Meliflua

By xaturna

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¿Quién creería que un simple hashtag era lo suficientemente poderoso como para hacer que una escritora termin... More

ANTES DE LEER
E P Í G R A F E
P R E F A C I O
CAPÍTULO 01
CAPÍTULO 02
CAPÍTULO 03
CAPÍTULO 04
CAPÍTULO 05
CAPÍTULO 06
CAPÍTULO 07
CAPÍTULO 08
CAPÍTULO 09
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPÍTULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22
CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 24
CAPÍTULO 25
CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 27
CAPÍTULO 29
CAPÍTULO 30
CAPÍTULO 31
CAPÍTULO 32
CAPÍTULO 33
CAPITULO 34
CAPÍTULO 35
CAPÍTULO 36
CAPÍTULO 37
CAPÍTULO 38
CAPÍTULO 39
CAPÍTULO 40
CAPÍTULO 41
CAPÍTULO 42
CAPÍTULO 43
CAPÍTULO 44
CAPÍTULO 45
E X T R A
A G R A D E C I M I E N T O S

CAPÍTULO 28

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By xaturna

Pequeña meliflua.

Me removí cuidadosamente mientras contemplaba a mi compañero de habitación dormir, no quería despertarlo.

Exhalé.

Me costaba expresar la paz que me transmitía el verlo tan tranquilo, el pensar que ninguno de sus demonios lo estaría atormentando en ese momento y, el pensar que, eligió compartir sus horas de paz conmigo.

Bostecé.

Se veía tan lindo.

Apretó su abrazo y yo contemplé con deseo la puerta de mi habitación; necesitaba ir al baño.

Lo miré nuevamente. No quería despertarlo y no iba a hacerlo, seguro él tampoco lo haría si me encontrara durmiendo.

Sonreí.

A veces era tan malhumorado que me sorprendía verlo dormir sin el ceño fruncido.

Tenía unas pestañas tan lindas, y tenía el pelo tan desordenado, quería peinarlo con mis dedos hasta que cayera por su frente de lo lacio que estaría.

Sus labios rojizos estaban secos y un poco rotos, estaba segura de que no era por el frío

Finalmente el castaño abrió los ojos. Me observó por algunos segundos, adaptándose, y luego me dedicó una leve sonrisa; sin dudarlo ni un solo segundo se la devolví.

Liam se estiró a depositar un beso en la punta de mi nariz.

Me envolvió aún más en su aroma tan característico y en nosotros, porque estaba segura de que estábamos en él.

—Buen día— murmuró.

Me encantaba su voz a todas horas pero, su voz durante la mañana, tan ronca y serena, tenía el puesto número uno.

Al no recibir más que una sonrisa de respuesta volvió a acomodarse ajustando nuestro abrazo, subiendo una pierna a mi cuerpo y hundiendo su cabeza en mi pecho.

Llevé mi mano a su cabello y lo acaricié con suavidad por algunos segundos, el castaño parecía disfrutarlo.

—Tengo que ir al baño— susurré, como si alguien más nos estuviera oyendo, como si ese alguien pudiera romper nuestra burbuja.

Lo sentí sonreír en mi cuello y luego levantó su rostro hacia mí. Le sonreí y me senté, a Liam no le quedó mas opción que soltarme y eso hizo mientras, bromeando, me regaló una mueca de enfado.

Me levanté del sofá y me estiré. Habíamos dormido bastante apretados y mi cuerpo necesitaba respirar un poco, pero esas siestas no las cambiaría por nada.

Avancé hacia mi habitación y tras abrir la puerta le eché una última mirada a Liam; el castaño estaba con la vista fija en el techo y ambos brazos cruzados sobre su pecho, esperándome.

Sonreí inconscientemente.

En cuanto ingresé noté que algo no se veía habitual, no se veía familiar, y estaba en lo correcto. Había un papel un poco arrugado reposando en el medio de mi cama.

Esperándome.

Sin dudarlo lo tomé, para revisar. A plena vista noté que su estructura parecía un poema.

¿Lo habría dejado Liam mientras dormía?

"Aunque sueltes,
aunque trates de pretender,
aunque intentes creer
que no es tu culpa
ni tu responsabilidad,
vos sabés,
pequeña meliflua,
que en realidad
sí lo es.
Sabés que Inna
murió por tu culpa,
que tu madre
va a hacerlo también
y que,
hasta la muerte de desconocidos,
fueron gracias a vos.
Decime,
¿nunca temés?
Tan meliflua,
con tu mirada
y esa sonrisa,
tan meliflua
que siempre serás
mi inspiración."

Me encontré temblando, tal vez hasta estaba llorando; no podía pensarlo tanto.

Mi culpa.

¿Y ese texto cómo entró? ¿Yo? ¿Liam? Él estuvo conmigo.

No negué en lo más mínimo la caída de lagrimas, aunque tampoco creía poder evitarlas.

El poema tenía razón, siempre fue mi culpa.

¿Yo lo había inspirado? Yo lo había inspirado.

¿Quienes podían ingresar a este apartamento? Liam y yo, ¿no fue Liam? Él estaba conmigo.

Era mi culpa.

¿Por qué había estado ignorándolo? ¿Por qué estaba preocupada en banalidades mientras personas sufrían por mi irresponsabilidad? Estaba siendo una persona asquerosa, solo me preocupaba mí.

Volví a sollozar.

El poema tenía razón.

Inna se perdió por mi culpa, ¿por qué seguí haciéndome la tonta? Inna murió por mi culpa.

A pasos largos, y con la carta sobre mi mano sumamente inestable, salí de mi habitación entre lágrimas y sollozos.

—¿Mía?— la voz de Liam me obligó a acelerar—. ¿Qué pasó?— lo sentí acercarse y avancé aún más rápido—. Mía.

Llegué al pestillo de la puerta y corrí escaleras abajo, sin importarme el estar viendo nublado por culpa del llanto. Tenía que llegar a algún lado, aunque no sabía a dónde, solo necesitaba un poco seguridad.

Fui cómplice de asesinatos.

Maté a mi única amiga.

Llegué a la puerta de salida y la dejé cerrarse detrás de mí, antes de que Liam pudiera atravesarla; me había estado siguiendo y no quería hablar con él, tenía miedo. Liam no iba a entender.

—¡Mía!— volvió a llamarme.

Los edificios a mis lados se distorsionaban gracias a mi carrera y los colores se fusionaban ante mí, prefería centrarme en eso que en la realidad.

Visualicé la oficina de Emily y concluí que ese tenía que ser mi destino. Emily era quien me había estado ayudando y la primera persona hacia la que correría, luego de mi hermano, claro, pero él estaba a kilómetros.

Liam me detuvo sosteniéndome desde mi muñeca antes de que pudiera llegar a la puerta y me giró hasta quedar frente a frente.

Lo miré entre lágrimas.

El castaño tenía el rostro preocupado y el ceño fruncido. Llevó sus manos a mis mejillas y, con sus pulgares, comenzó a limpiar las lágrimas, como si eso las detuviera.

—Mía, ¿qué pasó?

Sentía muy complicado el contestarle entre sollozos.

A él también acababa de arruinarle la mañana.

—Emily— fue lo único que logré pronunciar.

—¿Te puedo ayudar?

La calidez de sus manos me llevó a cerrar los ojos y tomar un leve respiro, para relajarme, como solo Liam podía hacer.

Negué frente a él. No podía ayudarme.

Guié mi mano a una de las suyas en mi mejilla y enredé nuestros dedos, bajándola, para poder avanzar.

Observé como, lentamente, volvía a relajar su rostro, y caminamos hacia la oficina de la periodista; tenía que mostrarle, aunque ella también pudiera acusarme, e iba a estar en todo su derecho.

Volví a sentirme llorar y con la manga del saco presioné mis ojos para retener las lagrimas.

Llegamos a la puerta y apresuradamente le di golpes sonoros.

La pelinegra nos recibió con su característica sonrisa, pero esta se desvaneció al segundo de ver mi rostro, que probablemente estaba hinchado y rojo.

Miró a Liam con el ceño fruncido y luego, alarmada, me contempló a mí.

—¿Qué te hizo?

Cuidadosamente la periodista colocó su mano sobre mi brazo.

—No le hice nada— contestó Liam confundido.

—Le preguntaba a ella.

Me observó nuevamente.

No sabía muy bien que decirle, así que, de forma un poco brusca y apresurada, le extendí el papel arrugado que estaba entre mis dedos; ella lo tomó sin dudarlo ni un solo segundo y nos señaló el interior, invitándonos a pasar.

Avancé con Liam aún de la mano y nos apoyamos sobre un sofá, por otro lado Emily se sentó sobre su escritorio y comenzó a leer el poema luego de mirarnos de reojo.

Nuevamente noté que temblaba y observé a Liam, me daba vergüenza que volviera a verme en ese estado. Él, por su parte, contemplaba curioso las expresiones de Emily, seguro quería saber qué estaba pasando.

El castaño me miró nuevamente y, con su mano libre, volvió a limpiar algunas lágrimas de mis mejillas; luego se inclinó para recostarse sobre mi hombro, a mí me incomodaba, aún estaba temblando.

—Sea lo que sea lo podemos solucionar, Mía— murmuró para mí.

—No...

—Meliflua...— la voz de Emily me detuvo.

Nos mantuvimos nuevamente en silencio.

Liam tiró de mí para dejar nuestras manos sobre su pierna y allí comenzó a jugar con mis dedos, cruzándolos, moviéndolos y, noté que, cada tanto me miraba de reojo; trataba de distraerme.

Emily se levantó de un salto y regresé la vista a ella, aún con Liam sobre mi hombro.

La pelinegra se acercó a mí y dejó el papel cuidadosamente a un lado de mí. Me contemplaba tranquila, quizás hasta emocionada, pero luego suspiró.

—Primero que nada, no es tu culpa, no tenés porqué estar así— apuntó.

¿Ya era tarde para lamentarme, no, Emily?

—No tienes derecho a medir las tristezas de los demás.

Ante las palabras del castaño la periodista rodó los ojos.

—Es mi culpa, Emily.

Suspiré.

Ella frunció el ceño con enfado rápidamente.

—¿Vos hablaste con él y le dijiste que hiciera todo eso?

—No, pero...

—No hay peros— me detuvo—. Si inspirarse fuera una razón para acusarte cualquier autor de horror podría ser un criminal ya, de hecho tendrías que denunciarlo por copyright.

Sentí a Liam moverse detrás de mí pero continué con la vista fija en Emily.

Yo sabía que era mi culpa, ¿quién más había hecho llegar esas ideas a desconocidos? Exacto, nadie más que yo, porque yo las creé.

—¿Puedo leerlo?— habló Liam.

Volteé hacia él y observé su dedo sobre el papel. Miré a Emily, ella me contemplaba expectante.

—Hacé lo que quieras— murmuré.

Me regresé del todo a la pelinegra.

Realmente no perdía ni ganaba nada si el castaño lo leía, tal vez solo le iba a dar más lástima.

—¿Es una mierda que te hayan acusado así? Sí— la periodista continuó—. Pero es una oportunidad. Solo tenemos que descubrir cómo llegó eso a tu habitación y, en el caso de que no sea el asesino quien lo dejó ahí, al ver quién lo hizo nos acercaríamos, ¿sí?

Asentí hacia ella.

—¿Y como pensás descubrir eso?

Al oírme hablar ella miró cuidadosamente a Liam.

—Pensé en revisar las cámaras de seguridad— se tomó una pausa—. No creo que la falla pase por tu edificio.

Antes de poder contestarle la mano de Liam recayó sobre mi pierna y lo miré a él, me observaba con cautela.

—Yo te ayudo— formuló hacia la pelinegra, pero con la vista fija en mí.

La periodista quiso sonreír, pero lo que se estaba formando se desvaneció y frunció el ceño hacia el castaño.

—¿Tú qué sabes del tema?

Miré a Liam.

—Sé que hay alguien asesinando gente como si nada y que la vida de Mía parece estar en riesgo— replicó con el ceño fruncido.

Exhalé.

—Puedo hablar con Atrio— comuniqué.

—¿Quién?— cuestionó Emily, confundida.

—El detective que nos cruzamos hace un tiempo, sigo en contacto con él.

—No me dijiste nada...— apuntó y miré el suelo con incomodidad, ella lo notó—. ¿Confías en él?

—Sí.

—Bien. Llámalo— señaló mi celular.

Y así lo hice, pero el detective Atrio no contestó ni la primera, ni la segunda, ni la tercera vez que lo llamé; así que, con Liam a mi lado, me conformé con mandarle un mensaje explicando todo y, paralelamente, le reenvié los mensajes a mi hermano, quería que se sintiera orgulloso, que supiera que estaba haciendo algo, aunque fuera en medio del llanto.

Al cabo de unos cinco minutos, en los que los tres nos mantuvimos en un silencio bastante incómodo y yo trataba de calmarme, Atrio me llamó diciendo: "llego en diez minutos, espérame en la puerta".

Con Liam regresamos, pero Emily se mantuvo en su oficina porque tenía que hacer una nota sobre los clubes, ya que Mary se lo rogó o "iban a ser cerrados". Me parecía extraño que estuvieran siendo tan poco visitados pero, a la vez, comprendía que mis compañeros querían alcohol y dentro de una institución no iban a venderlo, mucho menos a menores.

—Pero no entremos.

Liam colocó su brazo frente a mi cuerpo en cuanto estaba por ingresar a nuestro edificio.

—¿Por?

—No creo que sea seguro.

No demoré mucho en asentir y nos sentamos en la vereda, esperando por Atrio.

Estiré mis piernas y suspiré mirando el cielo. Estaba tan cansada de esto, tan cansada de todo, pero no llegaba a cansarme de él.

Me centré en mi pierna que se sacudía nerviosa, sentía que era la única forma de evitar aquel temblor.

—¿Hace cuánto esto está pasando?

—¿Esto?

—Las muertes— murmuró como respuesta.

Elevé los hombros.

—Desde que llegué, creo.

—Tuviste que decírmelo— exhaló—. Si necesitas irte o quieres cambiar de apartamento, o lo que sea, yo puedo ayudarte, Mía. No lo dudes nunca.

—No voy a dejarte.

Le sonreí con levedad, pero seguro se veía falso con mis ojos irritados.

—Me voy contigo— murmuró.

—Está bien, Liam. No hay porqué irse.

—¿Tuvieron acceso al apartamento y no tienes miedo?

—¿Vos sí?

—¿Sí qué?

—¿Tenés miedo? ¿Querés mudarte?

Bufó.

—Mía Pepper.

La voz de Atrio nos alejó de nuestra conversación.

El detective se acercaba caminando a nosotros, relajado, con una mano dentro de su traje beige.

Me levanté con rapidez y sacudí la parte trasera de mi pantalón; noté que Liam me imitó al instante.

—Atrio.

Ante mi saludo asintió y luego contempló a mi compañero de apartamento.

—Él es Liam Kanu.

—El hijastro de la directora general— alagó sonriendo.

Observé al castaño tras ese comentario del detective, él sonreía con incomodidad, y yo entendía el porqué; seguro no le gustaba que, lo primero que señalaran de él, fuera el vínculo con la ex amante de su padre.

—Entonces, ¿qué ha pasado?

El detective se volvió hacia mí.

—Me desperté y habían dejado la carta sobre la cama.

—¿La tiene aquí?

Asintiendo se la extendí.

El detective sacó un guante de su riñonera y, tras ponérselo, sostuvo el papel frente a su rostro. Lo observó con cuidado, parecía que analizaba detalle por detalle, y yo realmente confiaba en que lo hacía.

—Lo han hecho con máquina de escribir— señaló hacia mí—. ¿Ve esos manchones de tinta?— asentí—. Son una falla, quien lo haya hecho no es muy experto, ni la tiene bien cuidada, seguro no pasa los treinta años— exhaló y guardó la hoja en una bolsita—. ¿Ingresamos?

Con rapidez asentí y avancé hacia la puerta de entrada, Liam iba tras nosotros.

Subimos piso por piso en completo silencio, ansiosos, o al menos yo. Atrio se veía relajado, seguro eso era rutina, y Liam, Liam se veía como Liam.

Agarré la tarjeta de mi bolsillo y la dirigí hacia la puerta.

—¿Esa tarjeta es la única forma de ingresar?— cuestionó el detective.

Miré a Liam antes de hablar.

—¿Sí?

—No sirve la duda, Señorita Pepper— replicó Atrio y guió su vista a Liam.

—Sí— confirmó el castaño.

Ingresamos al apartamento.

—Entonces, ¿dónde estaba la carta?

—En mi habitación— murmuré caminando hacia ella.

El hombre me siguió con confianza, como siempre; él parecía seguro de poder resolverlo y yo quería creerle.

Ingresamos los tres a la habitación y el detective se encargó de revisar mi closet, aunque no supe muy bien qué buscaba allí y, luego, reviso la ventana, pero estaba con cerradura.

—Es peligroso tener escaleras en cada ventana— comunicó Atrio.

—No creo que al construirlas hayan pensado en que habría algún demente entrando a habitaciones ajenas.

Ante el comentario del castaño tanto el detective como yo volteamos hacía él, nos miraba con indiferencia, ya casi sin dejes de preocupación en su mirada.

—Siempre la tengo trancada— comuniqué, desviando la atención nuevamente hacia mí.

Abandonamos mi habitación y, con el permiso de Liam, ingresamos a la suya. El detective nuevamente chequeó el closet y la ventana, no había nada que desencajara.

—¿Ambos tienen sus tarjetas?

Miré a Liam, yo tenía la mía en la mano.

El castaño no dudó ni un segundo en agarrar la tarjeta de su riñonera y mostrárnosla.

Atrio suspiró.

—O entraron por las ventanas de alguna forma, o les replicaron las tarjetas— suspiró—. Iré a ver si puedo conseguir huellas. Cuídese, por favor— se dirigió a mí.

Mi celular vibró cuando el hombre cruzó la puerta.

"Mañana habrá una prueba psicológica de cada alumno para promediar."

—————————-
Bueno, hoy tengo mUchas cosas para decir, así que espero que se pongan cómodas y cómodos.
Primero, probablemente ustedes no lo hayan notado, pero ya llegamos a 1k de votos y 6k de lecturas, y me hace demasiado feliz porque es mi primera novela y está teniendo bastante buen recibimiento, muchísimas gracias por eso<3.
Por otro lado (que es más de lo mismo), no se hacen una idea de lo mucho que amo sus comentarios lpm, generalmente me leen en el horario de clase y tengo que estar leyéndolos por abajo de la mesa, pero vale completamente la pena porque amo leer sus teorías y opiniones. Son parte muy importante de esto, por lo que adoro que estén así de presentes, aunque tal vez para algunos no sea para tanto<3.

Ahora sí, completamente por otro lado ajsja, les cuento que hice un booktrailer para el libro; me encantaría ponérselos acá, pero Wattpad no me está funcionando tan bien, así que me tuve que conformar con ponerlo en mi perfil (que se los dejo en los comentarios de este párrafo).

Además, el equipo de Bloom_Org me hicieron una entrevista en su apartado de "Entrevistas incómodas", es la entrevista número 12 y son, claramente, bienvenidos/bienvenidas e invitadas/invitados a pasarse por ahí si les interesa. Aprovecho a dedicarle este capítulo a Zapatito_14 , lastimosamente no puedo hacerlo directamente en el capítulo por los problemas de Wattpad, pero bueno ;).

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