Amelie Moore y la maldición d...

By siriusblack33

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Hasta sus once años, Amelie fue una chica muy normal... o creyó serlo. Por más asombroso que parezca, ella t... More

Sinopsis
Advertencia
El día en que todo cambio
Más allá de la plataforma 9 ¾
Sexto año
Volar en escoba, por Amelie Moore
Entre cazadores y capitanes
-NotadeAutora-
¡GUERRA!
El enigma de la mujer de la fotografía
Zorras por Francia
Las tres D
La mejor no cita del universo
Programa de infidelidades
Baile de pociones (Parte 1)
Baile de pociones (Parte 2)
Gwenog Hera Moore
Compañeras de cuagto
-NotadeAutora-
Pica-pica
Lily Evans
Séptimo año
Jamelie
Jodidas debilidades
Bufandas para el frío
El plan
La asquerosa mariposa del amor
Otra vez... ¡¿Qué?!
Visitas inesperadas
Los Weasley
Si ella lo dice...
Por ti
La trágica historia de una patética pelirroja friendzoneada
Desde James
Tercera, la vencida
El clásico
Chicles de sandía (Parte 1)
Chicles de sandía (Parte 2)
Epílogo
Albus Potter y la maldición de los Potter
One-Shots
PLAGIO

Vacaciones de mal genio

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By siriusblack33

La foto en multimedia es Paris Peyton.

*****

-Y... ¿Tu color favorito?

-Verde, ¿El tuyo?

-Emm... azul. Sí.

Amelie sonrió. Le gustaba hablar con él, no tenían muchas cosas en común pero sabía hacerla reír. Estaban sentados bajo un haya junto al Lago Negro, el sol se asomaba por entre las ramas de los árboles, arrancando destellos cobrizos al cabello de Liam.

Aún quedaban algunas horas para disfrutar de Hogwarts, antes de subir a bordo del Expreso escarlata para volver a casa, de vacaciones de Navidad.

-Podrías pasar unos días en nuestra casa, ya sabes, si quieres. Estoy seguro de que Kyle estaba por invitarte, espero que digas que sí. Me encantaría verte de nuevo.

Por más que no lo planeo, Amelie se sonrojo y Liam le sonrió de lado. Vaya que era atractivo. Pero, de pronto, arruinando el momento, sonó un estruendoso ruido, seguido de un intenso olor a huevo podrido y basurales.

Habían lanzado una bomba fétida y Amelie no necesito ver para saber quién era...

-¡JAMES SIRIUS POTTER! -Aulló, mientras comenzaba a lanzar hechizos a diestro y siniestro:- ¡Calvario! ¡Tallantalegra! ¡Inmobilius! ¡Levicorpus! ¡Expelliarmus! ¡Petrificus Totalus! ¡Desmaius! -Antes de volver a lanzar otro hechizo, vio como el brillante haz de luz roja que emanaba su varita no se perdió de vista como los demás. Esta vez, había chocado contra algo.

¡ZAS!

Amelie pudo ver como el agua del Lago Negro ascendía sin razón, como si una criatura invisible se hubiera dado una zambullida. Definitivamente, había sido a causa del hechizo de Amelie, ella había acertado a golpear a aquel ser sin partícula a vista.

Temerosa, pero decidida, se acercó hasta las orillas del Lago en el lugar donde había sido la caída. Tanteo sobre las aguas hasta que al fin dio con algo tangible. Era suave, como una tela. La retiro con su mano.

La criatura que había provocado el estruendo se hizo visible. Bah, no era una criatura. Aunque por momentos podía parecer un muy estúpido troll, era una persona como cualquier otra.

Lo que Amelie había retirado, ahora estaba en su mano: era una gran capa de tela fina. Hasta una persona de dos metros podría cubrirse con ella. Su dueño estaba frente a ella, con los lentes redondos colgándole de una sola oreja y con su pelo azabache tan indomable como siempre. Seguía recostado en el piso, carcajeándose por más que el ridículo parecía él mismo: había sido pillado en su "brillante" broma, la mitad de su cuerpo estaba embarrado en la duna a orillas del Lago Negro y, la otra mitad (de la cintura para arriba), estaba mojada por haber caído a las aguas.

-Podría haber corrido rápido al castillo y nunca se enterarían que era yo. Pero no pude evitar huir sin ver sus caras de asco y susto. Así mismo preciosa, no sé qué tanto te molestan las bombas fétidas, si Wood huele peor que una. -Explico en tono despreocupado, mientras señalaba a Liam.

El muchacho se levantó de su lugar, dispuesto a golpear a James pero, con un movimiento de varita, Amelie volvió a sentarlo. La pelirroja se agacho hasta la altura de Potter y, sin más, le dio vuelta la cara de una cachetada.

-No me llames preciosa -gruño.

Se encamino hacia el sendero de vuelta al castillo con Liam a su lado, contoneando sus caderas al son de su coleta. Desde lejos escucho como James se quejaba y lanzaba amenazas:

-Tienes suerte de que Lily no haya estado aquí, ¡Te lanzaría unos mocomúrcielagos que te harían llorar! Oh, y eso porque no sabes de Rose... ¡Sabe hacer unos pajaritos impresionantes que te harían jirones la ropa!

Amelie fingió no escucharlo. Sabía que Lily Luna, la hermana de James, no sería capaz de hacerle nada. Pero Rose...

-Vaya, que hombre -comento Liam con sarcasmo-. Te acusa frente a su prima y hermana. Parece querer hacerte daño y tan solo eres una chica.

Le gusto que Liam insultara a James, pero lo odio cuando dijo que "tan sólo era una chica", como si una mujer no fuera lo suficientemente inteligente como para enfrentarse a los hombres... ¿Que se creía?

Luego de un par de minutos, Liam Wood y Amelie Moore llegaron a la sala Común de Gryffindor para sentarse en el sillón frente a la chimenea y continuar platicando sobre sus cosas en común. Pero, repentinamente, Kyle atravesó corriendo la entrada de la Dama Gorda y, sin ninguna explicación, arrastro a Amelie hasta el cuarto que compartían.

-Pero, ¿Qué haces?

Kyle cerró la puerta y se volteo hacia su amiga.

-Mi primera razón es que pasas demasiado tiempo con mi hermano -Verdad. El último mes no hacía más que hablar con el... ¡Pero como amigos, eh! Estaban conociéndose durante las prácticas de Quidditch y fuera de ellas-. Y mi segunda es que debía contarte algo. Ya sabes, sobre eso de James que me habías contado...

No necesito que explicara más. Amelie ya sabía de qué hablaba: le había contado a su mejor amiga todo lo que había pasado con James aquella vez en el despacho de McGonagall. Sobre los abuelos de James y como el azabache le había demostrado, con un guiño, que se encargaría de molestarla.

Molestarla, sí. Pero no como cualquier persona común: con cumplidos. Es como si intentara conquistarla.

Claro que, ese último pensamiento se le fue por la borda cuando escucho lo que su amiga tenia para contarle.

-Lo vi hablando con Paris Peyton. Ya sabes, la Ravenclaw de cuarto curso.

Ya. No tenía nada de malo que James hablar con una chica, pero con esa chica... Tal vez Hua no lo había visto, porque si no, estaba segura de que estaría aquí con ellas, llorando como desquiciada.

Paris Peyton (como Kyle bien dijo) era una Ravenclaw de cuarto curso. Carismática, inteligente y guapa. No era la típica mina que andaba con todo el mundo, pero tenía millones de pretendientes. Lo que llegaba a provocar que muchas chicas la odiaran.

El problema estaba en que James nunca tenia amigas, le era imposible. Y, si hablamos de aquella chica, una de las más guapas de todo Hogwarts, era más que obvio que las intenciones de James no llegaban a ninguna de amistad. Amelie estaría a salvo, Potter no la molestaría.

-¡Vaya! ¿No es algo pequeña para Potter?

-Son solo dos años, Am. Además, no olvides que eso te conviene. ¿Ahora quieres que te moleste?

-Oh, emmm... ah, no. -aseguro Amelie, no muy convencida. No tenía idea de porque era así, pero alguna extraña partícula misteriosa de su raro y muy poco convencional cuerpo deseaba que James la molestara. No se lo diría a Kyle, claro. Por nada del mundo.

La única diversión antes de subir al tren fue que los primos Weasley se enteraron de que Roxanne (la hermana de Fred) era novia de Frank Longbottom. Todos se desquiciaron. James Sirius y Hugo Weasley se encargaron de acorralar a Frank contra un árbol y obligarlo a beber Veritaserum. En verdad, tenías que ser muy valiente para estar junto alguna chica Weasley o Potter, porque ninguno de sus primos te dejara respirar en paz. Pero, para su suerte, Frank había respondido correctamente a todas y cada una de sus preguntas que le formularon.

Roxanne tenía a alguien que la amaba en serio.

Luego de todo aquel revuelo, lo alumnos tomaron asiento en el expreso de Hogwarts.

Amelie se sentó junto a Scorpius Malfoy; y Kyle y Dominique junto a Albus Severus Potter.

No pasaron más de unos pocos minutos, que Rose Weasley abrió la puerta corrediza. Venía con una sonrisa de oreja a oreja que se borró instantáneamente al observar los ocupantes del compartimiento. Con paso enfadado se retiró y cerró la puerta con un estruendoso golpe.

-¿Que le ocurre? -Inquirió Kyle.

-Oh, no es contigo, es con Amelie -informo Albus en tono despreocupado, mientras trataba de hacer su corbata. Dominique lo ayudo.

-¿Que le hice yo? ¡Actúa como si le hubiera robado su novio!

Albus, quien ahora estaba muy enfrascado en ver como Dominique hacia nudos en su corbata, abrió la boca luego de un bostezo:

-Pues, en realidad, tienes... ¡Ay! -se interrumpió abruptamente luego de que Scorpius le diera un puntapié-. Ya, ya, ya. No diré nada ¿Contento?

Scorpius asintió solemnemente.

-Ustedes me ocultan algo y juro que adivinare qué.

Enfurruñada, Amelie salió del compartimiento, al pasillo del tren. ¿Que haría ahora? ¿Buscar a Hua? Y si, si no le quedaba otra...

Y, lamentablemente, sabía perfectamente donde podría estar su amiga. Mientras el tren traqueteaba por la campiña, caminó hasta el compartimiento más alborotado y con más chicas a su alrededor. Definitivamente, los merodeadores tenían que estar allí.

Y no se equivocaba.

En lo que si fallo, fue en que su amiga no estaba. En su lugar, abrazada a James, había una muchacha de ojos avellanas, largas y rizadas pestañas y muchísimas cantidades de pecas alrededor de sus pómulos prominentes y nariz respingona. Sus rasgos físicos eran delicados, sus labios eran finos y rojos naturales, haciendo contraste con su pálida piel. En su cabello pelirrojo tenía una larga trenza cocida.

Paris Peyton.

-¡Eh, hola Moore! -Saludo James alegremente, con el brazo que no estrechaba a Peyton-. Quiero que tengas en cuenta que sigues siendo mi pelirroja favorita.

Paris parecía incomoda, se removía en los brazos de James tratando de zafarse y evitaba la mirada de Amelie. El resto de los merodeadores se reía.

-¡Eres un descarado, Potter! -Grito Amelie señalándolo con el dedo índice-. ¡Tu novia es Hua y andas paseando de aquí a allá con esta... con esta...

Trataba de buscar la palabra correcta, hasta que Fred sugirió:

-¿Zorra?

-¡¡¡ESO!!! -Grito Amelie, ahora señalando a Fred. El resto de los merodeadores estallaron en risas, pero James se puso repentinamente serio. Paris seguía sin verla.

-Retráctate, Moore. Controla tu mal genio. Paris es solo una amiga.

Sin más, algo avergonzada, Amelie salió del compartimiento, preguntándose porque tuvo que enojarse con Albus y Scorpius en un principio. No volvería con ellos, era orgullosa. ¿Y ahora qué haría?

Como su salvación, Louis apareció en el pasillo, gritándole a la señora del carrito que compararía todo.

Sin preguntar, entro al compartimiento de su amigo, en donde estaba (gracias a su suerte) solo Emily Grant.

-¿Ranas de chocolate?

Louis introdujo todo el carrito dentro del compartimiento. Devoraron todas las ranas de chocolate en un segundo, al igual que las tartas de calabaza. Al final, solo quedaron las grageas de color gris, negro, amarillo, verde oscuro y todas aquellas que tenían sabores sospechosos.

-¿Dominique y Kyle? -Pregunto Emily, extrañada de que Amelie no estuviera con sus amigas, mientras tomaba, por equivocación, una gragea de color gris con rayitas verdes. Hizo una mueca de asco-. Calcetín en un pantano de putrefacción.

Louis se carcajeo tomando su mano con el estómago, mientras Emily enrojecía de la vergüenza. Lo golpeó la cabeza, provocando que su amigo callara repentinamente.

-¿Pantano en putrefacción?

-Oh Ammie, es que a Emmy le gusta decir palabras inteligentes.

Emily lo miro con gratitud y Louis le sonrió con sinceridad. Ambos se quedaron mirando por unos segundos, hasta que Amelie se removió incómoda en su asiento.

-Ah, Am. ¿Qué paso con ellas? -Volvió a preguntar Emily, sonrojada hasta las orejas. Louis no se inmuto, seguía comiendo como todo buen Weasley.

-Oh pues, con ellas nada. Me pelee con Albus y Scorpius, me ocultan cosas.

-Sabes que son así -replico Louis.

-Ya. Pero me molesta, yo también soy su amiga. Y, para colmo, salí a buscar a Hua al compartimiento de los merodeadores y... ¡Adivinen quien estaba!

-¿Paris Peyton? -Pregunto Louis distraído, mientras Amelie lo miraba asombrada. Nunca creo que adivinarían.

-Emm, sí. Y he perdido los cabales. La llame zorra -Emily soltó una risita-. No puedo creer que este engañando a Hua.

-Los he visto todos estos días solos, ya no me parece sorprendente que estén juntos. Sabes que James es un mujeriego. Además, no iba a durar mucho con Hua. Ella no es pelirroja.

-¿Y qué tiene que sea pelirroja? -Pregunto Emily... ¿Enfadada? No. Celosa.

Pero al parecer, solo Amelie lo noto.

-No es eso Emmy. Tu eres preciosa y no eres pelirroja -la mencionada se sonrojo-. Ufff... y Annabeth es perfecta y no es pelirroja. Rubia, con lindo cuerpo, con buenas te...

-¡Basta ya, Lou! Concéntrate y no seas repugnante -lo reto Amelie con una mueca de asco, mientras que Emily hervía de furia.

-Bueno, la cosa es que decimos que tiene que ser pelirroja porque los Potter tienen una clase de... Maldición. Siempre se casan con pelirrojas.

Emily asintió solemnemente, tratando de procesar lo que decían, mientras Louis continuaba:

-Hua es rubia. Paris pelirroja. Creo que James está enamorado de ella. Es lo más posible.

Amelie estaba desconcertada. La maldición era verdadera. James gustaba de Paris... ¡Woaw! Al parecer, Teddy se había equivocado todos estos años: Paris era su cuñada, no Amelie.

-¿James Potter enamorado? ¡Ja! -se burló Emily.

-Ya Emmy, es en serio. Yo lo creo así y muchos de mis primos también. Menos Fred. Él es el único que no cree que James guste de Paris. Y debo admitir que puede que sea posible que él tenga razón. Es decir, Fred es quien más conoce a James. Además... -pero se interrumpió y largo un suspiro, como de cansancio.

Los tres se quedaron en silencio unos minutos. Existía la posibilidad de que James no gustara de Paris, y solo podías creer en aquello si confiabas en la amistad que tenía Potter con Fred. Y, a decir verdad, si Amelie tenía que apoyar alguna de las suposiciones, apoyaría la de Fred. Sabía muy bien cuan unidos eran ambos primos.

Ahora, Amelie no creía en que James estuviera enamorado de Paris, pero sabía muy bien que todo era muy extraño. Tal vez, solo era una de sus nuevas conquistas.

-Fred te dijo algo más, ¿Verdad? -Inquirió Emily observando fijamente a su amigo. Louis volvió a suspirar pesadamente.

-Si... ¿Cómo lo notaste?

-Te conozco más que a nadie.

Amelie los contemplo... harían buena pareja.

-Les diré lo que dijo Fred -admitió Louis dándose por vencido-. Pero no digan nada. En serio. Jure que lo mantendría en secreto.

-Ya. Dilo ya.

-Me dijo que creía imposible que James gustara de Paris, porque, según él, hace ya tiempo que el corazón de su querido primo esta comprado.

Ambas chicas se miraron. Parecía un chiste.

-Si el corazón de James ya tiene dueña, ¿Porque sale con tantas chicas? Si fuera así, saldría tan solo con quien le gusta.

-Quien sabe, tal vez no le correspondan.

-¡Vamos! -exclamo Emily- ¡¿Quién no le corresponde?! ¡Todas lo adoran!

-¿Ustedes van tras él? -Ambas chicas negaron- ¿Lo ven? Aunque no lo crean, no son las únicas. James Potter tiene un amor no correspondido. -Termino su explicación en un tono misterioso y una sonrisa maliciosa.

La plataforma 9 3/4 estaba repleta.

Los alumnos se amontonaron precipitadamente en el pasillo, en cuanto la locomotora llego a su destino. Golpearon a Amelie con un par de maletas y la pisaron un par de pies, pero al final pudo salir de todo el alboroto para ver a sus padres. Nieves, su madre, lucia su sedoso cabello rubio en una coleta. Se veía mucho más joven de lo que era y sus ojos esmeraldas revelaban alegría. Lee, su padre, también estaba allí. Su cabello pelirrojo, al ras, no llamaba la atención (como en otros lugares) al estar junto a todos los Weasleys. También estaba Gwenog, quien se encargaba de ignorarla olímpicamente. Sus padres se habían encontrado con los Potter y Weasley.

Un hombre de avanza edad, con manchas de vejez entre sus pecas, se acercó a ella. Tenía un rostro bondadoso y, por el poco cabello que le quedaba, Amelie pudo darse cuenta de que era pelirrojo. Tenía unos carismáticos lentes de marco redondo y una sonrisa deslumbrante para su edad. Estiro su mano, esperando a que Amelie la estrechara. La muchacha lo hizo.

-Arthur Weasley. Un placer Amelie, me han hablado mucho de ti.

-Oh, un gusto conocerlo señor Weasley.

Debía ser abuelo de los primos Weasley-Potter. Y no se equivocó. Albus se acercó a ella y le rodeo los hombros con su brazo. Amelie trato zafarse, seguía enojada con él, pero pensó que sería de muy mala educación, al menos frente a Arthur.

-Ella es de padres muggles, abuelo.

-¿En serio? -El hombre parecía emocionado-. Algún día deberías traerla a la Madriguera, Albus. Sería bueno que alguien me enseñara a poner la tableta en silencio.

-Tablet, abuelo. -corrigió.

-Sí, sí, sí, eso -indico haciendo aspavientos con sus manos, restándole importancia-. Molly se queja del sonido de mis juegos y me obliga a apagarla.

-Tú también lo harías. Maldito el día en que a Harry se le ocurrió tal regalo -Replico una señora regordeta de sonrisa sincera. Pronto se dirigió a Amelie, quien seguía abrazada por Albus-. Hola querida, soy Molly Weasley, abuela de los chicos y esposa de Arthur. ¿Ustedes son novios?

Amelie negó rápidamente y Albus retiro su brazo, sonrojado. La señora abrió la boca para volver a hablar, pero Harry Potter la interrumpió.

-¡Am! -saludo-. Espero que este verano vayas a casa.

Amelie se sintió mal. Recordó que Harry la había invitado a ir cuando quisiera a su casa. Lo había olvidado. Hubiera aceptado, claro. Pero había quedado con Liam y Kyle.

-Oh, perdone señor Potter, pero he quedado con los Wood.

-No te preocupes, estoy seguro de que algún día podrás venir. Me asegurare antes para la próxima -Sonrió amablemente y saludo a sus hijos.

Amelie aprovecho ese momento para ir con sus padres. La estrecharon en un cálido abrazo, mientras Gwenog se limitaba a mirarlos.

Tanto en el mundo muggle como mágico, las vacaciones de invierno duran tan solo dos semanas. Amelie las había distribuido muy bien. Pasaría la primera semana junto a su familia y la segunda junto a los Wood, que habían sido muy amables en invitarla.

Los primeros siete días pasaron tan lentos como aburridos. Gwenog presento a su novio Nico, quien era demasiado simpático para ella. Había que admitir que Gwenog era muy linda, pero su carácter arruinaba todo. Por eso Amelie estuvo pasmada al ver que había conseguido tan lindo y amable chico.

Pero fuera de eso, no hubo nada lejos de lo normal. Comieron pavo y recibieron regalos el día de Nochebuena pero, el resto de sus días, Amelie se dedicó a leer y disfrutar de la privacidad de su cuarto.

Al séptimo día, armo las maletas. La casa de los Wood era gigante. Ambos padres habían jugado al Quidditch luego de egresar de Hogwarts. El Puddlemere United los había contratado para ser sus cazadores y, aunque ambos se conocían de hace mucho, cuando llegaron al equipo comenzaron a salir.

La madre de Kyle, Katie Wood (de soltera, Bell) la recibió con galletas de chocolate y una sonrisa de oreja a oreja, mientras que el saludo de Oliver, el padre de su amiga, fue un:

-¿Juegas al Quidditch?

Según lo que Kyle y Liam le habían explicado, Oliver había sido capitán en la escuela y uno de los mejores guardianes en la historia de Hogwarts. Se había sentido totalmente decepcionado cuando Liam no fue capitán y aún más cuando Kyle admitió que odiaba el Quidditch. Oliver solía tener algunos arranques de mal genio cuando jugaban algún partido en el jardín trasero de la casa, como: "¡Mete ese punto o muere en el intento!" o "¡No me importa que la escoba te tire, con tal que atrapes esa Snitch!".

Realmente daba miedo, aunque las galletas de chocolate de Katie solían ayudar a calmarlo.

Exceptuando todo aquello, las cosas con Kyle marcharon bien, nada nuevo ni diferente, a veces solía levantarse con un brillante estado de ánimo, como también podía levantarse con más ganas de morderte que una Acromántula.

Y con Liam, marchaba estupendo. No tenían tanto tiempo para hablar, dado que casi nunca estaban solos, pero a Amelie le parecía encantador. Solo había dos errores en él: era perfeccionista y machista. Puede que no se le notara mucho, pero muchas veces tenía tantos ataques de mal genio, como su padre, con respecto al Quidditch o las criaturas mágicas. Un día, Amelie se confundió a un Ridgeback Noruego con un Colacuerno Húngaro y pareció que Liam, en cualquier momento, se desmayaría. Puede que ambos dragones no sean muy parecidos, pero a decir verdad... ¿A quién le interesa eso? A Liam, solo a Liam. Tenía un cierto aprecio por la materia de Cuidado de Criaturas Mágicas. Planeaba, al igual que Dominique, viajar a Rumania junto a los dragones una vez que egresara de Hogwarts, es decir, a finales de este mismo año.

El sexto día de Amelie en casa de los Wood, Katie y Oliver parecían algo atareados y ocupados. Limpiaban todos los muebles de la casa y pedían orden. La señora Wood se había encerrado en la cocina desde temprano a la mañana y aun no había salido. Al parecer, estaban por recibir visitas, pero eso no lo sabían ni Amelie, ni Kyle, ni Liam. Era una "sorpresa".

Amelie acomodo todas sus pertenencias e hizo la cama en la que había dormido. Kyle seguía profundamente dormida y, aunque su amiga la llamaba de todas las formas posibles para que despertara, ni se inmutaba. Su padre paso tranquilamente por en frente de la habitación de ambas chicas, que mantenían la puerta abierta, dio una mirada de soslayo, sin importancia, y siguió caminando. Pero solo tardo unos segundos en volver sobre sus pasos, preocupado.

-¡KYLE WOOD! ¡TE LEVANTAS YA!

El sector de Kyle parecía extraído de otro planeta en comparación a toda la casa. Había ropa por aquí y por allá, tanto sucia como limpia. Un calcetín gris (blanco en un pasado) con ramitas verdes, pendía de la punta de su guardarropa y un sostén descansaba sobre el escritorio. Pero eso era lo más normal.

-Amelie, gracias por acomodar. No te hubieras preocupado por hacer tu cama, eres nuestra invitada.

-No hay problema, señor Wood.

-Bien... emmm, si quieres ve abajo con Liam, a la sala de estar. Hasta que Kyle acomode.

Amelie obedeció sin rechistar. Al fin tenía un tiempo a solas con Liam.

La sala de estar era la primera habitación que observabas en cuanto entrabas a la casa, es decir, que allí estaba la puerta con que conectabas a la calle. El muchacho estaba sentado frente a la chimenea, con su celular y unos auriculares en sus manos, cambiaba de música constantemente. En silencio, sin llamar su atención, Amelie se sentó junto a él. Liam sonrió carismáticamente y se sacó uno de los audífonos para dárselo a su amiga. Se lo coloco en la oreja, corriendo uno de sus cabellos pelirrojos y descanso su mano en la mejilla de Amelie.

Estaban increíblemente cerca. Cada vez más. Cerraron los ojos. Unos pocos centímetros y...

-¡¡¡BUENOS DIAS FAMILIA WOOD!!!

Fabulosas visitas. James Sirius estaba tras ellos, sonriendo de oreja a oreja, fingiendo inocencia. Detrás de él, llegaban todos los Potter y algunos otros invitados. Dominique también estaba con ellos, la segunda en llegar, y, completamente enojada, golpeo a su primo en el brazo con una fuerza excepcional.

-¡Pero si serás idiota! -Espeto- ¡Lo arruinaste! Se veían tan lindos juntos. -sonrió con aire soñador, como si fuera el regalo más grande del mundo. Liam y Amelie se ruborizaron.

Albus y Scorpius fueron los siguientes y, al parecer, también los habían visto. Pero, a diferencia de Dominique, felicitaron a James.

-¡Gracias hermano! Eres grandioso cuando no te pasas de idiota.

Y, como cereza al postre, llegaron Fred y Louis Weasley... ¡¿Por qué los Weasley-Potter tienen la costumbre de alojar tantos niños en vacaciones?!

Pero, para suerte de Amelie, ni Harry, ni Ginny y ni Lily Luna llegaron a ver lo que ocurrió. Aunque, el señor Potter enarco una ceja al ver todo el corro que había alrededor de Amelie y Liam, parecía sospechar.

Oliver llamo a todos a comer y explico el motivo de la visita: un partido amistoso de Quidditch. A decir verdad, no era mala idea, aunque a Amelie no se le hacía raro pensar que correría sangre. Es decir, James y Liam se detestaban, pero al mismo tiempo, tenían algo en común: eran sumamente competitivos. Tanto como el señor Wood.

El pollo con salsa de naranja de Katie fue una delicia, por no hablar de la tarta de melaza. Pero no se pudo decir que fue una comida tranquila: James se la paso molestando a Amelie.

-¡Psss! ¡Psss! -La llamaba, pero ella lo ignoro. James le pego una patada por debajo de la mesa.

-¡Ay! ¿Qué carajo quieres, Potter? -Pregunto en un susurro, tratando de no interrumpir la conversación de los demás. Se habían sentado uno frente al otro, en el extremo derecho de la mesa y a la única que molestaban era a la pequeña Lily que estaba sentada entre medio de ellos, escuchando sus conversaciones, en la punta máxima de la larga mesa.

-Así que Wood... -se burló con un movimiento de cejas.

-Así que Peyton... -gruño Amelie, tratando de no pegarle una bofetada ahí mismo- ¿Y Hua? ¿Le dirás al menos?

-No estoy con Paris. Ella es solo una amiga.

-¡Ja! Seguro -mascullo con sarcasmo, lo suficientemente alto para que James la oyera.

Lily observaba todo como un partido de tenis.

-Ella es mucho más hermosa que tú. Muchísimo más. Más inteligente. Mil veces más simpática y un millón de veces más perfecta. Pero no es para que te pongas celosa. -le conto en tono despreocupado, mientras sorbía un trago de su copa.

Amelie enfureció. Su rostro se puso tan rojo como su cabello. Enrojeció de furia.

Si alguna vez, en algún momento, pensaron que Amelie mantenía alguna ultima hebra de cordura, estén de seguros que la perdió en ese mismo instante.

Observo a los adultos y a sus amigos, controlando que nadie la mirara. Una vez que estuvo segura que nadie estaba pendiente de ellos...

Como un rayo se levantó de su silla, cerro su puño y golpeo a James en el rostro. Bien en el ojo. El muchacho hizo aspavientos con sus manos antes de caer al suelo, con silla y todo.

La lista de "personas que necesitan controlar su mal genio", había cambiado drásticamente, nivelando a Amelie en primer puesto y corriendo de su trono al señor Wood.

Instantáneamente, Lily, quien había visto todo, tapo con ambas manos su boca. Tratando de contener la risa. Las conversaciones se apagaron automáticamente en cuanto sonó el estruendoso golpe de la silla. Los adultos voltearon sus miradas y se encontraron a un James en el piso, gimiendo de dolor y una Amelie cohibida. Se quedaron estupefactos, tratando de adivinar que había pasado.

-Se lo merecía -se defendió Amelie, ruborizándose.

Todos se quedaron en silencio, hasta que Lily no aguanto más y comenzó a reír a carcajadas, mientras lloraba lágrimas de risa. Harry le siguió.

-¡Vaya! Que buen padre -mascullo James, sarcástico.

Pronto, toda la mesa estaba riendo, hasta Ginny se apretaba el estómago de dolor. Nadie parecía estar enojado con Amelie, parecía que todos creían que James se lo merecía.

Avergonzada, Amelie se acercó a James, ofreciéndole la mano para levantarlo, él la aceptó a regañadientes y, sin decir nada, se retiró del comedor.

Subiendo la colina que se abría paso desde detrás de la casa de los Wood había un bosque. En el bosque había un claro, y en el claro una cancha de Quidditch que Oliver se había encargado de construir, esconder y proteger.

No faltaba nada. Estaban los tres aros, las dimensiones correctas, las tres pelotas en una pulida caja de madera, los bates para golpeador y escobas para todos.

Los equipos eran claros: familia Potter contra familia Wood.

Todos los presentes jugaban Quidditch, a excepción de Kyle que acepto ser cazadora. Amelie jugaba con los Wood, y los Potter tuvieron que pasar algunos de sus invitados al otro bando: Louis y Dominique. Ambos increíbles jugadores.

Solo había un par de problemas: Katie era una excelente cazadora, al igual que Liam y Amelie. Louis era un excelente guardián, pero como Oliver era aún mejor, acepto, a regañadientes, ocupar el puesto de golpeador junto a su hermana. Solo quedaba Kyle, quien no era muy rápida con su escoba como para ser buscadora y, según decía su familia, era una buena cazadora.

Pero no puede haber cuatro cazadores en un equipo de Quidditch...

-¡Amelie sería una buena buscadora! -chillo Kyle.

-Oh, emmm... Yo no, de segura que no.

Pero no fue así, a regañadientes, tuvo que cederle el puesto a su amiga, quien sonreía con suficiencia.

«No puedes perder tu mal genio dos veces en un día» Se ordenó Amelie mentalmente, mientras observaba como James llegaba al campo, con el ojo morado y un filete de carne en cada mano. «Veamos cuan apuesto te ve tu querida Paris cuando llegues así a Hogwarts» Rio con maldad, mientras Lily Luna la veía confundida, enarcando una ceja.

-Oh, nada Lily. No te preocupes por mí.

Oliver grito: ¡YA! y el partido comenzó.

Amelie pensó que ser buscadora sería demasiado difícil, pero por ahora todo era pan comido. Es decir, ni siquiera había visto la Snitch, pero estaba relajada, porque la buscadora del equipo contrario era Lily Luna. La más chiquita de los Potter ni siquiera jugaba al Quidditch en el colegio y no parecía ser muy atenta tampoco. Por un principio, Amelie creyó que Harry o Albus iban a ser buscadores, porque lo eran y son (respectivamente) en sus equipos de Hogwarts. Sin embargo, el señor Potter cedió su lugar a Lily, para que a Amelie no se le hiciera tan difícil.

Harry jugaba de cazador junto a su esposa y James. Albus y Fred de golpeadores y Scorpius de guardián.

El partido estaba muy parejo. Todos jugaban con el mayor entusiasmo del mundo, mientras Oliver rompía sus cuerdas vocales gritando a todo pulmón un par de órdenes. Por otra parte, Liam y James parecían jugar un partido de muerte. Se empujaban disimuladamente y discutían cada cinco segundos.

Distraídamente, Amelie pensó en lo intruso que se veía Scorpius con su apellido y cabello rubio platino, cuando distinguió, muy por sobre la cabeza de su amigo, una pequeña manchita dorada revoloteando agitadamente.

Como un torbellino, se lanzó tras ella. Lily la vio y solo se retrasó unos segundos en volar hacia la Snitch. Amelie estiro desesperadamente su mano, pero una ráfaga de viento paso a su lado y, en un parpadeo, observo como Lily Luna agitaba un pequeño puño en alto, en forma de festejo. Había atrapado la Snitch en una velocidad increíble. Amelie aún no podía hablar del asombro.

-¡Bien hecho, princesita! -La felicito su padre, luego se volvió a Amelie- Am, algo para que vayas aprendiendo... A los Potter no nos gusta perder, siempre guardamos nuestra mejor arma bajo las mangas, para que nadie sospeche. -Explico, guiñando un ojo.

Pero Amelie aún no podía responder, estaba pasmada, estupefacta, atónita, desconcertada, maravillada, patidifusa y boquiabierta. Todos aquellos adjetivos que se asemejen a sorprendida en el diccionario.

A regañadientes, los Wood aceptaron la derrota.

Recogieron todas sus pertenencias y bajaron la colina. James camino junto a Amelie con una sonrisa de oreja a oreja, que se veía algo contorsionada por su ojo morado. Tenía un aire burlón, dispuesto a reírse por la cara aun confundida de Amelie, pero justo cuando estuvo a punto de decir algo, Oliver (que iba detrás de ellos, junto a Harry) hablo:

-¿No quieren quedarse a cenar?

-Oh, no, muchas gracias Oliver, pero esperamos visitas. Insistimos a los Peyton con una comida en nuestra casa, así que no puedo cancelarles. Además, tenemos que llevar a Scorpius y Albus a casa de los Malfoy.

Solo así, Amelie salió de su ensimismamiento de derrota. Volteo su cabeza más rápido que Lily Luna correteando una Snitch y entrecerró sus ojos, observando a James acusatoriamente.

-Eres una persona repugnante -mascullo, mientras salía corriendo para llegar más rápido a la casa. James la persiguió.

-¡Amelie! ¡Amelie, espera!

Por alguna razón, Amelie tenía ganas de llorar. De bronca. Potter era un descarado, sinvergüenza.

Paro ante la puerta del hogar, solo porque no tenía llaves. James la había seguido hasta allí y se situó frente a ella. Todos los demás habían quedado atrás, muy lejos, pero observaban atentamente.

-Escúchame, ¿Si? Paris es mi amiga, lo digo en serio, es amiga de la familia. Toda su familia es nuestra amiga.

Amelie mordió su labio, tratando de contener la ira.

-Eres un idiota, ¿Piensas que me creo el jueguito de que es tu amiga? Viene a tu casa ahora y, misteriosamente, Albus se va. Perfecto para estar solos ¿No es así? Tú no puedes tener amigas. ¡Piensa en Hua! Le diré, juro que le diré.

-¡Dile, Amelie! ¡No me interesa! Lo que piensas es mentira, ¡Todo mentira! Hua es mi novia y no la engañare.

-¿La amas, aunque sea? ¿Amas a mi amiga?

James no contesto, desvió la mirada y revolvió, nervioso, su cabello azabache.

-Lo sabía -murmuro Amelie, conteniéndose a no pegarle- ¡¿Por qué es tu novia, entonces?! Si amas a Paris... ¡¿POR QUÉ NO LA DEJAS Y YA?!

Por alguna razón, ya no creía en lo que pudieran decir Fred y Louis. Antes de que Amelie perdiera sus cabales de nuevo, Harry llego hasta ellos.

-Ya basta, Am. Es suficiente.

Todos los miraban atentamente, serios y confundidos, formando un corro alrededor de ellos. El único raro fue Fred, quien sonreía de oreja a oreja e hizo pensar a Amelie que estaba esperando algunos golpes.

Oliver dio un paso al frente, dando por terminada la discuta y, rápidamente, abrió la puerta. Amelie corrió a la habitación de Kyle y se encerró allí. No bajo a saludar a los Potter cuando se fueron. Solo dio muestras de vida cuando su amiga llego al cuarto y se sentó a la punta de sus pies.

-Am, ¿Quieres explicarme? -Pregunto Kyle amablemente, contemplando a Amelie, quien estaba con un almohadón en su rostro, panza abajo sobre la cama.

En respuesta, se removió de izquierda a derecha. Hubiera dado risa si descontáramos la situación.

No hablaba y parecía que tampoco respiraba.

-Te gusta James -murmuro Kyle.

Lentamente, Amelie volteo a mirarla. Tenía la cara roja, surcos de lágrimas y sus cabellos parados en todas direcciones. Estaba destruida.

-No es así. Solo lo hago por Hua.

-Escucha Am, eres mi mejor amiga. Sé que no quieres lo suficiente a Hua como para defenderla así. No puedes mentirme ni engañarme, pero puedes confiar plenamente en mí, lo sabes. Te dejare salir a citas con mi hermano de igual forma y, si quieres, esto será un secreto, nadie nunca se enterara, pero... No niegues que te gusta.

Por suerte, al día siguiente, Amelie volvió a su casa.

*****

Bueno, espero que la cantidad de páginas compense la tardanza. Sabía que el capítulo iba a ser largo, pero nunca pensé que tanto (no es que sea todo un librote, pero es la primera vez que escribo un capitulo tan largo), las ideas venían y venían, lo escribí, al final, demasiado fluido. No tenía planeado que Amelie admitiera su amor hacia James en este capítulo (por más que lo sabíamos del principio, ella no quería creerlo), había pensado en hacerlo más adelante, pero, como verán, me arrepentí.

Gracias por los votos y comentarios, siempre me agrada conocer sus opiniones porque suelen darme ideas.

Y bueno, gracias a TheMorsmordre, a quien prometí dedicarle uno de los capítulos más importantes. Gracias en serio, eres de muy gran apoyo.

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