, me estaba asustando.
Descansa mujer. Hablamos mañana. También te quiero.
Con eso me levanté y fui a la cocina para comer algo. Saqué comida instantánea.
Herví agua y esperé.
No tengo energía para realizarme algo más producido.
Fui al baño y lavé mi rostro mientras el agua aún calentaba.
Fui a mi habitación y busqué algo para dormir. Lo acomodé en un mueble del baño de la habitación y volví a la cocina.
Saqué mi laptop y repasé algunas cosas.
Cuando el hervidor se apagó, vertí el agua dentro de la comida. Esperé unos minutos y fui al comedor. Comí ahí, con los ojos cerrados por el sueño.
Al terminar, boté el residuo y lavé el tenedor. Caminé al baño con mi celular en mano.
Al llegar puse música aleatoria y desvestí. Di el agua caliente y entré.
Cuando eché shampoo en mi cabello mi celular sonó debido a que me llegó una notificación de mensaje, la cual ignoré para seguir con mi proceso de limpieza.
Me demoré tres canciones en bañar y dos en rasurar mis piernas y axilas. Me demoro haciendo mucho eso, ya que siempre que lo hago rápido, quedan zonas con vellos sin depilar.
Corté el agua y tomé una toalla. Me comencé a secar y de curiosa, con los dedos mojados vi por las barrita de notificaciones el mensaje. Estaba intrigada de saber quién era.
Era de un número desconocido, pero una sola palabra de lo que decía el mensaje, me hizo saber quién era el emisor.
Comienzo a leer.
Hola Barbie. Jennifer me dijo que ya llegaste, me alegro de saberlo.
Que tengas una buena noche, descansa, cuida tu pie y lúcete en el examen mañana.
Te extraño.
No puedo evitar no sonreír.
Eso último, uff. Uuuufff. Repito. — Me rio.
Mi estómago experimenta nuevamente el revoltijo y mi zona baja no queda atrás.
Con el cuerpo húmedo y goteando por todas partes, decido enviarle un mensaje.
Sí a todo, y gracias guapetón.
Tú también descansa.
Ah. Gracias por cuidarme y "Enseñarme" a nadar.
Nos vemos pronto.
Yo no te extraño, jajaja
Que va. Quizás un poco.
Bueno, adiós.
Me salgo rapidísimo del chat, cuando veo que leyó mis mensajes.
Ay Bárbara, en qué te estás metiendo.
***
Hola, ¿Cómo estás? (Espero que muy bien)
¡Ojalá te haya gustado éste capítulo)
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^Las faltas de ortografía serán corregidas más adelante, perdón por hacer que las leas de momento.
Y nuevamente, gracias por el apoyo🖤
Besotes 💋
—Francisca. T.