17.

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Emily había tomado mi suéter como almohada y descansaba pacíficamente cubierta con la manta de emergencias.

―Déjame ver si entendí bien, ¿nos conocíamos?

―Algo así, jamás nos vimos, pero estaba celoso de ti.

― ¿Celoso de mí? ― Emily rió nerviosa mientras se acomodaba la manta―sólo era un niña. Tenía nueve años como mucho.

―Yo tenía catorce, así que debías tener como ocho, te gano por seis años, ¿recuerdas? ―apagué el cigarrillo contra la madera―, recuerdo que cuando mi padre me dijo que debía ir a esa estúpida casa, me negué rotundamente, pero, cuando escuche el nombre de tu padre, sentí que era una obligación ayudarlo.

―Te pagaré lo que gastaste por mí― dijo poniéndose sería e incorporándose.

―Pagamos en dólar, no en nuestra moneda nacional Emily.

Tomé el resto del cigarrillo y lo tiré fuera de la casita, una llovizna caía silenciosa.

―Te pagaré―declaró seriamente―, no me importa si es en dólar, te daré mi riñón si es necesario.

Negué con una sonrisa y tomé la manta de sus piernas, la pasé por mis hombros y me acurruqué, empezaba a hacer frío y no teníamos lo suficiente para no enfriarnos.

― ¿Deberíamos volver a la casa? ― frotó sus brazos y abrazó sus rodillas―porque sinceramente no me sé el camino de vuelta.

―Sin luz estamos perdidos Emily― tiré de la cortina desgastada y mohosa en un intento de que el aire frío fuera menor―, además, no quiero ver a mi madre por ahora.

Emily asintió y se hizo bolita, su cuerpo temblaba ligeramente, ¿por qué no me pedía la manta? Tenía el suéter y podía tener la manta, lo cual significaba que estaría más calientita que yo. Porque, ¿qué estaba usando ella? Yo tenía la camisa de manga larga, la térmica abajo y otra camiseta delgada que me protegía del frío.

― ¿Qué estás usando Emily?

― ¿Ropa?

―Eso lo sé tonta, ¿qué estás usando exactamente?

Emily frunció el ceño. ―Mi suéter, unos lindos jeans, una camiseta floja y bueno, lo que normalmente uso de ropa interior.

― ¿Tu camiseta es dos tallas más grande? ―asintió con una sonrisa― ¿y crees poder soportar la noche con sólo eso si me das mi suéter?

―No lo sé, creo que sí...

― ¿Sí o no? ― Emily rodó los ojos.

―No.

―Me voy arrepentir de esto durante meses― comenté divertido mientras me sacaba las camisetas y las dejaba a un lado― sácate el suéter y la camiseta.

Emily abrió los ojos sorprendida ante mi petición, y casi al instante comenzó a tartamudear y sonrojarse, al final- cuando yo comenzaba a temblar ligeramente- logró articular.

― ¿Para qué tengo que quitármelas? ― preguntó aferrándose más a sus rodillas.

Adiviné sus pensamientos y antes de que algo más pudiera surgir en su mente cuestioné:

― ¿No crees que si quisiera acostarme contigo buscaría una mejor manera de coquetear contigo que sacarme la ropa? ― el frío comenzaba a calar― ponte mi camiseta térmica y la delgada sin mangas, dame tu camiseta y mi suéter. Me estoy congelando, dámelas.

―No mires― dijo girándose y sacándose el suéter mientras yo me debatía si girarme o no, al final lo hice― ahí está― la ligera tela cayó sobre mi hombro.

ADAM - en edición.Where stories live. Discover now