ADAM - en edición.

By JohaNightmare

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El tormento de no saber que pasara es, quizá, una de las peores emociones que podremos experimentar como indi... More

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NOCHE.
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TÉ.
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PRUEBAS.
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LANA.
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33.
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PRESENCIA
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36.
ACÁ Y ALLÁ
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40.
41.
TE AMO.
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43.
44.
45.
IRSE

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By JohaNightmare

PDV de Adam

—Entonces tenemos un trato. Un placer hacer negocios con su empresa, no le voy a mentir, pero estábamos bastante sorprendidos que nos haya atendido en persona después de tantas llamadas rechazadas, estoy seguro de que su padre está orgulloso del hombre de negocios en el que se ha transformado— me levanté de la silla y volví a abotonar mi saco, asentí con la media sonrisa que hacía falta para despedirlo de mi vista— le haré llegar mis últimos acuerdos por medio del abogado de la empresa. Estamos en contacto, señor Blair.

Ricardo extendió su mano para ser interceptado justo a tiempo por la de Victoria, no podía soportar ni un solo momento más dentro de estos muros. — Siempre es un placer lograr tratos importantes con hombres como usted, Ricardo. ¿Los acompaño a la puerta o quizá quieran tomar un café antes de dejar la torre?

Ni corta ni perezosa Victoria guió a Ricardo y su abogado hacia las puertas de madera de la sala en la que estábamos; quería vomitar, la cabeza me iba a 100km por hora, apenas podía respirar, habían sido las dos horas y quince minutos más largos de mi vida, en algún momento dejé de escuchar y le deje todo a Victoria, sabía que era competente y quizá la persona más capacitada para cerrar el contrato, por mi parte, me había limitado a mirar el horizonte o las uñas mordidas del abogado de Ricardo, sin duda la tenía difícil el pobre, la empresa de Ricardo se estaba cayendo a pedazos hace más de dos cuartiles, la única razón por la que se había accedido a enlazarse con ellos era por los doscientos trabajadores que dejarían en la calle si decidían tirar abajo sus bodegas del muelle. Y vamos, que quizá ayudar a sus trabajadores con una mejor situación laboral no me afectaría ni un poco.

— Vaya, no le paraba la boca, am I right?

—Ni me lo digas, no he escuchado la mitad de las santerías que ha dicho, así que bloqueé su voz hace una hora.

—Me di cuenta, tremendo cabrón eres, me dejaste a mí sola, parece que me hayas dejado una bolsa de carne en traje en lugar de un Adam—tomó asiento frente a mí— ¿estás bien? Estás rojo como tomate.

—No es nada, necesito aire.

—La oficina está a 24 grados centígrados, ¿quieres más bajo? —me levanté con pesadez de la mesa —, bien, entonces nos vemos para cenar, ¿no?

Asentí.

PDV de Emily.

La robusta espalda de Drew emergía y volvía a desaparecer bajo la cristalina agua de la piscina, no sabía qué decirle después de ayer, lo había preocupado tanto que me sentía apenada por haberlo hecho cuidar de mí, me había levantado escaza media hora atrás y me sentía aún mareada, Marissa había servido el desayuno como todos los días y me había reprimido por comer tan poco, como todos las mañanas anteriores. Había ingerido la mayor cantidad de comida posible, pero no podía forzarme a degustar el desayuno, me sentía tan mal, extrañaba sentirme normal, de verdad que lo extrañaba, no tenía duda al respecto, intentaba convencerme cada día de que todo volvería a la normalidad en pocos meses, pero cada día se me hacía más difícil que el anterior, no podía tomar un baño sin pensar: carajo quiero quedarme en la tina hasta que se acabe el año. Extrañaba mi casa, mis amigos, el sonido de los pajarillos fuera de casa, y más que a nada en este mundo, extrañaba a mi padre, extrañaba oler las especias de su pan recién horneado, el crepitar de la madera cuando las goteras la hinchaba y caminaba sobre ellas para llevarme el desayuno, extrañaba escucharlo quejarse por las mañana porque me he olvidado de apagar la bombilla del baño, extrañaba tanto verlo y poder reírme con él, olvidar las deudas, olvidar que mamá no estaba con nosotros pero que siempre estaba con él.

— ¿Estás bien? No has dicho nada desde el desayuno. — Las finas gotas iban siendo secadas por la tela de la blanca toalla que reposaba en las manos de Drew, caían de su cabello y desaparecían más allá de sus brazos. — ¿Te sientes mejor?

La preocupación que siempre reflejaba Drew era la cosa más reconfortante, no es que Adam no lo hiciera, pero Drew sabía cómo quedarse ahí, cómo darte espacio y al mismo tiempo ofrecerte las palabras justas para que pudieras sobrellevar lo que te acongoja; después de anoche no dejaba de mirarme por el rabillo de sus castaños ojos, en espera de una señal de que me sentía peor que nunca.

—Me siento mejor, Marissa me ha preparado jugo para tomarme las medicinas.

—Ya, ¿quieres hacer algo? Tengo que hacer mis rondas como todos los días, pero quizá puedas estar conmigo, si no tienes algo más que hacer.

—No me vendría mal recorrer los extensos terrenos verdes de Adam. —Tiró su toalla en dirección mía—, te acompaño, voy a ponerme unos tenis y vuelvo, ¿sí?

—Va, te veo en diez minutos.

El sonido de una llamada entrante inundó el pasillo por el que me encontraba caminando, la cara de Adam iluminó la pantalla, no sabía en qué momento había presionado el teléfono verde de contestar.

¿Ems?

— Adam, h-hola, ¿cómo te ha ido hoy?

—Mejor de lo que esperaba, Victoria ha tenido que ser quien hable, no sabes lo odioso que puede ser estar con sujetos que en mi vida trataría.

—Mmmh, algo así como yo contigo, ¿no?

Dejó salir una pequeña risa. —No pareces estar tan incómoda cuando estamos juntos.

Guardé silencio, Adam había empezado a hablar en otro idioma y podía escuchar voces y sonidos de oficina en el fondo, parecía sacado de una película, pero siendo sinceros, mi vida en estos meses parecía digna de un drama mal escrito por un show mexicano.

— ¿Ya has comido hoy, castaña?

—He desayunado apenas, ¿y tú?

Otra vez el mismo sonido. —Voy camino a desayunar, hay una cafetería cerca que sirve waffles y otras cosas así, ¿estás durmiendo bien?

—Claro, como princesa.

—De eso no tengo duda, te he visto dormir. Uhm, ¿te llamo antes de la cena? Tengo que colgar, te quiero.

El sonido de la finalización de una conversación telefónica me dejo en completo silencio, pero habían bastado esos 30 segundos de escuchar su voz para sentirme un poco mejor. Lo extrañaba ya, extrañaba sentirme en un hogar cuando estaba en sus brazos, escuchando su corazón latir con nerviosismo en su pecho, extrañaba ese aroma a libro viejo y menta, extrañaba sentir que lo que estaba viviendo tendría un final y Adam estaría ahí conmigo.

Fije la vista en el par de zapatillas que yacían en el suelo, habían estado conmigo desde el último momento que pise mi casa, hasta el infierno que viví con Garden y ahora, figuraban a lado de mi cama, limpias pero exhaustas de su propia existencia, jamás pensé estar comparándome con un par de snickers pero, quizá era lo más cercano a cómo me sentía en este momento. Sorpresivamente no lo odiaba.

—Quizá es un sueño y Adam no existe, quizá sigo encerrada con Garden, o diez metros bajo tierra y nadie sabe de mí.

—Lo dudo mucho— el miedo en la voz de Drew invadió la habitación y me rodeó con un cálido abrazo—, eres más real de lo que crees, no puedo rebobinar el tiempo y evitar lo que te pasó, pero puedo estar aquí contigo, no podré borrar los recuerdos, pero puedo estar para ti cuándo y cuánto me necesites.

Por segunda vez en meses, me quebré en los brazos de Drew; y, carajo, se sentía bien llorar con él, sus brazos no dejaban de rodearme, y no quería que lo dejara de hacer, no quería sentir que estaba sola en esa inmensa casa, en esta inmensa vida. Sus manos acariciaban mi cabello con cuidado y no dejaba de mecerme.

— ¿De esto tenías miedo?

— ¿Está mal admitirlo? —Negó sin decirlo— entonces sí. Y tal vez es estúpido, pero a veces espero que todo esto sea un sueño y para cuando me levante, todo haya sido solo una macabra creación de mi cerebro. Incluso si eso significa que Adam haya sido sólo parte del sueño y su rostro solo esté impreso en mis memorias porque le he visto en algún anuncio o noticia.

PDV de Drew

Emily caminaba a mi lado, aún tenía los ojos hinchados y las marcas de sus uñas seguían al rojo vivo en mis brazos, se había aferrado con tristeza a mí, quería sentirse segura de que lo que tenía a su alrededor era real; las plantas de sus pies tocaban el pasto con delicadeza, se había detenido un par de veces a observar el lugar en el que se quedaba plantada, o simplemente a ver las pequeñas flores de león que nacían cerca de la muralla de ladrillo rojizo.

— ¿Podríamos salir a cenar?

— ¿Juntos? —Asintió— sí, claro, ¿tienes algo en mente?

—Quizá comida china, no lo sé aún.

—Te puedo llevar a dónde gustes, eso lo sabes, así que tú pídelo e investigaré cómo hacerlo posible.


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