Canela ©

By Karo_lovegood

33.6K 6.1K 17.6K

[COMPLETA]. La conocida teoría de los polos opuestos atrayéndose cierta vez toma poder en las relaciones, pe... More

Sinopsis
1. Un gran día
2. Es tu día
3. Piojo
4. No quiero un castigo
5. El idiota que ella dice que soy
6. Mi esencia favorita
7. No quiero ser más una niña herida
8. Ya no me odies
9. Cálmate, piojo
10. No puedo verla en todas partes
11. Estar enamorada de ese imbécil
12. No soy como él
13. No se trata de un juego
14. Es nuestra mesa
15. ¿Bailamos?
16. Está llena de sorpresas
17. Algo imposible
18. Pausa a tu juego
19. Canela
20. No gracias, Hestia
21. No es mi chica
22. ¿Nos llevamos bien?
23. Preocupada por la cuerda
24. Lo que sea por ti
25. Marcando territorio
26. Carterista
27. Esa cita
28. Tic-toc, linda
29. Hay otro chico
30. Lo admito
31. Yo siempre gano
32. Es fácil confiar cuando se trata de ti
33. Siempre vuelvo a pensar en él
34. Alguien se ha enamorado
35. Feliz navidad, Bonetti
36. Es la chica de la fiesta
37. Aida
38. Parte de la rutina
39. Eres la novia de mi hermano
40. Idioma Miller
41. "Quiero hablarte de algo"
42. Un fracaso
43. Naranja entera
44. Es su canción
45. Caramelo de ajo
46. No volveré a cruzarme en tu camino
47. ¿Mi novio?
48. Aliens, por favor, abdúzcanme
49. La copia exacta de James
50. Orgullo personificado
51. Maltrato animal
52. Supersticiones de abuela
53. Lunática
54. Ya tenías uno
55. Solo... un pedacito
56. Eres un osito panda
57. ¿Está soltero?
58. ¿Puedes abrazarme?
59. Es un mal chiste
60. Orangutanes cínicos
61. Te prometo que te quiero
62. No todo podía ser perfecto
63. ¿Mis ojos mienten?
64. Los planes para mi muerte
65. No puedo seguir engañando a ambos
66. Jugar a la casita
67. Su humor, mi enemigo
68. Su enamorado es Liam
69. Lo que ambos sentimos
70. Hay muchas formas de amar
71. Nuevamente lo detesto
Extra: Chrisand
72. Me haces daño
73. Jodidamente manipulable
74. Soy un títere
75. Sinónimo de dolor
76. No conozco de razones
77. Te quiero conmigo
78. Eres más que eso
79. Criadero de anfibios
80. Huele a canela, así como tú
81. Piezas similares de un puzzle
82. No estoy enamorado de ti
83. No pienses que te esperaré toda la vida
84. Un panda colgando de tus llaves
85. También el mar es muy cambiante
86. Que me pruebe lo que quiera
87. El final de nuestra canción
88. Tu apodo en mi café
89. Aún no termina tu día
90. Espinas en tu corazón
91. Será un reto
93. Déjà vu
94. Uno, sin dejar de ser dos
Epílogo
Agradecimientos
Extra 1: Como el resto de tu vida
Anuncio

92. Ahora soy un egoísta decepcionado

159 23 96
By Karo_lovegood

—Entonces, estos restos diurnos son fragmentos resultantes del estado de vigilia que se presentan en lo onírico. Me refiero a que son representaciones, vivencias o pensamientos que permanecen suspendidos en el inconsciente y de algún modo deben salir del aparato psíquico, por eso no encuentran otro modo de hacerlo que en los sueños. ¿No te parece increíble? Es por eso por lo que, por ejemplo, el otro día soñé que te tiraban la pelota en la cara, fue algo que vi despierta y se repitió en mi sueño. La diferencia es que allí yo fui quien ayudó a limpiarte la sangre y no en la enfermería, porque era lo que quería y se cumplió mi deseo... y Freud dice que los sueños son siempre el cumplimiento de un deseo. ¿No te encanta esto, Liam? —Arya vuelve a preguntar, entusiasmada como siempre que habla de estos temas que difícilmente entiendo.

Me río, no puedo hacer más que reírme una vez más de su apresurada verborragia que para mí suena como otro idioma.

—Claro que me parece interesante, aunque no entiendo ni mierda... —intento excusarme, pero me lo impide para seguir, vivaz.

Voltea la silla del escritorio en la que se encuentra sentada desde hace un rato y me mira en su cama, donde me ubiqué acostado apenas llegué a su casa y juego desde entonces con ese panda que le regalé, aventándolo hacia el techo para atajarlo seguido, mientras espero que me haga preguntas que yo debo responder y que justo ahora deberían ir encaminadas hacia otra área, porque se desvió del tema importante sin que me percatara.

—Es fácil, amor. Mira, la misma terminología lo dice: un pedacito de lo que viviste hoy o... antes, también puede ser de antes, se presenta en tu sueño. Es una manera de hacer consciente aquello que parece ser inconsciente. Es muy raro —analiza, deteniendo sus palabras y mirando hacia un punto específico en la pared en la que no hay nada. Arruga la nariz como muestra de su concentración y me mira de nuevo—. El campo de los sueños es muy amplio —murmura, girando otra vez para volver a fijarse en la pantalla de la computadora.

—Y el camino que nos queda por estudiar también, así que concéntrate. Después hablaremos de esto —insto, porque mi visita de hoy a su casa tenía el objetivo de convertirse en una tarde de estudio para los exámenes finales, no para hablar de psicoanálisis.

Arya parece no ponerme atención, porque vuelve a girar y ahora con ese libro en sus manos, el cual le obsequié hace unas semanas cuando fuimos al cine después de mucha insistencia de su parte y que todavía no es capaz de soltar, continúa narrando sus nuevos conocimientos.

Presumo que lo ama más que a mí.

—¿Sabías que Freud consideraba que debíamos anotar los sueños apenas despertamos? ¡Es genial! Eso es porque hay un proceso llamado desfiguración onírica, que obviamente ocurre durante la vigilia, y se encarga de quitarle forma a lo que soñamos porque se supone que eso que se plasmó en los sueños, es inconsciente y no tiene por qué hacerse consciente. —Se levanta, coloca el libro sobre el escritorio y se pasea por la habitación con la mirada perdida, apuntando con su dedo hacia el frente y muy concentrada—. Entonces, ese proceso modifica el contenido del sueño hasta cambiarlo al punto de que no se parece a la representación inicial y que llegado el momento se olvide.

—Arya... —digo con calma y una sonrisa para detenerla, sentándome en la cama sin soltar el peluche. Me encanta que hable con tanto entusiasmo de eso que le gusta, además de que se ve muy sexy en esa faceta, pero justo ahora no tenemos tiempo para centrarnos en eso.

—Y lo más interesante, ¡es que ni siquiera somos capaces de recordar nada! Tampoco tenemos idea de que eso ha ocurrido porque el proceso se da hasta que el sueño se pierda temporalmente... Es posible que aparezca de nuevo porque es una instancia que quiere salir de algún modo, pero... no sé... ¡Es como si el inconsciente manejara nuestra vida...! Que... bueno, es cierto que tiene mucho poder, sin embargo... —Sigue sin prestarme atención, pero intento detenerla de nuevo aun cuando sonrío.

—Es todo interesante, bonita, de verdad, pero justo ahora hay una sesión de física que debemos repasar y en esa no está Sigmund ni sus estudios sobre la histeria de Dora, el Sr. K y su extraña atracción.

—¡Me pusiste atención! —exclama emocionada, esa sonrisa adornando su rostro.

Me río de nuevo.

—Claro que lo hice. Además, no dejas de hablar de eso, no es como que tenga más opciones de todos modos.

—Imbécil —me acusa riendo, mientras se ubica de nuevo en la silla y se fija en la computadora. Veo de perfil que su expresión se torna sombría al instante y deja de sonreír para murmurar—: Cuando ya no esté, ambos vamos a extrañar esto.

Me incorporo aún más, deseoso de entender lo que ha dicho. ¿Acaso oí bien? Esta vez sus palabras no vienen en ese tono burlón y dramático que suele utilizar cuando habla de nuestra muerte prematura, se trata de algo más y lo sé, y no puedo evitar que me angustie.

—¿De qué hablas? —consulto, limitando mis palabras para darle la oportunidad de explicarse. Ella no contesta—. No moriremos aún y queda mucho tiempo para que me marees con tanto texto que al final no entiendo y que te verás explicándome hasta conseguir que lo haga.

—Lo sé, tonto... yo... —Suspira pesadamente y muestra una débil sonrisa al frente, no es capaz de mirarme—. Repíteme lo que sabes, continuaré preguntándote —vira de inmediato.

Estoy seguro de que ese inconsciente miserable le hizo soltar esas palabras que ella no habría querido decir y ahora quiere que yo lo olvide, pero no será así. No es la primera vez que su actitud cambia drásticamente para tornarse pensativa y triste. Es algo que vengo notando desde aquel día en la playa hace tres meses.

—¿De qué estabas hablando? —pregunto de nuevo. Necesito entender y esta vez no estoy dispuesto a dejar el tema a un lado.

—En un movimiento circular uniformemente acelerado, ¿el vector aceleración normal tiene módulo constante o el vector aceleración tangencial tiene módulo constante? —interroga, ignorándome sin disimulo.

—Arya —llamo una vez más, pero se mantiene reacia a mirarme.

—Respóndeme la pregunta. ¿Cuál de las dos opciones es correcta? —demanda, ahora su voz suena áspera y entrecortada.

Resoplo. Dejo el peluche a un lado de la cama y camino hacia donde se encuentra. Me inclino un poco para quedar a su altura y de ese modo giro la silla para que me mire, luego me agacho, dejando mi cuerpo en medio de sus piernas abiertas.

—¿Qué está pasando? ¿Qué es lo que no me has dicho? —inquiero con suavidad, aunque tengo una sensación extraña que oprime mi pecho y el corazón ha iniciado sus palpitos acelerado. Arya no responde, solo me mira con sus ojos empañados y tristes—. Puedes hablarme de lo que sea, amor, ¿lo recuerdas? —insisto paciente, ahora tomando sus manos, esas con las que ejerce une leve presión sobre las mías.

—No es nada, es solo que... ya estamos por terminar el instituto y... esto de los exámenes finales me asusta un poco —explica entre pausas, viendo ese anillo insistentemente como siempre que no dice la verdad.

Antes hacia mover su pierna izquierda de forma inconsciente, ahora juega con el aro o lo mira cuando no está a su alcance tocarlo justo como ahora.

—Ya... ¿Qué es lo que te preocupa exactamente? —Le sigo el tema, para ver si de este modo logro que me diga la verdad—. No te asustará reprobar, ¿cierto? Hemos hecho pruebas más importantes que has superado con la nota máxima.

—Es eso, en resumen. Y también que ya esto se termina. Ya... ya vamos a empezar algo nuevo que no se parece en nada a lo que hemos vivido hasta ahora, ha-habrá momentos en los que no podremos vernos y... —Se detiene, porque su voz se quiebra y los ojos que antes se mostraban anubarrados, empiezan a liberar lágrimas que se desplazan por su rostro con fluidez.

Trago grueso con dificultad, pues la saliva tomó una consistencia más espesa desde que todas las sensaciones extrañas me invadieron, y me aferro a sus manos. Sé que tiene razón, pero ya antes habíamos hablado de esto y pensé que todo estaba bien. Aseguramos conseguir horarios en los que todos podamos reunirnos cuando se nos cruce un tiempo libre en la universidad, porque jamás estuvo en los planes distanciarnos. Ella se mostró emocionada con aquella idea, y ahora no entiendo del todo el motivo de su nostalgia. Sé que me está mintiendo.

—Eso no será un problema para nosotros dos —aseguro poco convencido. En realidad también me preocupa esto desde que tuvimos esta conversación sobre nuestro futuro. Sé que será difícil, pero quiero creer que no es imposible.

—No por mi parte, y sé que tampoco por la tuya, pero hay cosas que escapan de nuestras manos y... Olvídalo. —Suspira de nuevo, en tanto niega con la cabeza. Me mira intensamente a los ojos por varios segundos en los que sus lágrimas no cesan de recorrer su rostro y sorbe su nariz, luego suelta mis manos y voltea para ver la pantalla del computador. Me está evitando—. ¿Necesitas que te repita la pregunta, o ya tienes la respuesta?

—No, yo necesito que tú me digas qué es lo que está pasando en realidad —demando, haciéndola girar de nuevo.

Arya me aparta y se levanta de la silla para caminar por la habitación, emocionada, dejándome agachado en mi lugar. La sigo con la mirada, veo que cubre su rostro por varios segundos y seguido, me enfrenta, a la vez que expone sus sollozos y unas mejillas empapadas. 

—N-no quiero... no quiero decirte algo que sé que va a lastimarte tanto como a mí... —farfulla con la voz quebrada, apretando aún más mi corazón aunque sé que no intenta hacerlo.

Me levanto de inmediato para alcanzarla.
Camino lentamente hacia ella, pero se aleja cuando me ve cerca, me esquiva y se ubica al otro extremo, todavía soltando lágrimas y mordiendo su labio inferior.

¿Qué quiere decir? ¿Por qué se comporta así?

—¿Qué significa eso? Prefiero que me lo digas de una vez y no estés mintiéndome. Sé que algo te pasa desde hace tiempo, no soy estúpido —digo con molestia. Sus palabras me dejan un presentimiento que no me hace sentir bien—. ¿Se trata de otra persona? ¿Estás con alguien más o te atrae otro, es eso? —pregunto, intentando mantenerme firme y arriesgándome a que me destroce con su respuesta. Ella niega con lentitud, pero no dice nada y eso me desespera—. ¡Habla! —exijo impaciente.

Niega lentamente, a la vez que abraza su cuerpo, su labio inferior baila como consecuencia del llanto y las lágrimas, esas que intuyo pesadas, siguen cayendo hasta el suelo sin reparo, angustiándome más.

—Arya, necesito que me digas. Dime por qué estás llorando, porque sé perfectamente cuando me mientes y esto del examen no es suficiente para tenerte así —pido con más calma esta vez.

Estoy angustiado y desesperado, pero si ella está mal, lo que menos necesitamos es que yo actúe igual, no llegaríamos a nada.

De nuevo no contesta. Tampoco digo nada más.

Decido esperar hasta que se calme y derrotado, me siento en la silla en la que ella se encontraba. La miro. Permanece en su posición por varios minutos en los que ninguno deja de mirarse y pese a que el nudo empieza a apretar mi garganta con mayor intensidad, le doy su espacio para brindarle contención como le gusta: en silencio.

Arya se sienta tiempo más tarde en el borde de la cama y todavía llorando, juega con ese anillo. La incertidumbre me estresa, pero la respeto hasta que se levanta para caminar en dirección al baño y otros minutos después, regresa con el rostro seco y más calmada.

Vuelve a ubicarse sobre el colchón con la mirada vacía, triste, y palmea a un lado de la cama para que me ubique junto a ella. Le obedezco.

—Yo... —musita, luego suspira, su pecho elevándose con pesadez y el cuerpo entero tiritando por el llanto que amenaza con seguir—. Te amo tantísimo, por eso te prometo que esto no se trata de alguien más. Jamás te haría algo así, es solo que...

—¿Que qué? —interrogo exasperado cuando se detiene.

—No estoy preparada para decirte.

—Y yo no estoy preparado para dejarlo pasar un día más. Dímelo ahora, porque no me iré de aquí hasta saber qué demonios está pasándote —sentencio. Arya vuelve a negar y se levanta de la cama, caminando lejos y dándome la espalda sin pronunciar palabra—. ¿Qué pretendes después, que bajemos a merendar como si nada? —cuestiono ante su silencio—. Dime ya, po...

—¡Me voy a ir! ¿De acuerdo? ¡Me iré de la ciudad, no estaré aquí para la universidad! —grita cuando voltea a mirarme, obstinada por mi impaciencia y de nuevo con lágrimas surcando su rostro.

La miro serio y con el ceño fruncido. Permanezco paralizado, sin comprender y en silencio por un par de minutos. No puede estar hablándome en serio, creí que los planes eran diferentes para ambos, lo hablamos hace meses.

—¿Qué? —Dejo salir al fin, aún turbado.

Arya vuelve a sentarse a mi lado, con una posición diferente ahora porque quiere verme a la cara. Me ve por un minuto en el que no habla, meditando sus palabras y analizándome.

—Estudiaré en Los Ángeles —explica finalmente tras sorber su nariz. Luego de limpiar sus mejillas, sonríe un poco, como intentando convencerme de que es lo correcto y todo está bien—. Es una universidad hermosa, mis...

—¿Desde cuándo lo sabes? —pregunto serio, interrumpiéndola. Justo ahora me importa una mierda saber si la universidad tendrá algún árbol exótico o una flor que le encante.

—Semanas, quizá meses —dice, su tono de voz y ojos cargados de culpa—. En... en realidad siempre planeé ir allí, fue en ese lugar donde se prepararon mis papás y estaba decidido que...

—Hemos hablado de esto tantas veces, Arya —reclamo—. ¿Por qué no me lo dijiste antes? ¿No pensabas decírmelo?

—¡Claro que iba a decirte! —afirma. Intenta tocarme la cara, pero me aparto para ponerme de pie—. Iba a contártelo, Liam, pero no aún. Teníamos muchas cosas encima y...

—¿¡Cuándo, entonces!? —pregunto en un grito, sobresaltándola—. ¿Ibas a decirme el día que viniera a despedirme de ti?

—¡No! —exclama en medio de otro sollozo—. Sabes que me presenté aquí, nos preparamos juntos para las pruebas, pero no me aceptaron como a ti a la primera y ya me habían dado la oportunidad allí. Por eso...

—Hay muchas universidades aquí —interrumpo de nuevo, débilmente, y evaluando las posibilidades porque no quiero que se vaya.

Arya niega, convencida.

—No quiero esperar hasta el otro año para empezar. —Se levanta, camina hasta donde me encuentro y toma mis manos—. Quiero ir ahí, Liam, tengo la oportunidad y no quiero dejar que se escape de mis manos ahora que puedo —explica seria, dándome a entender que es decisión tomada. No digo nada, solo puedo negar con la cabeza sin frenos y esperar a que ella siga ante mi silencio para decirme que es una broma—. Sé que esto tiene solución para el futuro y trabajaré duro en ello porque quiero seguir aquí, solo necesito que lo entiendas por el momento... Por favor, es temporal.

Suelto sus manos y de nuevo permanezco mudo, mirándola serio a esos ojos que me transmiten culpa y dolor. Pero a mí también me duele, no puedo sacar fuerzas para consolarla cuando me encuentro igual o peor que ella. Me mintió, me ha ocultado sus planes por mucho tiempo y ahora solo me pide que la entienda cuando no fue capaz de hacerlo conmigo.

¿Quién me entiende a mí?

Se supone que nos hablábamos de los asuntos importantes, que trabajábamos juntos y que crecíamos de la mano del otro siendo sinceros. ¿En qué momento dejó de ser así?

—Lo intenté, sabes que lo hice, pero no podemos hacer nada ante el hecho de que no me hayan aceptado allí junto a ti. Ambos sabíamos que era difícil ser admitido porque el porcentaje es mínimo y pusimos todo de nosotros para conseguirlo, no puedes dudar de que quiero estar contigo solo por eso —intenta justificarse al ver que no digo nada, pero soy yo el que niega ahora—. Liam, no había nada más que pudiésemos hacer.

Suelto una risa seca, desganado. Claro que había otra cosa por hacer, pero ella siempre tiene la manía de ponerse en último lugar.

—Tenías la oportunidad de estudiar en la mejor universidad de acá, conmigo, tal como querías o al menos como me lo aseguraste... porque ya no sé en qué creer —digo lo último sin pensarlo y veo que niega, dolida porque mis palabras deben estarse clavando como estacas en su corazón que entran y salen causándole daño, pero no me retracto pese a que me arrepiento—, y simplemente decidiste dejarla en manos de alguien que no lo merece. Pasamos semanas distanciados por la maldita prueba, buscando la manera de solucionarlo para que al final decidieras poner tu esfuerzo en manos de alguien más.

—Esto no se trata del pasado ni de Camila, ella es mi amiga, también se lo merece.

—No, no se trata del pasado, pero sí de tu futuro, y eso es más importante. ¿Qué habría pasado si no te admitían en Los Ángeles, tus estudios quedan suspendidos porque tu bondad fue más grande?

—No es el caso —justifica poco convencida. Sabe que tengo razón.

—Era una posibilidad, además...

—No iba a darle mi cupo si no hubiese sabido que mi futuro estaba asegurado en otro lado —argumenta con voz trémula, interrumpiéndome.

—Entonces esto lo sabías desde hace mucho tiempo —concluyo. No puedo evitar que mi tono se exponga con un atisbo de dolor.

—Te dije que siempre fueron mis planes, incluso desde antes de empezar a sentir cosas por ti. Ni siquiera tenía en mente tratarte de otro modo que no fuera con odio alguna vez para cuando decidí esto —asevera, y eso me hace enojar más.

—¿Y lo dices así? ¿Y en los cuatro meses que duramos conociéndonos y los seis que llevamos de novios, no se te ocurrió decirme? —pregunto con dureza, dando una pequeña vuelta que culmina cuando me detengo otra vez cerca de ella—. ¡Es nuestra vida, maldita sea! Es un asunto importante que tocamos muchas veces en el que simplemente decidiste excluirme. ¿Soy tan estúpido e insignificante para ti que no merecía saberlo?

—¡No sabía cómo hacerlo! No tenía idea de cómo decírtelo, pero no es por ti, no eres un estúpido ni nada de esas tonterías que estás pensando —se excusa desesperada, intentando tomarme una vez más cuando me alejo de nuevo—. Eres mi novio, Liam, y lo más importante que tengo, no puedes dudar de eso —musita débilmente, suplicándome a la vez que se disculpa con la mirada—. Intenté decírtelo muchas veces, pero nunca encontré el momento, nunca fui capaz y...

—En el momento en el que cediste tu cupo a tu amiga, esa que no lo merece, tuviste la oportunidad de hacerlo, tal como me explayaste la noticia en la cara hace meses —subrayo sin tacto. Es la primera vez que le hablo de ese modo, pero no puedo evitarlo cuando en nuestra conversación se cruza su amiga.

No la tolero desde hace tiempo, y no puedo evitar atribuirle parte de la culpa por esto que ahora me está informando Arya.

—Estás siendo egoísta, Liam —me acusa indignada—, y tú no eres así.

Exhalo una risa nasal, con burla. Ella todavía llora, y yo no me siento bien para hacer que su malestar disminuya.

—Siempre lo soy, y ahora soy un egoísta decepcionado. Debiste decirme que mentirías desde antes de empezar, y quizá jamás me habría esforzado por conquistarte —digo, antes de girar para abandonar la habitación y dejarla sola, soltando más sollozos que aunque me lastiman como a ella, no puedo tranquilizar.

Ni siquiera puedo detenerme a retractarme por esas palabras que me arrepiento de haberle dicho al instante, porque si de algo estoy seguro, es de que no cambiaría nada de lo que he pasado junto a ella, pero ahora no quiero seguir aquí.

Escucho que me llama a gritos aun en su condición, pero no me detengo en ningún momento y corro despavorido escaleras abajo para irme. Me cruzo también a Amy que me habla, pero tampoco le contesto y salgo con apremio al exterior, donde se encuentra mi auto y al cual subo para desquitarme con el volante como si este fuese el culpable.

No estoy molesto porque se vaya, sabía que estar lejos era una posibilidad y aunque me hacía sentir triste, estaba seguro de que podíamos con eso, me decepciona es que me haya mentido sin remordimiento durante tanto tiempo. Ella siempre lo supo, se lo pregunté; lo hablamos, y no solo me lo ocultó, me habló de planes que en ningún momento tuvo y que ni siquiera fueron reales.

¿Por qué?

Yo la habría entendido si me lo decía, y si no es así, entonces me habría esforzado por hacerlo como en tantas otras cosas; como aquella vez que decidió obligarme a hacer un pastel para el cumpleaños de mamá, aun cuando sabía que eso no acabaría bien, solo porque pensó que de ese modo era más significativo. Yo le otorgaría mi apoyo como siempre, ella lo sabe, por eso no entiendo su actitud ni sus innecesarias mentiras.

Suspiro a la vez que apoyo la cabeza en el respaldo del asiento y observo el techo. Siento un nudo apretando mi garganta y tengo los ojos empañados. No estoy en condiciones de conducir y por eso permanezco de ese modo por un rato más, también viendo la pequeña foto nuestra que ella dejó en la esquina inferior izquierda de mi espejo retrovisor.

Sonrío sin ganas cuando una sola lágrima se escapa de mi ojo derecho y de inmediato la limpio. Su sonrisa siempre ha logrado calmarme y ahora verla solo me hace sentir peor. Y aun así, quisiera regresar y disculparme con ella por haberle hablado de un modo que no es correcto ni nos hace bien a ninguno. Quiero me expliqué el porqué de su decisión y me haga entender por qué me mintió, pero al mismo tiempo sé que necesito estar solo y meditar antes de arruinar algo una vez más, porque cuando estoy molesto no sé medir mis palabras y no quiero hacernos más daño.

Lo que ella hizo no estuvo bien, y también merezco mi espacio, por eso decido respirar profundo y marcharme a casa cuando me siento más tranquilo, porque tengo que trabajar en mí antes de poder hacerlo con ella.

—¿Te llamó? —pregunta Max con precaución, refiriéndose a Arya, como si temiera que pueda explotar en cualquier momento y desquitarme con él.

—Sí, unas doce veces —admito en un hilo de voz, desganado, y haciendo girar el celular en mi mano con avidez.

—¿Qué te dijo? —Sigue precavido.

Lo miro un instante y me encojo de hombros, antes de volver mi atención al aparato.

—No contesté —digo con simpleza, seco.

—¿Por qué?

—Porque estoy enojado con ella, porque necesito mi maldito espacio y porque me dio la gana.

—Liam... ¿Siete días de espacio no te parecen suficientes?

—Éramos tan cercanos, Max —musito, interrumpiéndolo e ignorando su pregunta, a la vez que detengo mi actividad con el celular y fijo la vista al frente. Claro que es suficiente, diría que demasiado, pero ahora que me siento más dolido que molesto, no me atrevo a enfrentar nada—. Nos comunicábamos bien, nos entendíamos, y creí que no nos ocultábamos cosas importantes cuando evidentemente el otro está implicado.

—¿Eran? ¿Solo por eso ahora hablas en pasado? —cuestiona Chris, incrédulo y con un tono de molestia.

—¿Qué quieres que haga? —contraataco, ahora viéndolo—. Ella me ha mentido todo el tiempo. ¿Y si no es solo con respecto a esto?

—No tan en el fondo, sabes que no es así —opina Max, captando mi atención—. Seguro tendrá sus razones.

—No hay razones para mentir —argumento ceñudo. 

—Y tú eres el menos indicado para decir eso. Le has mentido también y le has hecho cosas peores, y sin embargo, ella te ha perdonado todo, te ha dado muchas oportunidades de ser mejor y jamás te lo reprocha. Te ha acompañado todo este tiempo, y no me parece justo ni siquiera para ti, que ahora lo dejes y te acobardes solo por esto —señala Maximiliano.

Dejo de mirarlo para volver a centrar mi vista en dirección a la entrada del estacionamiento, desde la banca en la que nos encontramos hace rato.

—Lo sé —admito cabizbajo tras exhalar un suspiro.

Él tiene tanta razón, que no veo motivos para contradecirlo, es solo que no sé qué hacer con esto. No sé cómo manejarlo solo, sin Arya dándome sus razones o regañándome sutilmente cuando justo como ahora, me lo merezco... Y la extraño.

Sé que ella no hizo bien al mentirme u ocultarme esto que es importante, pero la amo, y esto que pasó ahora no se compara con todo el bien que ella me ha hecho desde que estamos juntos. Son pruebas, y sé que ambos hemos sido egoístas al no buscar al otro o al dejar que las cosas sigan su curso sin intentar solucionar nada, pero no quiero dejarme toda la culpa ni justificarla demasiado porque tengo mis razones para molestarme.

Creí ciegamente en ella, siempre.

En enero, cuando volvimos de las vacaciones de navidad, el movimiento en el instituto fue un caos. Para entonces, las autoridades nos citaron porque era momento de decidir qué hacer con el cupo a aquellos que sí conseguimos la beca por la prueba y el promedio global. Allí nos vimos Eduardo, Arya y yo, y estaba tranquilo porque los demás podían estudiar una carrera aunque no fuese con ayuda del colegio.

Estaba emocionado desde mucho antes porque además de que ansiaba iniciar mi formación lo más pronto posible, todos habíamos trazado planes fijos que me hicieron tranquilizar. Arya me dijo que quería prepararse donde yo y eso me hizo sentir mucho mejor, pues el asunto de alejarnos por caminos diferentes me aturdía bastante. Pero esa sensación de satisfacción disminuyó cuando ella, muy contenta y sin siquiera meditarlo mucho, me dijo que su cupo lo cedería a Camila porque de todas sus amigas, quien menos oportunidad tenía para ingresar a una institución era ella, y eso me hizo dudar.

Lo hizo ese día sin pensar en nada más, ella le otorgó su esfuerzo a la chica que no sabe hacer más que daño. Pero yo no podía hacer nada porque esa era su decisión.

Yo tenía bastante claro que ingresar a la Universidad de San Francisco era difícil por sus métodos de selección y Arya estaba cediendo su oportunidad sin pensarlo, pero pese a que eso me generó angustia, apoyé su decisión sin recriminarle nada aunque ella sabía que no estaba de acuerdo. Confié en que sus habilidades le otorgarían el cupo y me esforcé con ella, estudiamos para la prueba de admisión, nos preparamos e incluso la presentamos juntos.

Todo estaba yendo bien... eso fue lo que pensé.

Me aseguró haberlo conseguido y mi error fue creerle, porque su actitud misteriosa desde entonces me pudo haber dado a entender desde el principio que estaba mintiendo, más aún, por el hecho de que sus excusas para mostrarme los resultados cada día se fueron sumando. Es tanta mi confianza en ella y la emoción que tenía por esa noticia, que jamás alcancé a dudar aun cuando su cuerpo me estaba hablando, y ahora me arrepiento.

—Entonces, ¿qué piensas hacer? —habla Chris, sacándome de mis pensamientos—. Justo ahora, tienes la oportunidad de arreglar esto.

Lo miro, me percato de que ve hacia el frente mientras se pone de pie y sigo su mirada para descubrir que todas las chicas caminan hacia acá desde la puerta del estacionamiento. Deisy, Juliana y Andrea, conversan animadas, Camila se acerca tomada de la mano con otra chica de su curso y Arya viene en último lugar, sola y con esa misma expresión de desconsuelo que me he dado cuenta, no la ha abandonado desde que discutimos.

La examino sin mover ni un pelo y ella también me ve intensamente. No sonríe, parece temer hacerlo y que yo no le devuelva el gesto, y creo que hace bien en pensar que es así porque no tengo voluntad ni para eso. 

Maximiliano también se levanta igual que Chris para recibir a sus novias y escucho que se saludan con entusiasmo, porque no despego la mirada de Arya ni por un segundo para ver lo que ellos hacen. Percibo la voz de Deisy, también emocionada cuando da los buenos días, y a Andrea reprender a Christian por llevar la camisa fuera del pantalón y no dentro como indica el reglamento.

Me hablan, pero no contesto, y me pongo de pie cuando veo que Arya continúa con pasos excesivamente lentos hacia nosotros. Todavía la miro y doy un paso adelante para encontrarme con ella, porque la necesito muchísimo, pero lo devuelvo de inmediato y sintiendo un peso que no puedo cargar en mi cuerpo ni me deja avanzar, me dejo caer de vuelta en el asiento con pesadez, derrotado, compartiendo su misma expresión hasta que cruza la puerta de entrada y la pierdo de vista.

Ni siquiera así puedo volver a respirar bien, pues el nudo que permanece en mi garganta desde aquel día me mantiene enfermo, y ahora me siento mucho peor por no ser capaz de seguir.

—¿Qué se supone que haces? —increpa Andrea, decepcionada.

No la miro, no contesto y solo me pongo de pie otra vez para ingresar al salón dejándolos a todos detrás. Ni siquiera yo sé qué demonios es lo que estoy haciendo.

__________________________________________________

¡Fin!

Na, mentira, todavía no es el fin, nos quedan dos últimos capítulos. 😂😭

¿Cómo te sientes después de leer este? Admito que boté unas cuantas lagrimitas, pero ya andamos bien y listos para el otro.

Espero que estés bien y eres libre de hablarme e insultarme por todo esto que dice acá, nos leemos. ʕっ•ᴥ•ʔっ

Continue Reading

You'll Also Like

121K 4.8K 41
Lara Ávila es una adolescente de 15 años que está a punto de empezar una nueva vida en la ciudad de Madrid. Su familia y ella se han tenido que mudar...
76.7K 4K 53
Eva, una talentosa fotógrafa en ascenso, y Jase, un apuesto modelo, se cruzan en una fiesta caótica donde Jase, tras beber en exceso, cuenta con la i...
52.2K 5.4K 37
La vida de Jayden no ha sido precisamente la que todo chico de 20 años lleva. Está destinado a lidiar con un tumor en el cerebro siempre, o por lo me...
59.9K 1.8K 49
"me gustaría ser más cercana los chicos del club, pero supongo que todo seguirá siendo igual, no?"