Canela ©

By Karo_lovegood

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[COMPLETA]. La conocida teoría de los polos opuestos atrayéndose cierta vez toma poder en las relaciones, pe... More

Sinopsis
1. Un gran día
2. Es tu día
3. Piojo
4. No quiero un castigo
5. El idiota que ella dice que soy
6. Mi esencia favorita
7. No quiero ser más una niña herida
8. Ya no me odies
9. Cálmate, piojo
10. No puedo verla en todas partes
11. Estar enamorada de ese imbécil
12. No soy como él
13. No se trata de un juego
14. Es nuestra mesa
15. ¿Bailamos?
16. Está llena de sorpresas
17. Algo imposible
18. Pausa a tu juego
19. Canela
20. No gracias, Hestia
21. No es mi chica
22. ¿Nos llevamos bien?
23. Preocupada por la cuerda
24. Lo que sea por ti
25. Marcando territorio
26. Carterista
27. Esa cita
28. Tic-toc, linda
29. Hay otro chico
30. Lo admito
31. Yo siempre gano
32. Es fácil confiar cuando se trata de ti
33. Siempre vuelvo a pensar en él
34. Alguien se ha enamorado
35. Feliz navidad, Bonetti
36. Es la chica de la fiesta
37. Aida
38. Parte de la rutina
39. Eres la novia de mi hermano
40. Idioma Miller
41. "Quiero hablarte de algo"
42. Un fracaso
43. Naranja entera
44. Es su canción
45. Caramelo de ajo
46. No volveré a cruzarme en tu camino
47. ¿Mi novio?
48. Aliens, por favor, abdúzcanme
49. La copia exacta de James
50. Orgullo personificado
51. Maltrato animal
52. Supersticiones de abuela
53. Lunática
54. Ya tenías uno
55. Solo... un pedacito
56. Eres un osito panda
57. ¿Está soltero?
58. ¿Puedes abrazarme?
59. Es un mal chiste
60. Orangutanes cínicos
61. Te prometo que te quiero
62. No todo podía ser perfecto
63. ¿Mis ojos mienten?
64. Los planes para mi muerte
65. No puedo seguir engañando a ambos
66. Jugar a la casita
67. Su humor, mi enemigo
68. Su enamorado es Liam
69. Lo que ambos sentimos
70. Hay muchas formas de amar
71. Nuevamente lo detesto
Extra: Chrisand
72. Me haces daño
73. Jodidamente manipulable
74. Soy un títere
75. Sinónimo de dolor
76. No conozco de razones
77. Te quiero conmigo
78. Eres más que eso
79. Criadero de anfibios
80. Huele a canela, así como tú
81. Piezas similares de un puzzle
82. No estoy enamorado de ti
84. Un panda colgando de tus llaves
85. También el mar es muy cambiante
86. Que me pruebe lo que quiera
87. El final de nuestra canción
88. Tu apodo en mi café
89. Aún no termina tu día
90. Espinas en tu corazón
91. Será un reto
92. Ahora soy un egoísta decepcionado
93. Déjà vu
94. Uno, sin dejar de ser dos
Epílogo
Agradecimientos
Extra 1: Como el resto de tu vida
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83. No pienses que te esperaré toda la vida

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By Karo_lovegood

—No voy a mentirle a Amy, Liam, lo siento —sentencia mamá, derrumbando mis ilusiones sin remordimiento.

Suspiro y me dejo caer en la banca de la barra de desayuno, decepcionado.

En este momento me gustaría tener el poder de moldear mentes.

—No vas a mentirle, solo no le dirás la verdad —insisto, mirándola con ojos de cachorro abandonado y mostrando el mejor puchero que Ann me ha enseñado antes.

Reconozco que dejé de transmitir ternura hace muchísimos años, pero en este caso necesito poner todas las cartas sobre la mesa para conseguir que complazca mis desesperados deseos. Sé que es difícil, pero quiero intentarlo.

Mamá continúa negando por varios segundos en los que nadie dice nada, luego deja de verme y camina, moviendo tazones con diferentes aperitivos de un lado a otro en la cocina.

—¿Por qué no piden permiso como se debe? —pregunta, usando ese tono de análisis que parece venir arraigado a la maternidad, a la vez que extrae un tazón con frutas de la nevera. Toma algunas de ellas y deja el resto en su envase de plástico.

—¿Por qué te angustia tanto? —consulta papá, que ahora ingresa a la cocina con algunas bolsas negras en manos, mientras yo me levanto y camino hasta tomar un mazo de uvas que Anna dejó sobrantes en el cuenco y que colocó sobre la encimera.

Me regreso para sentarme en la banca de la barra, viendo a mamá recorrer la cocina con prisas y a mi padre extrayendo una caja blanca de una de las bolsas.

—Arya no sabe porque se supone que es una sorpresa, y me da miedo decirle a sus padres y que ellos no acepten porque es demasiado loco... Los necesito —persisto suplicante, Anna voltea y me ve con pena. Ya tomó su decisión, y sé que difícilmente cambiará de parecer—. De verdad quiero hacer esto... Vamos, mamá, solo será un día. Es tu amiga, ella te creerá.

La observo expectante durante esos segundos eternos que demora en contestar, todavía analizándome, luego ve a mi padre, comunicándose con la mirada. Solo me basta con verlos negar para saber que es todo. No cuento con su apoyo esta vez.

—Te amo, hijo, pero aprendí en mi adolescencia que esto de mentir jamás resulta bien. Habla con ellos y tu papá y yo te respaldamos, pero no voy a ocultar la verdad porque si algo sale mal, todos estaríamos en problemas. Me considero una mujer y una madre responsable —explica serena, con esa mirada comprensiva que siempre me muestra.

Alexander secunda su decisión y yo suspiro sonoramente, a la vez que dejo caer mis hombros con resignación.

Ella tiene razón, pero no quita el hecho de que tenía esperanzas de que esto podría resultar bien. Necesitaba esforzarme un poco para convencerlos.

Al menos lo intenté.

—Está bien, lo hablaré con ellos en un rato —aseguro con pesar, poniéndome de pie para abandonar la cocina luego de dejar las uvas a un lado.

La voz de mamá me detiene.

—Estoy segura de que aceptarán. Ellos también confían en ti, mi amor —habla para intentar tranquilizarme en vano.

Asiento como respuesta y me retiro a mi habitación, llevando conmigo la incertidumbre y los nervios. Sé que los Russo confían en mí, pero esto es más grande, es más que pedir permiso para ir al cine.

Me urge hacer esto y necesito que salga bien, tener el control de mis emociones se vuelve una tarea difícil entonces.

Subo las escaleras de dos en dos y me adentro a la habitación para descansar un rato en la cama, mientras reviso un libro al que no soy capaz de ponerle atención por más que quiera, porque tengo una idea que no me deja ni por un segundo.

Todo el día de hoy he estado ocupado, sin embargo, no he podido detener estas vueltas que me da la cabeza, que ahora usa toda mi imaginación para encontrar un modo de hacer pasar un buen cumpleaños a Arya. Y poder finiquitar el cronograma con detalles en mi mente me costó un poco de trabajo.

En la mañana ayudé a papá a limpiar el patio y pasamos bastante rato allí, porque él no quiso molestar al jardinero de confianza. Es navidad en pocas horas, y entiendo que el hombre debe estar compartiendo con su familia y sumergido en sus propios problemas y asuntos que ya de por sí se presentan en estas fechas, a pesar de que sabía que el señor aceptaría con gusto como lo hace siempre.

Yo no me molesté por trabajar con mi padre porque estas actividades las hacemos muy pocas veces y nos sirve para conversar solos, ya que generalmente él no tiene mucho tiempo por su trabajo y cuando hablamos, es juntos en familia.

Nunca ha sido un padre descuidado y jamás me ha puesto alguna excusa cuando necesito hablar con él sea el momento o la hora que sea, pero a veces evito molestarlo porque entiendo que puede estar cansado. Tampoco es que suela necesitarlo mucho y de cualquier modo, tengo a mamá. Sin embargo, no puedo negar que siempre me hace falta tener este tipo de contactos y estas conversaciones más profundas que él podría entender mejor que mi madre.

Durante esta mañana interactuamos bastante. Hablamos de cosas triviales, de fútbol, del abuelo, de nuestra presente tarea y más. También le pregunté con interés sobre su trabajo en el estudio jurídico y me respondió con mucho entusiasmo todas las interrogantes que le hice con respecto a esa profesión que le hace feliz desde hace tantos años. Él, por su parte, me habló de lo orgulloso que está de mí por el comportamiento que he tenido este último año, mis calificaciones que se mantienen y el buen desenvolvimiento de mis actividades extracurriculares.

Me sentí satisfecho de saber que no lo he defraudado.

Ver su cara de decepción siempre que hacía algo mal, realmente me dolía, por eso me propuse actuar con madurez. Me di cuenta de que no fue tarea difícil y de que ni siquiera tuve que esforzarme para conseguirlo.

En medio de nuestras conversaciones, también surgió el asunto de mi relación con Arya. Él se mostró muy interesado en saber si ya tenemos algo formal y no dudó en hacerme saber que está feliz por la elección que hice con respecto a ella.

Sonreí ante sus palabras y me detuve a pensar en ellas para darme cuenta de que en ese caso se equivocó. Pese a eso, no se lo negué y me guardé mi análisis para mí, más que todo porque en ese instante fue que comprendí. Sus declaraciones me ayudaron a percatarme de que yo jamás elegí a Arya. No digo que no la habría elegido nunca, al contrario, lo haría una y mil veces de saber que ella era tan especial, pero el asunto va más allá.

Es cierto que todo el tiempo me pareció preciosa, incluso desde niña, pero tomando en cuenta nuestra situación de siempre, probablemente jamás me habría acercado a ella aunque quería por temor a sus reacciones y ese odio que me profesaba. Yo siempre fui un cobarde, y lo fui incluso en aquel momento en el que no pude resistirme a sus labios, a esa necesidad de sentirla. La besé sin su permiso y así, me di cuenta de todo sin siquiera buscarlo. La quise desde entonces.

El asunto es que todo esto ha sido causalidad. Una cosa llevó a la otra porque así tenía que pasar y surgió todo esto que ambos sentimientos. Ninguno lo eligió, pero hoy estoy feliz de que las cosas se hayan dado de este modo.

No me arrepiento de nada, más que de todos los maltratos y los malos ratos que le hice pasar, pero sé que eso, aunque es algo que no dejará de pesarme nunca, no afecta nuestra relación porque ella jamás me lo ha reclamado y me ha demostrado que no es una persona rencorosa.

Otra cosa que la conversación con papá me dejó pensando, fue el tema de nuestra relación. No tenemos algo formal y en cierto modo me atribuyo la culpa. Ella ha estado con ese asunto hace semanas y aunque no dice nada ahora después de aquella respuesta sincera que le di en el río, sé que todavía no ha dejado de pensar en eso, la conozco demasiado bien y no necesito que me lo diga para saber que es así.

Sé que hace tiempo debí pedirle que fuese mi novia porque desde el principio supe que esto no sería para mí un juego, pero simplemente he decidido dejar que pase el tiempo y me arrastre consigo. Antes tenía miedo porque seguía sin saber cómo hacer las cosas y eso me detenía, pero ya hemos hablado muchas veces de que esto es algo que debemos hacer juntos y eso me llevó a decidir que ya esta emoción no determinará nuestro avance, no hay nada que me limite ahora.

Es por eso que en mi mente tengo planes bien estructurados con los que pretendo acabar con esto de una vez por todas, para finalmente darnos el inicio que ambos nos merecemos.

Ya no tengo miedo, y dentro de poco se lo demostraré.

Luego de limpiar con papá, mi madre y yo salimos al invernadero que ella frecuenta porque le urgía cambiar unas plantas y comprar un diminuto abeto para la habitación de Ann, porque la niña no dejó de insistir en que quería uno iluminado para su habitación.

Jamás me negué a ir porque siempre soy quien la acompaña, además, disfruto mucho de aquel bonito y fresco lugar. Mucho menos me arrepentí de ir al ver que de una forma extraña conseguí un regalo para Arya.

Durante el camino de regreso a casa estuve pensando muchas cosas con respecto a ella gracias a aquel objeto, y apenas llegamos, llamé a los abuelos para pedirles un favor de suma importancia. Cuando ellos aceptaron, reuní a mis padres en la sala para comentarles los planes que recién habían surgido en mi mente para el cumpleaños de Arya, porque tenía que pedirles su ayuda y autorización.

Evidentemente no se negaron, pero es cierto que no todo depende de ellos o solo de mí, y es por eso que tengo una conversación pendiente con los Russo.

No puedo negarlo, esto me angustia tanto como un posible rechazo.

—Mamá dice que es hora de irnos, sapito —anuncia Arianna, que se encuentra en el umbral de la puerta luciendo un vestido amarillo pálido que llega hasta sus rodillas.

—¿A dónde vas tan bonita? —pregunto, viéndola fijamente.

Ann se sonroja y sonríe con timidez, para luego pasar a examinar su vestido, mientras yo camino en dirección al sofá para tomar la bolsa en la que llevo los regalos de Arya.

—Sabes a dónde vamos, tonto —me recuerda con candidez. Su expresión se torna sombría al instante y se examina de vuelta—. ¿Te gusta, Liam? ¿Crees que me veo bien? Arya me ayudó a elegirlo —pregunta insegura.

Ya tiene casi nueve años, pero su inocencia sigo percibiéndola intacta.

—Estás hermosa, pequeña saltamontes —aseguro, acercándome a la puerta para besar su frente.

Mi hermana sonríe.

Volteo un poco para apagar la lámpara central de la habitación y salgo junto a ella, que ahora parece muy animada.

—Hoy no veremos a los abuelos. Es raro..., ¿no te parece? —consulta extrañada cuando gira para verme unos segundos.

Asiento, porque me parece que tiene razón, pero en realidad no lo percibo todo desconocido. No es la primera vez que esto pasa, sin embargo, sé que ella no lo recuerda porque estaba pequeña para entonces.

—Sí —admito—, pero hoy también será muy divertido. ¿No crees? ¿No quieres ir?

—Claro que quiero, sapo tonto. Arya iba a ponerse un atuendo muy bonito, quiero verla y ver cómo te pones al verla tú —comenta, provocándome una sonrisa por su tono ilusionado.

—¿Te agrada...? ¿Ella...? —le pregunto cuando llegamos al pie de la escalera.

Mi hermana me mira, luego sonríe antes de contestar, interrumpiéndome.

—Sí, ella me trata muy bien y la quiero. Me gusta que esté contigo porque también te trata bien y estás feliz. Mi papá dice que por ella a veces no eres tan fastidioso.

Me río, no tenía idea que que era una pesadilla andate para mi familia, pero no me quejo y sonrío una vez más, no solo porque me conmueven sus palabras, sino porque me gusta que haya cariño entre ellas. Las dos son importantes, y me complace que hayan establecido un vínculo tan pronto incluso con el resto.

Ambos nos encontramos a nuestros padres en la sala, mamá con un vestido rojo y papá viéndose formal siempre con una camisa azul rey. Los dos sostienen algo en sus manos y tras halagarnos, se encaminan hacia el exterior, donde está la camioneta de Alexander.

Durante el camino todos conversan animados y yo me mantengo en silencio, pensando en una manera de convencer a los Russo para que me permitan hacer lo que quiero con su hija, no encontrando nada, porque entiendo que puedan considerarlo algo descabellado y, además, me asusta su reacción. Eso me limita.

Cuando llegamos a casa de Arya minutos más tarde en los que no dejo de morder mi labio inferior, preocupado, tomo la bolsa con los regalos donde también llevo los nervios y desciendo al instante, aspirando una bocanada de aire apenas pongo un pie en el suelo para llenarme de valor.

Tomo el cuenco que mi madre me extiende con lo que creo que es un postre y espero a que todos estén listos. Mientras lo hago, me percato de que el auto de Ian y el de su padre están aquí, y sin que pueda evitarlo comienza a invadirme una sensación extraña.

Hace mucho tiempo Ian y yo no tenemos enfrentamientos de ningún tipo, más allá de las miradas duras que yo le dirijo y que, sinceramente, él no me devuelve. Más bien me observa con pena y no parece que mi presencia le desagrade ni siquiera en su casa, y eso me hace sentir un poco mal. Más por el hecho de que yo lo miro con rencor cuando él, además de no haberme hecho nada, tampoco me trata mal, y esa actitud solo me hace ver a mí que estoy actuando como un chiquillo inmaduro.

—¿Planeas quedarte afuera, hijo? —habla papá, extrayéndome de mis cavilaciones.

Le sonrío con vergüenza y vuelvo a aspirar aire que suelto al instante, con la intención de relajar mi cuerpo y alejar todas esas sensaciones que ahora no son convenientes.

Es diciembre, Arya ama esta época y yo espero que podamos pasar una buena noche, tener pensamientos negativos evitará que eso suceda.

Reacciono cuando veo a mi familia ingresando y los alcanzo. Estuve pensando durante varios minutos y no me percaté de que nos abrieron la reja y al otro lado del camino de laja nos espera Amy, despampanante con un vestido verde botella de cuello en uve con falda amplia y con el cabello castaño colgando hasta sus hombros en ondulaciones naturales ligeras. Su pelo es más lacio que el de Arya, pero el parecido es impresionante pese a eso, sobre todo en otros aspectos.

Ambas comparten ese pálido tono de piel, sus facciones delicadas, la forma del cuerpo es bastante parecida, aunque Amy está más formada, y la estatura es similar. También desprenden esa aura cándida que jamás las abandona y cuando sonríen, transmiten calidez.

—Hola, cariño —sulada Amy a mi hermana en medio de un abrazo, luego de inclinarse un poco para llegar a su altura por sus tacones negros.

—Hola, tía —contesta Ann con entusiasmo. Así le llama hace un tiempo.

Ellas se separan tras unos segundos. Arianna le hace entrega de la planta que mi madre compró en la tarde, que la señora recibe, y entra a casa. Amy procede a saludar a mis padres y luego de que los invita a pasar, se fija en mí.

—¿Tú no vienes, guapo? A Arya no le gustaría eso, ha estado muy contenta por esta reunión, repartiendo abrazos y besos. Y créeme, eso no es algo que pase a menudo en esta casa —cuenta, riendo del humor tormentoso de su hija.

Suelto una risita cuando ella termina y me acerco para saludarla también, agradeciéndole sin decirle por darme un motivo para fastidiar a mi futura novia.

—Buenas noches —saludo en medio del abrazo. De inmediato me separo para seguir—. Yo... eh... me gustaría hablar contigo y el señor Caleb, si... es posible —titubeo, ansioso.

Amy sonríe y se hace a un lado para dejarme paso.

—Lo hablaremos durante la cena, ¿te parece?

—B-bueno... es privado, y también me gustaría pasar una buena noche en la que pueda dejar de pensar en esto que no me ha dejado todo el día —aclaro, ella asiente al comprender.

—Entonces vamos a la cocina un minuto y hablemos.

Me dejo guiar por la mujer y sigo sus seguros pasos hacia la habitación que indica, donde se encuentra Caleb con Mariah, acomodando unas copas sobre una bandeja. Saludo a ambos, dejo el envase que me dio mamá sobre la encimera y luego de que la señora mayor nos deja privacidad, me adelanto a explicarles la situación con toda la seguridad que puedo conservar, con ellos poniéndome atención y asintiendo cada tanto, reflexivos.

—Sé que tenemos planes, pero esto no estropeará nada porque estaríamos de vuelta para la tarde —narro. Amy me mira con una sonrisa desde la banca y Caleb permanece más serio de lo que lo vi nunca, de pie igual que yo y con los codos apoyados en la barra. Trago grueso para seguir. Jamás me sentí tan intimidado—. Es seguro el lugar, tendré mucha precaución y puedo invitar a nuestros amigos si no están del todo conformes...

—¿Cuándo planeas hacerlo? —consulta el hombre, frenándome.

—Mañana temprano, a eso de las diez u once, cuando hayamos descansado lo suficiente —explico.

—No me convence del todo, pero confío en ti, en que tus intenciones son buenas, y sé que negarme no los detendrá —sentencia Caleb con un tono suave.

—No lo haré si se niegan, no voy a fugarme y po... —me apresuro a explicar, porque presiento que están interpretando mal la situación.

Amy me interrumpe.

—Se refiere a que esto del siguiente paso algún día llegará si están solos y con las hormonas revueltas. Sabemos que ambos están bien informados al respecto, así que no nos resta más que confiar en ustedes y en que actuarán con madurez —concluye comprensiva, haciéndome sonreír al instante, aunque incómodo por aquello que debe estar cruzándose por su cabeza, porque esa no es mi intención—. Asegúrate de que tenga el mejor cumpleaños para que no regrese amargada y cuídense, por favor —pide amablemente y sonrío de nuevo, porque eso no tiene que pedirlo. Siempre fueron mis planes.

Agradezco a los señores, le entrego la bolsa con los regalos a Amy para que los guarde por mí y abandono junto a ellos la habitación para dirigirme a la sala, donde se encuentran todas las personas. Mis padres conversan con el señor Paul y yo solo puedo ver la escena con sorpresa, porque James está aquí y no tenía idea.

Saludo a todos, veo que Ian me sonríe un poco y también hago lo mismo, aunque cohibido, y desvío la mirada hacia mi amigo cuando me siento nuevamente incómodo.

—James —llamo, él se gira a verme y se levanta del sofá para saludarme con su habitual entusiasmo—. No me dijiste que vendrías.

—Nos invitaron esta tarde, creí que Arya te lo habría dicho.

No lo hizo, pero tampoco tendría que hacerlo.

Asiento ante mi amigo y voy a hablarle, pero una fragancia que ya conozco y dos manos cálidas cubren mis ojos desde atrás, frenándome. Las tomo entre las mías, me descubro el rostro y la atraigo desde mi posición para pasarla delante de mí con sutileza ahora que James se ha ido para dejarnos privacidad.

—¿Por qué estás tan lindo? —inquiere juguetona, viéndome a los ojos con ese brillo que adoro.

—¿Por qué tú eres tan bonita?

Arya se encoge de hombros con petulancia y ya que lleva tacones, se empina solo un poco para dejar un casto beso en mis labios, incluso cuando creí que se sentiría incómoda por los presentes.

La examino cuando se separa y sonrío embelesado. Rara vez la veo usando vestidos porque no es algo con lo que se sienta cómoda, y ver que hoy lleva uno amarillo incluso me distrae, porque me encanta como se ve en ese color. Ella me gusta como sea que vista, pero mis sorpresas no puedo disimularlas.

—Estás preciosa —susurro, beso su mejilla y la tomo de la mano para unirnos al resto de los presentes en los sofás del salón.

La noche transcurre entre anécdotas e historias de todo tipo, incluído el terror, y ya que mis ánimos subieron porque tengo la autorización de los Russo para llevar a cabo mi plan, me permito disfrutar de cada instante en este ambiente que se siente tan cálido y familiar incluso con la familia Adams.

Mi amigo se integra bastante bien y ya entrada la noche, después de la cena, se lo ve conversando plácidamente con los padres de Arya. Aprovecho el momento en el que ella habla con mi hermana y Rugge y los examino a todos.

Me parece increíble que James pasó años de soledad injustamente y aunque él siempre se veía alegre, sé que aquello era más que todo una faceta. Ahora sí lo veo feliz, bien integrado a su familia y creciendo profesionalmente como siempre lo mereció. Incluso se convirtió en muy buen amigo de su hermano, el cual capta mi atención cuando se posiciona a mi lado en el sofá minutos más tarde.

—¿Podemos hablar? —consulta sosegado y lo miro.

No tengo idea de qué podría hablar conmigo, pero está siendo amable y yo soy decente, así que accedo poniéndome de pie, no sin antes disculparme con Arya, que nos observa y sonríe con orgullo.

Camino junto a Ian hacia el jardín delantero y al llegar, con las manos en los bolsillos de mi pantalón, espero que hable, cosa que no le toma mucho tiempo.

—Creo que pocas veces he hecho esto, pero debo y quiero hacerlo. No solo por Arya, también es por ti y por mí... Te debo una disculpa, Liam —articula seguro y asiento, pero lo dejo continuar sin decir nada—. Pensaste que intenté fastidiar todo entre ustedes hace tiempo porque la quiero, pero la verdad es que no es así. Cuando Arya me aclaró que sentía algo por ti, me hice a un lado, y si tuvimos problemas después es porque creí que tú la estabas dejando muy mal. No es nada personal, solo... ella siempre ha sido como mi hermana y odio verla de ese modo, espero que lo entiendas.

—Lo hago —aseguro serio, porque es la verdad.

—Y por eso actué de tal forma aunque sabía que no estaba bien para ninguno, no me justifico. Me porté como animal sin escuchar o informarme antes, y con eso le hice daño también... Sé que eres buena persona, que le haces bien y que la quieres de verdad, y yo amo verla feliz. Eso es lo importante, y creo que una manera de mantenerla a ella así es intentando llevarme bien contigo. La verdad es que no me caes tan mal —murmura lo último con una sonrisa burlona y me río.

Me agrada que él piense en su bien y creo que tiene razón, así que accedo, porque también me encanta verla feliz.

—Tampoco me pareces del todo insoportable —digo para molestarlo. Ian ríe un poco—. Estoy de acuerdo, para ella es importante, y la verdad no me pesa intentarlo. Me agradan las personas justas y sinceras, y lo eres... También me disculpo por todo —añado con sinceridad, tendiéndole la mano que él toma para estrechar, luego de asentir con la cabeza—. Empecemos de nuevo, estoy seguro de que sí funcionará bien.

Ian asiente otra vez y luego de conversar un par de minutos más, juntos nos disponemos a volver al interior. Me doy cuenta de que Arya nos espera sonriente en la entrada y el chico también lo nota, por lo que apresura la marcha y se adentra, después de susurrarle algo al oído.

Arya me mira y con una seña me hace detener en mi lugar, para luego caminar a pasos seguros hacia mi ubicación y abrazarme, rondeando mi torso y entrelazando sus manos en mi espalda baja.

—¿Por qué viniste? ¿No tienes frío? —consulto, porque lleva los brazos y piernas descubiertas. Me aparto un poco para verla a los ojos sin separarme del todo.

Ella ríe.

—Tenía que ver que no se estaban matando. ¿Está todo bien?

—Está todo genial y a mí me encanta verte en amarillo.

—Lo sé —presume, sonriendo altanera.

Ruedo los ojos. Ahora entiendo lo fastidioso que me veo en esa faceta.

—Te tengo noticias —informo entusiasmado, aferrándome a su torso también—. Mañana nos iremos temprano. Todavía quieres venir, ¿verdad?

—Todavía me encantaría ir —confirma, antes de dejar otro pequeño beso que yo me decido por alargar, sujetándola con mayor firmeza para que no se aparte de mí, hasta que necesito respirar y me alejo un poco. Ella sigue—. Yul me dijo que estaban por llegar, también por eso vine, para recibirlos contigo... Me alegra tanto que estés aquí.

—Porque te encanto y no puedes vivir sin mí, ¿verdad?

—No seas tan presumido, Bonetti, la caída te dolerá cuando tu nube se deshaga y te des cuenta de la realidad.

—¿Cuál es esa realidad? Me asustas... —bromeo y ella sonríe levemente, pero veo que su expresión se endurece antes de que me interrumpa, después de exhalar un suspiro.

—He estado pensando últimamente en nosotros... —dice, ahora sonriendo con nerviosismo—. Liam, quiero pedirte yo algo esta vez, es con respecto a lo que tenemos. Lo medité mucho y estoy segura de que esto es lo que quiero. Quiero que...

—¿Todavía con eso? —pregunto, intentando evadir el tema sobre el que sé que hablará, porque quiero hacerle esta petición de otro modo y no puedo detenerme por más tiempo si ella lo plantea ahora.

No quiero hacerla esperar, pero tampoco estropear mis planes.

—Sí, Liam, todavía con eso... —expresa, separándose un poco con una mezcla de molestia y decepción. Yo la detengo para que no se aparte—. Es que...

—Eso no es lo importante justo ahora, Arya, ya te lo dije.

—¿Por qué no quieres? ¿Por qué no te importa?

—Me importa, amor, me importa mucho —afirmo entre asentimientos—. Solo creo que este no es el momento para que lo hablemos porque tenemos a nuestras familias allí dentro, no tenemos la privacidad que la situación amerita y...

—Eso es una tontería. ¿Cuál es el momento entonces, según tú? Si te importara no le darías tantas vueltas. ¿Acaso te avergüenza? —pregunta con voz trémula, recelosa. Y aunque no debería, no puedo evitar reír, cosa que evidentemente le molesta—. ¿Qué es lo que te causa gracia de todo esto?

—El hecho de que pienses que me avergüenza estar contigo. No podría estar más orgulloso de tener todo a tu lado, de ti, de hacerte feliz y de que me sigas haciendo feliz a mí. Te adoro, ¿lo entiendes? Te adoro muchísimo y eso no cambia porque no nos demos un nombre en este instante —explico con serenidad, paciente, pero esto no es suficiente para ella, que ahora sí se separa y da media vuelta para volver adentro, molesta. Yo la detengo—. No te enojes, Arya —suplico, logrando hacer que me mire de nuevo.

—Es que me haces sentir tan insegura —musita con voz queda.

Me doy cuenta de que sus ojos se cristalizan y la abrazo, porque no es lo que quiero.

Quiero pedírselo, no quiero que se sienta insegura o tenga miedo o dudas y su expresión me debilita, pero me esfuerzo por continuar firme en mis planes.

—No debes estarlo, porque te he demostrado lo mucho que te quiero. Sé que esto te importa y también a mí, pero no es el momento ahora. Dejemos pasar esta noche, ¿sí? Quiero hacerlo bien y darnos el tiempo que merecemos para que resulte bonito como lo mereces. ¿Estás de acuerdo?

—No importa el momento, no interesa cómo, cuándo o dónde, sino quién, y ese eres tú. Esto es lo que quiero para nosotros —argumenta, pero niego.

Tiene razón y también sé que ella es la persona, pero claro que importa el momento y eso es lo que estoy procurando hacer agradable aunque los nervios me consuman. Sin embargo, no me da tiempo a responderle, porque el sonido de mi celular acompañado de un silbido desde el exterior, me lo impide. Es Max, que viene con Juliana.

—Por favor, dame un poco de tiempo —suplico. Arya asiente con resignación tras soltar un suspiro pesado y sonríe un poco—. No te angusties, Canela, pronto te demostraré que no tienes motivos para dudar —aseguro, dejo un corto beso y nos separamos para esperar a nuestros amigos, que ya atravesaron la reja y caminan hacia nosotros.

—¿Por qué se besan en público? Molestan a los solteros —increpa Max, burlón.

—Están solteros porque quieren —replico, girando un poco para verlo tras tomar la mano de Arya, que ríe por mi comentario.

Max rueda los ojos y Juliana aprieta los labios hacia adentro con vergüenza.

Saben de lo que estoy hablando.

—¿Ian está aquí? —pregunta la pelinegra, acercándose a su amiga para evadir el tema que evidentemente le incomoda.

Como si no supiera ya que han compartido más de un beso esta noche.

Arya me mira una última vez, sonríe cohibida y suelta mi mano para encaminarse al interior con Juliana, entrelazando sus brazos antes de iniciar la caminata.

—¿Qué ocurre? La veo apagada —interroga mi amigo.

Lo miro de vuelta, él se ve despreocupado, con las manos dentro de los bolsillos de su chaqueta negra.

—Todavía ese tema que le pesa. Me aguanté mucho para no hacerlo ahora, Max —murmuro.

Maximiliano me palmea el hombro, invitándome a entrar a casa, lo cual hacemos.

—Solo espera un poco más, todo saldrá genial. ¿Tienes su regalo? —inquiere y asiento sonriente. Solo imagino la cara de Arya cuando lo vea—. Entonces no te preocupes, sabes que ella es paciente y lo entiende. ¿Tienes en cuenta la paciencia que te ha tenido toda la vida?

Lo sé, pero últimamente no me parece que esté tranquila en este asunto y yo tampoco lo estoy. Aun así, no digo nada y solo lo acompaño al interior en silencio.

Espero que el tiempo pase pronto para acabar con esto antes de que los dos acabemos locos.

Cuando ingresamos, veo que todos saludan a Juliana con entusiasmo y abrazos cálidos, incluso mis padres y hermana, que ya la conocen. Max también se separa y procede a hacer lo mismo.

Mi mirada sigue a Arya, que también me ve con una sonrisa apagada y hace que se me revuelva todo en el estómago.

Me estoy arrepintiendo de esperar tanto, pero mi convicción debe ser mayor.

Me acerco hasta ella, que se mantiene de pie detrás del sofá donde nos encontrábamos minutos atrás, con las manos sobre el espaldar de este, y rodeo su cintura con mi brazo derecho.

—No me gusta que estés así en navidad, se opaca tu belleza —susurro. Ella reacciona con una tímida sonrisa—. Perdón, solo te pido que me esperes un poco más porque quiero hacerlo diferente cuando menos te lo esperes. Esto también significa mucho para mí, no me iré de tu lado y no...

—Lo entendí, Liam, lo entiendo —contesta, interrumpiéndome—. Pasemos una increíble noche hoy, pero no pienses que te esperaré toda la vida.

Trago grueso por esa amenaza, pero asiento con lentitud aún en medio de mi estupor. Arya ríe estruendosamente por mi reacción y besa mi mejilla, para luego empujarme con la intención de integrarnos al grupo. Nos ubicamos en el sofá de vuelta y nos sumergimos también en la conversación.

Ya cerca de la media noche, la familia Adams se despide y se marchan, no antes de que yo hable con James sobre el plan en el que todos ellos participan.

Arianna ya se ha dormido para entonces y mis padres me miran, comunicándome con la mirada que también debo despedirme, pero no lo hago.

—Me quedaré un rato más, pa, y me iré con Max —informo, pero él niega.

—Eso no es algo que decidas tú, no estás en tu casa —argumenta.

Caleb ríe a sus espaldas e interviene, ahora ubicándose a su lado.

—Ya habíamos hablado de eso, Alexander, no te preocupes. Ellos se van a quedar si lo permites, me parece que tienen planes y también tienen dónde dormir —añade mirándome y asiento, confirmando la información.

Supongo que eso de los planes lo comunicó Arya, porque yo no tenía idea.

Papá me mira con los ojos entrecerrados y luego asiente, otorgándome el permiso que ahora más que nunca necesito, porque no le he entregado el regalo a Arya.

—Conoces las reglas, y procura estar en casa antes de que Arianna despierte; sabes que esto es importante para ella —sentencia y afirmo, haciéndole ver que entendí sus palabras, porque también era algo que tenía en cuenta—. Si hace algo indebido, no dudes en hacérmelo saber —habla ahora a Caleb.

—Tu hijo es un gran chico, hombre, no te preocupes —contesta el castaño.

Papá sonríe, luego me mira y me atrae en un incómodo abrazo de lado.

—Lo sé, sé que lo es, pero jamás está de más prevenir. Compórtense los dos y mucho cuidado —ordena, dirigiéndose a Max y a mí, que volvemos a afirmar con hartazgo.

Me despido de mi mamá también, le recuerdo unos cuantos favores muy importantes que me prometió para la mañana siguiente y vuelvo con los chicos, que ya se despidieron de mi papá y ahora me esperan en la sala.

—¿Y Ruggero? —pregunto al ver que no está.

Max es el que contesta.

—Fue a buscar a Judith y las botellas que escondió para que ahora sí empiece la verdadera fiesta.

Exhalo un bufido, pero riendo por esa exclamación a la que le añade un ridículo baile.

Me asusta un poco el desastre que eso supone, pero no voy a cohibirme esta noche.
___________________________________________________

¡Ratón! Espero que estés teniendo un bonito día. 💚

¿También quieres golpear a Liam? Arruinó los planes de Arya. JAJAJAJ. No debería reírme, pero en serio me da risa la pobre criatura.

Seguro que todo es por una buena causa. 

Por cierto, en multimedia dejé otro meme de Liam (de todas las veces que Arya aceptó salir con él). Cuando lo vi, pensé en mi bebé celebrando. 🥺😂

Ya vengo con el proisimo. ◖⚆ᴥ⚆◗

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