35.

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ADAM'S PDV

Emily sujetaba con seguridad el volante mientras conducía libremente por el carril más rápido, llevaba puesto un suéter viejo, que no tardé en reconocer como mío, y un pantalón holgado de mezclilla, eran las 6:40 de la tarde y había decidido que los papeles que debía revisar hoy podían esperar hasta las 8 o 9, quizá hasta las 11; quedaban alrededor de treinta o cuarenta minutos para llegar a la casa y Emily aún tenía planes para mí, su plan final consistía en subir al techo y tender un par de almohadas para ver la noche un rato.

Posé mi mano sobre su pierna y dando un respingo, sonrió.

— ¿Quieres que prepare algo de cenar? — negué en silencio—, podrías empezar con los pendientes que tenías, no quiero que tu trabajo se acumule, tienes suficiente con mis molestias.

—Si fueras molestia, hace tiempo te hubiera encerrado en tu habitación, tonta.

La vibración de mi teléfono hizo que quitara la mano de su pierna y me dedicara a escuchar al asesor de finanzas por el resto del camino, era tedioso escuchar esto por tanto tiempo cuando mi respuesta era la misma, siempre.

(...)

Tomé la mochila de Emily junto con las toallas que había llevado a la playa con nosotros y tiré de ellas antes de que las protestas de la Castaña empezaran a llegar a mis oídos, reí mientras corría en dirección al pórtico de la casa.

—Iré a calentar agua para café, ¿te lo llevo a tu escritorio? —pronunció en cuanto se introdujo a la casa.

—Me parece bien, iré a bañarme de nuevo, y después iré a mi oficina, tómate un descanso para comer o quemar la casa— golpeó mi hombro antes de responderme con sarcasmo.

—Ahora mismo lo hago—se acercó a mí y sacudió los pocos casi no existentes granos de arena de mi cabello, fije la vista en sus labios, y supongo que al notarlo, hizo lo mismo.

Quería besarla más de lo que quería el café, pero no quería arruinar el momento tan sereno que estábamos teniendo.

—Ahora te llevo tu café— se alejó sonriente de mí, como si hubiera leído mi mente—, no te bañes, todavía es temprano.

Y desapareció detrás de las paredes; ¿por qué no le tomé por la cintura y la besé?

Idiota que soy.

(...)

Giré a la última página del contrato para corregir los últimos detalles; la puerta de madera se entreabrió y Emily apareció sonriendo, en sus manos estaban dos tazas.

— ¿Puedo...?—asentí en contestación.

Caminó despacio hasta dejar una taza en mi escritorio pero lejos de los documentos que tenía, me levanté al momento que ella se recargaba en la fina esquina de madera, imité su pose y un rubor me recorrió el cuerpo al recordar que hace más de un día había besado a Emily de forma inimaginable sobre este mismo escritorio; pareció notarlo antes de tomar otro sorbo de café.

—Si lo haces de nuevo mancharás el suelo con café. —reí con fuerza al notar la valentía con la que había dicho eso.

— No parecías haberte negado.

—Tal vez no, pero tú eres el único que se está ruborizando aquí—me presionó con su hombro de forma juguetona—, ¿te gustó el café?

Mi taza yacía vacía entre mis manos. —Un 3.5/5.

Bésala.

Tomé asiento de nuevo mientras Emily continuaba tomando de su taza, tenía la mirada puesta en el oscuro firmamento que se alzaba ante sus ojos tiernos y brillosos; quería estrecharla entre mis brazos hasta que se quedara dormida, su aroma a lavanda me dormiría consecutivamente, y entonces seríamos sólo dos cuerpos unidos en un abrazo.

ADAM - en edición.Where stories live. Discover now